thebellawolfe Bella Wolfe

Han pasado casi veinte años desde que Damian y Alexa se casaron y ahora son sus hijos los que deben aprender a compaginar su vida con el Priorato de Sión, pero la diferencia está en que ahora todo el mundo sigue los pasos de La Orden. ¿Podrán los mellizos Keith y Bella ocultar el secreto mejor guardado de su familia, además de los suyos propios? //Se recomienda leer la primera parte "Wembley International"


Romantizm romantik gerilim 13 yaşın altındaki çocuklar için değil. © Todos los derechos reservados

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El juego

Keith

— ¡Chicos, bajad a desayunar! —grita mi padre desde la cocina.

Gruño, apretando la cabeza contra la almohada, y me levanto después de dar un largo suspiro. Voy al cuarto de baño a lavarme la cara y observo mis ojos azules brillar con la luz del espejo, me seco y peino mi cabello castaño. La verdad es que soy igualito que mi padre, eso no tengo cómo negarlo.

Me visto con una camiseta de manga corta blanca, una bomber verde oscuro remangada, un vaquero negro roto en las rodillas y unas zapatillas blancas y bajo a la cocina. Hoy está papá de chef, así que supongo que habrá tortitas o algo de eso. Mi padre cocina lunes y miércoles, mientras que mi madre martes y jueves, los viernes se los turnan y los fines de semana cocinan juntos. ¿Por qué? No lo sé, pero siempre ha sido así.

Me siento en la isla de la cocina de espaldas a la televisión, pero está encendida y no puedo evitar oírla.

—La Orden del Temple se presentó este fin de semana en una gala benéfica organizada por la estrella internacional...

—Buenos días, Keith, ¿preparado para volver a clase después de las vacaciones? —saluda mi madre entrando en el salón. Yo me limito a sonreír y coger el plato que mi padre me da.

—Es la sexta aparición que hacen este año los dos miembros más recientes del Priotato de Sión, Diana y Marte...

—Mamá, ¿estaréis está noche a cenar? —pregunta mi hermana, entrando en el salón.

—Estos dos miembros se incorporaron hace tres años, casi veinte años después de la inclusión de Zeus en el círculo más exclusivo de La Orden...

— ¿Puede alguien apagar la televisión? —pido molesto. Esa reportera me está poniendo nervioso.

— ¿Qué es lo que pasa con la tele, hermanito, te molesta que hablen de ti? —me pregunta Bella con una sonrisa burlona.

—Sí, me molesta, bastante tengo con llegar al universidad y que la gente solo hable de eso —respondo, enfadado y sin tan siquiera mirarla.

—Yo la apago, no te preocupes —dice mi madre tranquila.

—Alexa, cariño —la llama mi padre.

—Está bien, Damian, entiendo que se sienta así —se apresura a responder ella indiferente. Luego, apaga la televisión, se sienta a mi lado y me mira con una sonrisa—. Escucha, Keith, comprendo que para ti es incómodo tener que mentir a tus amigos, yo también pasé por esa fase al principio.

—No es solo eso, mamá. Miento a mis amigos, a la familia de papá, a todo el mundo —le digo, volviendo la vista a mi plato—. Sé que es por nuestro bien, pero no... Es que... ¿y si se me escapa?

—Oye, Keith, recuerda que nosotros escogimos hacer esto y, además, tú mientes mucho mejor que yo —me dice Bella con una sonrisa, echándome la lengua. En realidad, eso no es cierto.

—Menos mal que somos mellizos, no me imagino cómo sería tener esa cara tan fea cuando hago esto —bromeo, echándole la lengua también.

— ¡Chloe, baja ya, tenemos que irnos! —exclama mi padre, sirviendo el plato de Bella y poniéndoselo delante.

Mi hermana Chloe, de trece años, entra por la puerta bostezando y arrastrando su mochila por el suelo.

—Mamá, siento haberme enfadado —susurro, girándome para mirarla avergonzado.

—No pasa nada, cariño, yo todavía tengo días en los que me siento así, la vida que llevamos no es nada fácil —responde ella, abrazándome y besando mi cabeza.

Después de terminarnos el desayuno, bajamos a la entrada del edificio y Hank ya nos espera allí con la limusina de mis padres. No tardamos nada en llegar a la universidad vuelve a repetirse el panorama de todos los días.

— ¿No pensáis dejarnos ir por nuestra cuenta nunca? Porque a mí me gustaría que todos dejasen de querer ser mis amigos por ser hija vuestra —dice Bella, echando un vistazo por la ventana y negando con la cabeza. Veo a un grupo de chicas mirarnos y saludar emocionadas.

—Algún día —responde nuestro padre con una sonrisa bastante más irónica de lo que me habría gustado. Bueno, a mí y a Bella.

No me malinterpretes, la relación con nuestros padres es mucho mejor de lo que podríamos desear, pero ellos tienen sus cosas. Siempre están como si fuesen dos adolescentes enamorados y nos protegen demasiado, eso lo entiendo, pero luego vienen y nos plantan en limusina en la puerta de la universidad. No sé, a veces hacen cosas muy raras.

Mi hermana y yo bajamos de coche y ellos se marchan con Chloe al colegio. Luego se irán a trabajar, supongo. Me pregunto cómo será trabajar con papá, él no es estricto en exceso con nosotros, pero siempre que le oigo hablar por teléfono me doy cuenta de que la oficina para él es otro mundo. Mamá y él se conocieron por el trabajo y la única diferencia entre antes y ahora es que mi madre manda mucho más que al principio, o al menos eso dice mi padre.

—Bueno, Keith, pásatelo bien destrozando corazones —se despide Bella con una sonrisa. Yo pongo los ojos en blanco y me río.

—Vamos a vernos en diez minutos, quiero pensar que no me da tiempo de destrozar a nadie —respondo mientras ella se marcha con sus amigas.

Bella es la más popular del campus, carisma, belleza y dinero en una misma persona solo podían acabar así, pero no es la típica capitana de animadoras rubia y repelente que sale con el capitán del equipo de fútbol. Más bien, es la morena de los ojos azules que sería capaz de volver a poner de moda los pantalones de campana porque todo el mundo la adora y todos quieren ser como ella.

—Keith, tío, ¿has visto la alfombra roja de la gala benéfica de este fin de semana? —pregunta mi mejor amigo, Matthew Travers, desde detrás de mí—. ¡Fue una auténtica pasada verlos a todos con ese porte que tienen y...!

—Y Marte iba tan guapo... —interrumpe una de mis amigas, Blair Hastings. Yo ruedo los ojos, si ella supiera.

—Venga ya, Blair, ni siquiera se les puede ver la cara, ¿y si es feísimo? —protesta Matt incrédulo, y bastante molesto, la verdad.

—Ya, claro, y seguro que Diana también es un orco, ¿no? —responde mi amiga, cruzándose de brazos indignada. Yo soy incapaz de aguantarme y empiezo a reírme a carcajadas.

—No discutáis por eso, chicos, a lo mejor ni siquiera son siempre los mismos —les digo, empezando a caminar hacia el interior del instituto.

— ¿De verdad crees eso, Keith? —me pregunta Blair sorprendida. Yo me encojo de hombros.

—Van con máscaras, es imposible saberlo al cien por ciento.

El timbre suena de repente y los tres entramos al edificio. Matt y yo acompañamos a Blair hasta su clase y luego seguimos hacia la nuestra.

— ¿Te hace una revancha? El semestre pasado ganaste, pero este no te lo pondré tan fácil —me dice mi amigo cuando ya estamos lo bastante alejados de la puerta del aula de Blair.

— ¿Revancha de qué? —pregunto, metiendo las manos en los bolsillos con una sonrisa de medio lado.

—No te hagas el idiota conmigo, Keith, porque este año va a caer en mis sábanas hasta tu hermana —responde con una sonrisa bravucona.

—Más quisieras tú, Matt, ¿ya estáis otra vez con esa tontería de a ver quién se tira a más chicas durante el semestre? —interrumpe Bella, observando a mi amigo con una ceja arqueada.

—Bueno, si se trata de Keith Wembley, creo que podría conformarme con echar un solo polvo otra vez, y seguro que volvería a ser el revolcón del año —comenta una de nuestras amigas, Joan, pasando a mi lado y guiñándome un ojo—. Nos vemos después, Bella.

—Como quieras, Matt, pero te advierto que ya voy con ventaja —digo, señalando a la chica con una sonrisa burlona.

—Oye, me importa un rábano que te tires a una chica del campus cada dos días, pero te lo advierto, hermanito, aléjate de nuestras amigas o me las pagarás —me amenaza ella, increpándome con el índice.

—Eres igual que la tía Sam —protesto, poniendo los ojos en blanco y empezando a caminar hacia mi aula.

No me llevo mal con Bella, en absoluto, pero a veces es... Bueno, es como coger a la tía Sam y meterla en un cuerpo treinta años más joven, y con un carácter mucho más impulsivo. Matt y yo nos sentamos al fondo de la clase y entra Rachel, la abeja reina en la universidad desde que puso un pie aquí dentro. Nos mira con una sonrisa y mi amigo la imita, mientras que yo me limito a observarla recostado en mi silla.

—Ya estamos otra vez, ¿esa tía nunca se va a cansar de intentar acostarse contigo? ¿Cuántas veces la has rechazado ya? —protesta Matt sin apartar la mirada de ella. Yo me encojo de hombros y sonrío.

—Muchas, aunque tal vez este año le diga que sí, ¿tú qué opinas? —le digo, sacando mis cosas de la mochila y jugando con el bolígrafo.

—Que hay cientos de chicas y no te compensa follarte a la pirada —sentencia, dejando de mirarla y cogiendo sus cosas también—. En fin, ¿te he contado que este verano he estado investigando un poco a La Orden?

— ¿Y qué has descubierto? —pregunto, tratando de no mostrarme nervioso. Él pone un montón de folios sobre la mesa.

—Los Ángeles hace veinte años, un Congreso organizado por La Orden al que asistieron tus padres —dice, cogiendo la primera hoja—. Me ha costado, pero he conseguido las fotos del evento.

— ¿Y cuál es el valor de esto? —continúo preguntando mientras leo el titular de la noticia. «Asalto a mano armada durante el Congreso de Jóvenes Talentos».

—Fue una de las primeras apariciones públicas del Priorato de Sión, antes de la inclusión de Zeus, Marte y Diana, claro —me explica, quitándome la hoja de la noticia y dándome otra. Una foto de mis padres—. Y esta es una foto de tu padre y Hera, les hicieron varias a lo largo de toda la semana.

—Espero que no estés insinuando que mi padre los conoce —le digo algo molesto. No es que me enfade, pero tampoco sé cómo reaccionar para no parecer sospechoso.

—No, tan solo a ella. Mira esto —responde, dándome otra de las fotos. Están bailando y se los ve tan enamorados como ahora.

—Es imposible, mi padre no...

—Todos a sus asientos, que ya no estamos en el colegio —la voz de la profesora me interrumpe y decido callarme. ¿De dónde habrá sacado Matt esas fotos? Peor aún, ¿cómo voy a justificar eso sin dejarnos en evidencia?

— ¿Tu padre no...? —pregunta mi amigo en un susurro.

—Él me lo contó una vez, no era Hera la chica que llevaba la máscara en aquel congreso, tan solo un señuelo, por eso os he dicho que es posible que no siempre sean los mismos —miento, observando cómo nuestra profesora camina hacia su escritorio y se sienta. Ni me lo han contado, ni usamos señuelos nunca, pero es lo que hay.

—Pues no sé si sería esa u otra distinta, pero hay un vídeo en el que ella se entrega a los secuestradores para evitar que le maten —insiste Matt, bajando un poco el volumen de su voz. Yo suspiro agotado. Esto es cada vez peor—. ¡Y cómo se miran! Me pregunto si estarían...

—Igual te fallan los cálculos, pero por esa fecha mi madre ya podría estar embarazada y espero que no pretendas decir que mi padre le ponía los cuernos —le interrumpo, girándome hacia él molesto. Sé que es mi madre y él sabe que ella ya estaba embarazada, no reaccionar ante algo así sería peor que hacerlo.

—Perdona, Keith, no me había parado a pensarlo y... Por Dios, es imposible que tu padre le pusiese los cuernos.

—No sigas, por favor, o acabarás yéndote de la lengua otra vez.

La profesora pide silencio y empieza la clase, menos mal que hoy es el primer día. La charleta incesante se vuelve un auténtico tostón y se alarga hasta límites insospechados. Todos salen casi corriendo cuando da por finalizada la lección y me arriesgo a intuir que estaban pensando lo mismo que yo. En la siguiente clase estoy con mis dos amigos y mi hermana, aunque ella y yo no es que hablemos demasiado en la universidad, no más allá de nuestros piques habituales, supongo que ya nos tenemos demasiado vistos.

— ¿Este año vais a volver a hacer la tontería esa de vuestros ligues? —pregunta mi amiga con cierto desprecio. ¡Qué extraño...!

— ¿Por qué? ¿Quieres apuntarte? —le digo con una sonrisa burlona. Ella me dedica una mirada de odio que me sorprende aún más y Matt enseguida interviene.

—No, este año tengo muchas cosas que hacer y las veinticuatro horas del día se me van a hacer cortas —miente sin tan siquiera mirarla. Al que mira es a mí, y juraría que me está suplicando que mantenga la boca cerrada, ¿pero por qué?

—Eso no quita que tú vayas a dejar de follarte a media universidad, ¿me equivoco? —comenta Blair con los brazos cruzados. En serio, ¿qué le pasa? ¿Y por qué Matt le ha mentido?

—Aún no lo sé, acabamos de empezar y esta mañana me ha costado escoger hasta los calcetines —respondo, encogiéndome de hombros. Mi amigo respira aliviado, pero niega con la cabeza de todos modos.

Yo no entiendo nada. ¿Desde cuándo a Blair le importa lo que hagamos? ¿Y qué es lo que se trae este idiota entre manos? Seguro que quiere acostarse con ella, pero Blair no es tonta y jamás se dejaría involucrar en nuestro juego como si fuese una más. Esa es la explicación más lógica, ¿no?

10 Ocak 2020 18:29 1 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Sonraki bölümü okuyun Insolente de más

Yorum yap

İleti!
Cris Torrez Cris Torrez
parece interesante!! quiero ver como sigue.
August 16, 2020, 00:07
~

Okumaktan zevk alıyor musun?

Hey! Hala var 26 bu hikayede kalan bölümler.
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