relative Victorie S.

Gabrielle es un ángel considerado a sí mismo como un Trotamundos descarriado. Decide descender al mundo de los mortales para conocer todas esas historias que le son negadas en la Ciudad de Plata. En la tierra conoce a Lancaster: Un mercenario que se entretiene en su eternidad haciendo recados al mejor postor. Ambos seres, contra todo pronóstico, logran entablar una amistad. Poco sabría Gabrielle que, al volver al cielo, sería juzgado como un traidor y como castigo andaría deambulante lejos de su hogar. Aquel mercenario no supo entonces más de su compañero. Todo se hubiera mantenido tal cual de no ser que a sus oídos llegó una noticia: El Bajo Mundo arrastró a un joven ángel de la Ciudad de Plata a las profundidades de los abismos como símbolo del resurgimiento de la Eterna Guerra.


Fantastik Epik 13 yaşın altındaki çocuklar için değil.

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Prólogo

Tercera parte: Destino.

Solo un alma sin consuelo podría deambular por el valle inhóspito que fue creado para el remordimiento y destrucción del hombre. Por el daño causado a los suyos, por un daño hacia sí mismo y hacia su señor es donde llegan a perecer las almas que antaño no tenían rumbo ni un sitio a donde ir. Es un valle lleno de silencio y piedras inmensas que obstruyen la vista más allá de ellas. El rey conocido en todo el páramo era el mejor amigo del viento. Consigo llevaba una ola de recuerdos que le cedía a las almas que tuvieran la dicha de allí morir para ofrecerles un hermoso paisaje: Un silencio ensordecedor y una eterna oscuridad en tonos cenizas.
El valle del abismo es el sitio destinado a aquellos que fueron miserables en la tierra mortal. Es un mundo lleno de remordimiento hecho a la imagen y gloria de su creador donde reina el odio y la inconformidad de estar recibiendo la cálida luz del sol. Su destino es terminar aquí, una habitación más abajo de los peldaños centrales de un infierno gélido e incesante donde converge el límite de lo existente sin descubrir, a un paso del espacio entre los espacios.
Sobre la enorme grieta que divide en dos el infértil valle se pueden ver los árboles que alguna vez fueron frondosos y llenos de vida, reposando sobre sí carentes de alma propia conviviendo entre ellos como corazas viejas y secas con ramas que se extienden a lo alto, apuntando a un cielo que jamás ha visto una luz real. A su alrededor, vigilantes amorfos y dolidos se arrastran, deambulando por el borde del inmenso abismo en busca de un alma que pueda servirle a su morada y “proteger” lo que queda del valle.
Reciente, desde la única grieta en la alta cúspide se vio caer fuerza un cuerpo que era proyectado hacia la eterna oscuridad. No lleno de ira como se suele ver, ni tampoco de rabia. Solo era un hombre cuyo cuerpo rezaba para sí una única palabra: Derrota.

Los vigilantes se aproximaron con un paso perpetuamente lento hacia el fondo del acantilado buscando ese nuevo ser. Entre todos ellos se hallaba el rey. Era un líder que llevaba años siendo reconocido entre toda su legión. Se encontraba en lo profundo del lugar buscando un portador. Las artes de la hechicería antigua tendían a tener preferencia sobre los objetos fragmentados ya que lo importante nunca fue tener varios fragmentos, sino el motivo por el cual se quebró lo que alguna vez fue.
El impacto fue inmenso. El eco resonó por las paredes de la piedra seca lo cual facilitó la propagación del sonido a lo largo y ancho del abismo. Sobre una pila de humanidad olvidada cayó el cuerpo, generando una capa de humo que empezó a espesar como neblina indicando a las almas merodeadoras que había un nuevo invitado.
El rey de la antigua legión, popularmente llamado Arcano, se aproximó. Aquel hombre detestaba el salvajismo de las bestias mitológicas cuando algo se salía de lo común. “Es un hombre al que temer” contaban los rumores de sus tropas. En su rostro no existía ninguna expresión, ni siquiera un destello de lo que antaño pudo haber sido. No se sabe de su pasado, ni de su nombre en los más altos cargos del infierno. Sin embargo, las antiguas escrituras lo idealizan como un ángel caído, de los que más cerca estuvieron de tocar el sagrado trono, pero cayeron por traición al intentar salvar y redimir a los mortales en la tierra de nadie. Desterrado y errante recurrió a las artes arcanas de la hechicería en las profundidades del abismo. Temido entre las sombras como un verdadero maligno y hechicero por la vida que se le fue arrebatada.

Llevaba sobre sí una túnica teñida de oscuridad con una capucha que casi nunca estaba colocada sobre su cabellera negra, larga y lisa. Entre los soldados lo comparaban con una de las estatuas que debían mantener el peso de todo el panteón del cielo sobre su espalda por su compostura gruesa, pero serena.

Sus rasgos firmes y tez blanca. Tenía los ojos oscurecidos por la desgracia. Se extrañó verdaderamente al escuchar el estruendo. Hizo un ruido de desagrado por la neblina generada. Había cuidado no bajar cuando los ángeles decidieran lanzar los cuerpos a ese lado del infierno. Con un brazo levantado protegiendo su rostro mientras se acercaba, recordaba agriamente las palabras que lo marcaron, mirando con cierto recelo todo lo que cayese del mundo mortal.

“En manera de castigo, serás errante entre los hombres y el cielo se te será negado por la traición a su Señor. Serás condenado a custodiar las fisuras del mundo infernal en espera del Juicio Final”

El hombre que cayó se revolcaba en el suelo. Estaba herido a muerte con flechas que él siempre reconocería. Las armas de los Arcángeles. Se arrodilló a su lado y retiró la capucha que cubría el estropeado rostro del pronto difunto.

«Has caído muy bajo para pertenecer aquí» pensó el líder mirando las runas en sus brazos. El hombre intentaba levantarse, cegado, pero estaba demasiado herido para mantenerse en esa posición. El antiguo legionario pasó la mano sobre las runas en sus brazos y sintió, por primera vez en siglos de existencia, una terrible y profunda tristeza.

— Has sido derrotado, triste y miserable mercenario —sus runas lo identificaban. Un antiguo lenguaje muerto le permitía saber el inicio de aquel hombre, aunque su final le parecía confuso. Sin embargo, sintió pesar. El ambiente estaba impregnado de frustración y una sentida decepción hacia sí mismo.

Entre las rocas escuchaba rumores. Los muertos no necesitaban hablar alto ya que tal era el silencio en aquel sitio que simplemente murmuraban. Ese era el lenguaje de los olvidados. Escuchó que las bestias estaban llegando. El Arcano elevó la mirada unos segundos a la grieta por la que cayó y luego miró al mercenario, recordándose a sí mismo cuando cayó.
— Vendrás conmigo —por primera vez en su existencia sintió el deber de hacer lo que creía correcto. Aquellas palabras jamás habían sido mencionadas, él siempre viajaba solo. Se arrodilló a un lado del cuerpo invocando magias a su alrededor. Los muertos huyeron enseguida. Mientras el hombre pedía por su ayuda, el Arcano pensó para sí: «Quien no crea en las segundas oportunidades para redimirse, que cuente las que se ha dado a sí mismo».

04 Mart 2021 13:26 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Sonraki bölümü okuyun Donde nacieron las leyendas

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