⚠️ Advertencia: Esta historia contiene mención a temas delicados, sangre, muerte, violencia, suicidio, entre otros ⚠️
Sangre
Todo en lo que podía pensar ahora era en la sangre.
Caliente. Espesa. Roja...
Min Yoongi apretó las manos alrededor de su garganta en un vano intento por ahogar aquella sed que le estaba consumiendo. Cerró los ojos tratando de distraerse pero por mas que lo intentó no pudo; el pensamiento de beber aquel liquido carmesí era lo único en lo que su mente podía pensar.
Apretó los parpados, una imagen borrosa llegó a su mente: Unos ojos pequeños, unos labios carnosos y un rostro redondo con un aire de dulzura...
Jimin
Yoongi
—General, los lobos se están acercando... —dijo su segundo al mando.
El oír aquello le produjo una angustia que no exteriorizó. El era el General del ejercito Imperial, no podía mostrar miedo, aunque lo estuviera sintiendo como nunca antes.
—¿En cuanto tiempo llegarán aquí? —preguntó.
—Dos días como máximo... Según lo que nos dijeron... Es el número más grande que han visto hasta ahora...
—Maldición... ¿Sabe lo que eso significa, verdad Kim?
—Se que las probabilidades de que ganemos son muy bajas... Pero estoy seguro que nos mantendremos luchando hasta el final... No le daremos el gusto a esos perros de vernos rogando clemencia...
Si, ese era un final muy heroico, Yoongi lo sabía, morir en batalla era algo que él esperaba, lo que le preocupaba era lo que sucedería después. Lo que pasaría cuando los lobos invadieran el imperio.
Invadirían las ciudades, asesinarían a casi todos, solo dejando a mujeres y donceles con quien poder procrear mas bestias, incluyéndolo a él...
Su fiel esposo Jimin, quien le esperaba en su casa, quien le había dicho con una dulce mirada que no se preocupara, que todo estaría bien y que confiaba en que guiaría al ejercito a la victoria.
No podría cumplirle aquella promesa.
No aceptaba ese final. No para su Jimin. El merecía vivir una larga vida, una tranquila vida, pero nada de lo que ideaba parecía poder evitar aquel horrible destino.
Excepto...
—Kim...
—¿Señor?
—¿Conoce usted el ritual de los demonios de sangre?
Kim palideció al escuchar aquello —General Min, no estará pensando...
—Al parecer es la única opción que tengo... —respondió poniéndose la armadura y acomodando su espada.
—General Min, cualquier cosa es preferible a eso, incluso la muerte... —replicó con preocupación su segundo, Min le apreciaba porque era un soldado fiel y honorable.
—¿Es casado, Kim? ¿Tiene hijos?
—No, mi señor... Pero estoy seguro que si los tuviera no querrían que me convirtieran en un...
—¿Monstruo? A estas alturas ya no se quienes son mas monstruosos, si los demonios sedientos de sangre, o los lobos que no tardarán en llegar aquí...
Y diciendo esto ultimo Yoongi salió del campamento en dirección hacia el bosque, tendría que atravesarlo y luego llegar hasta la zona montañosa; allí llevaría a cabo el ritual.
A cada paso que daba se repetía una y otra vez que estaba haciendo lo que debía hacer, no importaba si fuera una buena o mala acción, ya no había marcha atrás, la única manera de salvar a su esposo y al imperio entero era convertirse en aquel ser que todos temían.
Los demonios de sangre, seres que por fuera lucían humanos, pero por dentro estaban vacíos: Sin alma, consumidos solo por un ardiente deseo de consumir sangre fresca, con una fuerza sobrenatural, agilidad sorprendente y otras características que ningún ser humano podría poseer. Se dice que el primero había sido un hombre que hizo un pacto con un demonio, este le daría sus habilidades a cambio de su alma. Aquel hombre había adquirido los poderes del demonio, pero con ello también adquirió la maldición, aquella que le haría depender de la sangre para sobrevivir por toda la eternidad.
Se supo que aquel hombre convirtió a toda su familia en demonios iguales a él, y que solo ese pequeño clan fue capaz de arrasar con una ciudad entera en una noche. Las personas vivían aterradas ante la idea de los demonios, temiendoles incluso mas que a los hombres lobo.
El camino se le hizo cada vez mas largo y tortuoso, pero aun así no retrocedió, no podía. Una vez que llegó a la montaña, comenzó a escalar sintiendo como las piedrecillas se le incrustaban en las manos, cortandole las palmas. Varias veces resbalo y solo su fuerza de voluntad parecía mantenerle sujeto a las rocas de aquella montaña.
Una vez que llegó a la cima, cansado y sediento, pudo contemplar todo a su alrededor; el campamento donde estaba su tropa, una gran cantidad de bosque, el río, y mas allá, donde sus ojos ya no alcanzaban a ver, debían estar los hombres lobo.
Aquellas bestias no ganarían, no mientras el existiera.
—Tengo miedo... —susurró en un tono bajo pero claramente audible. Era la primera vez que decía algo así, nunca en su vida se le había permitido sentir temor alguno, siempre teniendo que mantener aquella imagen fría y sin emociones, como todo un guerrero.
A pesar del temor, no había tiempo para arrepentimientos, el tiempo se le agotaba así que sin dudarlo ni un segundo, sacó su daga y se cortó la palma de la mano, dejando caer su sangre en cinco direcciones.
Esperó, esperó y esperó, pareció que fueron horas, pero en realidad solo fueron segundos, el tiempo parecía haberse ralentizado, un fuerte viento capaz de helarle los huesos a cualquiera lo envolvió, una sombra oscura sin forma definida se fue formando al frente suyo, no supo si fue el frío o el miedo lo que le hizo caer de rodillas contra el rocoso suelo.
—Min Yoongi... Nunca imaginé que alguien como tu se presentaría aquí... —aquel ser tenía una voz espeluznante, ronca, amarga, despidiendo un hedor a sangre espantoso —Debes estar muy desesperado... Oh si... Serás un demonio tan poderoso... Nadie te igualará en fuerza, ni siquiera los de tu misma especie... Pero... Tu poder será tu maldición...
—Solo deseo salvarlo
Su respuesta pareció divertir a la sombra, quien soltó una risa que sonó como un trueno, erizandole toda la piel.
—Entonces ya sabes que hacer...
La sombra se fue desmaterializando, posándose sobre la daga que aún mantenía en la mano, la hoja cambio del color plateado al negro, se sentía pesada, maldita, con una fuerte necesidad de soltarla pero no lo hizo, todo lo contrario:
Se la clavó directamente en el corazón
El dolor fue tan intenso, nada que hubiera sentido antes en batalla, sentía como si mil agujas se le hubieran clavado en todo el cuerpo, como si lava ardiente le recorriera las venas, como si todos sus huesos se estuvieran partiendo. Su garganta se cerró, ahogándose y cayendo al suelo, sus ojos se cerraban y en lo ultimo que pudo pensar fue en su esposo.
—Jimin...
Ganar la guerra solo fue el principio del fin
Una vez su transformación terminó, Min Yoongi, ahora convertido en un demonio de sangre, descendió de la montaña con un salto que le habría roto todos los huesos a cualquier ser humano.
Pero Min Yoongi ya no era mas un ser humano
El ejercito, ya advertido por su segundo al mando, Kim Namjoon, aguardaba en el campamento, mitad temerosos, mitad interesados, ellos tampoco querían morir a manos de los lobos, por lo que la mayoría aceptó convertirse en demonios de sangre, solo unos cuantos salieron huyendo, repitiendo que todos estarían condenados, Yoongi no los culpaba, por lo que simplemente los dejó ir.
Al llegar los lobos no tuvieron ninguna oportunidad de ganar
Si hubieran seguido siendo humanos, con el reducido numero de lobos que había habría sido mas que suficiente para exterminarlos a todos, pero como demonios de sangre, la ventaja numérica dejaba a los lobos sin siquiera la oportunidad de escapar.
Todo el ejercito se alimentó de la sangre de los hombres lobo, la cual sabía ácida y picante, nada agradable, pero lo suficiente como para quitarles la sed y dejarlos satisfechos.
Aunque hubieran ganado, Min Yoongi se sentía mas perdido que nunca
¿Cómo miraría a su amado esposo a los ojos?
Ya no era el guerrero que se despidió de él prometiendole volver, ahora era solo un ser sediento de sangre, alguien sin alma, condenado por toda la eternidad a ser un monstruo que devoraba la vida de otros.
Al regresar, toda la gente se apartaba rápidamente de su camino, los hombres que escaparon se encargaron de contar lo que había sucedido, por lo que todo el pueblo los miraba con una mezcla de repudio y terror, ya no los consideraban parte de ellos.
Un mal presentimiento recorrió su ser, era como cuando sabes que algo malo sucedió pero te niegas a aceptarlo hasta que lo veas, Min Yoongi necesitaba llegar a su casa.
Oh no, no, no...
Un perfume dulzón, salado y metálico inundaba todo el ambiente: Su esposo, su amado Jimin, se había quitado la vida.
—¡No!
Una daga estaba a su lado, igual como la que el había usado para arrebatarse de toda humanidad, decorada con el liquido carmesí de su Jimin, al tocar su cuerpo se sintió frío, su rostro pálido carente de aquel rubor que le encantaba provocar; ya no poseía aquella calidez que Yoongi adoraba.
Ahí fue cuando lo comprendió: Su amado esposo no soportó la idea de tener a un ser como el por pareja, prefiriendo ya no seguir en este mundo a estar atado a su lado, oh, aquel dolor de la pérdida era mil veces peor que el que había sufrido durante la transformación...
Y fue allí donde lo comprendió
Aquel poder fue su maldición, y ese solo era el inicio de su condena
Hwa Ji Sung
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