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Érase una vez un chico de diez y seis años a quien, dos veces cada dos meses desde hace dos años, le llegaba un sobre con una carta dentro, el sobre nunca ha contenido remitente.

Ya que es el encargado de colocar el correo, el nunca le contó a nadie lo de las cartas, por extrañas que fueran, siempre las mantenía en secreto. La primera carta que recibió, eran unos números y unas letras extrañas, que mas adelante resultaron ser coordenadas. Al principio no tenía intención de ir, pero como las coordenadas llevaban a un bosque cercano de su instituto decidió echarle un vistazo, no encontró a nadie, pero si encontró algo, un anillo viejo tirado en el suelo.

Desde el primer momento en el que se puso el anillo, notó algo distinto, pero no le hizo caso.

Un año mas tarde, el chico había desarrollado su cuerpo, haciéndole fuerte y resistente, pero las cartas le incitaban a pensar que había sido cosa del anillo, ya que este contenía un trozo de alma, y que si realmente deseabas algo con todas tus fuerzas, y tenias el anillo, podrías conseguirlo fácilmente.

El chico terminó obsesionándose con el anillo, prometiendo que jamás se lo quitaría.

Un día le llegó una carta que poseía las mismas coordenadas que la primera carta, y justo debajo, se podía ver el rastro de un pintalabios en forma de beso. El chico fue inmediatamente, dispuesto a conocer a esa misteriosa persona.

Al llegar no había nadie, ni nada, decepcionado, tras buscar horas en el bosque alguna pista, se dispone a volver a casa, no lleva mucho caminando hasta que una voz femenina empieza a susurrarle en el oído, pero al girarse, no hay nadie. Lo siguiente que escucharía sería un silbido, formando una canción que conjuntaba perfectamente con el sonido de las hojas, del viento, y de los pájaros.

Todo apuntaba a ser su mera imaginación, pero al volver a incorporarse para reanudar su marcha, ahí estaba, el rostro espectral de una damisela que juzgando por su apariencia, parecía una persona noble del siglo catorce.

Después de susurrarle unas palabras in-asimilables al oído, el chico, aterrorizado, empezó a correr de vuelta a su casa, y una vez en esta, directamente a su cuarto, pasaron unos minutos interminables, su madre entró en la habitación, al ver al chico desorientado y temblando del miedo, decidió preguntarle que ha pasado, pero el chico seguía sin reaccionar.

De la nada, la voz, de la madre cambió, y el espectro de la chica del bosque salió de su cuerpo, diciendo lo siguiente:

-Veo que eres fiel, después de todo, pero ya es demasiado tarde, has llevado ese anillo demasiado y ahora es el momento adecuado para que consiga mi nuevo cuerpo.