sriur Srï Ür

Un viajero terrestre atrapado en Marte sobrevivió propagando plantas terrícolas en un invernadero confinado y con la ayuda de 2 marcianas locales. La propagación accidental de las semillas en el exterior del invernadero provocaría un caos mediático que lo convertirían en un individuo buscado por los gobiernos marcianos de Olimpo y Tharsis.


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En el Olimpo

“La radiación de fondo de microondas es perceptible en toda la superficie del planeta y apuntando a cualquier dirección cósmica la detección de señales anormalmente altas no sería motivo para despertar viejos sustos. Existen satélites circundantes que desvían los vientos solares rotando sus propios campos magnéticos y esto genera que algunos aparatos se sobrecarguen por el choque iónico, pero somos perfectamente conscientes de eso, realmente las suposiciones sobre naves espaciales e invasores son mera histeria colectiva.”

"¿Entonces esta diciendo que no es algo que deba preocuparnos, doctor?"

“Sí, dudo mucho que sea algo relevante, sabemos que existen los OVNIS, los vemos de vez en cuando pero siempre resulta lo más absurdo de explicar. Ahora, podríamos gritar y correr sin razón alguna por motivos más ordinarios, como la erupción de un volcán, el quiebre de un glaciar, la inundación nuestras ciudades, pero dudo muchísimo que una anormalidad magnética suscite una invasión, hace 125 años que no reportamos algo significativo ¿lo recuerdas? Cuando nos visitó ese extraño robot cuadrimotor”

Palmodria apagó la radio tesla y se enjuagó las manos, me dio un pedazo de celulosa y me cubrí la entrepierna con este antes de salir de mi morada, aunque me distraje un momento mirando las noticias en el televisor comunitario, parece ser que hay en boga una nueva elección y la gente de está heredando bastante bien su legado terrestre con las campañas publicitarias, pero seguí mi camino y utilicé el viaducto superior para no tener que pasar por los remolinos atestados de manifestantes y lo que yo imagino que son estudiantes con los trajes de intemperie pintados de símbolos y protestas pictóricas.

¿En serio los satélites utilizan sus propios campos electromagnéticos para huir del viento solar? Una tecnología que no recuerdo bien, pero con la poca atmosfera en la que vivo ahora tiene sentido. Una fosa rodeada de pasos peatonales me deja bajar con cuidado hasta un descanso donde está la puerta del primer invernadero de nuestro condominio que se alimenta de agua del gran glaciar, ahí me reuniría con mis amigos y podríamos acabar nuestra empresa antes de pedirle al alcalde ayuda política a cambio de este jugoso negocio con potencial planetario.

¡Dalia! —escuché al entrar que se botó un cántaro y asomé la cabeza desde la cortina— Oye, Dalia. —entro y acomodo el cántaro—. ¿Estás en la incubadora?

Todas las fibras conductoras están en la misma mesa apiladas como naipes y las fibras de celulosa irradiadas están bajo la luz de metano apagada.

—Ay Dalia... Aquí hay un desastre.

Acomodé la alfombra con el pie y paso por la habitación del recibidor para entrar en el invernadero tomando una bata y una mascara antiesporica. Un cultivo termorregulado descarga agua, otro irradia luz ultravioleta, el tercero está cubierto de una manta vantablack y con mi paso la mascara evita que cualquiera de estos experimentos marcianos para simular vida fúngica se inoculase en mi piel o mis ojos. Cuando terminase aquí tendría que rociarme otra vez. Paso los primeros cultivos acariciando el acero.

Ahí esta, su cuerpo está inclinado sobre una de las cajas de herramientas.

—¡Dalia! —pero me detuve... un hombre se enderezó del rincón con una porra en una mano. Me petrifique porque debajo de él había un… cuerpo. Me quite la mascara y la tiré.

—¿Dahye? —preguntó, era mucho más alto, delgado, pálido, albino y vestía de blanco…

Solo su voz me sacó del ensueño, así que corro a la puerta de la incubadora detrás pero me golpeó y me estampe con la puerta, ni siquiera guardé el equilibrio. Me jaló de ambos brazos, yo patee y grité pero me soltó un puñetazo en la sien. Estaba nublado… intento forcejear, auxilio... no, no llames más la atención.

Algo aprieta mi nuca, me tiene recostado… Me… Me… la incubadora… esta delante de mí… mi cultivo de plantas terrestres. Una punzada en el oído me hizo gritar.

—¿Q//en e///? —mi traductor está fallando, su puñetazo descompuso el traductor.

¡Dalia! Dalia… —saqué un brazo para arrastrarme pero la mano titánica del albino no me dejo levantarme siquiera del piso.

—¡¿Q/// e///?!

—¡No te puedo entender!

—L///// —me levantó y me enderezó, me tensó los brazos contra la espalda y siguió diciendo cosas que no podía comprender hasta que me sentó en una silla y su mano apretó mi hombro.

No puedo hacerlo, espera, no estoy... Auxilio...

Apenas me sostuve y conforme recupero la visión lo veo caminar y rondar. Me tiemblan las… las...

— //// —me están temblando las manos y piernas, solté saliva.

Vuelvo a buscar y realizo mi posición, estoy sentado en un rincón, a lado de la incubadora con mis plantas ¿Y el albino? No lo veo aquí conmigo, mis brazos duelen cuando los acomodó en mi regazo. Quizá ahora sí puedo…

—¡/////! ¡////! —ahí está el albino, está gritando al exterior y escuchó pasos que corren y refugian en sus casas. Volvió a mi reposo con una cimitarra desenvainada en una mano y un arma en la otra. Me apuntó con la segunda pero inmediatamente bajó el arma porque le gritaron desde la entrada al vestíbulo del invernadero.

Se acercó una chica.

Pero…

Dalia… —se acercó a mí. Es… Dalia… ¡Dalia!—. Pero que… ¿Tu no…? —sus manos se fueron a mis orejas…—. ¡Auch! —parpadee intentó agitar mi cabeza— ¿Qué haces? Suéltame…

—León, ¿estas bien? —me miró sin pestañear, como insistí en mis movimientos me agarró con fuerza el rostro y me hizo mirarla, podía mirar la profundidad de sus iris amarillos— ¿Estás bien? — asentí con cuidado, aun estaba un poco mareado, me dolía la cabeza. Se apartó y ahí seguía el hombre albino. Espera un momento… Esa no era Dalia—. ¿Se puede saber que estas haciendo?

—Esta incubadora está contaminada. —el albino ni siquiera parecía sorprendido de que yo no tuviera la piel pálida como ellos, me está tratando como a un detenido más, desprecio, desdén en sus acciones y palabras—. Está propagando esas estrellas exóticas que están contaminando el pozo de Ganges y el túnel de Orphis —señaló mi incubadora, luego el cuerpo que apenas puedo ver desde la silla—. Ella intentó matarme y este… fenómeno entró llamándola a gritos, no sé por qué.

Pero la chica tampoco se quedó callada, también alzó la voz.

—No se supone que debas usar la fuerza, Caos, se supone que inspeccionas.

—¡No me digas como hacer mi trabajo! —que Caos tenga armas en las manos no me pone menos nervioso, está balanceándolas conforme habla—. Anoche alguien llamó para venir aquí a primera hora pero solo encontré una emboscada. ¡Intentó matarme con un nanotubo!

—¿Quién? —preguntó la… No-Dalia.

—Ella. La chica Dahye. —yo no puedo reconocer a la acompañante de Caos y no puedo moverme, estoy aturdido de los golpes. ¿Qué tiene acaso manos de acero? ¿Qué hay de Dalia? ¿Por qué le pediría a un matón albino venir aquí…? Estoy en problemas… estoy en problemas, me van a matar ¡Maldita sea! ¡¿Dalia hizo que?!—. ¡Eh! ¿A dónde crees que vas?

El albino me agarró in fraganti y me volvió a azotar contra la silla, me tuve que aferrar a sus brazos para no caerme pero me está presionando el cuello...—, ¿Ya puedo matarlo?

—No.

—¿Por qué no?

Tosí, rasguñé los brazos que parecía que ni siquiera se enrojecían.

—¡Porque no!

—¡Es un humano! Uno de esos asquerosos humanos que expulsamos hace años de aquí. Ni siquiera debería haber logrado entrar.

¿Cuánta fuerza perdí en esta atmosfera débil y delgada? Podía ver, escuchar y sentir, pero responder los golpes eran difíciles. Caos parecía poco interesado, me apretó más el cuello y la piel, como si fuese un muñeco comencé a toser.

—¡Pero tiene información! —la chica se acercó a jalar de sus hombros — . Y es todo, Caos. Más vale que dejes de golpearlo o sino terminarás matando al único que podría evitar la contaminación por esas estrellas.

Caos no contestó, pero sí aflojó su tenaza en mi cuello, me tomó del hombro para ponerme de pie y hacerme caminar a la puerta de la habitación. Todas las luces están encendidas con los planos bien iluminados en las paredes, mis planes para salir, está todo ahí, pero no tengo escapatoria, camino en trastabillas torpes porque no solo soy más débil aquí en el mundo que solo a los ojos de mi hogar es un lugar rebelde y lleno de salvajes. Yo quise todo este tiempo, estos meses, que no fuese así como lo vería, pero es cierto, me escondí, mentí, robé, me apoyé de locales que ahora seguramente están en peligro... Y ahora, no escapé, ni viví, solo dejaré mis estrellas atrás hasta que decidan que hacer con ellas.

En la puerta no escuchaba a nadie moverse sobre nosotros ni detrás, ni siquiera sabía si trajeron algún otro soldado armado que me escolaría al trepador que me llevaría a la comisaría local.

Pero en vez de salir directamente veo a la acompañante de Caos mirar mis cultivos, ella sabe mi nombre ¿De donde la conozco?—. ¿Qué es esto? Es amarillo/azul y delgado… —no se atrevía a meter la mano al cultivo irrigado aunque estuviese levantada la malla aislante—, tiene colores muy brillantes, ¿Qué es?

—Se llama… —Caos me apretó el cuello por impulso y tosí, tuve que mover la cabeza para que me dejara respirar y al final me dejó—. Se llama girasol… Son… son flores comestibles para mí.

—¿Produce esporas? —me costaba trabajo contestar, a ella no le importó hasta que volví a toser y no contesté—, ¡Basta! —Caos dejo de presionarme el cuello pero aún me tenía agarrado—. ¿Produce esporas? —negué con la cabeza.

—No, claro que no, producen polen.

Polen... —Ella sonrió con curiosidad y continuó en la incubadora ultravioleta, pasó la irradiada de luz roja, quitó mi mascara rudimentaria con el pie y rodeó la cubierta de manta vantablack hasta llegar al rincón. ¿De dónde puedo escaparme? Mierda, mierda, mierda… Intento girar la cabeza, quizá los nanotubos, pero me enderezan el cuello y no me dejan girarme—. Oh no… Está muerta.

Oh, Dalia...

—No tiene laceraciones… Cabello blanco, piel negra, ojos oscuros. Se parecen a los míos ¿no crees?

—Estúpida, su cabello es gris, no blanco. —dijo Caos.

Pero...

Pero...

Dalia no tiene cabello blanco.

—Observa, ¿no te parece que tiene cabello blanco?

Caos refunfuñó, en vez de sacarme del cuarto a la recepción me obligó a caminar a la incubadora y tuve que rodear y cruzar torpemente hasta el rincón evitando pisar mis cosas y carme porque la forma en la que me jala no es cómoda, para nada. Estuvimos un momento bloqueados de la vista por la acompañante de Caos, es cierto que ella también tenía la piel morena, y cabello muy gris… De su bolsillo tocó el botón de una caja negra que le colgaba del cinturón pero parecía más interesada en el cuerpo.

—Obsérvala. —la chica se apartó de mi vista y cerré los ojos con fuerza porque llorar me dolía mucho en este momento, no quiero ver a mi amiga, no quiero creer que se fue y porque si lloro este aire arenoso se mete a mis parpados y me los irrita. Escuchó como los invasores se mueven entre las incubadoras.

—Debo admitir que lucía diferente cuando me atacó con su cimitarra. —dijo Caos, abrí apenas mis ojos para ver cuando él levantó la misma cimitarra que desenvainó con interés cuando intenté escapar. Afilada… serrada… mango azul…

El cuerpo solo luce indefenso bajo tal arma de violento uso, pero puedo reconocer esa cimitarra, porque yo mismo aparecí en la vida de su portador el día que la forjó.

¿Palmodria?

Bajo la mirada hasta donde puedo ver y era el cuerpo de Palmodria, su cabello, su ropa, su piel negra y la cimitarra en la mano de Caos. Palmodria… Palmodria, Palmodria, ¡Palmodria!—. ¡Ya cállate!

—Caos, basta

—Estoy harto, tú no lo vas a matar, pero yo sí.

—¡Caos!

Caos levantó la cimitarra y cerré los ojos una ultima vez.



Me soltaron el cuello y di una enorme bocanada de aíre. Cuando caí sobre mis rodillas y mis codos alcé la cabeza y delante de mi estaban los ojos negros de Palmodria. Ya no pude evitarlo, yo también estoy harto ¿Qué está sucediendo? Con mi mano agotada tomé la suya... no pude aguantar el llorar y me disculpé, apenas para que me tomaran un hombro y volviera a forcejear.

—/// —No… —/// —¡No!

—¡LEÓN! —me zarandearon y me pusieron de píe y observe una vez más a... Dalia, no, espera, no es Dalia, pero no podía digerir ahora que estuvieran cambiando las identidades tan rápido. Algo no está bien, mis ojos me engañan, irritados por el ambiente polvoso, o sencillamente aquí hay un truco que no comprendo.

Ella me gritó, me zarandeó otra vez y cuando me di cuenta, todo estaba volviendo a pasar muy rápido.

Caos está en el piso, cubierto de sangre… Su cimitarra (La cimitarra de Palmodria) la tenía a la soldado pero en vez de amenazarme la limpió con las ropas rotas de Caos, un cuidado ceremonial que dejo reluciente la hoja del arma. Esa sangre vendría de ese enorme tajo en la garganta y el pecho que Caos emanaba, parece un cerdo abierto a la mitad—. Vámonos, León.

—¿Qué? —no puedo entender que ocurre…

—¡Vámonos!

—¿Qué esta pasando? —estoy mallugado, madreado, confundido, atontado. La soldado me tomó de la mano y me jaló con mucha más fuerza de la que creí capaz de verla ejercer y atravesamos la incubadora hasta la recepción para salir al pozo tapizado de caminos. Los viaductos están vacíos aquí, una tormenta de arena arriba de nosotros tiene el cielo opaco y el camino cubierto de rocas y polvo. La soldado me cubrió con el brazo y me pegó a la pared para avanzar sin caer.

—¿Quién eres…?

—Soy Wanda, la hermana mayor. —una ventisca se metió al abismo y nos llenó de arena, nos detuvimos un momento entre el ruido tormentoso.

—¡Dalia nunca mencionó una hermana!

—¡Fue para poder hacer esto! —me respondió intentando sonar sobre el ruido de la ventisca—. Ese soldado venía desde Tharsis, Olimpo abrió una carpeta de investigación y están buscándote. Saben que estas aquí.

—¿Cómo me descubrieron?

La tormenta que se coló al abismo siguió en sus estruendos pero fue nivelándose aunque tuvimos que seguir gritando hasta que la arena bajó y pudimos escucharnos, ya íbamos saliendo del pozo.

—¡Fueron tus plantas!

—¿Mis plantas? Pero no salen de la incubadora.

—Fueron sus semillas, —arriba de nosotros pasaron dos deslizadores que removieron arena, nos detuvimos bajo una columna y Wanda continuó— Las semillas caían en un tubo de desagüe roto que se coló a un túnel natural más al sur, están empezando a propagarse en las cavernas de Tharsis y escuchaste que también en Ganges y Orphis. Nadie sabe que son comestibles y las queman y hacen estallar, así que enviaron a Caos a buscar el origen de esas semillas y lo trajeron aquí, al cañón Sinaí. —cuando los deslizadores se fueron subimos al viaducto donde pudimos meternos a la morada.

No había nadie… Juraba que Palmodria había preparado ese desayuno y había puesto la radio para escucharla conmigo…

Pero en vez de protestar y lamentarme, seguí a Wanda y encontré a Dalia en la habitación, esperando y lagrimeando como yo. Nos tuvimos que abrazar y nos sentamos en los futones a que me ayudaran a cubrir las vendas y a hidratarme. El maquillaje que me daba la aparente palidez marciana se me caía pero Dalia lo comenzaba a reparar.

Dalia sabía que iba Caos a buscar puerta por puerta alguna anomalía. —Wanda me sonrió conforme me cubría las manos con la venda de biomalla—. Así que ella y Palmodria armaron este plan. Lo llevarían a la incubadora, y estando solo lo atacarían. No contamos con que… Palmodria… —entristeció y le tomé del hombro a Wanda y asentí, aunque me dolió mucho mi propio hombro intentando darle un apretón de consuelo—. Cuando nos dimos cuenta porque no mandaba señales con su sensor, Dalia usó un traje polidérmico y se hizo pasar por ella para que tu pudieses bajar sin sospechar nada pero mi plan era sacarte de ahí sin que él nos siguiera. No conté con que insistiría en matarte, por eso lo maté.

Trague saliva y asentí. Palmodria… entonces sí murió. Dioses… Me enjuague los ojos y seguí escuchando.

—Entonces… ¿Qué vamos a hacer?

—Bueno… escuchamos en la radio que los satélites marcianos pueden salir sin problemas de inferencia y cruzar la orbita hasta tu nave, sus señales electromagnéticas se camuflan en los radares del planeta y como tu nave no emite radiación es… invisible. Ni siquiera parece un OVNI.

Ambas me miraron para que yo encajase las piezas.

—Ósea… Saben que un humano esta aquí pero no exactamente dónde porque aún no han dado ningún aviso ni hay señales rastreables.

—No, solamente un reconocimiento. Tenemos un Nómada afuera y todos los que viven aquí están recluidos en sus casas porque Caos disparó al aire y les ordenó un toque de queda.

—¿Y luego…?

—Pues usaremos el Nómada para ir a Xanthe, podremos meterte como carga dentro de uno de los reservorios y abordar un satélite usando un permiso de exploración de mi milicia…

No podía ceerlo.

Después de tanto tiempo.

—Vamos a llevarte a casa, León. —me dijo Wanda, con los ojos que solo brillan en el característico resplandor dorado de una marciana ávida de acción—. Volverás a la Tierra.

24 Ağustos 2021 22:13 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
1
Son

Yazarla tanışın

Srï Ür La flor del corazón se abre en invierno y se marchita en primavera, de la tierra limpia nuestros huesos, por favor.

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