walter_bunn Walter Bunn

Cuando el más dulce romance es atravesado por la pasión más salvaje solo puede acabar en una profunda y tormentosa aventura.


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La calma que antecede a la tormenta

Capítulo 1

La calma que antecede a la tormenta

El instinto sexual salvaje y el más tierno y dulce amor son ingredientes esenciales en una vida que quiera apreciarse de plena, pero muy pocas veces forman parte de ella, sobre todo mezclándose perfectamente uno con el otro sobre un abrasador fuego compartido.

Esta es la historia de Mariana una joven que siendo adulta aún vive con sus padres con quienes tiene una relación en constante tensión debido en parte a su frágil madurez y en otra, a su popular afición por el sexo reticente al compromiso.

Con mucha dificultad Mariana logró terminar el bachillerato y luego estudiar decenas de carreras y no haber terminado ninguna, agotada, solo se dedicó a vivir, a disfrutar la vida a su manera, una manera totalmente desinteresada a la opinión de los demás, rodeada de amigos y amigas que sienten el mismo sabor al probar los manjares de la vida.

Una tarde de viernes fría y luminosa se escabullía sobre la ciudad y Mariana se encontraba en casa de su amiga Carla y mientras disfrutaban juntas de anécdotas que se sumergían en grandes tazas de café, el sonido de una música ruidosa atravesó el frágil humo de cigarrillo interrumpiendo las carcajadas. La hermana de Carla había llamado por teléfono, necesitaba que fueran a buscar a su hijo Ignacio al colegio, ella tuvo un imprevisto en su trabajo y el padre del joven, como era su costumbre, no la atendía.

Mariana acompañó a Carla y juntas continuaron con su charla de quince kilómetros de distancia. Estacionaron el coche a pocos metros del gran portón de salida, el cual lucía unas pulidas puntas de lanza en su enrejado ornamento que destellaba con el brillo de un sol que aún se mostraba intenso. Los destellos se volvían más inquietos, el portón se abría lentamente dejando escapar una muchedumbre de jóvenes que parecían haber sido liberados de prisión, como aves huían sumidos en una algarabía de risas y lenguajes ininteligibles, un frenesí que no se privaba de empujones y algunos golpes amistosos, sobre todo entre varones. Las amigas apreciaban desde la comodidad del interior del auto este revoltoso espectáculo y recordaban juntas sus días de secundaria.

Allí venía Ignacio, sostenía fuertemente del cuello a otro prisionero que parecía no resistirse, mientras intentaba él también alcanzar el cuello de su verdugo, esta postura de ambos solo se prestaba al paso torpe y lento, y así fueron acercándose al coche de Carla, quien bajó la ventanilla para pedirle a su sobrino que se de prisa. Prontos a subir, Ignacio libera al rehén y juntos ingresan al coche, acomodándose atropelladamente en las plazas traseras.

_Hola tía ¿Como estás Mariana? Él viene conmigo a casa, es Jero un compañero de clase.

_ ¿Ah, tú eres el famoso Jero? Bueno ¿Jerónimo no?

El joven ajustó su gorro de lana oscura mientras usaba sus dedos para acomodar su cabellera igual de oscura, con semblante sonrojado que apenas se asomaba detrás de sus inquietas manos respondió tímidamente.

_Sí, puede ser_ Ignacio volvió a empujarlo con fuerza.

_Habla bien, si, es famoso, sobre todo entre las chicas, pero es por demás de tímido el idiota.

Estas palabras atravesaron el escueto aire dentro del vehículo y como cálidos aguijones se clavaron en la nuca de Mariana, quien disimuladamente intentaba sin éxito observar al joven por el espejo retrovisor del coche que empezaba a moverse.

De regreso sólo se escuchaba lo voz fuerte y fastidiosa de Ignacio que no paraba de reírse y comentar cosas acerca del equipo de rugby del colegio. De tanto en tanto Mariana intentaba nuevamente observar al joven pero no lo conseguía, Ignacio no paraba de tomarlo del cuello y sacudirlo, mientras Jerónimo le daba algunos golpes flojos en la cintura. Carla, con una sonrisa contenida por sus labios finos observaba de reojo a Mariana.

_Cuando íbamos a la secundaria los chicos eran así de estúpidos ¿Recuerdas? Y nosotras locas detrás de ellos, no sé quienes resultaban ser más estúpidos.

Mariana se sonrió casi al borde de la risa y se acomodó en su asiento.

_ Creo que nosotras_ soltó una risa muy breve_ Pero bueno, teníamos diecisiete años, si no se disfruta de la estupidez a esa edad ¿Cuándo?

Apenas terminada esa frase, ambas se sonrieron y un recuerdo parecía haber distraído a Mariana mientras sus ojos se desenfocaban iluminados por la ambarina luz del atardecer que comenzaba a debilitarse.

Una imperceptible calma deambulaba en el interior del coche, Ignacio había dejado de hablar permitiendo que el débil sonido de la música se escuchara desde el reproductor del estéreo, de repente un fuerte golpe en el brazo devuelve la conciencia de Mariana, Carla le había dado un codazo y ante la mirada confundida de Mariana, su amiga, con los ojos le señalaba las plazas traseras, en ese momento Mariana fijó su mirada en el espejo retrovisor y se perdió en aquella imagen que quedaría para siempre fundida en sus entrañas, el joven busto de un tierno y robusto joven, de piel de nieve y una mirada aletargada, tan azul como los piélagos marinos, rodeada por nubes de oscura y brillante cabellera. Rozaban tímidamente sus cabellos a un par de mejillas apenas coloreadas de rosa, que contenían a unos prominentes labios rojos escogidos por el sol para pintar sus últimos rayos. Aquella impecable imagen exhalaba virginidad por todos sus poros, y así como el más rabioso de los océanos desata su cólera contra los desgraciados navíos sacudiéndolos agónicamente, así sacudieron el pecho de Mariana aquellos vientos de fogosa juventud.

Fin capítulo 1

23 Ağustos 2021 01:52 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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