melani-abascal1556141694 Melani Abascal

El culto a los ángeles ha ido de generación en generación y es lo que ha garantizado la prosperidad y el bienestar de la ciudad en la que vive Mark, un jóven que está lejos de saber todos los secretos que va a desentrañar.


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Luna azul

-…por eso, hijos míos, no debemos olvidar de dónde venimos y a quién debemos dar gracias por todo- el mago supremo hizo un pequeño parón dramático y solemne mientras todos agachábamos las cabezas como signo de agradecimiento y sumisión.- Podéis ir en paz, pues los ángeles nos han escuchado y velarán por nosotros.

Aquella última frase indicaba el final de la ceremonia y que nos levantaríamos a continuación en silencio y partiríamos hacia la salida del templo.

Como cada día la misa había sido temprana con la intención de que comenzáramos el día todos juntos y con la bendición de los ángeles para que todo nos fuese lo mejor posible.

Me reuní con Agus a la salida del edificio, había estado muy inquieto, como preocupado durante toda la reunión y era un amigo demasiado preciado como para pasarlo por alto.

-¿Hay algo que te perturbe?- le cuestioné de camino al trabajo.

Suspiró como rindiéndose.

-No puedo tener un pensamiento sin que te percates- no sonaba a reproche tal y como lo dijo, sólo a que esperaba que no me hubiese dado cuenta.

-Sabes que aquí estoy si quieres contármelo- dije para animarle a hablar.

-Lo sé- sonrió con tristeza- tú siempre estás ahí, en lo bueno y en lo malo.

-Suena como si estuviésemos casados- comenté intentando hacerle reír para aliviar algo de su carga.

Apenas sonrió, pero me lo apunté como un logro a medias.

-Mi padre se muere- dijo al fin- el doctor le ha visto y es su veredicto, no hay nada que hacer salvo rezar por un milagro- explicó con pesadez y sus palabras sonaron como un mazazo en la cara.

Aquel hombre había sido siempre muy gentil conmigo y mi familia y realmente no tenía una edad avanzada, así que era una sorpresa horrible.

-Rezaré por él- dije con congoja y reprimiendo las lágrimas, debía ser fuerte delante suyo o Agus se vendría abajo.

-Gracias Mark, de verda- suspiró.

-Oye creo que es motivo suficiente como para que no vayas a trabajar hoy, amigo. Pasa tiempo con tu padre, yo te cubro- me ofrecí.

-Gracias pero no puedo hacer tal cosa, necesito el dinero de cada día.

-Te doy el mío si lo necesitas pero por favor ve y pasa todo el tiempo que puedas con tu viejito- dije en tono más serio mirándole fijamente a los ojos.

-No puedo hacerte eso, en tu casa sois muchas bocas- se justificó con tristeza.- Además prefiero que no vea mi cara o se olerá lo que voy a hacer.

-No me asustes, Agus- dije con recelo y estupefacción mientras me detenía.

Él suspiró resignado a contármelo, era como un libro abierto para mí.

-Voy a ser ofrenda en la próxima Luna azul.

Sus palabras fueron como dar un golpe con fuerza a la estatua de hielo en la que acababa de convertir en esos instantes.

-¿Te has ofrecido voluntario?- quise saber con pavor.

-Sí, espero que los ángeles aprecien mi gesto y sanen a mi padre, es la única manera de que se cure.

-Pero ¿no se lo vas a decir? Es un gran sacrificio, debería…

-No pienso decírselo, no debe saberlo y no te permito que se lo digas a mis espaldas- sonó más como una orden que como una petición.- Si lo sabe no creo que me lo permita y yo quiero hacerlo por él y por nuestra familia. Hemos sufrido mucho como para perderle ahora a él también- con ello estaba seguro de que se refería a la muerte prematura de su madre y es que falleció dando a luz a su hermana pequeña.

-¿Y qué será de Ann?- respiró con pesadez.

-Si todo sale bien, ya cuidará mi padre de ella, pero si mi ofrenda no es suficiente…

-¡No digas eso! Saldrá todo bien – intenté animarlo.

-Pero si no lo fuese, quiero encomendárosla. Es muy pequeña, no debe saberlo hasta que pueda comprenderlo. Sé que es pediros mucho pero…

-No sigas- dije con seriedad.- Por supuesto que la cuidaremos, haré horas extra si es necesario. En casa somos muchos pero no pasará nada por uno más, sobre todo dadas las circunstancias.

Agus me sonrió y retomamos nuestro viaje a la fábrica. Una vez allí intenté centrarme en el trabajo y olvidar las palabras de mi amigo. Sabía que era toda una honra para su familia que él fuese una ofrenda, pero no podía evitar pensar que le echaría de menos. Eché mentalmente las cuentas para ver cuánto tiempo podría disfrutar de su compañía, pero para mi desgracia comprobé que no era mucho, apenas tres días podían restar.

Cuando llegué a casa tras la jornada estaba más abatido que de costumbre, más cansado y dejé caer que no me apetecía cenar, pero mi madre se enfadó y no tenía ánimos para una discusión. Me forzaría a comer un poco y me disculparía para poder marcharme.

-¿Cómo fue tu día en la fábrica?- preguntó mi padre quien ya estaba jubilado.

Mis hermanos no paraban de hacer ruido y gritarse entre ellos ¿Acaso no se podía tener un poco de tranquilidad ni en la mesa?

-Bien, padre- respondí a duras penas.

-No pareces muy enérgico ¿ha pasado algo en el trabajo?- quiso saber mi madre, quien era muy cotilla y tenía la misma habilidad que yo para leer las emociones ajenas.

-No, allí todo está bien.

-¿Entonces has tenido algún otro problema?- quiso saber mi padre.

Mis hermanos no paraban de armar jolgorio y me estaban crispando por momentos.

-No, es por algo que hablé con Agus, me ha dicho que su padre está muy enfermo, que morirá en cualquier momento- expliqué apesadumbrado.

-¡Pobre hombre!- exclamó mi madre con una mano tapando su boca.

-Rezaremos por él- comentó mi padre tratando de infundirme ánimos.

-Quizás después de todo pueda salvarse, Agus me ha confiado, y por favor no digáis nada al respecto y esto va por ti, madre- la aludida se ofendió ligeramente.

-¡¿Yo?! ¿Desde cuando soy indiscreta?

-Desde siempre, querida. Cuéntanos hijo ¡Por favor callaos!- les espetó a mis hermanos quienes pararon por un momento para retomar la cháchara y griterío a continuación.

-¡Ya está bien! A la cama- les ordenó mi madre y fueron rechistando por lo bajo, dejándonos solos en la cocina ¡Por fin algo de paz!

-Agus me ha confiado que será la próxima ofrenda en la ceremonia del ángel rojo- expliqué con tristeza.

-¡Pero eso es muy grande, hijo! Deberías estar orgulloso por tu amigo y su padre debería sentirse honrado- comentó mi madre extremadamente contenta, pero ella era muy devota, así que a ninguno nos extrañó.

-Bueno pues no digas nada, que no debe saberlo hasta que pase, es lo que él me ha pedido o no le dejará hacerlo.

-No entiendo por qué, es lo más grande y bonito que un hijo puede hacer por su padre enfermo ¡Le está salvando la vida!

-Por favor Martha, eso no es seguro- le regañó mi padre por su entusiasmo y comentario.

-¡Cristóbal! No me digas que no crees que se salve ¿Cómo no iba a hacerlo con una ofrenda así? Es un buen chico y muy devoto.

-¿Pero y si sólo es una esperanza ciega y no lo consigue?- cuestioné dolido por la posibilidad.

-¡No blasfemes!- me reprochó airada.- Lo mejor que puedes hacer por tu amigo es darle ánimos y convencerle de que todo va a salir bien. Si tambalea tu fe puede que los ángeles se den cuenta y no cumplan con su pedido.

-No le asustes, Martha- le espetó mi padre.

-Sabes que así es, Cristóbal.

-De todas formas- interrumpí la discusión- me ha pedido que si algo saliese mal, que nos encargásemos de Ann.

-Pero por supuesto- comentó mi madre animada- aunque le van a llover ofertas después de la hazaña de su hermano, tendría que ponerlo por escrito.

-Se lo comentaré- dije apesadumbradamente- ¿Puedo levantarme? No tengo más apetito.

-Claro, cariño. Reza por tu amigo, que no tenga miedo o los ángeles verán que se ha tambaleado su fe, que vaya con devoción…

-No puedes decirle a los demás qué sentir, Martha- la regañó mi padre.

¡Ya estaban otra vez! Últimamente no hacían otra cosa que discutir. Parecía mentira que tuviesen tres hijos si se llevaban así.

No pude dormir aquella noche, en su lugar me dediqué a darle vueltas a cómo hacerle a Agus el camino lo más fácil posible, al menos la vigilia me permitió pensar en todo punto por punto.

Al día siguiente en el trabajo ya lo tenía todo organizado, hablé con los compañeros y estuvieron de acuerdo, nadie puso ninguna objeción ¡Se iba a alegrar por aquello!

Cuando llegó le recibimos entre todos y le contamos la gran noticia.

-Hoy no trabajas.

Su cara de estupefacción pedía explicaciones, por lo que procedí.

-Hemos puesto un poco de nuestro sueldo de hoy cada uno para que puedas pasar el día con tu padre sin preocuparte ¡Ve y disfruta de él!- le comuniqué con una sonrisa.

Tardó unos instantes en procesar aquello y tuvo que contener las lágrimas, al menos se marchó contento y seguro que sintiéndose apreciado y querido. No era para menos. Nos dio las gracias incontables veces antes de irse.

Al final de la jornada me lo encontré en la puerta de la fábrica.

-¿Cómo tú por aquí?- pregunté sorprendido.

-Quería invitarte a un trago ¿vienes?

Me sentí honrado de que quisiera pasar sus últimos días conmigo así que acepté. Fuimos a una campa que había detrás de una colina cercana al cementerio, era el sitio idóneo para ver las estrellas y la fatídica Luna que anunciaba la próxima fecha.

-Lo que has hecho por mí hoy es muy grande.

-¿Cómo sabes…?

-No hay que ser muy espabilado Mark, sólo lo sabías tú- dijo encogiéndose de hombros, luego me sonrió mientras me miraba de una forma extraña.

-¿Qué ocurre?- pregunté tras dar un sorbo a la botella de bourbon.

-Sólo pensaba en lo afortunado que soy de tenerte, siempre has estado ahí…

-Para por favor- le pedí- no vengas con sentimentalismos que me vengo abajo.

-Déjame hacer esto- casi me imploró así que cedí y le permití seguir con su discurso.- Voy a echarte mucho de menos amigo, ni te imaginas cuánto.

-Y yo a ti, espérame en el paraíso ¿quieres?

-Dalo por hecho, por favor no hagas locuras que no te permitan entrar o no sé qué haré una eternidad sin ti- ahora sí tenía lágrimas en los ojos.

-Descuida, te perseguiré donde quiera que vayas, hasta al tormento eterno si es necesario para llevarte de las orejas hasta el paraíso- intenté bromear.

-Amigo, necesito pedirte algo más ¿Podrías ser mi guía?

Llamábamos guía a la persona que entregaba la ofrenda. Era un don reservado para los más cercanos que me comprometía a acompañarle en la ceremonia, salvo el día anterior que debía de dedicarlo únicamente a la oración en soledad confinado en el templo.

-Dalo por hecho- dije con emoción reprimida, pero logré que se alegrase.

-Te quiero- dijo cohibido y se acercó a mí y me besó.

Era mi primer beso y sinceramente esperaba que fuese con una chica, pero no quise romperle el corazón así y preferí tomármelo como un último regalo suyo. Fue un beso más o menos largo que reconozco que acabé disfrutando, cuando terminó reposó su cabeza en mi pecho y nos quedamos en silencio viendo las estrellas.

Por desgracia el tan temido día llegó y desde bien pronto me reuní con él en el templo. Traía conmigo un nudo en el estómago que no me abandonaba desde que me había comunicado la noticia.

Mi madre me recordó que si quería ayudarle debía de mostrarme tranquilo y rezar por él, así los ángeles verían que éramos gente devota y se apiadarían de su padre. No quería arriesgarme a que su sacrificio fuese en vano, por lo que recé internamente todo el camino, aguantando mis ganas de llorar, esperando que no lo tuviesen en cuenta los ángeles, más bien que lo vieran como que era alguien querido.

Cuando me vio me recibió con una sonrisa y los ojos iluminados, enmarcados por unas notorias ojeras. Al parecer no era el único que tenía problemas para conciliar el sueño.

-¿Cómo estás?- le pregunté nada más verle, abrazándole al llegar.

Al contrario que él yo no era muy de abrazos, pero estaba más que justificada la excepción.

Iba ataviado con una toga sagrada, aquella que llevaban todas las ofrendas, de un característico rojo vino. Le sentaba muy bien aquella tonalidad, pero me cortó la respiración solamente por el significado que traía consigo. No era una sorpresa en realidad, todos vestíamos siempre de colores claros, moviéndonos entre distintos tonos de blanco y como mucha variación el amarillo, que eran los colores sagrados. También lo era aquel rojo, con la salvedad de que sólo lo portaban las ofrendas en la ceremonia.

-Impresionado ¿eh?- comentó seguramente al verme la expresión.- Me muero de hambre, yo quitaría el maldito ayuno y pondría un banquete a las ofrendas.

-se supone que es para que te presentes ante los ángeles lo más vacío y puro posible- respondió la voz apacible del mago supremo, nuestra figura pública más importante.

Ambos hicimos una reverencia al verle, como marca nuestro culto.

-¿Tenéis el corazón tranquilo, hijos? La ceremonia está pronta a comenzar. Deberías vestirte con los atuendos del guía, joven, ven conmigo.

Me guio hasta una estancia del templo y abrió un armario donde reposaba una toga de colores blanco inmaculado y dorado, similar a la suya pero con las tonalidades invertidas. Me la puse sin chistar, en silencio y con el corazón a punto de salirse de mi pecho. Sentí por un momento que me ahogaba cuando volví con ellos y cogí su mano antes de que comenzara la orquesta a sonar, indicando el comienzo de todo aquello.

Como en cada ceremonia estaba todo el pueblo menos las personas demasiado enfermas, como era el caso del padre de Agus, quienes estaban exentos de ese deber al comprender su situación. En esos casos el mago supremo se encargaría de visitarles personalmente tras la ceremonia.

Celebrábamos La Luna azul, que era una misa que teníamos cada poco, cuando La Luna estaba completamente redonda, momento en el cual el camino al paraíso era directo, cuando se garantizaba que tu alma se reuniría con los ángeles pues venían a buscar su ofrenda. Dicha ofrenda podía ser voluntaria, en cuyo caso la persona que hacía de ofrenda pasaba a demostrar con su fe y obra que era digna de que los ángeles le concedieran su gracia antes de llevarla con ellos al paraíso. De no haber ofrendas voluntarias, se echaría a suertes, logrando con el sacrificio la prosperidad de la ciudad pues era el requisito que los ángeles ponían para ayudarnos ya que ellos necesitaban almas en sus filas para luchar contra los demonios. Si ellos perdían la batalla, nosotros estaríamos perdidos a nuestra suerte y todos sabíamos que la vida era muy cruel sin su amparo.

La orquesta paró.

-Hijos míos, nos hemos reunido para honrar a nuestros salvadores, a nuestros guías de luz en los momentos de oscuridad que tanto nos cuidan- empezó el mago supremo así que intenté tragar saliva, pero no lo conseguí ya que tenía la boca seca y pastosa.- En este día tan sagrado, cuando La Luna se forme por completo, el alma de nuestro hermano estará en el paraíso con los ángeles, nuestros queridos guardianes- ante estas palabras, la ciudad entera se arrodilló como muestra de fe y devoción.

-Agárrame fuerte la mano o saldré corriendo sin mirar atrás- me susurró Agus mientras lo noté temblar.

Era la primera vez que tenía el honor de ser guía, pero ni me imaginaba lo duro que era en realidad.

Unas niñas pequeñas vestidas de blanco nos rodearon y empezaron a lanzar pétalos de rosas blancas y amarillas como correspondía. Dieron un par de vueltas y comenzaron su camino hacia el mago supremo, dejando tras de sí un camino salpicado de blanco y amarillo. Entonces le rodearon a él también y se dispersaron a izquierda y derecha, todo mientras el resto nos manteníamos arrodillados en silencio.

El mago supremo nos hizo un gesto para que avanzásemos con paso firme, pausado y mudo, hasta colocarnos a su altura.

-Hoy tenemos un alma buena que viene voluntariamente a honrar a nuestros protectores. Hoy nuestro hermano Agustín gozará del don de nuestros benefactores y pasará a formar parte de sus filas en la gran batalla por el paraíso. Porque está escrito en el sagrado libro que el ángel rojo se presentó y habló del paraíso, de la transcendencia a la inmortalidad, pues esta vida sólo es un mero tránsito, una vía hasta la vida eterna y no hay más gozo que vivir esa nueva vida con nuestros antepasados y nuestros guardianes y combatir codo con codo por las mieles del paraíso.

Sentí que me ahogaba, aquel hombre hablaba con su voz pausada y suave, pero lejos de sentirme calmado no podía evitar temer lo que venía.

-Ven hijo mío, ponte frente a tus hermanos- le indicó, cosa que él hizo en silencio, tras soltar mi mano.

Había en la escena una especie de banco, era lo que llamábamos altar, entre ellos dos. Agus se giró hacia el público, quienes lo honraron con una reverencia.

-Nuestro hermano Agustín va a emprender un gran viaje hoy, así que rezad por él para que vaya en paz y no tema nada- cedió entonces unos momentos para que los presentes dedicásemos a la oración, instante que aproveché para mandarle mis buenos deseos y contener el llanto.- Pero no temáis por él, enjugad vuestras lágrimas porque él va a dejar su cáscara aquí, el resto de su ser, el verdadero Agustín que conocéis irá a un lugar mejor y podréis reuniros con él cuando vosotros mismos trascendáis. Querido Agustín, recuéstate en el altar y dime tu deseo para que los ángeles puedan oírlo.

-Deseo que curen a mi padre, señor- si lo conocieren como yo, sabrían que tenía miedo, que estaba nervioso ya antes de tumbarse.

-Gran deseo, hijo- entonces hizo un gesto a una de las niñas de antes, quien se acercó con el cuchillo sagrado propio de la ceremonia.- Ahora estate en calma, pues pronto se te concederá tras tu gesto.

Tras esto y con mi corazón atascado en mi garganta, en un movimiento rápido el mago supremo cortó el cuello de Agus, quien empezó a sangrar a borbotones. En otro gesto, otra niña se acercó con un cuenco donde recogió la sangre que caía por uno de los laterales del altar. Oía cómo intentaba esforzarse por agarrarse a la vida y me sentía envuelto por mil serpientes, sólo deseaba que su sufrimiento acabase pronto. El mago supremo se tomó un momento para beber la sangre de Agus y le volvió a ceder el cuenco a la niña quien por fin se retiró.

-Oh venerables ángeles, guiad a nuestro hermano con vuestra luz y bondad y acogedle en vuestro seno- dijo finalmente con los brazos levantados antes de clavarle el cuchillo en el corazón.

Intentaba enjugar mis lágrimas mientras todo el mundo guardaba silencio escuchando unas palabras ceremoniosas del mago supremo que yo ya ni escuché ni oí.

El pecho de mi amigo había dejado de moverse al cabo de poco rato, Agus se había ido, como las lágrimas que no pude contener por más tiempo en mis ojos.

16 Mayıs 2019 20:53 8 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
7
Sonraki bölümü okuyun Ausencia

Yorum yap

İleti!
Leónidas G. Leónidas G.
Excelente primera entrega de tu obra. Los personajes son sólidos y entrañables, sobre Mark y Ann.
January 29, 2021, 17:27

  • Melani Abascal Melani Abascal
    Me alegra que te haya gustado. La segunda parte la tienes disponible también en mi perfil. Gracias por leer y comentar January 29, 2021, 22:14
Ciamar  Ciamar
Como esto es fantasia, asumo que todo el tema de los angeles es real... pero este capitulo me dio una horrible sensacion de estar presenciando un culto de gente lavada de cabeza. Queria que alguien entrar ahi y les dijera que paren esa locura. Muy bien narrado, no puedo esperar a saber como continua.
May 17, 2019, 03:22

  • Melani Abascal Melani Abascal
    Muchas gracias por tu comentario ^^ Hoy mismo seguiré escribiendo pero quizás hasta el lunes no esté el siguiente May 17, 2019, 07:35
~

Okumaktan zevk alıyor musun?

Hey! Hala var 3 bu hikayede kalan bölümler.
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