relative Victorie S.

Éstas serán mis últimas palabras. Ya me despedí en una carta que me permitieron enviar a la única persona que sabe que existo y que me odia por ello. Esto es algún tipo de post-data. Ahora mismo estoy en mi celda correspondiente, un lugar carente de sentido pero no de propósito, un sitio muy frío y clínico. Paredes grises, barrotes del tamaño de mi mano y una cama muy delgada. El traje que llevo es beige, me lo entregó el guardia encargado del corredor. Me dejaron conservar la libreta que es donde estoy escribiendo esto. El guardia me facilitó un lápiz para que en estos momentos me auto compadeciera y escribiera mis últimas palabras. Nunca antes había hecho esto ya escribir no se me da muy bien, disculpen de antemano mi torpeza en el tema. Tal vez tenga suerte y a alguien le importe escuchar mi verdad.


Kısa Hikaye Tüm halka açık.

#ficcion #reflexion #vida #carcel
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Post-data N°1

Tal vez era anti-diplomático ir al grano. Tal vez era inmoral decir las cosas decir las cosas con la familiaridad de un antiguo amigo. Mejor era desviar la mirada de una persona que observaba el lugar con desdén pero que no dirigía la mirada a un punto específico. Esa persona no estaba ahí, estaba en otra parte pensando en alguna vida que quisiera que le haya sucedido, o tal vez no. Quizás es la añoranza de estar en otro lugar mientras cuestiona si sus errores lo alejaron del lugar donde quiso estar antes que tener aquellas amarras en las muñecas y pies. Esa persona no está ahí, piensa en una vida que no es suya, pero sí lo es, pero al final del día no es de nadie. Tal vez desea ser de esa manera, inexistente, inalcanzable por estar lejos con sus sueños, felicidad y esperanza. En ese mundo tal vez tiene una familia amorosa, que lo acogen después de una jornada dura y cansina, con hijos que lo reciben sonrientes, saltando a abrazarlo por el cuello con sus voces pequeñas y risueñas, llenas de vida. Los ojos de su amor mirándole con cariño, pensando en lo maravilloso que fue conocerle.

Tal vez es una persona normal allá en donde esté, siendo algún maestro que imparte con tranquilidad alguna clase que tal vez se le haya pasado, pero que esté repitiendo porque sabe que, al final de la última fila, hay alguien que está pasando por malos momentos, que no estaba en el aula pensando o divagando sobre todo lo que le ha ocurrido. Repite la clase por esa persona, porque sabe que no es su culpa pasar por la situación que lo tiene ajeno a la realidad. Quizás sea el sacrificio de todos por "solo uno". Comprende tal vez que no es el único que pasa por esa situación, porque avistó a una chica con mirada desviada y perdida. A lo mejor en ese mundo él no tiene familia, él consigue armar una propia con pequeños fragmentos de humanidad que consigue por las calles. En las tardes tal vez visite a los niños abandonados de aquel orfanato olvidados por una deslumbrante ciudad. Lo hace tal vez porque le hace feliz sentir que no todo está perdido, que esos niños encontrarán esperanza en la oscuridad, algo que él no pudo encontrar.

Esa vida no es suya, pero sí lo es, pero al final del día no es de nadie. Él quizás quiera ser como esos niños, tener esperanza en la oscuridad, pero se ha perdido. Lo ha consumido tanta incertidumbre que ha perdido el uso de una razón cotidiana, lo valioso de lo más pequeño, está cegado por la negrura de una vida llena de objetos y amistades con apariencias quizás demasiado alegres para ser máscaras vacías e inertes. Tal vez éste camino fue mejor que lo que en realidad le esperaba si hubiera tomado otra ruta. Sus pruebas no fueron superadas, condenado así a rememorar como una antigua película todos y cada uno de los errores que ha cometido a lo largo de su vida. Ser castigado de esa manera hasta el final de sus días cuando ve su reflejo en algún espejo o cristal, mientras que en el fondo de su cabeza susurra su propia voz: "Nunca fuiste lo suficientemente bueno".

Es él mismo ese pequeño niño que idealiza en el orfanato que acoge con cariño y cuidado. Se ve asimismo como uno de ellos. Nuestras almas pesan porque, sí, tenemos la culpa de estar aquí, hemos cometido errores, pero son esos mismos errores nos pudieron llevar a lo alto, a ser reconocidos, a ser personas comunes y corrientes y ser reconocidos por el anhelo de muchos: Sentirse bienvenido o perteneciente a un lugar, al que nosotros podemos tomar la osadía de llamar "Hogar".


Se arrepiente, porque sus ojos son tristes y pesados mientras detalla su demacrada vestimenta y cara, los años nunca han de pasar en vano. Aunque su juventud aún no ha muerto, cuando alza su voz todos le oyen, pero no escuchan porque él no dice nada. Sus errores le han callado, le arrebataron años. Ha estado vacío por mucho tiempo. Ya no hay esperanza para él, no hay esperanza para ninguno de nosotros.


Los que atravesamos esas puertas estamos condenados. Estamos solos, por elección u obligación. A merced de una vida incomprensible para ojos verdaderos. Por esto los niños ven felicidad en todas partes. Ellos no necesitan una verdad para ser felices. Pero esto nadie nos lo explicó. Nunca tuve la oportunidad de explicárselo a nadie con la familiaridad de un amigo cuando da una pequeña confidencialidad, o con tranquilidad cuando habla un abuelo a su nieto. Suponían que nosotros tomaremos el camino del bien, que no cayéramos en las malas actitudes y costumbres ¿Pero quién estuvo ahí para decirnos qué era bueno y malo? No seré como aquellos falsos profetas que van diciendo por la vida que lo bueno y lo malo lo llevamos en el alma con los sentimientos. Cuando eres un niño, sin cobijo verdadero de un amor fraternal, cuando solo consigues el desprecio y la indiferencia, no entiendes qué estás haciendo mal. Se lo cargan los pobres chicos cuando no es culpa de ellos tener que estar a merced de adultos que no han de comprender la fragilidad de la mente y las personas. ¿Cómo le explicas a un niño que aquel hombre con un arma apuntando a un policía está haciendo mal? El niño comprenderá que es peligroso. Entenderá que no debe acercarse por sí mismo, ¿Pero por qué? ¿Quién estaba ahí para señalar, para alzar la voz contra aquel policía de brillo falso que a quien apuntaba era un chico abandonado acogido por no tener ni remota idea de dónde estaba? ¿Quién le explicaba al niño que él pudo haber sido a quien le apuntaban si tomaba los malos caminos?


Todos se alarman. Han de correr directamente a las entidades porque ven a una mujer tomar pastillas para drogarse frente a menores de edad. El niño no ve lo malo. "Tal vez está tomándolas porque le duele la cabeza". Porque son así. Ellos no necesitan verdades para ser felices, porque viven ahora, miran a las personas de buena forma.


Lo mismo pasa por aquellos pequeños que han sido abandonados acogidos por personas que le enseñan lo que se "supone" que deben saber. Cómo manipular un arma, cómo transportar droga sin que la policía se entere... el chico no piensa que está haciendo mal. Se quejarán de los padres irresponsables que dejaron a la deriva pero al final de cuentas nadie le interesa una vida más o una vida menos. Definitivamente de algo hay que morir.


Me han otorgado un pequeño capricho. He podido mantener una libreta con páginas arrancadas y con algunos dibujos infantiles. Perteneció en un momento dado a un ángel que pasaba por las calles, que me ha salvado por unos momentos y me mostró en mis últimos momentos la belleza la cual nunca quise ver. Me otorgó un pedacito de su cielo para luego devolverme al día a día que yo mismo había escogido. Me sentía desesperanzado, pero al fin y al cabo era idiota por sentirme de esta manera, si este era el final que siempre estuve esperando, pero nunca quise estos motivos. Jamás quise estas razones.


Empezaba a razonar como si nunca lo hubiera hecho. Como hubiera deseado saberlo todo desde un principio, cómo acabaría tan hundido en la miseria que yo mismo había construido y anhelado por tantos años como la absoluta verdad, que terminó cumpliendo su cometido, mi meta desde un comienzo.


Esperaban que explicara todo lo que había ocurrido. He hecho todo lo que he podido, he hablado con toda la absoluta verdad, lo suficiente que la voz me permitía ya que se quebraba, mis manos temblaban porque aún no asimilaba lo que ocurría. No me han creído nada. Me lanzaron en esta básica sala de espera con rígidas paredes grises claro por donde se filtraba luz del poco día que quedaba por entre barrotes. El hombre ya no miraba de forma vana alrededor. Parecía que se percataba del sitio donde estaba y de los guardias que lo custodiaban. No tenía el aspecto de haber hecho algo malo, guiando a mi primitiva manera de ver a las personas. Sería como el casual chico que te atiende en el supermercado de buena manera, o que saluda con amabilidad a las personas mayores, les tiene paciencia porque comprende que su edad ya es avanzada y no son tan pícaros para captar todo de un solo golpe. Tal vez a la cuarta explicación harían que le entendieron, solo para llevarse su compra y decir a sus hijos "Oye, el chico del cajero me empezó a hablar pero no le entendí nada, pero fue muy amable conmigo". Quizás esas situaciones sigan pasando, pero quien se supone que en mi vana ideología es un cajero, está ahora en frente mío a solo unos pasos de un corredor de la muerte.


Escuché hacía mucho que las cosas no tienen por qué rendirle cuentas a nadie. Que el mundo no tenía la obligación de tener sentido para nadie. Ahí era donde la gente se perdía, no entendía. Yo no comprendía. Hasta que me han enseñado la verdad y la felicidad de no saber qué estaba pasando a mí alrededor. Me habían enseñado un trozo de la felicidad que debí haber vivido.


Me han regalado fragmentos de las cosas que debí haber vivido. Aquellas pequeñas cosas que yo mismo me he arrebatado sin compasión o respeto alguno, solo porque no las veía tan claramente, no significaban nada para mí. Ahora, cada respiración es como si se me estuvieran escapando las palabras que debí haber dicho, pero en mi mente solo resuena en un eco interminable. Un único y sincero "Perdón".


Perdón por todo aquello que hice y no hice. Por mis actitudes inmaduras frente a situaciones serias. A nunca ser capaz de superarme para buscar una vida mejor. Por ser un imbécil y un cobarde que se arrepiente en sus últimos momentos de vida porque, sí, es patético. Soy patético y cobarde. Lo he sido porque no me enseñaron a afrontar la vida de otra manera.


Pasé mis manos sobre la cara para poder espabilar un poco. La recepcionista me miró de reojo aunque no pude deducir qué estaría pensado. Observé la ropa que llevaba puesta. Me la había dado uno de los guardias para ir preparando mi celda. Las cicatrices de mis manos no habían sido por luchas, por lo menos no todas. Aunque la gente no lo crea soy bastante torpe. Suelo perderme muy fácilmente cuando hago las cosas. Hablo de cuando quieres ir a la tienda a buscar comida pero terminas en la plaza viendo una presentación de títeres. Te terminas acostumbrando a estos cambios. A querer hacer algo pero terminas haciendo algo totalmente distinto.


Pues, algo muy parecido pasaba con las cicatrices. La mayoría son por cortes en alguna situación vana. Una que otra caída y varias fracturas profundas. Pero funcionaban aún, no me habían fallado durante bastante tiempo. Solo pequeñas molestias. Entre mis pensamientos escuché un quejido.


Extrañado, me giré. Era el mismo hombre de hace unos minutos intentando buscar una posición más cómoda en la silla. Me devolvió la mirada, esperaba que soltara un raudal de cosas ofensivas por estar mirándolo. Digo, hubiera sido lo más razonable en esta situación, pero solamente bajó la cabeza. Se veía destrozado, también decepcionado. Dejó escapar un largo suspiro y tapó su rostro con las manos.


Sentí pena por él, la misma que sentía por mi mismo.


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Originalmente esto era una historia cuyo desenlace y final están pensados y planificados pero no he reunido el coraje para sentarme a continuarlo. Espero lo hayan disfrutado. Espero algún día poder terminarlo.

25 Şubat 2021 13:45 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Son

Yazarla tanışın

Victorie S. Es prematuro el final si se tiene un mal inicio. Sin embargo... siempre vale la pena apostar por un quizás. Integrante Iriac.

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