kidahdrachen Kidah Drachen

¿Qué pasará cuando los sentimientos se cruzan? ¿Qué pasará cuando un cachorro no tenga planes aparentemente y un dragón se quede solo estas vacaciones de Navidad? Se que es el especial de Navidad, pero este fic ya estaba subido en otra plataforma, por lo que he decidido no esperar los meses que quedan y subirlo ya. PORTADA Por fin he conseguido tener portada, la cual ha sido por cortesía de Blues Lee (y si, está emparentada con el cejotas de Naruto). Si queréis ver más sobre su trabajo os dejo por aquí estos links: https://trello.com/b/DaBIhMsx/commissions https://www.instagram.com/bluzli/ (Más adelante le añadiré el nombre a la portada, de momento disfruten con el fic y con la artista gráfica)


Hayran Kurgu Anime/Manga Sadece 18 yaş üstü için.

#yugioh #setokaiba #JoeyWheeler #yaoi #romance #lemon #navidad #au #historiaoriginal #Puppyshipping #Violetshipping
1
332 GÖRÜNTÜLEME
Tamamlandı
okuma zamanı
AA Paylaş

Feliz Navidad, mi dragón

- ¿Qué vais a hacer en Navidad? –una muy emocionada Tea casi daba saltitos de alegría debido a que ese mismo día les daban las vacaciones de invierno.


El grupo al completo estaba en alrededor de la mesa de Yugi mientras esperaban a que llegara el profesor de la segunda hora, el cual al parecer había tenido un pequeño altercado con el tráfico matutino según el profesor de guardia. Mientras, los estudiantes aprovechaban para hablar de sus planes, tanto familiares como personales.


- Yo volveré a Londres. Llevo tiempo sin ver a mi abuela y me apetece pasar unos días en mi casa –Ryo giró su silla para poder sentarse frente a Yugi.


- Vaya, que suerte, a mí me encantaría poder viajar –Tristan se sentó a lo caballito en otra silla- Yo me quedaré en con mis padres. Mi madre ha prometido que hará el asado que tanto me gusta por Navidad... Ya puedo oler ese magnífico cerdo con salsa de manzana...


- Si, ya lo vemos –Joey señaló la baba que empezó a caerse por la comisura de los labios de su moreno amigo.


Un coro de risas pudo escucharse por parte del resto de la pandilla mientras que el moreno reaccionaba levantándose y cogiendo con un brazo el cuello del rubio y haciéndole una llave que casi consigue derribarlo si no fuese porque estaba prevenido.


- ¡Chicos! Parecéis niños –una enfadada castaña consiguió hacer que ambos parasen... con un creciente dolor de cabeza y un nuevo chichón en sus cabezas.


El resto de los integrantes del grupo vieron la escena con una gotita estilo anime resbalando por la sien y una sonrisa.


Por otro lado, un castaño trataba de concentrarse en su trabajo, tecleando en su laptop sin siquiera mirar a la pantalla, revisando unos documentos que había colocado encima de su pupitre, tratando de adelantar todo el trabajo que pudiera a sabiendas de que en esta época del año el trabajo se multiplicaba. Pero por culpa de la chupipandi no conseguía concentrarse todo lo que a él le gustaría. Echó una mirada furtiva hacia el trío escandaloso, conteniendo un suspiro de exasperación.


- Yugi, supongo que Atem y tú tendréis planes, ¿no? –aquello lo dijo una castaña que había conseguido que los otros dos se quedasen quietos por un momento en sus asientos. Aquel comentario hizo que el menor de ellos se pusiera rojo hasta la punta de las orejas, mientras que el oji-carmín se limitó a dedicarle una sonrisa muy significativa a este.


- SI, algo tenemos planeado –el mayor se levantó para colocarse detrás del que se había convertido en su novio desde que el ex-faraón decidiera quedarse en su tiempo, pasando los brazos por sus hombros en un cálido abrazo y dejando un beso en su mejilla.



- ¡Yami! –a pesar de aquella "protesta" se le dibujó una sonrisa que hizo que más de uno en su interior gritara un "ooooooh".


- Chico, a este paso el rey de los juegos se convertirá en el rey de los tomates –por aquel comentario Tristan se ganó otra colleja por parte de la única chica del grupo.


Mientras tanto, el rubio contemplaba la escena con algo parecido a la envidia. No porque le gustase alguno de los dos, ni hablar. No, se trataba de lo que ambos compartían, ese sentimiento que trascendía del simple cariño, aprecio o amistad. Un sentimiento forjado en la confianza mutua. Sin poder evitarlo su pensamiento se puso a girar en torno de dos profundas y azules lagunas. Por suerte o por desgracia, tuvo que salir de su mente cuando escuchó como le llamaban.


- ¿Si? –miró aturdido a sus amigos, que se le habían quedado viendo con preocupación.


- Viejo, ¿te encuentras bien? –el moreno de corte en pico le dio una palmada en el hombro, causando que el pobre rubio casi besara el suelo. Menos mal que tenía buenos reflejos.


- Si, pareces distraído. Llevas así desde hace como un mes. –El de ojos amatistas miró con el ceño fruncido al que se había convertido en su mejor amigo después de que un camorrista casi les hiciera papilla.


Joey se salvó de tener que contestar cuando sonó la campana de la siguiente hora de clase justo cuando entraba el profesor de Literatura, haciendo que todos los presentes fueran a sus asientos como si de una academia militar se tratara.


Las demás clases transcurrieron con normalidad, y en la hora del receso el grupo se reunió en la cafetería para seguir hablando sobre las vacaciones de Navidad.


A la hora de la salida todos se despidieron, deseándose lo mejor para el año entrante y diciendo de quedar en cuanto todos pudieran para darse los regalos. Por su parte, el castaño pasó de largo del grupito, golpeando en el hombro a cierto rubio de ojos melados sin pararse a pedir disculpas. Aunque lo raro sería lo contrario. No, lo raro fue que Joey, en vez de ir tras él para mandarlo a paseo simplemente se despidió de sus amigos, dejándoles en extremo preocupados al ver la falta de reacción del chico, cuando normalmente ya estaría en medio de una pelea con el castaño dueño de Kaiba Corp.


- Lo dicho, si a la vuelta sigue igual me lo llevo a un psiquiátrico –el castaño se encogió de hombros viendo como su amigo se iba por su lado y el CEO subía a su limusina.


- Hermano, ¿no deberías estar descansando? –un pequeño pelinegro miraba preocupado a su hermano mayor, el cual parecía absorbido por la pantalla de su ordenador- Venga, mañana es Noche Buena, ¿no se supone que deberíamos estar en casa preparando todo?


- Moky, tengo que dejar esto listo. –Ni siquiera se molestó en levantar la vista de la pantalla mientras hablaba con su hermano pequeño- Además ¿tú no deberías estar preparando la maleta? Te recuerdo que mañana el autobús sale pronto y que tú tienes el sueño pesado.


El pequeño de los Kaiba tenía un viaje con el resto de su clase a la montaña. Pasaría las vacaciones con su clase, y eso le tenía preocupado, pues no quería dejar a su hermano mayor solo, aunque este diga que estaba bien.


- Venga, Seto, deja de trabajar un rato y vamos a casa a terminar de poner el árbol. Sabes que me encanta ponerlo contigo. –dio la vuelta a la mesa presidencial de su hermano y puso su mejor cara de cachorrito abandonado, sabiendo que su hermano no podía resistirse.


Y efectivamente, el mayor de los Kaiba trató de no mirarlo directamente a los ojos de su hermano pequeño. Resultado: Fracaso total. El castaño, soltando un profundo suspiro de derrota, guardó sus avances, apagó la computadora y, recogiendo todas sus cosas, se dispuso a seguir al moreno, el cual daba pequeños saltos de alegría mientras ambos se dirigían al ascensor privado de la compañía para bajar hasta el aparcamiento y allí subirse a la limusina para irse a la mansión Kaiba.


En un apartamento cercano a la zona de la universidad pública de Domino, un rubio entraba cargado de bolsas del supermercado y de la tienda de conveniencia. Se había pasado más de dos horas haciendo las compras tanto para la semana como para la noche de Navidad. No se lo había comentado a sus amigos, pero tenía ya planes para la noche del 24 al 25 de Diciembre. Una sonrisa surcó sus labios al pensar en lo que tenía preparado... bueno, que tenía que preparar. Pero todo valdría la pena si conseguía sacarle una sonrisa a cierto dragón de ojos azules.



Pensando en él dirigió su mirada a la nota que descansaba en la encimera de su pequeña cocina. Sus amigos quedaron extrañados, pero es que si hubiese reaccionado al golpe que el castaño le infringió seguramente se hubiesen dado cuenta del mensajito que le había dejado en la mano en el proceso. Simplemente de pensar en la cara que pondrían al enterarse de aquello le causaba una reacción entre risas y urticaria. No porque no quisiera revelarles lo que le estaba pasando desde hacía un mes, lo estaba deseando, pero sabía que cierto dragón gruñón no quería hacerlo público aún, sobre todo teniendo a los de su empresa encima suya a la espera de que cometiera alguna imprudencia antes de que cumpliera la mayoría de edad. Así que, de momento, se contentaría con tenerlo solo en privado... lo cual tampoco le disgustaba.


Una vez que dejó todo listo para poder preparar la cena del día siguiente, se preparó para volver a salir a hacer unas últimas compras de último momento, después de todo aún tenía que encontrar el regalo perfecto para su huraño y hermoso castaño.


- ¿Estás seguro de que estarás bien? –Mokuba preguntó por quinta vez en media hora a su hermano mientras Roland subía su equipaje a la limusina que le llevaría a la estación de autobuses.


- ¿No se supone que el que tendría que preguntar eso sería yo? –con una ceja alzada vio como el menor se sonrojaba lo suficiente para que el color le cubriera por completo las mejillas- No te preocupes, estaré bien. Los empleados tienen el día libre, ayer adelanté lo suficiente para no tener que preocuparme por el trabajo en una semana y tú a este paso vas a llegar tarde. –le revolvió los ya de por si revueltos cabellos al menor antes de darle un cálido abrazo y despedirlo desde la puerta principal de la mansión, viendo como el coche se alejaba.


Una vez de vuelta en el interior de la casa, y después de asegurarse de que todos los empleados se hubiesen ido a casa, el castaño revisó que lo tuviera todo listo para la noche. Después de todo, quería que fuese especial. Incluso tenía el regalo perfecto, ahora solo faltaba que el día pasara rápido. Mientras tanto, se dedicaría a revisar algunos documentos. Por mucho que su hermano hubiese insistido en que dejase el trabajo para después de las vacaciones, pero prefería mantenerse ocupado y de esa forma adelantar los proyectos que quería poner en marcha. Después de todo, no podía confiar en sus empleados para algo como dirigir la empresa en su ausencia, por mucho que solo fuesen dos o tres días.


A las seis de la tarde por fin dejó el trabajo a un lado y fue a arreglarse a su dormitorio. Dejó su ropa preparada encima de la cama, se desvistió y se metió al cuarto de baño para darse una relajante ducha de agua caliente. Justo cuando salía del baño escuchó un ladrido agudo proveniente de su cama. Se acercó con esa sonrisa que tanto le caracterizaba, cogiendo su teléfono móvil para ver el mensaje recibido, pensando en el cabreo monumental que cierto cachorro se pillaría si descubría el tono que le había puesto a su contacto.


"Todo listo. Espero que no estés todavía trabajando. Sé que habrás estado con el papeleo de tu adorada empresa, pero como me entere de que has estado toda la mañana con eso te aseguro que tu hermano se enterará a su vuelta. P.D.: Me vengaré por el golpe en el hombro"


Una ligera risa se escapó de sus labios. Está claro que cierto perrito le conocía demasiado bien. Dejando el móvil nuevamente sobre la cama se dispuso a terminar de vestirse y arreglarse.


Ya eran las nueve de la noche cuando el timbre sonó. Un nervioso rubio dejó en la mesa del comedor/salón la bandeja con los canapés que había estado preparando durante toda la mañana. Se quitó el delantal que había estado usando para proteger su ropa para no mancharse mientras cocinaba. Llevaba puesto una camisa roja dejando tres botones sin abotonar, dándole un toque rebelde, y pantalones vaqueros negros. Había pasado de ponerse los zapatos y calcetines ya que así se encontraba más cómodo. Trató de colocarse lo mejor posible su cabello y la camisa antes de abrir, quedándose con la boca abierta y seca.


- Muy elocuente, cachorro –un muy elegante castaño, vestido con camisa azul eléctrico, pantalones blancos de vestir, corbata de un tono más claro que la camisa y zapatos negros, rematando el conjunto con un peinado perfecto enmarcando dos zafiros que no dejaban de observarlo con un brillo hambriento- ¿puedo pasar?


Sin decir una sola palabra, o más bien sin ser capaz de articular nada coherente, se hizo a un lado para permitir que Seto Kaiba entrara en su pequeño departamento. El castaño miró con curiosidad a su alrededor. Era la primera vez que el rubio le invitaba desde que le ayudara con su emancipación temprana y con todo el papeleo para poder obtener aquel lugar para vivir. Y la verdad es que no estaba nada mal, el perro había conseguido en poco menos de dos meses hacer que aquel lugar no fuese una casa, sino un hogar. Dejó colgado en el perchero el abrigo que traía puesto y esperó a que el cachorro cerrase la puerta para poder robarle un tierno beso. ¿Quién iba a pensar que el hombre más antipático y gruñón de todo Japón pudiera ser el ser más tierno en la intimidad? Bueno, en realidad solo lo era con cierto muchacho rebelde que se derretía en este momento mientras lo abrazaba por el cuello.


- Bienvenido... -susurró el menor en los suaves labios de su pareja- ¿Qué traes ahí? –acababa de darse cuenta de la bolsa que llevaba el castaño en su mano izquierda, la cual le fue entregada para que lo viera. Dentro había una botella de vino tinto y otra de cava de la marca que le gustaba al rubio- Te acordaste.


Dándole otro beso se separó de Seto para colocar en la nevera las dos botellas, siendo observado en todo momento por el mayor. Cuando vio que cogía un par de bandejas se acercó a ayudarle para que la comida no sufriera ningún accidente, sobre todo conociendo de primera mano la torpeza de la que hacía gala aquel que ahora le miraba con un adorable puchero, sabiendo que seguro había adivinado lo que estaba pensando. Dejó la bandeja en la mesa antes de acercarse a abrazar a su rubia adoración por la cintura.


- Seto, ¿Qué ocurre? –dejó como pudo su carga en la mesa antes de acariciar las manos y brazos de su amado oji-azul- No sueles estar tan... mimoso –un escalofrío le recorrió la espalda cuando sintió los labios del mayor en su cuello, pegando su espalda al pecho del hombre que estaba tras él.


- Mmmmmmm no hemos podido estar juntos en dos semanas por culpa del trabajo –Kaiba había tenido que, prácticamente, encerrarse en la torre de su empresa, y Wheeler, para poder permitirse el vivir por su cuenta, había tenido que coger un trabajo más. Además de que quería ahorrar para aquella noche.


- Cierto... Y los chicos están empezando a sospechar.


- ¿Y eso? –aprovechó para colar las manos por la camisa de Joey al ver que estaba distraído.


- Supongo que es porque hemos dejado de darnos de hostias cada vez que podemos. –no pudo evitar sonreír al recordar aquellos momentos, que si bien eran dolorosos eran su único método para tener contacto directo- Quizás debamos darles un poco de espectáculo... -mordió su labio inferior al notar las frías manos del castaño en su abdomen y subiendo.


- No. El único espectáculo en el que quiero participar contigo tiene una cama King Size como escenario –le dio la vuelta al rubio para tenerlo frente a frente, dedicándole una mirada de lo más significativa al menor, que volvió a estremecerse- y no pienso dejar que tus amiguitos de la chupipandi se pongan de mirones. Es un espectáculo privado con un perrito muy excitado de protagonista.


- ¡Seto! –ahora mismo más que una persona se sentía como un tomate maduro por culpa de las palabras del CEO- Eres un maldito pervertido. Retiro lo de mimoso –pero su puchero de reproche no casaba con su tono divertido.


Con mucho esfuerzo se deshizo del abrazo de aquellos brazos que le hacían sentir tanta seguridad y calor y siguió colocando la mesa mientras era observado por su acompañante. Cuando todo estuvo servido, el castaño sacó la botella de vino y la descorcho, sirviendo las dos copas que el melado le tendía antes de sentarse a la mesa.


- No hacía falta que prepararas todo esto, cachorro –todo olía de maravilla. En la bandeja de canapés pudo distinguir salmón, queso y algunos embutidos. Al lado habían colocado una fuente de patatas glaseadas y otra con chuletas asadas.


- Lo sé, pero me apetecía darte una sorpresa –una amplia sonrisa cruzó la cara del cocinero mientras servía una abundante porción de patatas en su plato, viendo como el castaño optaba por empezar con los canapés. La fina sonrisa que le vio esbozar era toda la recompensa que podía pedir.


- Una muy grata en mi opinión


La cena transcurrió con relativa normalidad, con un Seto Kaiba causando continuos sonrojos en su anfitrión, y con un Joey Wheeler que trataba por todos los medios no matar a su novio por no dejar de avergonzarlo adrede.


A eso de las once de la noche, y tras recoger entre los dos todos los platos, se sentaron cómodamente con los restos de la botella de vino servido en sus copas. Habían encendido el televisor en uno de esos programas de música tan populares por estas fechas. En algún momento Joey se acomodó en el pecho de Seto mientras este acariciaba con tranquilidad el brazo y hombro que tenía a su alcance.


- ¿Sabes? –el rubio dejó su copa ya vacía sobre la mesita de café para poder acomodarse mejor al lado del oji-azul- Si hace un año me llegan a decir que estaría de esta forma con el gran y poderoso Seto Kaiba seguramente le habría dado una paliza a quien hubiese abierto su bocaza. –la ceja alzada del castaño le hizo gracia, sobre todo porque parecía estar meditando sus palabras.


- Yo les habría mandado a un manicomio cuando hubieses acabado con ellos –la risa de su cachorro fue como una brisa fresca. Al igual que él, dejó su copa sobre la mesita, acariciando la suave mejilla del rubio- ¿Te arrepientes?


- Jamás –no dudó en contestar, alzando la cabeza para poder acariciar los labios del castaño con los suyos, provocando una sonrisa traviesa en él.


- MI cachorrito


[LEMON a partir de aquí. Quién no quiera leerlo, por favor, absténgase de continuar y salte al siguiente corchete]


Eliminó los milímetros que le separaban de los labios de su cachorro, dándole un beso tierno que fue subiendo poco a poco de tono, acalorando a ambos jóvenes. Seto dejó que sus manos viajaran por encima de la ropa del cachorro. Este, por su parte, se colocó encima del oji-azul, con las piernas a ambos lados de su cuerpo sin cortar en ningún momento el beso. Sus lenguas estaban fundidas en un baile privado y sensual, acariciándose y retándose, tratando de pelear por el poder incluso en momentos como ese. Las manos del rubio tampoco se estaban quietas. Había conseguido desabotonar por completo la camisa de Kaiba, dejando su pecho y abdomen expuestos y a su completa merced. Pasaba los dedos por la tersa y cálida piel del moreno, causando que la piel del castaño se le achinara. Sentía como si ahí donde rozaban sus dedos se prendiera su piel, convertida en una serie de caminos en llamas.


- Cachorro... -se deshizo de su camisa, dejando al rubio expuesto a sus manos y su boca, repartiendo un reguero de besos por su mentón, cuello y hombro hasta llegar al pezón derecho.


No le dejó responder, aprisionando el pezón entre sus dientes para oírle soltar un gemido quedo. Le encantaba hacerlo gemir simplemente por tocarlo donde él sabía. Mordisqueó y lamió ambos pezones hasta que quedaron endurecidos. Joey no podía dejar de soltar jadeos y bajos gemidos mientras dejaba que el castaño hiciese con él lo que quisiera, pero no por eso él iba a quedarse quieto. Sabía perfectamente como enloquecer al dragón que tenía debajo de él. Lentamente empezó a mecer las caderas de forma que su trasero se frotara directamente con la entrepierna de su pareja, notando como este se tensaba y llevaba las manos a sus nalgas, metiéndolas por dentro del pantalón para poder masajear la prieta carne, moldeándola. Buscó los labios del cachorro para reclamarlos, hambriento, mordisqueando el labio inferior en venganza por aquel lento vaivén, una dulce tortura que el menor sabía no tardaría en surtir el efecto deseado.


- Deja de jugar, cachorro travieso –bingo. El castaño se levantó con todo y cachorro, haciendo que este soltara un jadeo y se agarrara a su cintura con las piernas mientras sentía como era llevado por el pequeño apartamento hasta su dormitorio, donde Seto le dejó con cuidado, tumbado sobre esta- Espero que te hayas divertido, porque ahora me toca a mí.


Antes de que Joey pudiera protestar se encargó de que los pantalones de ambos, además del bóxer del menor, provocando en él un profundo sonrojo. Por muchas veces que lo hubiese visto desnudo, nunca terminaba de acostumbrarse a sentirse observado por Seto, sobre todo teniendo en cuenta las marcas que cubrían ciertas partes de su cuerpo, producto de su convivencia diaria con un borracho. Trató de cubrirse inútilmente. Kaiba le cogió las muñecas y llevó sus brazos por encima de su cabeza, sosteniéndolos con una sola mano mientras que la otra la usaba para delinear algunas de las marcas. El rubio se estremecía ante el suave contacto. Miró al castaño sin decir nada, dejando que siguiera su recorrido. Le encantaba cuando su Neko le trataba de aquella forma, suave, como si fuera la cosa más preciada del mundo. Vio como aquella mano seguía su camino descendente, sacándole suspiros que subían de intensidad. Dos zafiros se deleitaban de cómo iba cambiando la cara de su cachorro a medida que bajaba su mano, sonriendo al escuchar nuevamente los gemidos del menor, recompensándole con un nuevo y pasional beso.


- Seto... Por favor... -mordió su labio inferior con la fuerza justa para hacerle sangrar, pasando después la lengua para calmar el dolor de la herida.


- Me encanta oírte suplicar –sonrió con cierta malicia antes de pasar la punta de los dedos por el miembro erecto de su amante, apretando en la punta, escuchando el nuevo gemido del rubio- vuelve a hacerlo.


- Joder... Seto... Por favor... -alzó sus caderas para tratar de tener más contacto con la mano del moreno.


- Buen chico –complaciendo al menor, empezó a masturbarlo, apretando su agarre cuando llegaba al glande, sacándole sonoros gemidos que él mismo se encargaba de acallar con sus labios.


Joey se agarró a los hombros del castaño, pegándose a su cuerpo todo lo que podía, completamente rendido a sus caricias. Poco después notó como su cuerpo se tensaba por completo, llegando a su orgasmo con tan solo sus caricias, manchando la mano del oji-azul y en parte su abdomen. Sonriendo en los labios de Seto, notando los pequeños besos que le repartía este, acarició los suaves mechones de su cabello, surtiendo un efecto relajante en su amante que el rubio aprovechó para girarlos a ambos, quedando sentado sobre sus caderas, notando la erección que tenía el mayor, todavía encerrada en su prisión de tela. Con una sonrisa traviesa empezó a besar su cuello, bajando lentamente. Seto le dejó hacer, encantado por ver como su cachorrito tomaba la iniciativa. Cuando este llegó hasta su zona más noble notó como pasaba sus dientes por la tela, causándole descargas de placer por la anticipación. Solo cuando notó como su miembro era liberado por las manos de Joey, y como este lo acariciaba con la punta de su lengua, se permitió soltar un jadeo que complació en extremo al rubio que lo siguiente que hozo fue meter el miembro de su amante por completo en su boca, degustándolo como si fuese su paleta de helado favorito, usando su lengua para lubricarlo y darle más placer al que ahora jadeaba y acariciaba su pelo, alentándole a no parar. Siguió con ello, mirando de vez en cuando al oji-azul que también le miraba, y solo cuando le agarró del pelo para tratar de apartarlo se afianzó en sus caderas para que no le quitara.


- Ca... Cachorro... me voy a... –no llegó a terminar de decirlo cuando su voz salió en un gemido, descargándose completamente en la boca de un Joey que siguió con el vaivén de su boca hasta que terminó de limpiar aquella vara caliente, apartándose mientras se relamía con mirada pícara- Ven aquí...


Obediente, Joey subió por el cuerpo de Kaiba, iniciando un beso con el que le dio a probar su propio sabor mientras este le acariciaba con leves apretones sus nalgas, haciendo que Joey le sonriera coqueto antes de notar un par de dedos curiosos apretando su apretada entrada. No era la primera vez que lo hacían, pero a Seto le encantaba que el cuerpo de su rubio fuese tan deliciosamente apretado siempre. Un gemido quedo escapó de los labios del rubio cuando el primer dedo quedó dentro, moviéndose lento, dilatándole sin dejar de besarlo. Un segundo dedo se inmiscuyó junto al primero, haciendo movimientos de tijeras.


- Hazlo ya... Neko... -con estas palabras, el castaño volvió a cambiar posiciones, dejando al rubio tumbado de espaldas a la cama, sacando ambos dedos de su entrada y posicionándose entre sus piernas, colocando estas sobre sus hombros para tener un mejor acceso a su entrada- Relájate mi niño.


- Sabes que no soy de cristal –llevó sus manos a los hombros de aquel hombre que le había robado el corazón, acariciando su piel y haciendo que se acercara más para poder besarlo.


Situando la cabeza de su miembro en el agujero íntimo del cachorro, y acariciando sus muslos para ayudarle a relajarse, empezó a empujar lento, notando la deliciosa estrechez que le rodeaba. Los gemidos empezaron a llenar la habitación por parte de ambos, y cuando Seto terminó de incrustarse en el cuerpo del menor sus respiraciones ya estaban agitadas y los dos trataban de acercarse todo lo humanamente posible, siendo que no se sabía dónde empezaba uno y dónde terminaba el otro, acariciándose mutuamente, quietos hasta que las caderas de Joey empezaron a moverse, buscando más contacto de su dragón, pidiéndole que se moviera. Y queriendo complacerle, Seto salió casi por completo de él para volver a penetrarlo, llegando a ese punto tan placentero que hizo que el rubio gimiera con fuerza, arañando la piel de los hombros contrarios. Poco a poco fue aumentando el ritmo de las embestidas, aumentando también la temperatura de la habitación y los gemidos y jadeos. El nombre de los dos salía de los labios del contrario junto con varias palabras de cariño, sobre todo por parte del rubio. No tardaron mucho en llegar al clímax, el rubio entre los dos y el castaño dentro de ese cuerpo que tanto adoraba consentir en sus ratos libres, quedando exhausto sobre su novio siempre con cuidado de no aplastarlo.


- Mmmmm me encantas –sonrió mientras se dedicaba a besar el mentón de su pareja.


- Y tu... a mi... –Joey trataba de recuperar el aire que en este momento le faltaba para poder llenar sus pobres pulmones- Mi Neko mimoso... me encanta ser el único que te puede ver así... –acariciaba los arañazos que le había provocado durante ese rato.


- ¿Recreándote en tu obra? –Joey soltó una risilla, llevando una de las manos a su mejilla para atraer su cara a donde pudiera besarle con calma- Buen argumento.


El castaño salió de su cuerpo lento, provocando que el melado soltara un quejido disconforme por la sensación de abandono de aquel delicioso calor, siendo sustituido casi al instante por los fuertes brazos que tanta protección le hacían sentir. Se acurrucó en su pecho mientras sentía los dedos curiosos de seto haciendo filigranas en su espalda.


[Fin del LEMON]


Poco después ambos se levantaron y fueron al cuarto de baño del departamento para compartir una deliciosa y cálida ducha, teniendo otro momento pasional bajo el agua.


- Espera un momento –cuando ya estaban de vuelta en el sofá envueltos cada uno en una bata, el rubio se levantó para acercarse a la mesa de la cocina, sacando de uno de los cajones un paquete de color rojo brillante con un lazo azul eléctrico, sentándose cómodamente al lado de Seto y entregándoselo- Feliz Navidad.


El oji-azul enarcó una ceja, curioso, mientras evaluaba el paquete que le había entregado el otro. No era muy grande, del tamaño de su mano. Se abstuvo de agitarlo, por si acaso era algo frágil. Bajo la atenta e ilusionada mirada de un cachorrito emocionado desató el lazo y abrió la caja, quedándose bastante sorprendido por el obsequio recibido.


- Sé... Sé que tenemos que guardar las apariencias, y que no puedo hacerte un regalo que otros puedan entender como que tienes pareja... así que pensé... pensé en darte algo que puedas tener en tu despacho o en tu estudio de la mansión sin levantar sospechas.


Sacándolo con cuidado, pudo ver mejor de que se trataba: una bola de nieve de tamaño medio en cuyo interior se encontraban un dragón blanco de ojos azules y un dragón negro de ojos rojos, cruzados y en posición de ataque, rugiendo al aire. Pero lo curioso de ambas figuras era que tenían las colas entrelazadas de forma discreta. Seto alzó la mirada hacia su cachorro, acercándose para callarlo con un beso al ver que quería seguir hablando de forma nerviosa.


- No dejas de sorprenderme, cachorro. Me encanta.


- ¿De verdad? –le devolvió el beso de forma tierna y con una sonrisa.


- De verdad. De vez en cuando usas la neurona que te queda –por ese comentario se ganó un mordisco en el labio inferior y un puchero adorable.


- Malo. –por ello se ganó él un mordisco en el cuello, haciéndole gemir bajito.


Sin que el rubio se diera cuenta por estar distraído por sus atenciones, el oji-azul aprovechó para sacar de detrás de una almohada el regalo del rubio, colocándoselo antes de que se diera cuenta, siendo que solo se separó del castaño cuando notó algo frío alrededor de su cuello.


- ¿Qué...? –se llevó una mano al cuello notando una cadena a su alrededor. Siguió el recorrido de la cadena, la cual era lo suficientemente larga como para que la placa que había al final le llegara al pecho- ¿Seto? –este se limitó a encogerse de hombros y besar el del otro mientras intentaba leer con la poca luz que había la inscripción que había apreciado. Se trataban de una "S" y una "J" entrelazadas en colores azul y rojo respectivamente.


- ¿Te gusta?


- Yo... Yo creí que... –no salía de su asombro.


- Es verdad que aún no podemos formalizar lo nuestro, pero no quiero arriesgarme a que cualquier otro trate de adueñarse de lo que me pertenece. –un beso por parte de Joey le dejó en claro la opinión que tenía al respecto.


- Eres un tonto... sabes que no sería capaz de irme con nadie más


- Lo sé, sabes muy bien quien es tu amo –agarró el puño que iba dirigido a su hombro, tirando de él para sentarle en su regazo- Pero no me fio de todos aquellos que se acercan a ti.


- ¿Lo dices por Duke? –ese nombre causó un gruñido en el dragón, que apretó su agarre sobre la cintura del rubio, haciéndole reir. Le encantaba que lo celara, y no desperdiciaba la ocasión de provocarle- Sabes que él le coquetea a todo lo que tiene piernas.


- Sí, pero TUS piernas son MÍAS.


- Que yo sepa son mías, ¿no? –las manos del castaño subieron por las mencionadas hasta los muslos, provocándole unos deliciosos escalofríos.


- No, son mías, al igual que todo tú –una arrogante sonrisa apareció en el rostro del castaño, causando que al rubio le callera una gotita estilo anime por la nuca- Feliz Navidad, mi cachorro –se acercó nuevamente a sus labios, apenas rozándolos.


- Feliz Navidad, mi dragón –cerró la distancia entre los dos, compartiendo un beso calmado y tierno.

06 Eylül 2021 13:56 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
0
Son

Yazarla tanışın

Kidah Drachen Buenos días, tardes o noches: Soy escritora novata, y de momento me centro en escribir Fan Fictions con temática Yaoi/Homosexual del fandom Violetshipping/Puppysipping, aunque no descarto escribir algún Narusasunaru o un LawLu o MiZo. Me gusta mucho el color morado, no soporto a la gente falsa ni las mentiras y lo más sagrado que tengo es mi familia. Un placer y nos leemos por esta plataforma ^^

Yorum yap

İleti!
Henüz yorum yok. Bir şeyler söyleyen ilk kişi ol!
~

İlgili Öyküler