pijon95 Simon Pacheco Wolf

La historia de Sayori, un joven que tras hablar durante dos años con un extraño por cartas, descubre que la persona tras estos escritos era una amiga de su infancia, la cual estaba desaparecida, descubriendo así, que se habia olvidado como era ella.


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#amor #suspenso #japon #besos #cartas #vida
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La señorita de las cartas

¿De qué me enamoré…?

Ahora miró al infinito, sentado sobre esta barandilla, arriba del todo, arriba del edificio, arriba del mundo entero, ah…

Y todo vuelve a la misma pregunta, en un mundo infinito, donde todo es posible, donde puedes moldear tu vida para que sea lo que quieras, u otros pueden moldearla para que sea lo que ellos quieran, desde la primera hasta la última pregunta que me podría haber preguntado, que me he preguntado, y que me preguntaré. De todo, todo, vuelve a esa pregunta ¿De qué me enamoré?

La señorita de las cartas

Y supongo porque la vida es cliché, porque todo se repite una y otra vez, y no podemos evitar ver o leer las mismas cosas, tendré que empezar desde el principio, porque bueno, “comienzo” definitivamente no significa final.

Era eso, lo de ser cliché, lo de levantarse todos los días y hacer esas cosas que todos hacen, aunque fueras la persona más especial del mundo, con cualquier personalidad, con la historia más hermosa o más horrible que existe, lo haces como todos, te levantas, te quejas de la molesta alarma que suena con violencia en tu oído, te vistes o bañas, o te lavas los dientes, pero siempre es lo mismo.

Entre las trivialidades de la vida, yo, tenía algo especial, después de hacer las cosas más humanas dictaminadas por nuestras cabezas, después de la rutina mañanera que es tan repetitiva que prácticamente es automática, que es prácticamente inexistente de lo normal que es, yo, aquel chico sin importancia, sin nada especial, tenía algo especial.

Iba todas las mañanas y revisaba el buzón, el de las cartas claro, y ahí estaba, una carta, siempre escrita para mí, y es que, ya hacía tiempo que las recibía, al principio, creí que era algún loco que me observaba, que estaba obsesionado conmigo, pero supongo que eso era mi egocentrismo hablando. Pero no, no era algún loco sacado de una película de terror, era una hermosa chica, bueno, al menos, yo siempre me la imaginé hermosa, porque nunca le había visto el rostro, se había presentado a mí de manera cordial y desde la segunda carta que me había dado yo había comenzado a darle cartas a ella, era como mensajearse por celular, pero mucho, mucho más personal, las cartas tenían su olor, su tinta, y errores, era algo tan pero tan diferente.

Y aquel día no era distinto, ya llevaba semanas tratando de convencerla para que nos veamos, había tratado de espiar, para atraparla de sorpresa cuando dejara la carta, miraba por la ventanilla del edificio, pero nunca nadie entraba a dejar cartas, era algo mágico, siempre las ponía ahí sin que yo la viera.

Aquello me había dejado sin más opción que preguntar, y por no decir, rogar para que me dejara verla, ya habían sido dos años, dos largos años, en los que veníamos hablando, y yo, no tenía segundas intenciones, quería conocer aquella joven, ver cómo era y hablar, porque, las cartas eran prueba de que teníamos mucho de lo que hablar, mucho.

Pero ella, ella tenía buenas razones para no hacerlo, y era cierto lo que decía, lo especial que había en la relación que teníamos, era, que era única, diferente, nadie tenía algo como lo nuestro, nunca nada en mi vida ni en su vida se sentiría como lo que sentíamos en aquel momento, y ella tenía razón.

Esa mañana, más bien, aquel día, fue donde todo comenzó, un golpe de realidad chocante, que me llevaría a la barandilla donde escribo esto, quizás, simplemente fue un botón, que apreté o alguien más apretó para empezar la cuenta regresiva que era mi vida, oh, vida.

Después de dejar mi carta, fui rumbo a la escuela, aquel día estaba especialmente pensativo, pensaba en varías de las cosas que ella me había contado, caminé por un largo camino de sakuras, recuerdo, una vez haberle preguntado si había besado a alguien, y sí, había sido en aquel largo camino de sakuras, que besaban a todos con sus pétalos, y es que, era casi metafórico dar un primer beso en un lugar así.

Siempre me había parecido curioso, yo caminaba allí con tres amigos de la infancia, Nori, Koko, y Rob, siempre caminábamos por allí, y, para aquel momento, ya no me encontraba con ninguno de ellos, lo que sentía ahí, era un sentimiento de nostalgia, de infancia, de amistades que deberían haber sido para siempre, pero solo duraron lo que mi sonrisa de niño duró, muy poco.

“El me paró, debajo de una de las ultimas sakuras y, después de mirarme, me dijo que era hermosa, me habló de mis ojos, de mi piel, de mis cachetes, y para entonces, solo pude acercar mi rostro para besarlo”. Eso fue lo que me dijo en aquella carta, hace poco tiempo entendí por qué aquellas palabras me dieron una sonrisa de niño.

Les contaría como me había ido en la escuela aquel día pero no era nada remarcable, lo de siempre, escuchar lo que los profesores decían por arriba y mirar hacia el cielo azul, mientras imaginaba cosas, mientras imaginaba su rostro, mientras imaginaba su cuerpo, su voz, y mierda, perdón, pero no podía dejar de pensar en ella, cuando hablas con un completo extraño que ya no es un extraño, tu cerebro lentamente se empieza a volver loco, y me preguntaba aquellas cosas todos los días “¿Somos amigos? ¿Conocidos? ¿Enamorados?” y la respuesta era siempre la misma, escucha las tonterías de los profesores por arriba, mientras miras el cielo azul, porque, la única manera de deducir aquellas cosas era pensando.

Uno de mis compañeros (Maru) me invitó después de clases a tomar un helado, y gracias a la carencia de pruebas y de tarea, acepté.

Maru era un gran amigo, un amigo fiel, aquel con el que podía confiar en todo, aquel que, cuando te daba una cachetada en la cara era porque era claro, porque era obvio de que no estabas haciendo nada más que comportándote como un idiota, un chico inteligente, sabio y tranquilo, lo he amado y apreciado como mi mejor amigo desde que tengo memoria.

- Te vez emocionado. – Aquello era cierto, estaba impaciente, y no podía dejar de lamer el helado con ansiedad.

- Le pregunté su nombre, quizás me diga cómo se llama cuando vuelva, quizás, este una carta ahí, y me lo diga.

- ¿Su nombre? – Maru río, siempre le había sorprendido lo mucho que me emocionaba el tema de las cartas, y no lo culpo, definitivamente era algo de locos. – Creí que te había dicho que no quería verte, y con su nombre puedes encontrar sus redes sociales y esas cosas ¿No? No estoy muy seguro, nunca me he casado con un desconocido.

- Que… ¡Que no nos hemos casado! Vamos, ni la conozco ¿Cómo me podría gustar? – Maru siempre me molestaba con ella, estaba seguro de que la cosa de las cartas era una relación a distancia, o algo por el estilo, como si estuviera evitando contarle algo, pero no era así.

-Bueno… - Siempre tenía esta sonrisa suave en sus labios, mientras miraba hacía la lejanía. Supongo que esas son las pequeñas cosas que se extrañan. – Supongo que, si solo te da su primer nombre, no sería un problema, quiero decir ¿Cuántos Sayoris hay en Tokyo? – Asumo que miró mi ansiedad y gracias a ello lo dijo. – Anda, ve que no te quiero retardar, pero, no me vengas llorando a las doce de la noche con que no te ha dicho su nombre, no es mi culpa de que te emocione tanto.

Después de un abrazo, me fui, iluso, no sabía lo que me había hecho a mí mismo, no sabía lo que había comenzado, que botón había apretado que me llevó a escribir estas palabras, en este momento, como un muñeco que era movido por las manos de otro ser que nunca podría comprender, me fui.

Más pronto que tarde, cuando la luna le tocaba los pies al sol, llegué al edificio, cuando miré entre las cartas, ahí estaba, entre el montón de publicidad de mierda que muchas veces me había dado la esperanza de encontrarme con alguna carta importante, ahí estaba, la carta que empezó esta historia.

Recuerdo subir las escaleras descuidadamente, de la simple idea de siquiera saber su nombre, me temblaban las manos, era un sentimiento hermosamente tonto, pero, más hermoso que tonto, porque, al fin y al cabo, el único tonto era yo, dándole tanta importancia.

Y bueno, hay una razón por la que me había dejado de ver con mis tres amigos de mi infancia desde hace ya un año y siete meses atrás, estaba aquella chica, Koko, siempre había mantenido el grupo unido, inventándonos a cafés, películas, todas esas cosas, y, aunque a veces no estábamos tan interesados en hacerlo, el constante esfuerzo de Koko nos mantenía juntos, de alguna manera.

Te puedes imaginar mi sorpresa, te puedes imaginar como caía el sudor de mi rostro mientras un “no puede ser, no puede ser” trataba de escapar a gritos de mis labios. Te puedes imaginar el terror, la felicidad, la angustia, la confusión y toda esa sopa de sentimientos que sentí en aquel momento, cuando abrí la carta, la cual, se encontraba completamente en blanco, excepto por una pequeña línea que decía “yo soy Koko Ichio”.

Porque, ya había sido un año y siete meses desde su desaparición.

26 Ocak 2019 21:21 2 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Sonraki bölümü okuyun ¿Como eres?

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İleti!
Jackie Inkspired Blogger Jackie Inkspired Blogger
¡Hola! Tu historia ha sido revisada por el equipo editorial de Inkspired. ¡Enhorabuena! La hemos dejado en estado En Revisión, ya que aún creemos que puedes corregir ciertos errores ortográficos que presentas en la sinopsis. Una vez que lo hagas, comenta este mismo post y procederemos a revisarla de nuevo y ponerla en Verificada. Esto te dará más alcance entre los lectores. :) Ánimo y feliz escritura.
January 28, 2019, 11:25

  • Simon Pacheco Wolf Simon Pacheco Wolf
    ¡Oops! Era una sinopsis temporal, la cual escribí en apuro. La he cambiado, aún no es de mi gusto, pero por el momento lo dejaré así ¡Muchas gracias por revisar mi historia! January 28, 2019, 15:16
~

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