anothrjestr Anothr Jestr

Un macabro psicópata atemoriza a toda la ciudad. Un pasado oscuro, callejones sin salida y secretos se revelan mientras el Detective Antoine Jestta se adentra en el caso que, poco a poco, lo lleva al límite de su cordura. "ROTo" te llevará a un pequeño tour por la mente psicópata, a conocer la historia de diferentes víctimas y los instrumentos de la ley que intentarán a cada paso descubrir quién está detrás de los hechos atroces que suceden en el condado. "ROTo" pondrá a prueba tus sentidos y más mórbidos pensamientos.


Gizem/Gerilim 13 yaşın altındaki çocuklar için değil. © AnothrJestr

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Capítulo uno: Adivina, adivinador.

El sonido del celular con el particular tono de llamada del teléfono clásico resonó en la pequeña habitación que se hallaba a oscuras, sacando de su sueño al Teniente Cruz. Encendió la luz de su mesa de noche y tomó el celular respondiendo la llamada.

—¿Quién mierda llama tan tarde? —dijo al contestar, malhumorado y con la voz ronca.

La voz de un oficial al otro lado le reportaba la situación que se dio en una parte de la ciudad mientras él conseguía incorporarse.

—De acuerdo —respondió gruñiendo—. Iré enseguida. —resolvió y cortó.— Maldito hijo de puta... Así que volviste a aparecer. —replicó balbuseando a un ser que no estaba con él en el lugar.

Se levantó de la cama y se dispuso a cambiarse para dirigirse a donde fue solicitado.


Eran casi las cuatro de la madrugada cuando el Detective Antoine Jestta llegaba a la escena del crimen. Una cafetería que atendía las veinticuatro horas al público, ubicada a unas calles de donde comenzaba la zona roja de la ciudad, aunque resultaba ser bastante agradable en los alrededores, hasta esa misma noche. El Detective Jestta pasó las cintas amarillas que prohibían el ingreso y se detuvo a hablar con un oficial para que le informara la situación. Logró ver al entrar al local a una mujer: una de las camareras, aún llorando espantada, totalmente pálida.


—Buenas noches, oficial. —saludó.

—Buenas noches, Detective Jestta.

—Y bien, ¿qué tenemos?

El oficial dio un vistazo alrededor antes de contestar.

—Es un puto desastre.

Jestta levantó una ceja, a modo de desaprobación por el lenguaje.

—Disculpe continuó el oficial—, es... ¡verdaderamente asqueroso!, ¿me entiende?. No sé cómo es que ustedes logran dormir luego de ver cosas como estas. Hay tres cajas abiertas, comprobaron que ninguna de ellas contenga explosivos y... —se detuvo.

—¿Y? —inquirió, Jestta.

—Los pedazos de lo que solía ser una joven. Aunque está algo... descompuesta.

—Bien. ¿Alguien logró ver algo? ¿Quién lo dejó? ¿Alguna persona merodeando? ¿Tenemos cámaras?

—Nada por el momento, señor. Sólo la camarera de turno y el encargado que se hallaba en la parte de atrás. En cuanto a las cámaras, el departamento forénse se está encargando de ello.

—Perfecto. Aseguren bien la zona. Estoy seguro que no tardarán en llegar aquí los imbéciles de la prensa y ahí será cuando aparezca el verdadero caos. Quiero las declaraciones de los testigos.

—Enseguida.


El oficial se retiró y Jestta se dispuso a dirigirse al fondo de la cafetería donde tres forenses hacían peritajes. Al acercarse un poco más se puso de cuclillas y examinó con una mirada minuciosa una de las tres cajas que se situaban no muy alejadas la una de la otra: la más lejana se hallaba al lado de la puerta de salida lateral; la segunda, sobre los asientos de la última mesa. Jestta miraba la última caja que estaba a mitad de camino entre la barra y las mesas. Su vista recorría el contenido mientras se colocaba unos guantes negros de examinación: una pierna cercenada por debajo de la rodilla, cortada cuidadosamente; un antebrazo cortado por debajo del codo y antes de la muñeca; y una mano la cual no le correspondía al antebrazo de aquella caja.

Algo logró llamar su atención. Un tatuaje en el antebrazo que ponía el número "6".

—Qué extraño... — dijo para sí. —Perito.

—¿Sí, detective? —dijo uno de los forenses más cercano a él.

-

—Dígame, mi vista está fallando, ¿o ese tatuaje parece reciente?

El perito se acercó un poco para poder apreciar lo mismo que Jestta.

—Efectivamente, señor. Aún no presenta signos de haber cicatrizado correctamente. De hecho, pareciera que lo hicieron post-mortem.


Jestta frunció el ceño. Extrañado.

—Me pregunto si...

Tomó con sumo cuidado la mano, girándola levemente, examinándola con detenimiento hasta que detuvo su búsqueda.

— Y bien, ¿qué tienes? —se oyó que la Detective Vivian Clarke le soltaba situándose también de cuclillas frente a él.

El detective levantó la mirada dejando la mano nuevamente en el lugar.

—Esto no lo había visto antes. Mira los cortes. Son casi perfectos aunque algo no me cuadraba.

—Dejame adivinar: ¿que quién haya hecho esto no está bien de la cabeza?

—En parte —coincidió en un tono sarcástico—. Pero, al parecer sabe lo que está haciendo. Sin embargo, lo que llamó mi atención es otra cosa. ¿Notas como el antebrazo forma una leve curva aquí?— dijo indicando con el dedo la extremidad amputada.

—Lo veo. —respondió Clarke.

La miró directo a los ojos.

—No hay huesos.

La detective entornó los ojos, asombrada.

—Jódete —soltó escéptica, Clarke. ¿Esto es en serio? —reparó tras notar el impávido rostro de su colega.

—Creí que podría haber sido una mal formación de la víctima o que se haya fracturado intentando dar pelea. Pero no hay rastros de que haya disecado el brazo para quitar el hueso. Más allá de eso me preguntó qué significará ese tatuaje que fue hecho luego del deceso. Lo mismo con la mano y aparentemente hizo lo mismo con la pierna en esta caja. Me pregunto si las demás se encuentran en las mismas condiciones.

—Dalo por hecho que así será. —interrumpió el Teniente Cruz que recién llegaba al lugar.

Ambos detectives voltearon hacia él, levantándose con delicadeza.

—Teniente, buenas noches. —lo saludó Jestta.

—Lo eran hasta que recibí la llamada. Tengo una leve sospecha de lo que pudo haber ocurrido aquí aunque quiero estar seguro. ¿Hallaron algún tipo de tatuaje en... los restos?

Ambos detectives se dedicaron una mirada. Jestta fue quién continuó.

—¿Se lo notificaron?

—Bueno, hijo... Acabas de hacerlo. —dijo apartando la mirada de él. El Teniente tomó una bocanada de aire que soltó en un profundo suspiro—. Hace un tiempo un desquiciado sembró varios cuerpos en distintos puntos de la ciudad en estas mismas condiciones. Siempre faltaba alguna extremidad y dejaba en alguna parte una nota, algún tipo de... "invitación". Llegamos a contar cinco cuerpos y luego desapareció.

—¿Cinco cuerpos? —indagó Jestta.— En lo que solía ser el antebrazo de esta chica hay tatuado un número seis. ¿Sugiere que no es coincidencia?

—Eso me temo. ¿Revisaron las cajas? ¿Hay algo sobre las notas?

—No me han comunicado sobre alguna nota.


Unos ruidos metálicos, leves pero que a su vez tomaron a todos por sorpresa, comenzaron a oírse provenientes de afuera, al otro lado de la salida lateral. Ambos detectives desenfundaron sus armas instintivamente decidiéndose a dirigirse a la salida. Al salir miraron en todas direcciones, procurando ver si podían hallar a alguien. Las luces de las patrullas alcanzaban a bañar el apenas iluminado callejón. El ruido continuaba indicándose en un contenedor de basura que se mantenía cerrado. Jestta y Clarke intercambiaron miradas y asintieron, respaldados por otros dos oficiales se dispusieron a acercarse colocándose uno en cada extremo con un oficial a su lado. Jestta contó regresiva desde tres con sus dedos y levantó la tapa del contenedor. Un hedor terrible fue lo primero que inundó sus narices mientras apuntaban sus armas a la vez que el sonido se intensificó. Un mono de juguete a cuerda hacía chocar unos platillos que tenía en cada mano, debajo de él se podía ver un sobre rojo. Clarke lo tomó cuidadosamente y la abrió para ver su contenido. Jestta apagó el juguete y lo lanzó hacia el contenedor nuevamente.

—¡Verifiquen los alrededores! ¡Este hijo de puta probablemente nos esté vigilando y no puede estar lejos! ¡Andando!

Los oficiales a su alrededor comenzaron a pasar la orden.

—Tienes que ver esto. -dijo Clarke dirigiéndose a Jestta y pasándole el sobre abierto.

Jestta leyó lo que ponía en voz alta.

"Muchos me temen, otros me alaban; para algunos mi corona tiene sólo dos puntas y soy lo primero en el alba."

—Maldito enfermo, ¿qué carajos quiere decir con eso? —preguntaba Clarke.

—Nos invita a jugar. —dijo Cruz sin titubeos saliendo de la cafetería.

—¿Qué clase de retorcido juego tiene en mente un lunático como este? —preguntó Jestta, irónico.

—Uno que debemos jugar, si no queremos volver a equivocarnos.

—Me parece que tiene mucho que explicarnos, ¿no es así, Teniente? —replicó Clarke.

—Los pondré al día. Estamos de suerte.

—¿De suerte? —dijo Jestta simulando una sonrisa.— Disculpe, Teniente pero, ¿es una jodida broma?

—Creeme. Si supieras lo que este maniatico es capaz de hacer, me darías la razón.

—Bien, iluminenos.

—Todo lo que tengo está en la estación. Recojan todas las evidencias posibles. Como ya habrán visto, este imbécil cubre gran terreno, puede que proponga un juego pero también tiene sus reglas, los pondremos todos al tanto.


El Teniente se retiró con sentido al otro lado de la cafetería, a una calle más adelante donde dejó su auto. Jestta y Clarke lo veían alejarse.

—Bien, ya oyeron al jefe, ¡a trabajar! —ordenó Clarke enfundando su pistola.

Se acercó a Jestta que observaba como Cruz se ocultaba de su vista.

—¿Qué opinas? —le preguntó.

—No lo sé con exactitud, Clarke. Pero esto ya de por sí tiene un tinte demasiado macabro y él sabe algo grande. Debemos ver qué nos cuenta en la estación.


El Teniente Cruz ingresó a su auto que se ubicaba media cuadra adelante de la cafetería, en la acera contraria. Soltó un suspiro, ya tenía en mente que los próximos días podrían ser completamente estresantes.

—Esta vez no te saldrás con la tuya, maldito. —dijo mientras veía la escena del crimen desde lejos y se disponía a encender el auto.

Sintió un piquete en el cuello y su vista comenzó a nublarse. Una voz profunda y radial replicó su afirmación.

—Me parece que sí... Teniente.

Los ojos de Cruz se cerraron por completo mientras se deslizaba en su asiento y era sostenido por unas manos con guantes de cuero.

Dulces sueños.—dijo la voz.



18 Mart 2023 04:31 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Sonraki bölümü okuyun Capítulo dos: Rastros.

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Okumaktan zevk alıyor musun?

Hey! Hala var 2 bu hikayede kalan bölümler.
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