Primera anotación en el cuaderno azul.
❝El sudor recorría toda mi frente mientras mi cuerpo no podía dejar de seguir los pasos que marcaba el coreógrafo. Acababa de entrar a una academia de baile profesional donde podría participar en vídeos musicales de múltiples famosos, un sueño un poco absurdo pero era lo que realmente quería. Lo único que se lograba escuchar en esa habitación era la música y el chirrido que hacían todas las zapatillas deportivas al chocar contra el suelo de madera levemente humedecido por el sudor que desprendían todos los cuerpos. Mi vista solo se centraba en el coreógrafo en vez de fijarme en mi reflejo para así poder corregir todos mis fallos, igualmente, mi mente estaba demasiado cansada como para corregirme en este momento. De un momento a otro y aparentemente de forma milagrosa, la canción había terminado, y eso solo podía significar que habían finalizado los ensayos de hoy. De forma incontrolable, mi cuerpo se pegó en la pared y poco a poco mi espalda fue deslizándose hasta quedarme sentado en el suelo. Agarré como pude la botella de agua fría que había a mi lado, y que, efectivamente, ya se encontraba caliente. Mi vista no observó nada en especial, miraba a todos los bailarines de la academia. Pero de repente mi vista se centró en alguien. Observé a lo lejos a una chica de cabellera rizada de color negro. Sus lindas facciones parecían haber sido esculpidas por los mismísimos dioses. Llevaba en ese momento una gran sudadera de color azul junto a unos pantalones también de color negro. No soy de esas personas que cuando alguien le atrae, la describe de esa forma, pero ella era bastante bonita, y había que admitirlo. Cuando me quise dar cuenta, la joven estaba saliendo por la puerta de la sala de ensayos.❞
Desde ese momento, no la he vuelto a ver. Únicamente he podido apreciar su rostro de una forma curiosa. A través de los sueños.
Segunda anotación en el cuaderno azul.
❝Podía ver a lo lejos a la joven y desconocida bailarina que tanto llamó mi atención hace un par de días. Ella estaba sentada en una de las tantas mesas que había en aquella cafetería del centro de la ciudad. Mis ojos cafés observaban cada parte de ella a través del cristal mientras la joven leía entretenidamente un libro. Aquella cafetería era mi destino, así que, casualmente nos habíamos encontrado. Entré al negocio y me senté en una mesa donde podía ver perfectamente a la bella anónima. Mis ojos seguían observándola de arriba a abajo, miraba hasta como las gafas que llevaba puestas para poder leer se iban cayendo poco a poco de su rostro. De pronto, ella levantó la cabeza, observando detenidamente la taza de café que tenía en frente. Su rostro se levantó lentamente para poder tomar un sorbo de ésta y gracias a ese gesto su mirada fue directamente hacia la mía. Una linda sonrisa fue lo que formaron sus labios en ese momento. Pude sentir un leve tirón en una de mis manos, pero no le di importancia. La joven levantó su mano derecha para saludarme, yo imité el gesto aunque noté algo raro, en su dedo meñique había un extraño hilo de color rojo, que casualmente, estaba unido a mi meñique derecho.❞
Mis ojos se abrieron lentamente, todo había sido un sueño. Poco a poco me levanté de la cama para quedarme sentada en ella. Lo primero que hice fue mirar la hora con desgana. Apenas eran las seis de la mañana, aún no había salido el Sol, pero, parecía no tardar mucho.
Tercera anotación en el cuaderno azul.
❝Con una agradable sonrisa, la anónima se acercó a mi, yo me digné a levantarme de mi asiento y dirigirme hacia ella. Tenía ganas de poder entablar una conversación con aquella chica. El hilo rojo que había visto pocos segundos antes cada vez se hacía más pequeño, y eso era porque nos estábamos acercando cada vez más. Por fin la tenía delante mía. Frente a mí había una bella joven, que desafortunadamente, aún era una desconocida.
-¡Hola!.- Dijo con una gran sonrisa, volviendo a agitar su mano derecha, pudiendo observar de nuevo aquel delgado hilo rojo.- Soy una aprendiz de la academia de baile. No sé si me reconocerás -. Sus dedos se entrelazaron entre sí haciendo un lindo gesto mientras me miraba a los ojos, yo hice lo mismo.
- Claro que te reconozco, soy Juniper, es un placer -. Hice una pequeño gesto con la mano mientras sonreía para así poder evitar un leve sonrojo.
- Encantada, Juniper, yo soy Dácil -.Otra linda sonrisa se mostró en su cara, pero esta vez, pude fijarme en las estrellas que tenía en sus mejillas.
Ahora, ya sabía su nombre, su lindo nombre. La invité de forma educada a que viniera a sentarse en mi mesa, pero costó convencerla debido a que no quería molestar. Si ella supiera que lo que más quería era estar sentada a su lado en ese momento. La joven agarró mi mano derecha. De repente, al fijarme, el hilo rojo que observé anteriormente era diminuto ya que nuestras manos estaban unidas en ese momento. De pronto, escuché unas lindas campanas mientras se volvían a formar una sonrisa en nuestros rostros.❞
Volví a despertarme otra vez a la misma hora que ayer, de la misma forma y minutos antes de que saliera el Sol. Esto únicamente me pasaba cuando soñaba con aquella chica. Los sueños parecían estar conectados como si fueran algún tipo de continuación. Mi mente estaba estresada, todos esos sueños eran preciosos y hacían que me levantara con mucha alegría e incluso timidez pero eso causaba que no pudiera dejar de pensar en ella. Conforme pasaban los minutos, aquel sueño se volvía borroso. Recordaba soñar con ella pero no el contexto.
Cuarta anotación en el cuaderno azul.
❝Estaba bastante estresada debido a aquellos sueños, quería saber por qué soñaba tanto con esa chica cuando solo la había visto una única vez, así que, decidí ir a una cafetería para distraerme mientras leía mi libro favorito. El trayecto fue bastante largo, pero soportable gracias a la música. A lo lejos pude ver mi destino, la cafetería más tranquila del centro. Todo parecía paz y armonía, el local como siempre estaba decorado con lindas plantas y flores que parecían caer del techo. Todo iluminado con una luz tenue para transmitir tranquilidad junto a algunas velas aromáticas que acompañaban el olor del café recién exprimido. Todo parecía un momento perfecto para desconectar, hasta que la vi. La joven de mis sueños estaba allí, sentado mientras leía un libro y colocaba constantemente sus gafas. Mi cuerpo se quedó inmóvil durante un momento, no podía creer que me la había encontrado ahí. No entendía el por qué me había congelado, pero aún así me armé de valor y conseguí entrar al negocio para sentarme en una mesa. Desde aquel lugar la podía ver perfectamente, sin ningún molesto objeto de por medio. Esta escena que estaba viviendo me resultaba muy familiar. Yo había vivido esto antes. ¿Tal vez con algún viejo amigo o familiar? No lo sé, pero todo esto me había sucedido antes. De pronto caí. Los sueños de los otros días. Todo estaba pasando tal cual como en los sueños. Aún no comprendía que eso fuera cierto, así que, decidí comprobarlo. No tenía ningún hilo rojo atado a mi meñique derecho, pero podía sentir como algo tiraba levemente de mi mano. Al momento, ella levantó la cabeza, observando de nuevo la taza que tenía en frente. Cuando iba a tomar un sorbo de su café, la joven levantó la mano y me miró con una agradable sonrisa, exactamente, la misma que la de aquel sueño. Sin control alguno, me levanté del asiento y me dirigí hacia ella con una sonrisa.
- ¡Hola! -. Dijo con una gran sonrisa, volviendo a agitar su mano derecha, pudiendo observar una pulsera hecha con un delgado hilo rojo.- Soy una aprendiz de la academia de baile. No sé si me reconocerás -. Sus dedos se entrelazaron entre sí haciendo un lindo gesto mientras me miraba a los ojos, yo hice lo mismo.
Era igual que en el sueño. Todo se sentía extraño, pero, al mismo tiempo, sentía un aura de tranquilidad.
- Claro que te reconozco, soy Juniper, es un placer -. Hice una pequeño gesto con la mano mientras sonreía para así poder evitar un sonrojo debido a la timidez que me provocaba la situación.
- Encantada, Juniper, yo soy Dácil -. Otra linda sonrisa se mostró en su rostro, pero esta vez, me pude fijar en aquella hermosa galaxia que tenía expandida por sus mejillas. Incluso el sueño había podido acertar su nombre. Dácil se remangó las mangas de su chaqueta, de esta forma pude volver a ver la pulsera de hilo rojo en su mano derecha. De repente, volví a escuchar esas campanas, pero esta vez fueron en mi cabeza.
- Linda pulsera -.
- ¿Te gusta? Me regalaron dos el otro día -. Giró su cabeza para sacar del bolsillo otra pulsera igual a la suya.- Si quieres, puedes quedártela -.Sin pensarlo, asentí con una sonrisa. Dácil agarró mi muñeca para luego remangar mi sudadera, dejando al descubierto mi muñeca derecha. Con sus manos colocó poco a poco la pulsera, adornando el nudo con un lindo lazo. Sus manos se quedaron pegadas a mi muñeca mientras nuestros dos rostros se elevaban y sonreían al verse a los ojos.
-¿Sabes? Sé que es repentino, pero te has convertido en mi alba.- Sonreí, dejando ver al cien por cien mi euforia del momento.- Eres la primera luz que veo al despertar -.
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