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¿Qué tan cautivante puede tener una princesa que muta como lo hacen las estaciones en la tan presuntuosa tierra? Ejercicio de Escritura.


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La Princesa de las Estaciones

¿Qué tan cautivante puede tener una princesa que muta como lo hacen las estaciones en la tan presuntuosa tierra? Sin duda alguna un qué y porqué especial que fluye como el cantar de los cielos, y los gorgojos que emiten las estrellas durante las danzas nocturnas ejecutadas en el pregonar de los ayeres siderales. ¿Así, basta con saber su historia para conocerla entera y eternamente?

Sólo con visionar el andar de sus pasos podrás entender qué clase de princesa es, pues no es una princesa cualquiera, quizá dirás que es un encanto de la misma vida o quizá algo que jamás debió existir, como una maldición lanzada sin previo aviso, pero, sábete que, todas las historias tienen una razón de ser. Y es en este relato en el que ella es la principal protagonista, y se cuenta, la historia de su candorosa y bondadosa existencia en un mundo de fantasía sin igual.

Así pues, hace mucho, mucho tiempo, en un país denominado “El País del Amado Crepúsculo” donde siempre la noche reinaba sin límite alguno, existieron un par de reyes, rey y reina, que no podían concebir por más que lo intentaran a pesar de que la más infinita y precisa belleza era el principal don con el cual habían sido bendecidos todos los habitantes del reino sin distinción alguna. Nadie era feo, y eso era algo admirable de ver para los reinos lindantes quiénes día a día se maravillaban de tan asombrosa virtud rozagante.

Se dice en la historia de este país, que la reina, al no recibir la visita del soñado heredero, conjuró a la luna y le pidió con lánguido ánimo, así como un esperanzador ruego señorial, que le bendijera con tal hijo amado. Así, la luna imparcial en sus sentires y sentenciosa en sus palabras, le concedió su sueño y deseo de cascadas y de nieve, pero, le dijo con revelador proceder: “Te daré al hijo que quieres, pero diferente de todos y por esa misma razón aborrecido por todos será. Sólo la naturaleza le amará y los seres que rondan el otro mundo aprenderán a ver la belleza de su corazón y sólo así podrán brindarle la felicidad más amada. Pero, tú, olvidarás las palabras ahora pregonadas sentenciándolo a una vida cargada de amargura y de tristeza.

Tu bendita serás y tu reino será próspero por el resto de sus días, sin embargo, el día en que tu reino caiga en la desgracia será el día en que tu hijo será hurtado por aquellos que más le amen y le recibirán con amorosos brazos en la más gloriosa eternidad. Así mantenlo siempre contigo, y verás siempre amaneceres y atardeceres sonrientes por siempre jamás”. Cuando la luna acabó por lanzar su embrujo en el recién nacido, la reina aceptó todas sus condiciones sin importar el costo.

Y el resto de la historia es conocido por todos los que presenciaron tal amarga condena para el infante siempre anhelado, que, tras unas cuantas palabras, por el conjuro recién pronunciado de la luna, del cielo cayó una flor de cristales preciosos y de ésta brotó una inocente criatura a la que bautizaron con el nombre de “Crespúsculo de la Medianoche”; una criatura, que se decía, no tenía identidad más que estando expuesta a la luz de la madre plateada, y nada más.

Y hasta aquí el relato es sincero y revelador, ¿no es así? Y lo seguirá siendo hasta su fin, pues, para un narrador, no está del todo bien guardarse toda la verdad escondiéndola bajo un puñado de palabras traicioneras.

Se cuenta pues, que la criatura, nacida princesa o príncipe, no se sabe cuál era realmente su forma a medida que crecía, era francamente una abominación de la naturaleza, considerada horrenda con creces por todos los del reino que le llegaban a contemplar, sin poder ocultar siquiera el escándalo que les producía sólo el verla con esos ojos que juzgaban sólo por la mera apariencia física hasta repudiarla, si llegaba, inclusive, a buscar el cariñoso abrazo y las palabras de aliento de sus tan respetados padres.

Así pues, era considerada tan grotesca, que hubo un momento en la historia que a la criatura se le prohibió emerger para siempre del palacio, hecho de pétalos de bellos lotos y marfil, pues con tan honda fealdad que poseía podía afear todos y cada uno de los rincones y confines a donde quiera que fuese, y donde quiera que sus pies pisaran; ignorando así sus verdugos que realmente, su belleza, residía en ese tan agraciado corazón y esa tan pura alma que día a día crecía en las más preciosa benevolencia.

Y es por esta misma razón, desde muy lejos, la naturaleza, que no existía en el tan perfecto reino, y todas las criaturas veneradas por la vida misma, escuchaban el cantar de ese corazón, que, aunque triste, bullía en encantadores sentimientos y promesas.

Desde su encierro y en compañía de sus libros, quiénes le brindaban un profundo consuelo, la criatura se soñaba viajando por un sin número de mundos, con sus inseparables amigos, que le recibían día tras día con los brazos abiertos y que la transportaban desde su habitación por cada una de las estaciones que existían en el cielo, en la tierra y en el mar, hasta que así, se veía así misma recorrer los mil mundos y las mil dimensiones que atesoraba en lo profundo de su alma siempre inquieta de conocimiento.

Sin embargo, a pesar de todo esto, la criatura desde su amarga soledad, lloraba con honda pena y tal era la profundidad de sus lágrimas que inclusive hacían entristecer a las criaturas del otro mundo que escuchaban la penuria que en su corazón se colindaba.

Pasó y pasó el tiempo, y la criatura fue creciendo y creciendo con el paso de la vida que transcurría veloz y a prisa, a su alrededor. Sin embargo, existió un personaje singular que hizo posible que la presencia de la criatura en el mundo fuera todo un evento de alegría, pues, con sus consejos y enseñanzas la fue moldeando, como se moldea a la misma arcilla en un día de verano hasta darle una forma que le permitiría transcurrir y discernir orgullosa cada confín y rincón del reino que la vio prosperar. Este personaje, que fue muy importante para ella, y su razón de ser, fue nombrado por la criatura, “Padre”.

Cuentas las viejas canciones que, “Padre”, era el bello escriba de los reyes de ese pedazo de tierra que se sumía siempre en la espesura de la noche, y que día a día se encontraba resguardado en las cámaras donde su principal oficio era simplemente el de escribir, archivar y compenetrar gran cantidad de información importante, que permitía al reino de “El País del Amado Crepúsculo” ser merecedor de muchas alabanzas por todo lo que era capaz de brindar.

Así su vida estaba llena de historias e historias que, con el tiempo, colmaron el corazón de la criatura de candidez y voluntad, pues éstas, estaban cargadas de una gran sabiduría que la guiaron por el camino del bien. Con esto, el escriba pudo engalanar el exterior de “Crepúsculo de Medianoche” con las historias esperanzadoras y soñadoras que le hicieron, en secreto, de nuevo sonreír; porque se decía, el escriba podía hacer todo lo que se propusiera hacer y no había nada que no hiciese. Sin embargo, el escriba se dio cuenta que la forma de la criatura no siempre permanecía, pues, su sonrisa desaparecía por sus obligaciones, y por las palabras, que le eran dirigidas de parte de sus progenitores que la despreciaban con creces.

Se dice que el deprecio era inaudito, pero éste, desapareció de un día para otro, como se esfuman las nubes en los cielos gracias al baile de los vientos, cuando en una oportunidad inquietante y sumamente reveladora, los reyes descubrieron una de las principales cualidades que poseía su tan intrigante engendro de la naturaleza. Esa, era la de buscar cosas consideradas importantes para el corazón; que en este caso era sólo lo material que podía tener ese mundo lleno de perfección.

De todas las cosas que ansiaba la reina con prieto corazón, la principal de ellas era una invaluable joya que pertenecía a la familia real y que, gracias a “Crepúsculo de Medianoche” pronto embelleció el trono donde reposaban ambos reyes con galantería y prepotencia intolerante.


Así se sucedieron varias cosas, y los “Busca invaluables tesoros” que decía la entusiasmada reina, y los “Busca objetos que me ayuden a conquistar el mundo” que exclamaba el egoísta rey, que la criatura encontraba y hallaba sin impedimento alguno, eran las únicas palabras que ahora le eran dirigidas. Y, aunque al menos era contemplada con una nueva visión y respeto, “Crepúsculo de Medianoche” se sentía vacío.

16 Şubat 2022 21:55 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Son

Yazarla tanışın

Sinfonia Universal Mi nombre es Vanessa pero prefiero que me conozcan por el nombre de Sinfonía Universal. Tengo mis pocos años en este mundo de escritura, pero más perteneciendo al ritual que significa la vida, soy de Mérida - Venezuela, el lugar que Dios eligió para que naciera. Soy un aprendiz de escritora, autodidacta, que tiene el infinito sueño de crear historias de fantasía que atrapen, y llenen de color las vidas de todos.

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