Desamparo Hikayeyi takip edin

Aquel anciano con ropas blancas corría despavorido por la avenida, la gente lo percibía como un peligro. Los padres tapaban los ojos de sus niños, los jóvenes se ofendían y reclamaban, hombres y mujeres asqueados desviaban las miradas del aterrado anciano. “¡¿Hijo?! ¡Hijo!” – gritaba el pobre viejo.

De pronto, casi de forma automática, el senil sujeto perdió cualquier rastro del miedo que habitó hace segundos en su mirada, dejó de correr y se quedó parado en medio de la avenida, justo a un par de centímetros de un enorme cartel. En este, había un apuesto y exitoso hombre muy conocido en el país por sus grandes negocios y hazañas tecnológicas. “Hijo… tanto tiempo sin verte, ¡mira cómo has crecido! ¿es que ya no recuerdas a tu padre? ¡He escapado de ellos para visitarte!” – comenzó a sollozar el anciano mientras miraba al joven del cartel.

Entre el sufrimiento y los delirios del viejo, apareció nuevamente el terror al percatarse de que había una enorme mano con guantes quirúrgicos en su hombro. Cuando volteó, notó que eran aquellos guardias del hogar para ancianos en el que estaba encerrado hace muchos años. El anciano, al no encontrar una salida en la vereda, decidió cruzar corriendo la enorme avenida en la que se encontraba. Corrió como pudo, pero se le hizo imposible llegar al otro lado de la acera, ya que una enorme camioneta lo atropelló, quitándole la vida al instante. Pronto todas sus emociones se desvanecieron y su visión se fue a negro, como si apagasen una antigua televisión. La última imagen que sintonizó su mente era de su querido hijo que extrañaba tanto y anhelaba ver una vez más.

"Muchas veces estamos tan centrados en nuestras preocupaciones del día a día que olvidamos a personas que lo dieron todo por nosotros".