athanatos Αθά νατος

Todas las personalidades tienen matices. ¿Hay alguien perfecto? ¿Hay alguien a quien podamos conocer a la perfección, aunque seamos muy cercanos a ese alguien? Tal vez podamos llegar a conocer a alguien casi a la perfección, pero... no todos tienen ese privilegio. Sólo algunos lo llegan a tener en la vida. Las situaciones que vivimos muestran cómo somos en cada aspecto de nuestra vida. Se recomienda leer primero En el pasado.


Romantizm Genç Yetişkin Romantizmi Yalnızca 21 yaş üstü (yetişkinler) için. © Todos los derechos reservados

#romance #felicidad #happiness #hermandad #brotherhood #gemelos #twins
0
336 GÖRÜNTÜLEME
Tamamlandı
okuma zamanı
AA Paylaş

OVA: Las dos mitades de la luna

Notas de autor: Decidí hacer un OVA que mostrara un poco más cómo eran los gemelos White. Hay detalles sobre ellos que no fueron mencionados en ninguna historia anterior. Adam e Eve comen mucho. Cada uno de ellos come lo mismo que varias personas. Los gemelos White beben bruscamente, sobre todo cuando tienen sed, y no se tapan la boca a la hora de eructar. De hecho, les parece gracioso y hasta digno de un aplauso que alguien eructe en un momento dado. Ambos son capaces de chuparse los dedos para limpiárselos bien en un restaurante y detestan lo insano. Sólo consumen comida sana. Su bebida favorita es la Soma-Cola sin cafeína (la que tiene azúcar) y no se avergüenzan tras eructar en frente de todos cuando están sentados a la mesa con alguien más. Ambos son un poco finos a la hora de comer y pueden llegar a exagerar con las cantidades de algo que comen con mucha frecuencia. Por cierto, Adam e Eve aprendieron a cocinar a los 19 años de edad y, las primeras diez veces, su comida fue un desastre. Incluso Adam, cuya inteligencia es bastante superior a la de Eve, quemó alguna olla en el proceso de aprender a cocinar hasta convertirse en un chef profesional, al igual que su hermana gemela. Conociendo a Adam, no es difícil saber que se tomó con muchísima emoción y con muchísima alegría el hecho de saber que iba a ser padre. Cuando supo que Eve estaba embarazada, lo cual supo al mismo tiempo que la rubia menor, saltó de alegría y gritó como un condenado a muerte, al igual que su hermanita. ¿Cómo fue el embarazo de Eve para Adam? Ambos tuvieron algunos problemas con la conexión gemelar, ya que esta falló bastante. Eve gritaba bastante a Adam y tenía cambios de humor con mucha frecuencia. Adam tenía los mismos cambios de humor que Eve y estaba tan sensible como su hermana gemela, ya que la revolución hormonal afectaba a ambos. Eve tenía muchos antojos de fresas, chocolate negro y bananas. Adam debía ir a buscar lo que su hermana menor deseaba comer a horas insospechables. En tres ocasiones, el rubio de ojos verdes encontró cerrados los lugares en los que podía comprarlo. Para evitar futuros problemas Adam hizo compras masivas por internet de lo que a Eve se le antojaba, logrando así no tener que dejarla sola en casa mientras iba a buscar lo que ella quería. Adam tuvo que tener la paciencia del propio Yahvé, ya que Eve no se lo puso fácil. Nadie le dijo a él que la embarazara. Fue difícil cuidar a su hermana menor en ese estado, pero no fue una responsabilidad impuesta por alguien ajeno a su persona, sino que fue una responsabilidad que él había aceptado mucho tiempo atrás, pero siempre la cuidó con una sonrisa en los labios. Adam e Eve no supieron si iban a tener un niño o una niña hasta el momento del parto, en el cual Adam estuvo presente para apoyar a Eve, y no. Adam no se desmayó ni estuvo cerca de hacerlo. Vio todo claramente con esos ojos idénticos a los de Eve. Eve durante el embarazo también tenía momentos en los que quería mimos especiales de Adam, pero, debido a los cambios de humor y a las restricciones puestas por su estado, no pasaba algo casi nunca y lo que pasaba no era muy variado y no duraba mucho tiempo. Como ven, ser el hermano mayor de Eve jamás fue fácil para Adam. Entre tener que protegerla de amenazas externas e internas, querer hacerle algo él y tener que contenerse y tener que afrontar todas las dificultades a su lado, Adam aprendió que tener una hermana que depende tanto de su hermano mayor y que está enamorada de este conlleva una gran responsabilidad. Por cierto, la vendedora de flores no vendía flores plantadas y cortadas, sino que vendía flores falsas. De haber sido flores plantadas y cortadas, dichas flores no habrían sido aceptadas por Adam e Eve, ya que ellos aman tanto la vida que prefieren que una flor permanezca unida al suelo y no tenerla antes que verla en su mano y que se marchite con el paso del tiempo. Sería triste ver morir una flor porque fue arrancada por alguien cuando alcanzó su nivel más elevado de belleza. Aclaro que Damian y Adam son combatientes igual de poderosos en el aspecto físico y en el aspecto de la técnica, ya que, si ambos sujetos libraran un combate de uno contra uno sin usar la inteligencia, la fuerza de ambos y su habilidad para el combate cuerpo a cuerpo causarían que dicho combate terminara en empate. Aclarado todo eso, dejo que ustedes lean este OVA.

OVA: Las dos mitades de la luna.

Aquella mañana, el sol resplandecía en el cielo de la ciudad de Nueva York. Cuatro personas entraban en el parque de atracciones con una sonrisa en la cara y dos de ellas iban de la mano, como era su costumbre. Los primeros en detenerse y los más veloces fueron las dos mitades del reflejo, quienes tenían esa mirada alegre y ardiente en su rostro.






—¡Ya hemos llegado!—Exclamó Eve completamente llena de un entusiasmo incontrolable.

El joven de 25 años miraba con su expresión característica de aquellos momentos a su bella dama, la cual parecía un imparable huracán de fuego consumidor.

Él era perfectamente capaz de manejar ese fuego, ya que el mismo fuego residía en su interior.

La joven de ojos tan verdes como los de su otra mitad miró a esta a los ojos fijamente y surgió el mismo sonrojo creciente en su rostro, el cual no tardó en apoderarse de dicho rostro completamente. Una sonrisa de boba enamorada hasta más no poder hizo su aparición y ambos gemelos se quedaron mirándose a los ojos fijamente mientras permanecían perdidos en ese cosmos en el que sólo existían ellos.

Su unión era completa. Su vínculo había alcanzado lo físico y las dos mitades se unían cuando y como querían. Ambos gemelos decían siempre las mismas palabras: Tú y yo nunca fuimos dos. Siempre fuimos uno solo. Esas palabras eran representadas por su relación.

—¡Esperad!—Exclamó una voz masculina de la misma edad que ellos con gran seriedad.

—¡Damian, espérame!—Exclamó indudablemente Selene, la bella luna llena del pelinegro, comenzando a respirar con agitación.

Los Black se detuvieron a unos pocos metros de los White y vieron a estos dándose un fogoso y apasionado beso con lengua mientras se daban caricias en la espalda, en las caderas y en la cintura estando tan pegados el uno al otro como era posible estarlo. Sus ojos estaban cerrados y daba la impresión de que iban a arrasar el parque de atracciones entero con sus llamas.

—(Van a quemar el parque. Queman la cocina, la mansión, el ayuntamiento, las habitaciones que usan, los baños de la mansión, los baños públicos y todo lugar en el que se encuentran. ¿Habrá algo que no incineren con su ardiente amor?)—Pensó Selene sin saber por qué se sorprendía todavía mirando la escena con los ojos abiertos como platos.

—Ellos no contienen fuego, sino que son la personificación del fuego—Comentó serio y sin sorpresa en su ser Damian.

Veinte minutos después, los labios de los gemelos White se separaron y sus ojos se abrieron, dejando un hilo de saliva entre el rostro de uno y el rostro del otro al mismo tiempo que sus miradas seguían conectadas, tan conectadas como sus mentes y sus cuerpos.

—¿Ya habéis acabado de quemarlo todo?—Preguntó molesta Selene mientras trataba de conservar la calma—Llevamos veinte minutos esperando a que terminéis de besaros como dos lobos muertos de hambre.

—¿Cuánto lleváis sin comeros? ¿Mil años?—Preguntó Damian serio y con bastante curiosidad.

Adam e Eve sonrieron con calidez especial y miraron fijamente a Damian, quien comenzó a alternar entre la mirada de un gemelo y la mirada del otro gemelo.

—Me he estado comiendo su boca durante todo el viaje. ¿Acaso mi apetito debe ser finito?—Dijo Adam sonriendo cálidamente a su amigo pelinegro sin dejar de mirar fijamente sus ojos.

—No veo nada de malo en que Adam y yo nos besemos como animales salvajes a cada rato. Es mi macho y yo soy su hembra—Dijo Eve sonriendo y mirando fijamente a Damian de la misma forma que Adam.

—Vamos de una vez—Dijo Selene harta de retrasos de diez o veinte minutos por causa de los dos “lobos” rubios.

Los dos gemelos la miraron con una sonrisa cálida, se giraron rápidamente y la rubia comenzó a correr a toda velocidad. Adam comenzó enseguida a correr tan velozmente como podía y la diferencia era de unos pocos milímetros entre él y su hermana menor, la cual era más veloz. Si no quería caerse al suelo, debía correr tan rápido como pudiera hacerlo. Así era su ardiente princesa y así la adoraba.

—¡Haruka, Sora, esperadnos!—Exclamó Selene de inmediato sabiendo que, si no comenzaba a correr, iba a quedarse atrás. Se sintió molesta en ese preciso instante—¡Estáis locos!

—(¡Loco de amor por mi ardiente princesa de ojos verdes y cabello rubio!)—Pensó Adam tan rojo como era posible estarlo y sonriendo como un bobo enamorado hasta más no poder por estar sujetando la mano de Eve mientras corrían juntos hacia la rueda de la fortuna.

—(¡Loca de amor por mi ardiente príncipe de ojos verdes y cabello rubio!)—Pensó Eve sintiéndose exactamente igual que Adam y manifestando lo mismo que él.

—(Eve habría sido demasiado para mí. Es una loca imparable, un huracán destructor que arde más que el Infierno. Fue hecha para Adam, y mi bella luna llena fue hecha para mí)—Pensó muy satisfecho Damian con lo que tenía y muy feliz al final.

—¡Adam, vamos!—Exclamó la ardiente rubia tan estremecida como su amado príncipe rubio.

—¡Sí, my fair lady!—Exclamó el ardiente guardián de Eve, el único con el privilegio de acercarse a ella cuando era más vulnerable, tan estremecido que el Infierno parecía estar helado en comparación con sus llamas internas.

La ruborizada joven se sintió más estremecida al escuchar las palabras de su ángel protector y perfecto y lo miró fijamente a los ojos.

—¡Has dicho que soy your fair lady, your fair lady!—Exclamó Eve—¡Te adoro inmensamente y me enloqueces hasta más no poder, my goodlooking gentleman!

—¡Soy your goodlooking gentleman, your goodlooking gentleman. Me matas del amor. Te adoro más de lo que yo mismo sospecharía jamás. Vas a matarme aquí y ahora!—Exclamó en respuesta Adam manifestando la misma actitud que su adorada hermanita menor.

—¡Me matarás tú a mí, Adam!—Exclamó Eve.

—¡Tú a mí también, Eve!—Le respondió Adam.

Ambos seguían mirándose fijamente a los ojos, esos ojos idénticos a los del otro.

Los jóvenes rubios de ojos verdes brillantes se detuvieron ante un varón de 1 metro y 75 centímetros de altura que era pelinegro y de ojos púrpuras, el cual los miraba con una sonrisa de ternura, ya que verlos agarrados de la mano y tan melosos era algo que le resultaba inmensamente tierno.

—¿Qué se le ofrece a la parejita idéntica?—Preguntó el sujeto manteniendo esa sonrisa tierna y con mucha alegría.

—¿No es obvio, señor? Mi esposa y yo hemos venido a subirnos a la atracción—Dijo Adam serio y calmado mirando fijamente los ojos del varón de 40 años que parecía tener 21 años.

—Qué esposa tan bonita. Ha tenido mucha suerte de poder casarse con ella—Dijo sonriendo despreocupadamente el sujeto.

La expresión de Adam se volvió muy hostil y su puño derecho se cerró y comenzó a hacer toda la fuerza posible, tensando así los músculos del brazo completamente desnudo del rubio.

—¿Qué ha dicho, señor?—Preguntó Adam serio y calmado mostrando una inmensa hostilidad en su mirada y en su voz.

Aquellos ojos que miraban fijamente los ojos del sujeto que era el encargado de permitir el paso a la rueda de la fortuna eran aterradores para este. Aquella mirada mostraba unos celos tan ardientes que podían consumir el Infierno mismo en sólo dos segundos.

La preocupación de Eve por su hermaesposo era tanta que trataba de calmarlo haciendo que sintiera el calor de su mano derecha, la cual le indicaba al rubio que su dueña estaba con él y que estaban conectados ambos físicamente en aquel instante.

—(Me da pena el pobre sujeto. Él no lo ha hecho a propósito, pero es lindo que mi amado Adam se sienta tan celoso en estas situaciones. Adam es infinitamente mucho más lindo. Adam es bello, bellísimo, perfectísimo)—Pensó Eve preocupadísima por su esposo y por el sujeto de la atracción.

—S-Sólo he dicho que... que ella es muy bonita y que usted es muy afortunado por haberse casado con ella—Dijo aterrado el varón de 40 años sin saber qué había hecho mal.

—Mire, señor. No se lo repetiré. Ella es mi esposa. Es mía y sólo mía. Si dice que es linda, siendo yo el único con derecho a hacerlo, me conocerá realmente, y no le gustará hacerlo. No le pasará algo malo, pero no le gustará lo que pasará. Si dice que es fea, me conocerá también. Le recomiendo dejarnos pasar y no decir nada. ¿Entendido?—Esas fueron las palabras del joven de 25 años.

—E-Entendido—Dijo aterrado el sujeto dando la espalda a Adam y disponiéndose a abrir la puerta de una de las cabinas en las que entraban las personas.

—Adam, es muy lindo que te pongas celoso, pero... no quiero verte alterado. Cálmate, por favor—Le dijo Eve preocupada por él y con seriedad mientras lo miraba fijamente a los ojos. Los labios de Eve esbozaron una sonrisa tierna y cálida—Tú eres más lindo, más bello y más hermoso que todo.

Adam se sonrojó hasta más no poder por la sonrisa y por la mirada de Eve y sonrió como un bobo enamorado.

Eve estaba mostrando ya la misma expresión que su amado hermano gemelo y ambos se miraban fijamente a los ojos, perdiéndose así en los ojos del otro, los cuales les permitían ir a ese cosmos donde sólo existían los dos.

—No hay nada más lindo que tú, mi bella y dulce Eve. Haces que anhele comerte a besos, abrazarte y no soltarte bajo ningún concepto—Le dijo Adam con ese tono tierno y cálido tan cargado de amor y de estremecimiento creciente mientras contenía este.

—A-Adam, yo te abrazaría, te devoraría y jamás te soltaría. Te secuestraría y no te dejaría irte de la habitación por diez días—Dijo Eve mostrándose en el mismo estado que Adam.

Al parecer, la temperatura del fuego interior de ambos rubios empezaba a aumentar.

—¿Y qué harías durante esos diez días?—Preguntó Adam rodeando la cintura de Eve con los dos brazos y pegando el cuerpo de la joven al suyo tanto como era posible hacerlo.

Eve rodeó la cintura de Adam con sus brazos sin quererse resistir y lo continuó mirando fijamente a esos ojos que eran tan verdes como los suyos.

—¿Qué no haría?—Respondió Eve con la misma voz cálida, cargada de deseo sexual, cargada de ternura y cargada de estremecimiento creciente y contenido.

Ambos rubios comenzaron a respirar con agitación sintiendo cómo reaccionaba el cuerpo del otro y sus labios se juntaron en un beso tan apasionado y tan tierno al mismo tiempo que la dulzura y la delicadeza no faltaban en este. Sus ojos se cerraron y los dos hermanos se quedaron atrapados en ese universo donde sólo existían ellos. Las caricias a las caderas, la cintura y la espalda no faltaban y eran cada vez más apasionadas, más intensas y más dulces sin cruzar la línea que se presentaba ante los gemelos rubios en aquel instante.

El sujeto de la rueda de la fortuna estaba haciendo subir a otros sujetos en lugar de interrumpir a los gemelos para que subieran. Temía hacer enojar al joven de ojos verdes.

Una vez separados sus labios y sus cuerpos, ambos jóvenes se subieron a una cabina de la rueda de la fortuna y se sentaron juntos y sujetándose la mano usando toda su fuerza y toda su delicadeza, como de costumbre. Los gemelos estaban sentados junto a la ventana del lado derecho de la cabina y en el asiento de dos plazas de dicha parte, siendo que tenían uno vacío de dos plazas en frente, el cual no querían utilizar.

—Adam—Llamó su atención una feliz y sonriente Eve cuya mirada y cuya sonrisa expresaban calidez y ternura infinitas, las cuales iban dirigidas solamente al ladrón de su corazón.

La joven rubia de ojos verdes apoyó la cabeza en el hombro izquierdo del joven rubio de ojos verdes, el cual sonreía de la misma manera en la que ella lo estaba haciendo. Los corazones de ambos jóvenes latían cada vez más rápido y con cada vez más fuerza. A cada nanosegundo que transcurría, el palpitar de sus corazones era cada vez más veloz y más fuerte, latiendo ambos corazones al mismo tiempo, como si fueran uno solo.

—Dime, mi amada Eve—Le dijo Adam con una sonrisa llena de amor, de calidez y de ternura.

Ambos jóvenes estaban tan sonrojados que era imposible estar más sonrojados que en aquel instante, ya que se estaban mirando fijamente a los ojos. La cabeza de la rubia de ojos verdes no estaba ya apoyada en el hombro izquierdo del rubio de ojos verdes.

—¿Tú… has pensado en lo que quieres que tengamos?—Preguntó Eve muy curiosa y poniéndose seria de repente, pero manteniendo el sonrojo todavía.

Adam mostró su sonrisa más llena de alegría y de ternura que antes y se dispuso a responder a la joven rubia que era su frágil y dulce esposa.

—Mi bella y perfecta Eve, my fair lady, mi ardiente princesa de cabellos rubios y ojos verdes, mi ángel bello y protector, mi princesa y mi reina, si yo tuviera la dicha de dejarte embarazada, desearía muchísimo, con todo mi corazón, tener una maravillosa niña, una princesa a la que poder amar incondicionalmente y a la cual proteger sin importar el peligro—Dijo Adam felizmente y mostrando su gran devoción hacia su esposa y su ilusión por tener un futuro brillante con ella—Tengo a una princesa en mi vida y no me arrepiento de nada. Si tuviera a dos, tampoco lo haría. Yo… deseo saber lo que quiere mi bella y estremecida dama.

—(¡Adam lo ha hecho para estremecerme! ¡Me ha dicho todo como me lo ha dicho para causar mi estremecimiento. Adam es maravilloso y perfecto. Él es increíblemente romántico! ¡No llegaré a mañana con vida! ¡Moriré aquí y ahora!)—Pensó Eve increíblemente estremecida y se dispuso a responder justo después a la pregunta indirecta de su amado esposo de ojos verdes—Yo… desearía que tú me embarazaras y tener contigo un niño, un maravilloso niño, un príncipe que fuera protegido por nosotros y que fuera amado incondicionalmente. Yo… desearía poder cuidarlo y convertirlo en un príncipe muy valiente y muy educado.

—¿Y cómo lo llamarías, my fair lady?—Preguntó Adam sonriente mientras miraba con sus ojos fijamente los ojos de su sonrojada esposa, la cual le devolvía la mirada y la sonrisa.

—David, ya que sería bien amado por nosotros—Respondió felizmente Eve sin dejar de sentirse estremecida por causa de su maravilloso, bello y amado marido—¿Cómo llamarías tú a nuestro hijo?

—Jesus, ya que sería hacedor de milagros en nuestra vida. Haría milagros todos los días sacándonos una sonrisa con su mera y maravillosa existencia—Dijo Adam como respuesta sintiendo la felicidad que su esposa le hacía sentir y la felicidad que ella sentía.

—Qué bonitos nombres—Dijo Eve extremadamente feliz sintiendo que su corazón no dejaba de latir a una gran velocidad y con gran fuerza debido a las emociones positivas que sentía su ser. Eve se puso seria al cabo de unos pocos segundos y miró a su amado a los ojos de nuevo con la intención de no despegar su mirada de la de este—Adam, ¿tú cómo llamarías al bebé si fuera una niña?

—Athena. Sería una princesita inteligente y fuerte, como su madre. Ella… sería… mi primera hija, así como Atenea fue la primera descendiente de Zeus—Respondió felizmente Adam manteniendo esa sonrisa en su rostro, la cual le devolvía Eve—¿Tú qué nombre elegirías para nuestra hija, Eve?

—Sin duda alguna, mi amado Adam, la llamaría Lucy—Dijo Eve sonriente y llena de felicidad hasta más no poder—La llamaría así porque ella sería la resplandeciente portadora de la luz de nuestro amor, engendrada por nosotros, parida por mí y cuidada por ambos.

—¿Sabes, mi bella Eve? Nada me haría más feliz que formar esa familia contigo cuanto antes. No tenemos que trabajar para vivir y el dinero nos sobra. Podemos formar una familia cuando tú y yo queramos, my fair lady—Dijo Adam con esa felicidad tan grande que sentía su corazón manifestándose a través de su sonrisa cálida y tierna—Acabo de tener una gran idea.

—Tú siempre tienes grandes ideas, mi ardiente guardián. Cuéntame la que has tenido—Le respondió Eve apoyando la cabeza en su hombro izquierdo y sonriendo con una gran felicidad mientras el sonrojo comenzaba a desaparecer de su rostro.

La sonrisa cálida y tierna había desaparecido ya del rostro de Eve. Una sonrisa alegre y llena de emoción era acompañada por una mirada que mostraba felicidad y curiosidad en cantidades inmensas.

Adam tenía la misma sonrisa que Eve y su mirada mostraba la felicidad que, durante mucho tiempo, ambos hermanos habían anhelado y no habían podido alcanzar debido al veneno inyectado por las ideas erradas de sus padres. Al igual que Eve, Adam no pensaba casi nunca en sus amados padres, sino que ambos pensaban casi todo el tiempo en lo felices que eran y en lo que podían hacer para ser mucho más felices aún.

—Si tenemos una niña, se llamará Athena Lucy White. Si tenemos un niño, se llamará David Jesus White. Si tenemos niño y niña, lo cual puede llegar a suceder, ya que somos gemelos y, por ende, podríamos tener dos hijos, ya que es inmensamente probable que los tengamos, la niña se llamará Athena Lucy White y el niño se llamará David Jesus White. ¿Qué te parece la idea, Eve?—Le dijo Adam a Eve sonriente.

—¡Me encanta, Adam. Amado mío, eres un verdadero genio. Siempre lo has sido y siempre lo serás!—Exclamó Eve extremadamente emocionada y lo siguiente que sucedió fue que el rubio terminó debajo de su hermana menor, la cual lo tenía apresado entre su cuerpo y el asiento de la cabina de la rueda de la fortuna.

Los brazos del rubio de ojos verdes rodearon la cintura de la rubia con una calidez inmensa y con una delicadeza inmensa sin lastimar dicha cintura y usando toda la fuerza que poseía su dueño. La rubia no dejaba de acariciar las mejillas de Adam sintiéndose tan feliz, tan estremecida y tan viva que todo su ser parecía estar a punto de explotar en cualquier momento. Los labios de la joven se acercaron tanto a los del joven que ambos rubios de ojos verdes brillantes pudieron sentir enseguida la respiración propia chocando con la del otro y mezclándose con ella al mismo tiempo que sus alientos hacían lo mismo. Hasta con sus rostros chocaban la respiración y el aliento del otro. Cuando sus labios se juntaron, ambos jóvenes comenzaron a perderse completamente en los labios del otro y en ese universo en el que sólo existían ambos. Los labios de Adam comenzaron a devorar con gran intensidad y con gran ternura los labios de Eve y los labios de Eve comenzaron a hacer lo mismo con los de Adam de inmediato. Los dos jóvenes de 25 años de edad estaban perdidos en ese cosmos donde sólo existían ambos y cerraron sus ojos para dejarse llevar por lo que sentían y nunca salir de dicho cosmos. Las caricias a la espalda, las caderas y la cintura de Eve por parte de Adam comenzaron al mismo tiempo que se intensificaban un poco las caricias de la joven rubia a las mejillas y al vientre de su amado hermano mayor. Las caricias de Adam eran al cabo de unos pocos segundos tan intensas, tan tiernas y tan dulces como las de Eve.

Al cabo de dos minutos, ambos jóvenes dejaron de besarse y separaron sus labios habiendo disfrutado aquel beso sin lengua. Una vez recuperado el aliento y con los ojos abiertos, los cuales habían abierto poco antes de poner fin a su apasionado y dulce beso, ambos jóvenes se quedaron mirándose fijamente a los ojos con toda su calidez y con toda su ternura, las cuales eran infinitas, manifestando así un amor infinito. Sus labios estaban casi pegados y ambos iban a aprovechar la situación en la que se encontraban.

—Mi amado Adam, salga lo que salga, lo amaré con todo mi corazón y estaré satisfecha—Dijo Eve sonriente y feliz hasta más no poder.

Los movimientos de sus labios habían sido caricias para los labios del joven rubio, el cual se sintió tan estremecido que no pudo evitar pensar en lo que sucedería aquella noche. Adam pensó justo después que la joven rubia sabía perfectamente lo que estaba haciendo.

—Mi amada Eve, yo me sentiré satisfecho también sin importar lo que salga. Amaré al fruto de nuestro amor con todo mi corazón—Dijo Adam con sus labios acariciando los de Eve de una forma tan dulce y tan tierna para la joven rubia que el rubio no pudo evitar sentirse como alguien que había logrado lo que deseaba—(Ella está estremeciéndose aún más. Justo lo que quería que pasara).

—(A-Adam, esta noche, vas a tener que tomarme. Nos calmaremos rápidamente y será esta noche cuando no tengamos necesidad alguna de calmarnos, ya que podremos volvernos uno físicamente otra vez. ¡Será maravilloso! ¡Adam es tan irresistible!)—Pensó Eve sintiendo lo mismo que su amado hermano mayor y esposo.

Ambos jóvenes se comenzaron a perder nuevamente en la mirada del otro, la cual los llevaba a ese universo en el que sólo ambos existían, y tanto Adam como Eve volvieron a besarse con ese estremecimiento y con esa ternura que los consumían y los llenaban cada vez más. Comenzaron a cerrar sus ojos los dos gemelos al mismo tiempo y se terminaron quedando en ese universo en el cual sólo ambos existían mientras se decían un “Te adoro” no tácito que consistía en un beso con lengua y en caricias al cuerpo del otro como las que habían estado sintiendo un instante antes estando en la misma posición en la que se hallaban.

Adam e Eve separaron sus labios tres minutos después y, durante los diez minutos restantes, ambos estuvieron contemplando la vista que les ofrecía su estancia en la cabina de la rueda de la fortuna en la parte más alta. Habiendo quedado ambos maravillados, los gemelos White bajaron agarrados de la mano y con una sonrisa en los labios que mostraba calidez y ternura infinitas, al igual que lo hacía la mirada de cada uno de ellos. Ambos hermanos estaban tan sonrojados que cualquier pimiento morrón demasiado maduro fusionado con un tomate demasiado maduro desearía matarlos por pura envidia.

El sujeto que los había recibido antes miraba al rubio con terror todavía. A Adam poco le importaba que aquel sujeto le tuviera terror. Incluso le parecía inmensamente conveniente que aquel varón de 40 años sintiera terror hacia él, ya que así no haría lo que no tenía que hacer.

—Adam, ¿qué quieres hacer ahora?—Le dijo Eve a su hermano mayor y marido mirando fijamente esos ojos que tanto amaba mientras sonreía y mantenía ese sonrojo en su rostro.

Aquel rostro femenino le resultaba angelical y perfecto a Adam y jamás podría resistirse a dicho rostro.

—Lo que sea que te haga feliz estará bien, mi ardiente princesa—Le dijo Adam con todo su amor y con toda su alegría a su amada esposa y hermana menor manteniendo en su rostro ese sonrojo que ella le causaba y esa sonrisa que sólo a ella le dedicaba.

—Entonces… ¡vayamos a comer algo, mi apuesto caballero!—Respondió Eve algo pensativa al inicio y muy estremecida al final, liberando con cada palabra toda la emoción creciente causada por su amado rubio y por la situación en la que ambos se hallaban en aquel instante.

—Como quieras, hermanita—Le respondió Adam con una sonrisa cálida y tierna en sus labios, la cual sólo le dedicaba a ella.

—¡Vamos ya!—Exclamó Eve comenzando a correr extremadamente estremecida sin soltar la mano de su amado hermano mayor.

Adam sólo se mantuvo sonriente y con un rubor insuperable y comenzó a correr tan velozmente como podía hacerlo para no terminar cayéndose al suelo debido a la pasión infinita de su dulce y comestible hermana menor. Ambos corrieron durante diez minutos hasta llegar a una zona en la que había varios puestos de comida muy variada y de muy buen aspecto y otros puestos de premios con juegos entre medias. Era un lugar muy interesante y los gemelos White no perderían la oportunidad de disfrutar todo lo que estuviera a su alcance.

—¿Qué quieres comer primero, Eve? ¿Algo dulce o algo salado?—Le preguntó Adam lleno de felicidad y de curiosidad sin dejar de sonreír como siempre lo hacía cuando estaba junto a ella en aquellas ocasiones.

—Algo dulce estará bien para empezar—Le contestó la rubia a su hermano mayor y marido sintiendo una felicidad inconmensurable e indescriptible en aquel instante.

—Como su Majestad desee—Le dijo Adam mostrando todavía ese sonrojo y esa sonrisa que tenía en su rostro cuando estaba con su esposa en aquellas ocasiones.

Eve volvió a comenzar a correr sin avisar a su amado Adam y este hizo lo que siempre hacía. Ambos probaron la comida de cada puesto, desde lo más dulce hasta lo menos dulce y desde lo más salado hasta lo menos salado. En un momento dado, estando Eve lamiendo una paleta de helado de fresa que sostenía con la mano izquierda, ya que Adam le seguía sujetando la derecha, ambos caminaban con calma y con mucha alegría por la zona de los puestos. Se movían entre las personas y el estremecimiento de Eve era algo que variaba de un instante a otro yendo siempre en aumento, pero ella lo estaba conteniendo, ya que lo iba liberando por medio de algunos actos que surgían en determinados momentos.

—¿Qué miras tanto, Adam?—Preguntó Eve lamiendo la parte comestible de la paleta de helado de fresa de forma casi continua.

—Siento celos de esa paleta. Si quieres lamer algo, yo estoy disponible a todas horas—Dijo Adam sintiendo celos, pero no los celos hostiles que solía manifestar cuando estaba ante una persona que hacía que se sintiera celoso.

—No te preocupes, mi amado Adam. La paleta está deliciosa, pero tú estás infinitamente mucho más delicioso. Esta paleta no va a quitarte tu puesto como lo mejor para mí. Siempre preferiré lamerte a ti. Tú tienes algo mucho más delicioso que esta paleta de helado—Le respondió Eve sonriente y con un sonrojo insuperable sabiendo perfectamente que él necesitaba escuchar esas palabras, a pesar de saber perfectamente lo que ella le iba a responder.

—Ya veo. Me siento mejor después de haber escuchado esas palabras—Dijo Adam sonriente y feliz sin dejar de estar sonrojado y enternecido por causa de su adorada esposa.

—No te has excitado, Adam. Cualquier otro varón me habría mirado con deseo nada más decirle que tiene algo que es mucho más delicioso que una paleta de helado y que yo quiero lamer ese algo. Que no te excites todo el tiempo por esos comentarios es algo que adoro de ti como y cuanto no te imaginarías ni sospecharías jamás de los jamases y nunca de los nuncas—Respondió Eve mostrando todo su agrado hacia la actitud de su hermano mayor por medio de sus palabras y de sus gestos, a pesar de saber que él ya sabía eso perfectamente.

Lo había dicho para que Adam tuviera el placer de escuchar cómo salía de sus labios esa respuesta. Después de todo, la joven rubia sabía perfectamente que su amado hermano gemelo adoraba inmensamente escucharle decir esas palabras con su propia boca, aunque conociera casi a la perfección a la dueña de dicha boca.

—Yo no me excitaría en cualquier momento por un comentario tuyo. Nosotros somos uno solo y no quiero excitarme por unas palabras tan puras y tan bellas como esas. Mi amada Eve, eres perfecta y me moriría sin ti—Dijo Adam a Eve aquellas palabras con la intención de darle a ella el placer de escucharle decir a su amado dichas palabras.

Enseguida, Eve miró a su hermano fijamente a los ojos como si no supiera lo que este tenía planeado hacer. Sabía que una idea provocativa se le había ocurrido, pero no se imaginaba qué era lo que planeaba su amado hermanito mayor, aquel que siempre la había cuidado, amado y mimado de todas las formas posibles.

Adam soltó de inmediato la mano derecha de Eve y la rodeó por la cintura con ambos brazos al mismo tiempo mientras pegaba ese cuerpo femenino que tanto le encantaba a su propio cuerpo tanto como era posible hacerlo.

—¿A-Adam?—Preguntó Eve muy sorprendida y manteniendo ese sonrojo insuperable en su rostro mientras Adam acercaba su rostro al de ella.

—Hermanita, lo que estoy planeando te va… a encantar—Le dijo Adam sonriendo con calidez y ternura infinitas mientras miraba con calidez y ternura infinitas fijamente esos ojos que estaban tan estremecidos como los suyos.

Adam continuó acercando su rostro al de Eve y ella se sorprendió inmensamente al ver que la lengua del rubio pasó por la parte dulce de lo que quedaba de aquella paleta de helado. Enseguida, la joven vio la crema rosada en la lengua de su amado y comprendió lo que él deseaba hacer.

—A-Adam, tú… tú estás… proponiendo algo muy sugerente—Dijo avergonzada hasta más no poder la joven rubia de ojos verdes brillantes mientras no apartaba su mirada de la mirada de su amado esposo.

—Me encanta verte tan avergonzada y tan dispuesta a colaborar. Quiero que… dejes salir todo tu estremecimiento en este instante, que degustes conmigo este helado hasta el final y que… te dejes llevar—Le dijo Adam con un gran estremecimiento contenido que iba acompañado de ternura y calidez infinitas.

—Si eso te hace… feliz y te satisface, yo… acepto hacer lo que quieras—Dijo Eve como respuesta mientras comenzaba a mostrar el estremecimiento que había estado conteniendo un poco liberado.

La joven rubia rodeó con su mano derecha la cintura de su amado rubio de ojos verdes y ambos comenzaron a dejarse llevar. Adam lamía la paleta cada vez que se agotaba la crema rosada de esta y acercaba de nuevo su lengua a la lengua de Eve, quien dejaba que ambas lenguas batallaran en medio de un beso en los labios que era cada vez más apasionado. Ambos jóvenes se acariciaban la cintura, la espalda y las caderas con delicadeza, ternura e intensidad crecientes mientras permanecían con los ojos cerrados para no salir de ese cosmos en el que solamente ellos existían.

Cuanto más duraba el beso especial que se estaban dando los gemelos White, más enloquecían ambos debido al sabor de la boca del otro combinado con el sabor del helado. Obviamente, el sabor más adictivo era el sabor de la boca de la otra persona para ambos gemelos. Los labios de la rubia evitaron volverse a juntar con los labios de Adam y este sólo se quedó esperando que fuera su amada esposa quien comenzara a tomar la iniciativa. Ambos jóvenes abrieron los ojos y, acto seguido, ambos pudieron ver en los ojos del otro el deseo de seguir adelante. Eve miraba a Adam con esa mirada decidida y cargada de calidez y ternura que mostraba vergüenza también, esa misma vergüenza que la joven había sentido el día que había decidido tomar la iniciativa siendo la primera en desvestirse ante su amado.

—Adam, quiero ser una hermanita cariñosa y activa, así que déjame seguir a mí con esto—Le dijo Eve a Adam con esa mirada decidida y llena de amor infinito que sólo él había podido llegar a ver.

Se podía notar lo avergonzada que estaba Eve, pero ella deseaba hacer feliz a su hermano mayor y sabía que él deseaba hacer lo que estaban haciendo. Sabía perfectamente que él había elegido algo que no fuera desagradable para su amada hermana menor, ya que no deseaba incomodarla de alguna forma. Después de pensar en todo eso, la joven se dispuso a complacer el deseo de Adam, siendo ella portadora del mismo deseo que había en el interior de su amado, lo cual hacía que ella tuviera tantas ganas como el rubio mayor de consumir el helado junto a su otra mitad hasta no dejar nada.

—Está bien, Eve. Sé cariñosa y mímame. Cumple con tu deber como hermanita menor. Yo cumpliré con mi deber como hermano mayor—Dijo Adam completamente dominado por el estremecimiento que sentía mientras mantenía la calidez y la ternura en su mirada y en su sonrisa.

Eve se sentía tan feliz como su hermano y tan estremecida como este y deseaba ser activa, y no sólo dejarse besar por quien la había estado besando con tanto amor y de una forma tan dulce y tan sugerente. El estremecimiento contenido se iba a liberar más de lo que lo había hecho ya en breve.

Ambos rubios retomaron su romántica, tierna y adictiva actividad de inmediato y, justo después de ser reanudado el beso siendo Eve quien llevaba la iniciativa, los ojos de las dos mitades del reflejo se cerraron para que cada una de ellas pudiera quedarse en ese universo en el que sólo ambas existían. Acto seguido, las caricias a la espalda, la cintura y las caderas del otro fueron reanudadas por ambos lados, siendo aquella escena una escena extraña para la mayoría de las personas que caminaban por aquella zona, pero, para quienes estaban disfrutando aquel momento al máximo, se trataba de una escena que no tenía nada de extraña.

—(¡Adam, Adam! ¡Déjame complacerte y ser tu ayuda idónea de esta manera! ¡Déjame hacerte sentir satisfecho siendo muy mimosa contigo, aunque sea de esta forma tan vergonzosa! ¡Adam, eres mío y sólo mío. Te adoro y moriría sin ti! ¡Me vuelves demente y no sé lo que haría si tú me faltaras un solo nanosegundo!)—Pensó Eve completamente dominada por el amor que sentía hacia Adam con un creciente estremecimiento que no dejaba de avanzar por todo su ser, dominándolo sin piedad a una velocidad sorprendente.

—(¡Eve, Eve! ¡Quiero hacerte feliz y hacer que experimentes lo que no has experimentado hasta ahora! ¡Deseo ser tu ayuda idónea y hacer que mis mimos te hagan sentir satisfecha y llena de vida. Eve, Eve, eres mía y solamente mía. Te adoro y no podría vivir sin tu amor y sin tu presencia en mis días, my fair lady! ¡Me vuelves tan loco que me moriría si tú me faltaras un solo nanosegundo más. No sé lo que haría yo sin ti en mis días y en mi vida!)—Pensó Adam en aquel instante mientras seguía tratando de dar todo su amor a la persona de la que estaba tan enamorado.

Cinco minutos después, ambos jóvenes acababan de llegar a un puesto en el que había siluetas de cartón con la forma de Crono, el rey de los titanes durante la Edad de Oro, y dardos de color amarillo como el rayo. Había varios premios diferentes y los dos rubios estaban justo en frente del puesto relacionado con ese juego con premios.

Entre los premios, había uno que destacaba. Se trataba de un colgante con una cadena, la cual era muy fina, hecha de plata. Una luna en fase de cuarto creciente hecha de plata colgaba de la cadena del collar.

Nada más ser visto aquel collar por la ardiente rubia de ojos verdes, ella se mostró extremadamente ilusionada y se mostró decidida de inmediato.

—¿Qué sucede, chavala?—Le preguntó el sujeto que estaba en el puesto con una sonrisa triunfal—¿Quieres jugar?

El varón tenía 60 años, pero aparentaba tener 21 años de edad.

—Claro que sí. Jugaré—Contestó Eve muy decidida a ganarse el colgante y muy emocionada por la idea de obtenerlo.

—¡Ánimo, Eve! ¡Tú puedes!—Exclamó Adam permaneciendo a unos pocos centímetros de distancia de su ardiente esposa con una mirada que expresaba todo el amor que él sentía por ella mientras su ardiente determinación se mostraba en esos ojos verdes que eran idénticos a los de la joven.

Los brazos del rubio eran alzados con fuerza y de forma constante mientras sus puños estaban cerrados sin hacer fuerza.

—Sé que puedo, Adam. Gracias por tus ánimos, hermanito—Dijo Eve muy seria y muy segura de sí misma sonriendo de lado al inicio y sonriendo muy agradecida al final por un instante para luego volver a sonreír de lado y a estar muy seria.

Su mirada mostraba una inquebrantable confianza en sí misma por parte de su dueña.

—¡No hay nada que agradecer. Averigua las reglas y gana!—Exclamó Adam animando aún a Eve con aquella actitud tan intensa.

—El juego consiste en darle al centro de la diana que tiene Crono, rey del universo, en el lado izquierdo del pecho con un dardo amarillo. Esos dardos se llaman Dardos Rayo. Si aciertas una sola vez al centro, habrás atravesado al rey de los titanes con un rayo y será encerrado en el Tártaro. Si lo logras, te llevarás el premio que más te guste de la parte superior. Si fallas pero le das a la diana, te llevarás un premio de la parte inferior. Si no das a la diana, no te llevas nada. Dime, hija de Crono. ¿Lanzarás un rayo a tu padre con éxito o fallarás en el intento?—Le explicó el sujeto de 60 años, quien parecía saber bastante de mitología griega.

—¿Cuántos intentos tendré?—Preguntó Eve seria y calmada mientras su hermano la miraba en silencio y pensativo.

—Tres. Un dólar por tres intentos. Si quieres jugar después del primer disparo en el caso de que este sea exitoso, sólo debes usar los otros dos dardos—Explicó serio el joven de 60 años y sonrió victorioso al final—Adelante, hija de Crono. Derroca a tu padre si eres capaz.

—(Le encanta la mitología griega y puedo notarlo. Vamos, Eve. Tú puedes, hermana. Demuestra a ese sujeto que tienes buena puntería)—Pensó Adam con agrado hacia la temática del juego y hacia los gustos del dueño de dicho juego manifestando al final su apoyo hacia su esposa.

—Acepto—Dijo Eve segura de sí misma al cien por cien mientras daba 1 dólar al sujeto de 60 años que medía 1 metro y 70 centímetros de altura.

Una vez que los Dardos Rayo estaban en la mano izquierda de Eve, su hermano sólo la animaba mentalmente con calma sin dejarla de mirar fijamente a la parte trasera de la cabeza.

—(Crono, nadie ni nada se interpondrá entre mi premio y yo)—Pensó la rubia de ojos verdes muy decidida mientras su mirada ardía más que el Infierno mismo.

Su primer disparo acertó muy cerca del "corazón" de Crono, pero no en este. Eso, lejos de desanimar a la Princesa, causó que ella se dispusiera a lograr su objetivo con el siguiente disparo.

—(Crono, ¡vas a caer!)—Pensó Eve decidida a acertar con su segundo disparo.

Al igual que sucedió con el primero, el dardo lanzado por la mano izquierda de la joven, ya que ella no siempre había sido ambidiestra, acertó muy cerca del "corazón" del padre y tío de los dioses olímpicos. El siguiente disparo era el último.

—(No me conviene gastar mucho dinero en esto porque ninguno de los cuatro trajo tarjeta de crédito. No debo usar todo el dinero en este juego. Adam me daría el suyo gustoso, pero no quiero que haga eso. Este será mi último intento. Si fallo, no habrá nada que yo pueda hacer)—Pensó Eve seria y calmada sin dejar de mostrarse decidida.

Habiendo analizado la situación, la rubia se dispuso a disparar hacia el centro de la diana el último "rayo".

—Vamos, rubita. Es tu última oportunidad—Dijo el varón de 60 años, desafiándola así—A ver si tu puntería mejora—Esas últimas palabras fueron la parte final del desafío.

—(Eve es una princesa guerrera y no necesita que su príncipe le consiga el premio. Confío plenamente en ella. Además, sería un insulto a sus capacidades no permitirle intentar lograrlo con sus propias manos)—Pensó Adam muy serio y confiando en Eve plenamente—(¡Tú puedes, amada esposa!).

Eve lanzó el último dardo amarillo como el rayo a la diana. El último intento sería decisivo. Cuando el dardo iba a unirse a la diana, la dirección que tomó no fue la del centro, sino la del punto que había justo debajo.

La expresión de Eve se volvió de desánimo y sus puños comenzaron a hacer mucha fuerza debido a la frustración que sentía. La joven comenzó a ponerse triste enseguida ante un preocupado Adam, el cual no dudó en acercarse sabiendo cómo se sentía su adorada esposa y sintiendo que ella sentía todo lo negativo que estaba sintiendo en aquel instante.

—Debería haberlo logrado. No pude acertar ni una sola vez... (Debería haberlo... ¡logrado!...)—Susurró Eve mientras unos brazos rodeaban su cintura delicadamente y con mucha ternura sin lastimar su cuerpo ni lo más mínimo.

Ella miró hacia su izquierda con el rabillo del ojo sabiendo perfectamente de quién eran aquellos brazos.

—No estés triste, my fair lady. Si quieres esa joya, yo te la conseguiré—Susurró Adam con calidez y ternura infinitas en su voz aquellas palabras a su amada hermaesposa.

La joven se sintió mejor debido a las nobles intenciones de su amado y debido a sus dulces palabras cargadas de calidez y ternura infinitas.

—Muchísimas gracias, mi amado Adam. Aunque yo te dijera que no gastaras dinero en mí, lo harías igualmente, así que no tengo otra opción. Acepto—Le dijo en susurro la joven rubia al rubio que le había susurrado lo anterior al oído izquierdo con una sonrisa tierna y cálida a partir de la tercera palabra y con su corazón libre de todo malestar.

—No hay nada que agradecer. Sólo hago lo que un buen hermano mayor haría por su hermanita menor, amor mío—Le dijo Adam a Eve con todo su amor en su sonrisa y en su mirada mediante un susurro a su oído izquierdo.

La joven de 25 años se sentía tan feliz y tan estremecida por escuchar aquellas palabras que su estremecimiento y su felicidad eran inmensísimos en aquel instante.

Unos segundos después, Adam soltó a su esposa y se volteó por un instante para dedicarle una sonrisa tierna y cálida y una mirada igual de tierna y de cálida a ella. Ambos acabaron tan sonrojados como siempre y sonriendo como dos bobos que estaban enamorados hasta más no poder. Adam se volteó de inmediato y se comenzó a calmar mientras se ponía serio y el rubor desaparecía progresivamente de su rostro. Eve se sentía tan feliz que no dejaba de mirar a su hermano fijamente a la parte trasera de la cabeza sintiendo una inmensa alegría y un estremecimiento increíble en su corazón enamorado.

—¡Ánimo, amado mío. Derrota a Crono. Demuestra quién es el mejor. Vamos. Tú puedes!—Exclamó la joven inmensamente emocionada y tan llena de vida que tenía vida para dar y tomar mientras movía sus brazos como el rubio lo había estado haciendo antes.

—(Mi bella Eve, eres tan bella y tan... ¡perfecta! No hay nadie como tú, mi bella dama)—Pensó Adam sintiéndose cada vez más motivado.

—¿Piensas ganar el premio para ella?—Preguntó desafiante el dueño del puesto estando cruzado de brazos—Adelante. Inténtalo. Sé un buen... novio.

—Tome su dólar—Dijo Adam serio y decidido mientras sacaba 1 dólar de su bolsillo derecho del pantalón habiendo bajado la cremallera con la mano derecha y se lo colocaba en la mesa al sujeto de 60 años con calma y cuidado.

Acto seguido, Adam se subió la cremallera del pantalón de chándal de verano que utilizaba aquel día y miró con una sonrisa ladina al dueño del puesto fijamente.

—Puedo ver la misma confianza que manifestaba la rubia en sus ojos en los tuyos. Caerás como ella—Dijo arrogantemente el sujeto de 60 años tomando el dólar estadounidense y guardándolo en la caja registradora.

—(Ganar ese premio será extremadamente sencillo para mí. Hermanita, tendrás ese colgante que tanto deseas. Te lo prometo)—Pensó Adam serio y decidido.

Justo después, el sujeto de 60 años le pasó con una sonrisa triunfal los tres dardos amarillos a Adam usando la mano derecha. El joven tomó los dardos con la mano derecha y se colocó en la posición correcta con una mirada más ardiente que el mismísimo Infierno y con una seriedad absoluta en su rostro.

—(Sólo necesitaré un disparo)—Pensó Adam lanzando los tres dardos de una sola vez con la mano derecha.

Cada uno de ellos fue desviado lo suficiente por los otros, logrando que uno acertara en el punto central de la diana.

El sujeto de 60 años estaba sumamente sorprendido. Su cara era de estupefacción en aquel instante.

—Yo sabía desde el principio que iba a ganar ese premio. Usted fue tan arrogante que creyó que yo no lo ganaría—Dijo Adam con una sonrisa triunfal en su rostro mientras su emoción crecía más y más a cada nanosegundo al mismo tiempo que lo hacía la de su otra mitad.

—¡Sí!—Exclamaron al unísono ambos hermanos sonriendo con gran felicidad mientras golpeaban el aire hacia arriba con los puños usando toda su fuerza al mismo tiempo que daban un salto veloz y ágil.

—¿C-Cómo ha podido alguien como tú acertar habiendo tirado tres dardos a la vez?—Preguntó el dueño de aquel puesto con gran curiosidad y con bastante nerviosismo apoyando todavía las manos sobre la mesa de madera.

—Usted no lo entendería, aunque yo se lo explicara. Quiero el collar con la luna—Dijo Adam serio y calmado señalando con el dedo índice de la mano derecha la joya que tanto deseaba su amada Eve.

Acto seguido, Adam dejó de señalar el collar que tenía el colgante con forma de luna en fase de cuarto creciente y bajó su brazo completamente. Lo siguiente que hizo fue cerrar el puño derecho sin hacer fuerza.

—Como quieras. Tú has ganado. Puedes pedir algo más si lo deseas, ya que los tres dardos acertaron en la diana—Dijo resignado y con cierto fastidio el varón de 60 años.

—Quiero un colgante que complemente el que mi esposa desea, un colgante que se una al suyo y que se separe también. ¿Tiene algo por el estilo?—Le respondió Adam serio y calmado sabiendo muy bien lo que deseaba para sí mismo.

—Tengo lo que tú buscas, chico—Dijo serio el joven de 60 años mirando fijamente los ojos del joven de 25 años mientras señalaba con su dedo índice izquierdo un colgante de oro con una cadena de oro que era tan fina como la del colgante de plata.

El colgante era la parte restante de la luna de plata y tenía un imán insertado en la parte cuya forma encajaba con la luna en cuarto creciente.

La explosiva y adorable reacción de fondo de Eve hacía que Adam se muriera de la ternura, ya que su esposa era adorable, bella y perfecta hasta cuando se estremecía de esa manera.

Nada más ver el colgante dorado, Adam sonrió satisfecho y miró serio y calmado de inmediato los ojos del dueño del puesto fijamente.

—Lo quiero—Dijo Adam sin mostrar algo que no fuera calma, seriedad y mucho interés.

—De acuerdo, chico. ¿Qué harás con respecto al tercer premio?—Respondió curioso y serio el varón de 60 años.

—No lo quiero. Ya me espera uno mucho más valioso—Dijo Adam serio y calmado sintiendo una gran felicidad en su corazón.

Una vez recibidas las joyas, Adam sintió cómo unos brazos rodeaban con delicadeza, ternura y calidez infinitas su cintura y supo de inmediato de quién eran dichos brazos. Algo mullido y de gran tamaño estaba pegado a su espalda tanto como era posible estarlo y él sabía perfectamente qué era ese algo.

—Muchísimas gracias, Adam. Atesoraré ese colgante toda mi vida. Lo usaré en cada ocasión especial y me lo pondré siempre que tú quieras que lo haga, aunque no se trate de una ocasión especial—Dijo Eve susurrando estremecida cada palabra con gran gratitud y con un inmenso amor hacia su amado esposo que no dejaba de crecer más y más a cada nanosegundo que transcurría.

Un beso en la mejilla lleno de ternura y de dulzura infinitas fue dado a la mejilla izquierda del joven rubio y este se sintió tan feliz y tan agradecido por haber recibido ese beso que todas sus emociones positivas se elevaron hasta la estratosfera y siguieron elevándose más allá del sol.

—(¡De este premio hablaba yo! No lo había pedido, pero sabía que lo iba a recibir. Eve es perfecta, perfecta, simplemente... ¡perfecta! ¡Ella va a matarme del amor y de la ternura en este preciso instante!)—Pensó Adam sonrojándose tanto como era posible hacerlo mientras sonreía como un bobo que estaba enamorado hasta más no poder—No hay nada que agradecer, my fair lady—Dijo Adam en susurro para estremecer más aún a su tentadora esposa.

—Adam, si sigues así, tendrás que ir a la tumba a visitarme, my goodlooking gentleman—Respondió la rubia tan estremecida, tan feliz y tan sonrojada como su amado marido.

—Eso será si no me mata tu encanto primero, my fair lady—Le susurró Adam a Eve sin querer separarse de ella mientras le acariciaba intensa y delicadamente con sus manos las muñecas por la parte de arriba, mostrando así que no deseaba lastimarla ni lo más mínimo y que la adoración que sentía por ella no tenía límites.

Ambos hermanos se fueron de allí diez minutos después habiéndose besado apasionada y tiernamente entre caricias a la cintura, a la espalda y a las caderas con los ojos cerrados y usando desde el comienzo la lengua.

Todavía no había llegado el mediodía. Ambos jóvenes tenían muchos planes maravillosos para aquel día y esos planes iban a ser llevados a cabo con éxito. Sentados en un banco de madera marrón clara de una zona que tenía mucho césped y algunos árboles, los dos jóvenes estaban tomándose un helado, igual que en los viejos tiempos. Incluso los sabores coincidían con los de aquella cita en la cual habían conocido a Damian.

—Adam, ¿crees que papá y mamá estarán bien?—Aquellas palabras serias y cargadas de preocupación lograron sorprender bastante al rubio de ojos verdes, quien miró fijamente los ojos de su amada esposa con los suyos dando otra lamida a su helado de menta con raspaduras de chocolate negro.

—No sé si están bien, pero dependerá de ellos estar bien o mal. Si ellos deciden seguir sin querer entender, aprisionados por su fe religiosa, no podrán estar bien. Mientras tengan esas creencias, no podrán volvernos a ver, Eve, pero ese tema es un tema del que no deseo hablar en este instante—Dijo Adam tan preocupado y tan serio como Eve por los padres de ambos y preocupado por la rubia sobre todo—Anímate, amor mío. Todo estará bien.

Adam sonrió a Eve cálida y tiernamente para que ella ya no se sintiera preocupada. No servía de nada preocuparse por unas personas que debían aprender de sus errores para poder tener una mejor vida sabiendo que el proceso sería muy lento. Adam lo sabía perfectamente y, habiendo pensado en ese detalle, trataba de evitar que el tema de conversación elegido por su hermana hiciera de aquella alegre cita una cita triste.

La sonrisa cálida y tierna de Adam fue correspondida de inmediato por Eve y ambos se comenzaron a sonrojar hasta alcanzar el sonrojo más intenso que era posible alcanzar. Ambos sonrieron como bobos enamorados y se siguieron mirando fijamente a los ojos con todo el amor de su ser entero mientras se disponían a sonreír cálida y tiernamente de nuevo, lo cual hicieron de inmediato.

—Vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí?—Preguntó una voz femenina con mucho interés, una voz que no era conocida para ninguno de los dos gemelos.

Ambos miraron con seriedad y calma en su rostro hacia la dirección de la que venía la voz femenina y continuaron dando algunas lamidas a su respectivo helado de cucurucho.

—¿Qué hace una hermosura como tú perdiendo su tiempo con otra persona?—Preguntó con un tono seductor la joven que estaba a unos pocos centímetros de distancia de los gemelos White mientras miraba fijamente los ojos de uno de ellos.

La rubia miró con hostilidad a la joven que estaba frente a ella debido a la hostilidad que sentía su corazón por la mirada seductora que dicha joven le lanzaba a su marido. La rubia de ojos verdes evitaba apretar el puño derecho con toda su fuerza porque su amado esposo sostenía su mano derecha con su mano izquierda, lo cual hacía que no tuviera una mano disponible para hacer fuerza, ya que la mano izquierda sujetaba su helado de fresa y crema rusa, el cual ya casi no tenía crema.

—¿No te gustaría pasar un buen rato conmigo, joven adonis?—Le preguntó la joven con ese tono de voz seductor a Adam mientras lo miraba fijamente a los ojos ante la mirada de una Eve que ardía de celos.

—¿Quién cree usted que soy, señorita?—Le preguntó Adam serio y calmado mientras mostraba aquella fría indiferencia que siempre mostraba a las personas que trataban de cortejarlo.

—Creo que eres un chico muy apuesto y muy fuerte—Dijo con una sonrisa coqueta la joven de 26 años.

—Yo no estoy interesado en usted, señorita. Le pido por favor que se retire y no vuelva a tratar de cortejarme—Dijo Adam serio y calmado mostrando mucha educación, ya que no hacerlo sería algo malo.

—(Desgraciada, aléjese de mi macho. Hembra intrusa. Déjelo en paz, a menos que quiera conocerme)—Pensó Eve con una mirada hostil muy intensa mientras su helado se derretía cada vez más sin que le importara lo más mínimo—(¡Aléjese de mi Adam. Él es mío!).

La mano izquierda de Adam sostenía con toda la fuerza que su dueño poseía delicada y tiernamente la mano derecha de la rubia de ojos verdes con el propósito de calmarla. La preocupación del rubio hacia su hermana menor era más que obvia.

—Vamos. Si tiene a alguien, debe saber que yo no soy celosa—Dijo la joven insistentemente con una sonrisa seductora y con una mirada igual de seductora sin dejar de mirar fijamente los ojos del rubio mayor.

—(Pero yo sí, sucia desgraciada. ¡Aléjese ya de mi marido! ¡Ya la ha rechazado!)—Pensó Eve fulminando con la mirada a la joven de ojos azules y cabello más oscuro que el suyo.

La joven se dio cuenta y miró con mucha curiosidad desde arriba hacia abajo y desde abajo hacia arriba a la rubia de ojos verdes durante un par de segundos. Finalmente, volvió a mirar a Adam fijamente a los ojos con la intención de seducirlo y se relamió los labios lentamente.

—(Desgraciada. ¡Aléjese de mi Adam de inmediato!)—Pensó Eve muy llena de celos y de enojo—(Adam es mío y sólo mío, desgraciada. Es mi macho. ¡Mi macho, y no el macho de otra hembra!).

—¿Has cambiado de idea, guapo?—Preguntó la joven de ojos azules—Me llamo Melany. Puedo darte mi número si has cambiado de idea o puedo dártelo y esperar a que cambies de idea.

—Mire, señorita Melany. No sirve de nada que insista, ya que yo no estoy interesado en usted. Le dejaré muy claro que estoy casado y que mi esposa es una mujer muy celosa—Le dijo Adam seriamente y con calma mientras su fría indiferencia se mantenía en su actitud—Le recomiendo no hacer enojar a mi esposa más de lo que lo ha hecho ya.

—Así que la rubia es tu esposa. Yo no soy celosa y no le temo a ella, pero, viendo que me rechazas, veo que eres un verdadero imbécil—Dijo Melany con una mirada que mostraba molestia y un creciente enojo.

Estaba apretando sus puños con toda su fuerza la joven de ojos azulados mientras miraba fijamente los ojos del rubio de 1 metro y 90 centímetros.

—Mire, estúpida. Él es mi marido y no se rebajaría a tener algo con una fémina que no sabe lo que es la dignidad bajo ninguna circunstancia. Aléjese de él antes de que me enoje más o conocerá el verdadero terror—Dijo Eve fulminando con la mirada a la joven Melany, la cual sintió tanto temor que se volteó para salir corriendo sin decir nada al respecto.

Habiéndose ido corriendo debido al gran temor que sentía la joven de ojos azules, sólo quedaban dos personas en aquella zona.

Adam le lanzó una mirada cargada de preocupación y seriedad a Eve sin soltar su mano derecha y ella abandonó su actitud hostil al cabo de unos pocos segundos. Fue entonces cuando una sonrisa llena de gratitud y de alegría se dibujó en el rostro de la rubia de ojos verdes, la cual comenzó a dedicarle enseguida una sonrisa cálida y tierna a su amado rubio. Este sonrió de la misma forma que su amado y ambos acabaron besándose los labios y usando la lengua para saborear la boca del otro mientras sus ojos permanecían cerrados estando ambos en un universo en el que sólo existían ellos. Al cabo de unos diez segundos, ambos jóvenes pusieron fin a su intenso y dulce beso con los ojos ya abiertos y quedó un fino hilo de saliva entre los labios de uno y los labios de otro que estaba conectado con sus lenguas. Ambos iban a besarse de nuevo en los labios, pero algo extraño les cubría la mano y la sensación de tenerlo sobre su piel no era agradable.

—¡Oh, no!—Exclamaron con fastidio al mismo tiempo ambos rubios mirando hacia la mano en la que cada uno tenía su respectivo helado.

El helado ya sólo era un helado de nombre, ya que se había derretido completamente.

—Parece que, de tanto degustar tu deliciosa boca, mi amado Adam, terminé descuidando mi helado—Dijo Eve sonriendo cálida y tiernamente mientras se sonrojaba a cada nanosegundo más y más debido a la bella visión de los ojos de su amado Adam.

—Eve, eres bellísima y perfectísima. Me alegra haber descuidado mi helado por ti. Será mejor que aprovechemos lo que tenemos en la mano—Dijo Adam sonriendo con calidez y ternura infinitas y sonrojándose tanto como lo estaba haciendo Eve al mismo tiempo que esta.

—No. Yo soy limón con cloruro de sodio. Tú eres bellísimo, mi ardiente príncipe—Dijo Eve sintiéndose más y más estremecida y más y más feliz a cada nanosegundo que transcurría.

—No, Eve. Yo soy limón con cloruro de sodio. Tú eres bellísima y perfectísima y, debido a lo irresistible que eres, se me está ocurriendo cómo aprovechar el helado y no tener que desperdiciarlo—Dijo Adam sonriendo con tanto amor a su esposa que esta corría el peligro de derretirse, como lo había hecho el helado.

Adam corría el mismo peligro que su esposa. Ambos tenían la costumbre de decir que eran horrendos con el objetivo de que el otro les dijera con sus propios labios que eran bellísimos. Les encantaba ser llamados bellísimos por su otra mitad, ya que ambos sentían que cada palabra que salía de la boca del otro era una palabra de vida.

—¿Qué se le ha ocurrido a mi bello y perfecto Adam?—Preguntó Eve llena de curiosidad y lamiéndose el helado de su mano para evitar que goteara y manchara la ropa que ella llevaba puesta.

Lo que más peligro corría de tener una mancha muy llamativa era la camiseta blanca que usaba la joven rubia, y ella lo sabía perfectamente.

Adam, quien ya se había comido el cucurucho entero, en lugar de decir algo con sus labios, lo dijo acercando su mano manchada de crema de menta con ralladuras de chocolate negro a los labios de su bella Eve. Acto seguido, le acarició con la yema del dedo índice derecho la comisura de los labios a la rubia de ojos verdes y esta se sintió mucho más avergonzada al comprender lo que su amado quería hacer. Conociéndolo como lo conocía, sabía perfectamente que algo muy sugerente se le había ocurrido.

—A-Adam, ¿quieres que la… chupe y la lama?—Preguntó Eve sintiendo que su corazón se aceleraba más y más ante la propuesta silenciosa que su amado hermano mayor le acababa de hacer.

Ella simplemente lamió lo que había en sus labios como si fuera algo delicioso, ya que, aunque no le agradaba tanto el sabor de la crema de menta combinado con el sabor del chocolate negro como lo hacía la combinación de los sabores de la crema de fresa y la crema rusa, la combinación no le parecía mala. Hasta podía decir que le gustaba la combinación de sabores favorita de su hermano bastante.

—Ambos lameremos y chuparemos. Trae aquí tu mano—Le dijo Adam sonriendo con calidez y ternura infinitas mientras no dejaba de mirarla fijamente a los ojos con amor infinito.

—E-Está bien. Creía que no me podrías sorprender con nuevas ideas sugerentes en este día. Veo que estaba equivocada—Dijo Eve extremadamente avergonzada justo antes de meterse el dedo índice de Adam en la boca para comenzar a chuparlo con un gran deseo de limpiarlo mientras dejaba que su marido mirara cómo lo hacía.

Ambos se miraban fijamente a los ojos y Adam no pudo evitar imitar a su tentadora y dulce hermanita mientras su cuerpo comenzaba a sentir cómo aumentaba su propia temperatura.

—(Es lindo chupar el dedo de Adam. Podría hacerlo esta noche si él me lo permitiera. Se lo chuparía hasta volverlo loco y luego haríamos el amor de una forma muy intensa. Adam, Adam, ¡Adam! ¡Quiero volverme loca limpiando tu mano!)—Pensó Eve comenzando a lamer toda la mano derecha de Adam como si no hubiera un mañana.

Deseaba dejarla bien limpia y sabía cómo usar la lengua para hacerlo lo antes posible. Lo último que dejó con algo de crema verdosa y ralladuras de chocolate negro fueron tres dedos, los cuales se metió en la boca completamente para comenzar a chuparlos sin dejar de mirar fijamente los ojos de su amado rubio de ojos verdes, el cual, al igual que su otra mitad, estaba sintiendo que sus partes íntimas estaban pidiendo a gritos ser atendidas, aunque no fuera posible hacerlo sin tener problemas en aquel momento.

—(Es lindo chuparle a mi bella Eve los dedos. Yo sé que, aunque ella no tenga lo mismo que yo, se está excitando también. Yo… esperaba que ocurriera algo así. Es obvio que mi bella dama está pensando en hacer el amor conmigo con alguna travesura. Lo cierto es que… ¡me encantaría que lo hiciera! ¡Quiero volverme loco limpiando la mano de mi bella Eve y no me importaría que nos lamiéramos esta noche hasta volvernos dementes y luego hiciéramos el amor con una pasión incontrolable. Eve, mi bella dama, mi ardiente princesa!)—Adam pensó eso mientras le chupaba a Eve tres dedos con una locura cada vez mayor.

No estaban haciendo algo travieso, pero… deseaban hacerlo. Cuando sus manos quedaron bien limpias, Eve tomó con su mano izquierda el cucurucho de su helado, el cual había dejado a su izquierda, y se lo comió disfrutando cada bocado. Ambos jóvenes se miraban con la respiración muy agitada y con un sonrojo insuperable a los ojos fijamente y sus miradas decían todo.

—A-Adam, quiero ir al baño—Dijo Eve con esa mirada tan cargada de estremecimiento contenido al mismo tiempo que su respiración seguía estando muy agitada.

—Y-Yo también, Eve. Vamos al baño juntos—Dijo Adam mostrando la misma actitud que su amada esposa de ojos verdes y cabello rubio.

Ambos fueron corriendo al baño sin soltarse la mano y, una vez dentro del baño público de mujeres, los dos rubios de ojos verdes decidieron comenzar a hacer lo que tanto deseaban hacer. Adam e Eve estaban dentro de un cubículo y la tapa del inodoro estaba bajada. A la izquierda del inodoro, acorralada entre la pared y el cuerpo de su amado rubio, se encontraba Eve, quien ya estaba besando delicada y tiernamente a su marido en los labios usando la lengua para saborear toda su boca.

Los gemelos White cerraron los ojos y decidieron dejarse llevar mientras las manos del otro comenzaban a recorrer con caricias el cuerpo que sus dueños tanto deseaban acariciar y marcar. La ropa ya no cubría esos cuerpos y, en un momento determinado, dejando un hilo de saliva entre sus hambrientas y sedientas bocas, ambos gemelos abrieron los ojos y se miraron con un gran deseo sexual fijamente mientras la calidez y la ternura infinitas no abandonaban sus ardientes miradas.

—Adam, tengo deseos de ser mimada por ti hasta más no poder. Derrites mi corazón con tu bella y dulce mirada y derrites mi cuerpo con cada caricia que me das. Tu sonrisa me hace sentir que estoy siendo elevada al Cielo cada vez que la contemplo—Dijo Eve con la respiración agitada y con un sonrojo insuperable en su rostro. Su sonrisa era cálida y tierna, como la de su amado rubio.

—Eve, eres demasiado tentadora como para no mimarte en este instante. Me fundes con esa bella mirada de princesa dulce y adorable que es tan tierna y tan comestible. Me haces sentir perdido en el Cielo mismo cada vez que te miro a los ojos fijamente y contemplar tu bella y perfecta sonrisa y tu mirada más que angelical me derrite mucho más rápido de lo que el calor del sol derrite un helado—Dijo Adam sonriendo de la misma manera que su esposa mientras estaba tan sonrojado y tan agitado como ella.

La ardiente mirada de Adam mostraba que deseaba lo mismo que la rubia indefensa a la que tenía atrapada entre su cuerpo y la pared de aquel cubículo. Las manos del rubio no se apartaban de la cintura de la rubia y esta abrazaba la cintura de su ardiente príncipe aferrándose al cuerpo de este como si se fuera a morir si se separaba de él un segundo aunque fuera.

—Quiero ser mimada sin protección, como siempre. Dame mimos sin parar. No te contengas, mi amado Adam. Estoy a tu disposición para recibir todo tu amor y todo lo que tengas para mí—Dijo Eve completamente perdida en esos ojos que tanto estremecimiento le causaban mientras sentía que su corazón latía a una velocidad cada vez más elevada y con una fuerza cada vez mayor.

—Eve, mi bella dama, mi dulce y bella Eve, mi linda hermana, mi bella y tierna esposa, eres demasiado perfecta para que yo me resista a tus encantos—Dijo Adam en susurro con sus labios a un par de milímetros de distancia de los labios de su amada.

Las respiraciones de ambos chocaban entre sí y el aliento de cada uno de ellos se mezclaba. Además de eso, sus respiraciones y sus alientos chocaban contra el rostro del otro y llegaba a sus fosas nasales aquella fragancia que ambos consideraban enloquecedora.

—A-Adam, tómame de una vez. Te necesito. Quiero tus mimos y soy más vulnerable que nunca. Quiero sentirme tan vulnerable entre tus brazos como sea posible, ya que me estremece la sola idea de pensar en ser poseída por ti mientras estoy en esta situación. Hazme sentir que estoy desarmada ante tus encantos y que no puedo hacer nada contra ti, que mi cuerpo es esclavo del tuyo y que mi única opción es hacerte sentir bien con el cuerpo que has protegido siempre. Hazme sentir que mi cuerpo te resulta placentero y tentador y degústalo hasta estar satisfecho. Ya estoy demasiado enloquecida. Hazme ya el amor. Soy tu víctima. Si te satisface, puedes “violarme”. Seré tu hermanita “violada” y no opondré resistencia. Puedes “ultrajarme” de la forma más ardiente que se te ocurra y “forzar” cada parte de mi ser a obedecerte. Embarázame después de una “violación” tan intensa que no tenga ganas de hacer algo que no sea ser “violada” por ti día y noche. Quiero que me hagas sentir que soy tan vulnerable ante ti que sólo me quede obedecer y cumplirte todas las fantasías y todos los deseos. Quiero ser tu… hermanita servicial y “violada” que no se resista a ti y que haga lo que tú le digas. Tu… tu felicidad es suficiente recompensa. Amado mío, me haces volar por el cielo con tu sola mirada y tu presencia me mata más y más a cada nanosegundo de la ternura y del amor. Adam, hagamos el amor hasta que nuestro fuego haya destruido una y mil veces el mundo entero. Sin ti, mi amado Adam, me muero. “Viólame” de una vez. “Viólame”, “viólame”, amado mío—Aquellas palabras hicieron que Adam comenzara a besar los labios de Eve con una pasión tan intensa y con tanta delicadeza al mismo tiempo que la joven rubia se sintió estremecida y feliz hasta más no poder mientras sus pensamientos se llenaban de la misma locura que dominaba su cuerpo y su corazón.

—(¡Adam, Adam, quiero sentirte y ser una contigo durante horas sin que nada más importe! ¡Adam, juega con todo mi ser si eso satisface tu deseo hacia mí! ¡Sacia tus deseos románticos y tus deseos sexuales mimándome como sólo tú sabes hacerlo! ¡Yo sólo deseo ser tuya eternamente y hacerte feliz por toda la eternidad!)—Pensó Eve dejándose llevar por la locura romántica y sexual que la arrastraba a un océano de caricias que eran dadas y recibidas de forma continua por ella y por su otra mitad.

—(¡Eve, Eve, quiero sentirte y ser uno contigo durante horas sin que nada más importe! ¡Eve, juega conmigo como la bella hermana que eres y satisface tu deseo hacia mi persona! ¡Sacia tus deseos románticos y tus deseos sexuales mimándome como sólo tú sabes hacerlo! ¡Yo sólo deseo ser eternamente tuyo y darte la felicidad eterna que te mereces!)—Pensaba Adam al mismo tiempo que Eve mientras ambos se besaban con pasión infinita repartiéndose caricias que aumentaban de intensidad y de frecuencia cada vez más por la cintura y por las caderas.

La joven rubia no pudo evitar sentir el cálido y duro miembro de su amado presionando su chorreante manantial de miel y ambos jóvenes se sentían tan enloquecidos que estaban a punto de perder el control completamente. Tendrían que evitar que alguien se diera cuenta de lo que ambos estaban haciendo si ese alguien llegaba a entrar en el baño público de mujeres. Siendo Adam un genio de altísimo nivel, lograr eso sería muy sencillo. Ninguno de los dos gemelos estaba preocupado por ese detalle. Adam e Eve sólo debían pensar en disfrutar juntos mientras permanecían sumergidos en ese océano de amor y placer ilimitados.

Habiendo abandonado el baño público en el que habían calmado sus cuerpos lo suficiente como para sentirse satisfechos durante unas horas, ambos jóvenes llevaban puesto lo que habían obtenido en el juego de los dardos.

—¿A qué nos subimos ahora, Adam?—Preguntó sonriendo como siempre lo hacía la rubia de ojos verdes mientras miraba fijamente los ojos de su protector.

—Quiero formar equipo contigo y chocar contra los coches de todos sin que nadie choque contra nuestros coches—Dijo Adam sonriendo de la misma forma que Eve y estando tan sonrojado como ella.

—¡Sí, sí, vamos! Luego de mostrar a todos que no pueden chocar contra nosotros, subamos a todas las atracciones restantes. Probemos la casa del terror luego. Quiero palomitas, por cierto, y mucho helado—Respondió Eve inmensamente emocionada al inicio y menos emocionada después, pero mucho aún.

—Bien, mi bella dama. Habrá helado, palomitas y esa porquería que no dará terror—Respondió Adam tan enternecido y feliz por la actitud de Eve como él lo estaba siempre en aquellos casos—Yo quiero helado, palomitas y mucho chocolate negro.

—¡Chocolate negro. Sí!—Exclamó Eve completamente llena de entusiasmo y de deseos de consumir montañas y mares de chocolate negro con un setenta por ciento de cacao, el cual era el que su hermano y ella consumían siempre.

Sobre las 20:30, las dos mitades del reflejo del espejo se hallaban besándose apasionadamente cerca de la entrada del parque de atracciones. Su beso con lengua era muy intenso y ambos estaban inmensamente felices por su maravilloso día en aquel lugar. Había habido de todo y, a pesar de no haberse encontrado en ningún momento con Damian y Selene, no estaban preocupados por ellos, ya que sabían que los Black estaban perfectamente. Las caricias no se detenían. Aquellas caricias no eran como las caricias de su tan disfrutada sesión de mimos especiales.

La pelinaranja y el pelinegro llegaron en aquel instante y vieron cómo un fino hilo de saliva era todo lo que llegaba a unir las lenguas de los dos gemelos mientras ambos se miraban fijamente a los ojos con un ardiente amor. Cuando los rubios miraron hacia la dirección contraria a la entrada del parque de atracciones, sus expresiones de sonrojo y ternura se comenzaron a desvanecer y expresiones de emoción y alegría inmensas las sustituyeron completamente enseguida.

—¡Selene, Damian!—Exclamaron Adam e Eve al unísono alternando entre la mirada del joven de ojos marrones y la mirada de la joven de ojos azules.

—Haruka, Sora, ¿qué tal vuestro día?—Respondió Selene con una sonrisa muy cálida y mostrando mucha curiosidad.

—Genial—Respondieron alegremente al unísono los risueños gemelos de fuego imparable—¿Y vuestro día cómo ha sido?

—Maravilloso. ¿Qué hicisteis vosotros, Adam, Eve?—Dijo Damian con esa calidez que sólo mostraba a quienes le agradaban alternando entre la mirada de la Princesa y la mirada del Guardián Invicto.

—Subirnos a muchas atracciones, exceptuando las peligrosas, y comernos todo lo que era comestible—Dijo Adam felizmente mirando fijamente los ojos de Damian.

—Más vale compraros un traje que invitaros a comer—Respondió sonriendo divertido Damian—Selene y yo nos subimos a todo, incluso a lo peligroso. Se veía divertido y no resistimos la tentación.

Adam y Damian se miraban fijamente a los ojos con un gran cariño. Nadie habría imaginado que el pelinegro llegaría a ser el primer mejor amigo del rubio. Cuántas vueltas daba la vida.

—El tonto de Damian no dejaba de hablar con las chicas que buscaban una conversación con él y yo quería envenenarlas con cianuro—Dijo algo fastidiada Selene alternando entre la mirada de un gemelo y la del otro—Qué pena que no tuviera el veneno a mano. Se habría tragado una botella de dos litros cada una de las chicas.

—Selene—La miraron muy seriamente y con desaprobación los dos gemelos diciendo su nombre al unísono.

—Lo siento, Haruka. Lo siento, Sora. Sabéis que cuesta no pensar en matar a quien se acerca a mi Damian...—Dijo Selene arrepentida mientras miraba fijamente a ambos gemelos alternando entre la mirada de uno y la de otro.

—No hay nada que perdonar, ya que no nos has ofendido, pero te perdonamos si así te sientes mejor, aunque de veras no haya nada que perdonar. Sabemos que cuesta quitar malos hábitos. Al menos, te arrepientes—Dijo Adam sonriendo con calidez y mirando fijamente los ojos de la pelinaranja.

—Eres una gran persona y cuidas lo tuyo, Selene. Ya no eres aquella chica. Ahora eres parte de una gran familia—Dijo Eve haciendo lo mismo que Adam.

—Todo gracias a vosotros—Dijo Selene con una gran sonrisa de gratitud.

—Nosotros sólo hicimos lo que toda persona debe hacer—Dijeron los gemelos White felizmente y con muchísima modestia.

—¿Nos vamos sin retrasos a casa o no, tortolitos idénticos?—Preguntó Damian serio alternando entre la mirada del varón rubio y la mirada de la mujer rubia.

—¡Sí!—Exclamaron Adam e Eve con muchísima emoción en su ser.

Eve se giró sonrojándose tanto como era posible hacerlo y Adam se sonrojó también mientras comenzaba a correr para no caer al suelo en aquel instante. Su hermanita era un huracán de fuego destructor que era indomable para casi todos. Adam adoraba a su indomable huracán destructor hasta lo insospechable y hasta lo inimaginable, y amaría a dicho huracán durante toda la eternidad sin condición alguna. Adam sería amado por ese huracán que sólo él era capaz de manejar de forma incondicional y durante toda la eternidad. Los gemelos White se amarían eternamente y nada podría romper su fuerte vínculo.

—¡Esperad, Adam, Eve/Haruka, Sora!—Exclamaron Damian y Selene al unísono comenzando a correr detrás de los gemelos sin ir cogidos de la mano, ya que no habían estado agarrándose la mano desde que habían estado a punto de reunirse con los dos rubios de ojos verdes.

FIN

07 Haziran 2021 18:36 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
0
Son

Yazarla tanışın

Yorum yap

İleti!
Henüz yorum yok. Bir şeyler söyleyen ilk kişi ol!
~