la_holly_de_suga Min Holly

Yoongi es novio de Jimin, quien además es el jefe del departamento de Marketing de la empresa en la que ambos trabajan y donde Yoongi forma parte del equipo como diseñador bajo las órdenes de su novio. Yoongi no le dice nada a su compañero de cubículo cuando este despotrica sobre que Jimin es un jefe, además de un novio, abusivo, dictador e infame con Yoongi. Lo que el pobre Jungkook, el compañero defensor de Yoongi no sabe, es que la dinámica entre Yoongi y Jimin es más de lo que todos en la empresa son capaces de ver. Al menos hasta que Jungkook aparece donde no se supone que debe estar y mira lo que no debe mirar, pero todo, todo forma parte del juego. El jefe no es el infame que Jungkook piensa y Yoongi no es el marginado novio abusado que parece. » Contenido +18 » Temática BDSM » Juegos previos de cambio de roles, spanking, humillación en un nivel leve y humor.


Hayran Kurgu Gruplar/Şarkıcılar Sadece 18 yaş üstü için.

#yoonmin #bdsm #yoongi #jungkook #btsfanfic #jimin
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¿Quién te viera, Yoongi hyung?

—Yoongi hyung, tenemos que ir a comer. Es tarde y tengo hambre.

Yoongi es el típico profesionista dedicado a su trabajo. Cumple con sus deberes, obedece ordenes, cumple plazos. También es el novio del jefe de Marketing de la empresa para la que trabaja, algo que muchos todavía no terminan de entender y siguen sin poder descubrir cómo es que se dio esa -tan absurda- relación.

—Tengo que terminar el diseño, Jungkook. Ve tú y luego te alcanzo.

Una de las personas que no entiende la relación entre Yoongi y su novio, es su compañero de cubículo, Jungkook. Él siempre está acosando a Yoongi con preguntas como ¿Por qué sales con él, hyung? Es un odioso, hyung ¿Qué le viste, hyung? Debe ser igual de déspota en la cama como lo es en el trabajo. Además, es nuestro jefe ¿No es eso extraño?

Es una línea de preguntas interminables sobre las razones por las que Yoongi es novio de su también jefe, pero Yoongi simplemente decide ignorarlos.

—Oh, vamos. No puedes quedarte sin ir a almorzar. El diseño está casi terminado y eres muy bueno en tu trabajo, incluso mejor que yo —reniega Jungkook por la negativa de su compañero de escritorio. —Él ni siquiera se dará cuenta de que te fuiste.

—No se trata de eso, enano. Quiero terminar.

Y sí, Yoongi es así de profesional, que termina sus trabajos a tiempo o incluso mucho antes del tiempo límite.

—Hyuuuung...

—¿No escuchaste o eres tonto? —suena una voz suave de tenor desde la puerta de la oficina, haciendo saltar a Jungkook en sus zapatos —Yoongi está más comprometido con su trabajo que tú y si no quieres que te escriba un reporte mejor vete o quédate y termina tus propios diseños.

La voz es nada más y nada menos que la de su jefe de departamento, Park Jimin. Todos le temen, algunos lo odian, pero sin duda no hay quien no piense que es un hombre sexy, aunque el carácter mata belleza, según dicen las lenguas.

—Es la hora del almuerzo, jefe. No puede mantener a Yoongi trabajando como un esclavo. No se nos paga extra por eso y siempre mantenemos nuestro desempeño al máximo.

Park Jimin es el director del departamento de Diseño y Marketing. Yoongi y Jungkook forman parte del equipo de diseño y eso es sólo la punta del iceberg de la esclavitud cuando se trata de Yoongi. En los pasillos de la empresa se escuchan chismes que dicen que Jimin monopoliza al pobre Min en todos los aspectos de su vida y se comporta como un tirano. Mandoneándolo y tratándolo como un muñeco cuando se trata de su relación y esclavizándolo cuando se encuentran en el trabajo.

—Te dije que puedes irte Jeon, pero Yoongi no.

—¿Hyung? —Jungkook opta por dirigirse a Yoongi en busca de algo. Probablemente que le lleve la contraria al jefe y se vaya con él a tomar el almuerzo.

—Vete, Kook. Te dije que tengo que terminar esto. Te alcanzo luego.

Yoongi ve a Jungkook darse la vuelta y salir de la oficina y antes de que se cierre la puerta, escucha un suave murmullo que suena muy parecido a: Es un maldito tirano.

A Yoongi le hace gracia cómo su compañero de equipo ha tomado tanta confianza y valentía de enfrentarse a su propio jefe en situaciones como esa, aunque la racha bravucona no le dure mucho porque después de todo, él también le tiene miedo al infame Park Jimin. El director de departamento que es un esclavista y tiene a Min Yoongi como su juguete.

Yoongi no salió a almorzar y por alguna extraña razón tampoco terminó el diseño. Lo que no se le hizo extraño a nadie de la empresa es que, a la salida, el jefe de departamento estuviera esperándolo en el estacionamiento junto a su auto. Cada día Yoongi se va con su novio Park Jimin y todos en la empresa se preguntan ¿Cuál es el fundamento de esa relación?

📷

Es viernes por fin y el departamento de Marketing ha terminado otra exitosa campaña. Los diseños estuvieron a la altura del concepto de la temporada y a todos los de la oficina se les dio la tarde libre para empezar antes el fin de semana, como recompensa por el buen trabajo realizado.

Yoongi, como el buen trabajador que es, se queda recogiendo su escritorio antes de dar por terminado el día. Apila papeles, apaga equipos, mete todos los lápices y plumones en la taza con el logo de la empresa que se supone que le dieron el primer día de trabajo para tomar café, pero ahora sirve como portalápices.

—Oh, Yoongi hyung... es la mejor semana que hemos tenido —Jungkook salta sobre la punta de sus pies como un niño sobre excitado por una sobre carga de azúcar.

—Sí, Kook.

—Y lo mejor es el incentivo: Fin de semana largo, y nada de proyectos en los que pensar hasta el lunes. No hay pendientes y no tenemos que ir a la cama temprano. Deberíamos salir y celebrar.

—¿Qué hay que celebrar? —pregunta Yoongi. No suele ir a fiestas, aunque a veces Jungkook se las arregla para obligarlo a salir por una cerveza.

—¡¿Qué?! —pregunta Jungkook incrédulo —Tus diseños fueron los que se usaron en la parte principal de la campaña.

—Los tuyos también.

—Sí, pero tú eres el que se queda encerrado como un esclavo al que no se le permite ver la luz del sol. Estás todo pálido por falta de luz. Te mereces la salida.

Yoongi suspira exasperado, pero Jungkook lo interpreta como que ha logrado convencerlo de ir a dar la vuelta.

—Kook, quiero irme a mi casa a dormir.

—Hyung, andaaaa... si tienes que pedirle permiso al dictador de tu novio-

—Es tu jefe, no seas impertinente.

—Si tienes que pedirle permiso al dictador de tu novio —repite Jungkook ignorando la interrupción de Yoongi, —hazlo. Pero ven conmigo. Le diremos a los de ventas que vengan con nosotros también, después de todo, nuestra campaña les traerá montones de trabajo.

El esfuerzo que le toma a Yoongi no poner los ojos en blanco es enorme, pero sabe que Jungkook es como un pequeño animalito inquieto. Le sobra la energía que al resto del departamento le falta y es un buen amigo. Yoongi se aburriría como una momia de no ser por él hablando hasta por los codos en las horas de trabajo. Y, secretamente, se divierte escuchando como reniega y reniega de Jimin todo el tiempo. No es que realmente le caiga mal el jefe, pero no termina de entender que Jimin no es el dictador que piensa que es. Pero Jungkook no está listo para esa conversación.

Una vez que los cajones del escritorio están con llave, la batería del computador apagada y la silla metida perfectamente bajo el escritorio Yoongi se endereza para enfrentar a Jungkook.

—Kook, en serio...

Antes de que Yoongi diga lo que va a decir y que Jungkook pueda protestar, la puerta de la oficina se abre.

El jefe ha llegado.

—Muy bien todos. Los quiero fuera de esta oficina en dos minutos o se cancela la tarde libre. Bien podríamos empezar un nuevo proyecto ahora mismo.

Park Jimin ocupa el rellano de la puerta y se ve como una pintura enmarcada de tamaño real. Un tamaño bastante promedio.

Todos en la oficina empiezan a salir en fila, desesperados por largarse antes de que los devuelvan a sus asientos y los pongan a trabajar. De último han quedado sólo Yoongi y Jungkook.

—¿No te vas, Jeon? —la voz de Jimin, a pesar de ser suave como malvavisco, es firme y nadie se engaña con la dulzura de su tono.

—Ya nos vamos, señor —responde Jungkook, jalando a Yoongi por el brazo para que se apresure.

Si bien se les dio la tarde libre a los de diseño y logística de publicidad, el jefe se supone que va a jornada completa porque tiene que ultimar los detalles de la campaña recién terminada.

—Shhtt... vete si vas a irte, Jungkook. Yoongi se queda.

Yoongi quiere reírse a carcajada limpia por el resoplido de su compañero de cubículo y la rabieta abortada que pudo ver apenas pro el rabillo del ojo.

—Señor. El tiempo libre es para todos por igual ¿no?

—Sí.

—Entonces, Yoongi también tiene derecho a irse y ya hicimos planes.

No hay ningunos planes, pero Yoongi está ocupado mordiéndose la lengua para no reír, así que no dice nada.

—Yoongi tiene que quedarse a elaborar los bocetos de la campaña que iniciamos el lunes.

Oh, Jungkook se merece el premio al mejor amigo, pero no el de la persona más discreta o con más sentido de auto preservación porque su cara roja de rabia explota en un resuello indignado y una retahíla que seguro le va a costar su trabajo o como mínimo el bono de este mes.

—¡No es justo! Yoongi es el que más trabaja en este departamento. Se la pasa metido en esta oficina todo el santo día y ni siquiera ve la luz del sol. No sale a comer, se inclina en ese escritorio y no levanta la vista hasta que termina y usted siempre le está dando trabajo, trabajo y más trabajo. Es un explotador, un dictador. Es, es... es abusivo. Y ni siquiera le importa que sea su novio, jefe.

Jungkook le pone énfasis a la última palabra y Yoongi sigue más callado que una tumba.

Jimin se lleva las manos a los bolsillos del pantalón, de esos de diseñador que son un traje completo. Ajustado como una segunda piel. Se ve apacible, como si la explosión de ira de Jungkook no hubiera sucedido en absoluto.

—Sal de mi oficina, Jeon. Ahora.

—No.

—Sal.

Yoongi se ve obligado a intervenir o de lo contrario su amigo se meterá en muchos problemas. Ya arreglará con Jimin después, pero necesita sacar a Jungkook antes de que diga algo de lo que realmente vaya a arrepentirse.

—Vamos, Kook. No hagas un problema de esto. Me quedaré.

—Hyung...

—Te veré el lunes, o te llamaré para salir a comer mañana. Lo prometo.

Jungkook se desinfla como un globo pinchado y sale pisoteando de la oficina y por poco se pasa llevando a Jimin de camino a la salida. La puerta se estremece en las bisagras cuando se cierra con fuerza y Yoongi está seguro de que por más que Jungkook se muestre hostil con su jefe, no lo haría si no fuera el novio de Yoongi. No es tan tonto como para desafiar al jefe de su departamento por nada.

—¿Tenías que provocarlo de nuevo? —Yoongi le pregunta a Jimin cuando se han quedado solos.

—Es divertido.

—Te va a odiar.

La risa melodiosa de Jimin hace eco en la oficina vacía y Yoongi sonríe porque es el sonido más bonito que ha escuchado nunca.

—Bien por él. Al menos sabe que no corre el riesgo de ser despedido. Deja que sea un mocoso por más tiempo —dice Jimin. —Además, bien podrías decirle que se equivoca en todas esas ideas que se ha creado de mi y hacer que deje de asesinarme con la mirada.

Yoongi no le dirá nada a Jungkook porque, después de todo, Jimin tiene razón. Es divertido.

📷

Jungkook no entiende porque Yoongi es tan tonto. Trabaja como un burro y encima se deja mandonear por el jefe a como se le antoja. Y sí, es su novio -cosa que todavía es un poco inverosímil siendo ambos del mismo departamento. Por aquello de las políticas laborales-, pero es justamente la razón por la que el infame Park Jimin se aprovecha de Yoongi.

¿Qué le vio su hyung a ese loco tirano de su jefe? Jungkook no lo comprende.

Si Jungkook quiere invitar a comer el almuerzo juntos a su hyung, Jimin llega y le da alguna tarea a Yoongi y lo hace quedarse encerrado en la oficina durante el descanso. Si Jungkook quiere ir por un café a la hora de salida y que Yoongi lo acompañe, nunca se puede porque el jefe está en el estacionamiento esperando para llevar a Yoongi a casa. Siempre Jimin, Jimin, Jimin en el medio.

Suena a celos, pero Jungkook no está enamorado de su hyung. Es sólo que es su compañero de cubículo y su amigo. Se llevan bien, hacen un buen equipo y nunca tienen un desacuerdo. A Jungkook le gustaría tener a su amigo fuera de los muros de cemento y acero de la empresa de vez en cuando. Por desgracia, no se puede.

Jungkook quisiera estrangular a su jefe. Es un buen jefe, claro, sabe dirigir al equipo. Divide el trabajo de manera equitativa, no hace de menos a nadie y es muy generoso en su informe de rendimiento para que todos obtengan un bono a fin de mes. Pero con Yoongi, es un tóxico. Le exige demasiado, le da más trabajo que a los demás y no es para beneficiarlo como pudieran pensar, sino para controlarlo. Controlar su tiempo, sus actividades, su vida. Jimin ocupa las cuatro esquinas, las veinticuatro horas y los siete días y Jungkook odia que Yoongi sea tan mandilón.

De seguro, en esa relación, Jimin es el de arriba. El jefe, igual que en el trabajo. Haciendo que Yoongi se incline por él, de rodillas y obedeciendo órdenes.

Jungkook quisiera zurrar a su hyung hasta que entre en razón, pero luego piensa que, después de todo, si Yoongi se lo permite, él no es nadie para meterse. Sólo se atreve a contradecir al jefe porque su amistad con Yoongi le da un poco de valor, pero nunca iría más allá porque aprecia su trabajo y no es tan metiche para llegar a tanto como tratar de influenciar a alguien sobre su relación.

Basado en los profundos pensamientos que Jungkook ha tenido y en lo importante que es su amistad con Yoongi y su trabajo por igual, lo ideal sería que se disculpara con su hyung y de paso lanzarle una ramita de olivo al jefe y hacer la paz. Si hace eso, Jungkook podría convencer a Jimin de que deje a Yoongi salir por un café el fin de semana.

Jungkook quiere pasar el rato por allí y su hyung sería una excelente compañía.

Así que, antes de llegar al estacionamiento de la empresa, Jungkook toma una decisión apresurada y no hay como el aquí y el ahora. Toma el ascensor de vuelta al piso de Marketing para poder decirle a Yoongi que no volverá a criticar su relación y al jefe que ya no volverá a llamarlo dictador ni nada de esas cosas.

El ascensor se toma unos buenos tres minutos hasta la planta del departamento en el que Jungkook trabaja. Es un edificio alto y ellos están un poco más arriba de la mitad de los pisos, así que la melodía de cajita musical que suena por los altavoces de la caja metálica transportadora distrae a Jungkook lo suficiente para salir al vestíbulo en su piso y todavía ir tarareando la musiquita chillona y no fijarse que, uno: el piso está vacío. Ni las secretarias están ya. Dos: la puerta de la oficina está apenas entrecerrada. A una pulgada del marco, no se puede ver más que una franja hacia adentro, pero si se puede escuchar todo hacia afuera.

Jungkook se detiene en seco, demasiado cerca de la puerta y escucha los fuertes sonidos provenientes del interior.

Suena como si las patas de un escritorio rechinaran contra el piso de baldosas y un gemido ahogado que se queda a medias, como si el que gime se quedara sin aliento.

Joder.

Jungkook no es metiche, pero... ¿y si Jimin está atacando a Yoongi? La violencia también se da en las parejas gay. El hombre de arriba golpea al de abajo, o algo como eso vio una vez en las noticias. Su hyung podría estar siendo víctima de violencia doméstica y Jungkook ahí pensando en ir y disculparse.

No está pasando.

Cuando Jungkook toma el impulso de entrar a la oficina y salvar a su hyung escucha algo más.

—¿Estás satisfecho? Hiciste enojar a Kook de nuevo y me desafiaste cuando te dije que no lo hicieras.

¿Qué?

La voz de Yoongi suena profunda, contundente y amenazadora. El fuerte clap después de sus palabras lo hace sonar peor de lo que podría ser. Pero, por qué Yoongi estaría amenazando a Jimin, si Jimin es el que se la pasa diciéndole a Yoongi qué hacer y qué no hacer.

Jungkook está confundido.

Responde, pequeño diablillo. Te gusta ponerme a prueba cada vez ¿no? Fingir que estás a cargo, que yo hago lo que dices y sigo tus órdenes. Eres un malcriado.

El rechinar del escritorio en las baldosas suena de nuevo y de nuevo ese sonido de palmadas una y otra vez.

Lo siento, Señor —Jungkook oye a Jimin decir en medio de un sollozo.

¡Jesús, María y José!

¿Qué diablos está pasando?

¿Es Yoongi el abusador y no Jimin?

Mmmmm... lo siento, lo siento —vuelve a escuchar Jungkook y seguido más azotes y más gemidos de dolor.

Mentiroso —acusa Yoongi.

Nunca acusaran a Jungkook de chismoso, pero ¿de curioso?... eso no lo va a negar.

Desde el hueco de la puerta entrecerrada, Jungkook asoma la cabeza como un vil ladrón, no lo suficiente para que se vea su mata de pelo negro, pero sí bastante como para ver todo lo que sucede desde el reflejo en la ventana.

Bueno. Joder.

¿Quién te viera, Yoongi hyung?, pensó Jungkook.

📷

Yoongi sabe que la actitud de Jimin es solo un juego al que le gusta jugar. No necesariamente un juego de niños, sino uno un poco más sexy.

Hacer enojar a Kook no es precisamente la parte sexy del juego, lo es lo que sucede cuando están a solas y nadie puede ver ni escuchar.

Jimin no es el que lleva las riendas, como le gusta hacer pensar a la gente. Es el jefe del departamento en el que trabajan en la empresa, el jefe de Yoongi en la oficina, pero nada más. No es Jimin el que va arriba, tampoco el que decide cómo van a ser las cosas. Simplemente lo deja jugar a hacerle creer a los demás que sí porque cuando se acaba el día, cada jugarreta de Jimin es cobrada con una buena cantidad de azotes, algunas restricciones y lo más divertido, hacer que se vuelva loco de placer y luego negarle el tan necesitado orgasmo.

Jimin y Yoongi juegan a la dominación. Él domina y Jimin se deja dominar y para hacerlo más divertido, hacen esa escena en la que Jimin es un total mocoso y después se enfrenta a las consecuencias.

Como ahora, después de que todo el departamento saliera temprano en viernes y Jimin le hizo el pase a Jungkook de nuevo. El teatrito de que Jimin controla a Yoongi dentro y fuera del trabajo, que Yoongi es un cachorro obediente y despojado de su libertad. Jungkook se indigna en nombre de Yoongi y Jimin disfruta de ver al otro chico maldecirlo como si fuera el tirano más grande.

Yoongi podría sacar a Jungkook de su miseria y decirle la verdad, que todo es un juego previo entre ellos y nada es lo que aparenta ser, pero entonces le quitaría la diversión a su lindo y dulce pollito y la suya también.

¿Qué excusa va a usar para castigar a Jimin, si le dice a su amigo que nada de lo que presencia es verdad?

Es más emocionante lo que está haciendo ahora. Sin nadie en la oficina para verlos.

—¿Por qué insistes en hacerlo estar de mal humor? —pregunta Yoongi, rodeando el escritorio principal, el del jefe de departamento y acorralando a Jimin contra él.

Jimin le da a Yoongi una sonrisa tímida, totalmente fingida y sin remordimientos.

—Sé lo que estás buscando y déjame decirte que lo has conseguido. Fuera pantalones, inclínate.

Jimin juega al juego del abuso de poder para que Yoongi tenga una excusa para castigarlo. Podría simplemente pedirlo y Yoongi se lo daría, pero ¿qué hay de divertido en eso?

Jimin se desnuda de la cintura hacia abajo y se da vuelta para inclinarse sobre el escritorio, con su dulce trasero de burbuja a la vista de Yoongi. Suave, bronceado y perfectamente impecable. Sin una sola marca o imperfección. Lástima que no se verá así cuando terminen.

La mano de Yoongi acaricia la piel caliente, ya notándose que el rubor la cubre por la excitación. Yoongi no ha hecho nada más que rozar con la yema de los dedos, pero la carne redonda ya está erizada con piel de gallina y se arriesgaría a jurar que, si mete la mano debajo de Jimin, su polla está dura y goteante, exactamente igual a cómo está la de Yoongi dentro de sus pantalones.

Yoongi nunca le deja saber a Jimin cuando dejará caer el primer azote. No hay aviso ni una costumbre establecida del cómo. Pero la piel de Jimin es tan hermosa, perfecta y suculenta que Yoongi no quiere otra cosa que mancharla de rojo, marcarla con la forma de su palma y sus dedos, arruinarla tanto que Jimin no sea capaz de sentarse bien hasta el lunes que vuelva a la oficina.

No hay crescendo en la intensidad o la fuerza. Sólo las ganas de marcar envueltas con lujuria.

La mano de Yoongi cae con la fuerza de todo su cuerpo puesta en un azote. El culo de Jimin salta con esa fuerza y antes de que logre gritar de dolor, Yoongi usa la otra mano para taparle la boca y ahogar el grito en un gemido.

—¿Estás satisfecho? Hiciste enojar a Kook de nuevo y me desafiaste cuando te dije que no lo hicieras.

El enfrentamiento es parte de juego y las disculpas falsas también.

—Lo siento, Señor.

Ja. Lo único que Jimin siente es la roncha que se está formando en sus nalgas por el azote que Yoongi le dio. Pero la palabra Señor es la forma en que Jimin debe llamar a Yoongi cuando no están en el trabajo. Es la forma de mostrar respeto y sumisión.

—Mentiroso.

Yoongi vuelve a azotar a Jimin, antes de que él pueda prepararse para el impacto y lo hace una y otra y otra vez, sin disminuir la fuerza ni la velocidad y Jimin gime de dolor y placer contra la madera fría.

El spanking es el juego favorito de Jimin, el impacto extremo, ese donde los azotes son tan fuertes que la piel pasa de un color rojo intenso a uno morado. Yoongi lo hace sólo porque Jimin ha dejado claro que le gusta y no porque tenga la intensión de lastimar gravemente a Jimin.

Así que está completamente seguro de que lo hace correctamente mientras azota a Jimin hasta las lágrimas y Jimin ruega y suplica y solloza, pero no le pide que pare. Hasta que a Yoongi le duele la mano y para.

—¿Lo harás de nuevo? —cuestiona Yoongi, dándole un momento a Jimin para que recupere el aliento.

—No, Señor —gimotea.

—¿Serás bueno?

—Sí, Señor.

—Y ahora quieres la polla de tu Señor ¿No es así?

—Umjumm.

—¿Cómo debes pedirlo?

—Por favor, Señor. Fóllame, dame tu polla y tu semen.

Todo lo que pida Jimin, aunque sea un malcriado impertinente cuando tiene la oportunidad.

Yoongi se arrodilla detrás de Jimin y besa las marcas de rojo intenso en su trasero. Antes de llegar a casa estarán volviéndose de color morado y quizás Jimin tenga que ir en el asiento trasero del auto, recostado sobre su estómago para no lastimar sus nalgas, pero Yoongi aprovecha el momento y besa la piel ardiente con labios fríos y extremadamente cuidadosos.

—Señor —Jimin se estremece y trata de alejarse del contacto, pero las manos de Yoongi lo sostienen en su lugar.

—Shhh —arrulla Yoongi y con delicadeza abre las nalgas de Jimin para dejar al descubierto su rosado agujero. Palpitante, húmedo y estirado. Porque sí, Jimin lo había previsto todo y se preparó a conciencia antes de mandar a todos a casa por el día.

El dedo índice de Yoongi acaricia la entrada arrugada y aprieta hacia adentro, viendo que no hay ninguna resistencia y su dedo se desliza suavemente hacia adentro. Despacio, introduce un poco, hasta el primer nudillo y luego hacia afuera y de nuevo y de nuevo, solamente por el placer de oír a Jimin gemir y corcovear.

—¿Estás listo para mi, bebé?

—Sí.

—Sí ¿Qué?

—Sí, Señor.

En un movimiento fluido, Yoongi se pone de pie y al mismo tiempo hace que Jimin se dé la vuelta. La silla está justo allí, detrás de Yoongi y se deja caer en ella. Ancha, suave, resistente. La silla del jefe de departamento.

—¿Cómo te sientes de ser follado en tu propia silla de gran jefe, eh? ¿Por uno de tus empleados, nada menos?

—Ummmggh —fue toda la respuesta de Jimin.

La idea de la humillación es algo que Yoongi no creía que le gustaba a Jimin hasta un día en que, sin pensar, en el calor de la lujuria le dijo cosas que a pocos le gustaría oír en el sexo. En lugar de ofenderse, Jimin había gemido como una puta y se había corrido más rápido que nunca antes.

—Te gusta, lo sé. Que alguien más abajo que tú en la empresa te coja contra tu gran escritorio de jefe, que te someta y haga con tu cuerpo lo que quiera, que te trate como no más que a una puta. Te gusta que arrastre mi polla muy dentro de tu agujero necesitado y te folle tan fuerte que no puedas parar de gemir y gemir como la gata en celo que eres y no te importa que alguien pase por allí te escuche.

Cuando Jimin se deja caer sobre el regazo de Yoongi prieta los muslos con fuerza y Yoongi sabe que está tensando los músculos para no correrse con todas las cosas que le está diciendo.

—Señor —murmura Jimin, con la cara metida en el hueco del cuello de Yoongi, temblando como una hoja. Por el dolor en el trasero, por el deseo, por la urgencia de liberación, por todo eso junto. Quién sabe.

—Móntame, mi pequeña zorra —ordena Yoongi, ya con la polla fuera de los pantalones.

Yoongi deja que Jimin se empale a sí mismo en su polla grande, gorda y pesada y sin perder el tiempo empieza a follarlo en serio. Elevando las caderas al mismo tiempo que Jimin se deja caer con fuerza y se agarra de sus hombros para equilibrarse.

—Eso es, sigue así. Deja que me sirva de ti, de ese culo tuyo que sólo existe para que yo pueda joder mi verga en él. Vamos, más rápido, más fuerte.

Jimin se vuelve un desastre jadeante mientras rebota tan rápido y tan fuerte como sus muslos le permiten.

—Tan bueno —Yoongi le regala una alabanza. —Tan obediente, dispuesto y necesitado.

—Oh, sí. Sí... —farfulla Jimin.

—Voy a venirme profundamente en tu culo de puta y vas a tomar todo dentro de ti ¿de acuerdo?

Jimin asiente enérgicamente y podría haberse mareado porque Yoongi ve la leve inclinación de su cuerpo y lo sostiene por la cintura mientras empieza a follar más fuerte a Jimin y la silla resbala un poco sobre sus ruedas.

—Ah, señor. Quiero correrme, señor.

—No —sentencia Yoongi, haciendo caso omiso al gimoteo frustrado de Jimin. —No hasta que me haya corrido yo primero. Recuerda que eres mi agujero para follar.

Yoongi bombea las caderas unas cuantas veces más y luego aprieta el cuerpo de Jimin hacia abajo antes de quedarse quieto, apretando los dientes mientras se derrama en el culo apretado y resbaladizo de Jimin.

Se siente como una eternidad hasta que Yoongi se relaja y ve que Jimin sigue duro sobre él, con el rostro contraído en una mueca de dolor por no haberse corrido aún. La mano de Yoongi rodea el eje caliente y lo aprieta casi demasiado fuerte y el sollozo dolorido de Jimin le hace sonreír.

—¿Quieres venirte mi hermosa puta?

—Sí, sí, sí... por favor.

—¿Te portarás bien en la oficina de ahora en adelante?

—Sí, Señor.

Yoongi sabe que son promesas vacías. Jimin vive de molestar a Jungkook y provocar a Yoongi para que le imparta castigos como el de ahora, pero Yoongi también sabe que es la forma en que ellos son. Los juegos previos para cuando estén solos ellos dos.

Y como el buen Señor que es para su chico, le da lo que necesita.

Masturba a Jimin rápido, con un agarre opresivo a su polla porque a Jimin le encanta el dolor. Acaricia de arriba abajo una, dos, tres veces y Jimin se corre sobre la mano de Yoongi, caliente y espeso semen blanco resbala entre sus dedos mientras Jimin gime tan fuerte que hace eco en la oficina casi completamente vacía y se derrumba sobre el pecho de Jimin.

—Gracias, Señor.

—De nada, bebé —devuelve Yoongi, levantando la mano untada de semen a los labios de Jimin. —Lámelo todo y limpia mi mano.

Jimin lame como un gato cada centímetro de los dedos de Yoongi hasta dejarlos limpios y vuelve a dejarse caer sobre el pecho de Yoongi que lo acuna bajo la barbilla y acaricia con ternura su espalda y hombros.

—¿Estás bien?

—Sí, Señor —ronronea Jimin, somnoliento y deshuesado en el regazo de Yoongi.

Yoongi levanta la vista hacia la gran ventana de suelo a techo en la pared de al lado del escritorio, la que queda frente a los cubículos de diseño en la enorme oficina del departamento de Marketing y ve el reflejo en ella con una sonrisa llena de diversión, antes de guiñar un ojo con picardía.

—Hemos incursionado en un nuevo fetiche hoy, bebé —le dice Yoongi a Jimin que está casi dormido.

—¿Mmm?

—¿Cómo te sientes acerca del exhibicionismo? —Pregunta y sin dejarle responder lo besa, suave y tierno, casi como si el sexo duro y salvaje de hace un momento no hubiera existido. Tan dulcemente que Jimin no hace más que suspirar profundamente mientras Yoongi lame la comisura de sus labios y luego mete la lengua entre ellos en una caricia húmeda y lenta.

📷

—Kook, es hora del almuerzo ¿Vamos?

El lunes, Yoongi llegó después que Jungkook a la oficina. Cuando se sentó en su lado del cubículo y saludó su compañero, el pobre hombre derramó su taza de café en sus pantalones. Suerte que ya solo quedaban unas pocas gotas o habría sido un desastre mojado marrón y caliente.

Jungkook boqueó como un pez fuera del agua y cuando miró hacia el jefe, se puso tan rojo como una manzana al ver la leve cojera en el mismo hombre que lo había mandado a su casa con un grito apenas tres días atrás.

—¿A-almorzar?

—Sí, Kook. Es la hora de descanso y tú siempre tienes hambre a esta hora.

—Pero... el jefe.

Yoongi sonríe como el gato que se comió al ratón y le guiña un ojo a Jungkook antes de levantarse de su silla giratoria.

—El jefe no te dirá nada hoy, Kook.

De camino a la puerta de la amplia oficina, Yoongi ve de reojo que Jungkook se vuelve hacia Jimin con las mejillas sonrojadas y la clara vergüenza en la curva de su boca fruncida y luego se vuelve para alcanzarlo rápidamente.

—¿Estás bien Kook? —pregunta Yoongi.

Está disfrutando de la vergüenza de Jungkook más de lo que va a admitirle a su pobre amigo. Desde que el viernes Yoongi miró en el reflejo de la ventana la silueta inconfundible de Jungkook claramente en shock de ver quién realmente manda en su relación con Jimin y luego salió corriendo como si lo hubieran atrapado robando del cesto de las limosnas en la iglesia, Yoongi sabía que la mañana del lunes sería nada menos que interesante.

Jungkook tiene o tenía un concepto bastante alejado de la realidad sobre la relación laboral y sentimental de Yoongi con Jimin, pero quedarse callado en lugar de corregirlo era bastante entretenido. Ahora el chico lo sabe todo y parece como si estuviera a punto de perder su mente.

Yoongi realmente está tratando de no dejar ver su diversión.

Jungkook alcanza a Yoongi en la puerta y antes de que se cierre vuelve a ver hacia atrás, donde el infame Park Jimin, el déspota y dictador jefe del departamento de Marketing está sentado sobre un cojín de aspecto suave y con la nariz metida en su ordenador y Yoongi escucha claramente el murmullo sorprendido y divertido de su amigo y compañero cuando dice:

¿Quién te viera, Yoongi hyung?

Y Yoongi ya no puede contener la carcajada que se le escapa de los labios por el asombro en las palabras de Jungkook.

FIN

[Este one shot es una comisión pagada y escrito en base a la idea original de@Micaela Choi ]

Se reservan los créditos y derechos a su dueña.

Yo sólo le di vida a la idea.

12 Ağustos 2023 19:34 2 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
179
Son

Yazarla tanışın

Min Holly 🔰 Army 🐣 Jimin biased 🖤💛 YoonMin shiper Escritora novata desde 2021 Libro #1 de Élite: pedir PDF

Yorum yap

İleti!
Ya Yelitza ariza
JAJAJJAJJAA pobre Jungkook!! Vivía engañado!
August 20, 2023, 00:14
Fernanda Morales Fernanda Morales
Jajaja quien lo viera¡¡¡¡
August 14, 2023, 14:52
~