Nadie nunca me había dado un regalo. Cuando era pequeña, solía desear mucho que mi papá siempre me trajera una muñeca. El último año de colegio no fue muy especial, ni interesante como había esperado que fuese. Ya me había acostumbrado desde hace tiempo atrás a no recibir regalos, y la compañía no me disgustaba pero me había acostumbrado a estar sola la mayoría del tiempo. Cada quien tenía sus propios problemas por los cuales preocuparse y yo sabía eso. Solía y tal ves todavía suelo ser el tipo de persona que siempre estaba dispuesta a prestar su compañía a quien lo necesitase, pero después nunca nadie estaba para mi.
Pensaba que eso era normal. Y yo solo esperé pacientemente a que el año 2017 se terminará tan rápido como inició. Los primeros días de ese año me habían parecido prometedores y alucinantes, mi último año, el más nostálgico y el más bonito. Dicen que en el colegio es donde encuentras las mejores amistades. Pero yo lo dude bastante en ese tiempo, todos parecían odiarse tanto y la hipocresía parecía morar en todos nosotros. Un pequeño grupo de veinte personas formaba el Bachillerato Internacional en ese tiempo, inteligentes, buenos y humildes en su gran mayoría.
Algunos se creían más que otros, otros creían que no eras suficiente para ellos, pero al menos entre nosotros nos aceptábamos. Éramos muy discriminados por los otros bachilleres, solo porque nos esforzábamos más que otros. Nos miraban mal a la hora del recreo y escuchábamos muchos susurros diciendo que nos engrandecíamos por lo mucho que teníamos en un colegio fiscal. Entonces, muchas veces quería correr tras de esas personas y preguntarles "¿Cuanto te has esforzado tu por llegar a donde yo estoy? ¿Serías capaz de sacrificar tus fines de semanas en fiestas para llegar hasta donde yo estoy?"
Cuanto no habría querido yo tapar sus bocas de una manera triunfal, porque nadie sabía cuanto me había esforzado yo o mis compañeros para llegar a donde estábamos ¿Y qué si alguno de nosotros se engrandecía? aunque no fuera cierto, de alguna manera yo sentía que teníamos derecho a sentirnos así porque habíamos puesto nuestras vidas para estudiar. Ahora los problemas internos que tuviésemos entre nosotros eran totalmente diferentes, el estrés y la tensión de la convivencia entre nosotros, la gran mayoría de las horas del día, nos convirtió en personas diferentes de muchas maneras.
Al principio solíamos ser muy unidos, aunque no fuéramos amigos íntimos, también solíamos ser más de veinte. Algunos no pudieron con la presión, problemas de suicidio, depresión, baja autoestima, son cosas que persiguen a muchos adolescentes. A mi me perseguía la depresión, mis padres empezaron a pelear más que de costumbre, mi madre hizo lo que pudo para mantener a flote su matrimonio, pero así como ella ya no podía, yo llegué a un punto en el que tampoco podía. Nunca me han gustado las pastillas, y a veces tengo cuadros depresivos que suelo superar con mucha escritura y lectura. Una vez devoré una saga completa de Rick Riordan.
Si, esta es una historia de la escritora, que siempre te trae mucha ficción y muy pocas veces le gusta hablar sobre su vida. Esta historia te va a contar sobre un regalo que recibí, no algo material sino algo espiritual y bueno para el corazón. Probablemente llores, o tal vez no. El punto aquí es que entiendas que algunas cosas son demasiado valiosas como para perderlas y algunas no valen ni una sola lagrima de tus ojos para que permanezcan contigo. Siguiendo con el relato, puedo decirte que los días fueron muy difíciles para mi. Aun cuando todo en el exterior parecía ser felicidad por la navidad.
En mi garganta estaba atorada la amargura, por ese entonces tenía una amiga, ella tenía un novio que probablemente la amaba y que hoy en día los jóvenes decimos a ese tipo de amor "el amor toxico". Yo tenía dieciocho y ella diecisiete, mi amiga se había subido en un tren de ida y venida fugaz donde estaba en un ciclo sin fin donde terminaba con él y ella volvía después, por eso nunca es bueno tratar de cuidar a una amiga que aparentemente te pide ayuda, después vuelven y tu vas a quedar como la mala.
Ella tenía su propio montón de problemas, con tantas infidelidades. Y yo también, pero nadie nunca preguntaba algo al respecto creyendo que yo era lo suficientemente fuerte como para afrontarlo por mi misma. En los salones cada quien tenía su grupito con quien unirse, pero yo estaba sola. No me importaba mucho realmente, era lo que mi exterior reflejaba, pero en el fondo sabía que necesitaba a alguien. La profesora con la que certifique, lengua y literatura lo sabía. Ya no éramos los mismos niños de quince y dieciséis años que ella había conocido en primero de bachillerato.
Las personas necesariamente no son malas, el ser humano tiene el mal dentro de su naturaleza, pero muchas veces termina arrepintiéndose de hacer daño. La profesora de lenguaje hizo el famoso juego del amigo secreto. Todos estuvieron obligados a jugar, porque eran puntos por la materia, algunos tenían el rostro desencajado cuando vieron el nombre escrito en el papel. Bien, todos podían aceptarlo, solo sería un cochino regalo y luego estaremos todos librados de eso. Podía ver en sus caras ese razonamiento, que, aunque no lo dijesen, estaba allí taladrando sus cabezas. Pero algunas cosas nunca son tan sencillas como pensamos.
No recuerdo quien me tocó. Pero recuerdo mucho lo inmadura que solía hacer en ese entonces. La profesora quería que mucho antes de dar el regalo principal, déjesenos pequeños regalos en los puestos de nuestros compañeros, todo era valido, caramelos, pulseras, todo. Yo no me acuerdo que recibí. Pero si recuerdo que trate de ser bastante detallista con la persona que me tocó. Le dejaba muchos dulces. Había una niña más pequeña que todos nosotros, mientras todos bordeábamos los diecisiete o dieciocho, ella estaba cerca de los dieciséis. Recuerdo que le tocó un chico y uno de sus mini regalos, fue un mango de árbol. El mango era gigante y ella lucho mucho por meterlo en la abertura debajo de la banca.
Hay que locos dieciocho, algunas veces solo quería correr tan lejos como pudiese, entre tantas cuestiones planteadas, los exámenes externos, los amienemigos. Todo era caos, podía ser cierto de alguna manera que los jóvenes siempre somos vivaces, que realmente no es mentira, pero también sufrimos y lloramos nuestras propias penas. Inolvidable fue esa entrega de regalos. Con todos mirándonos como enemigos, muchos inconformes con sus regalos y otros inconformes con las personas que les dieron regalos y viceversa.
Cuando vi mi pequeño par de aretes obsequiados, no sentí nada. Muchos sonreían demasiado, hasta las parejitas de novios tóxicos del salón al menos tenían para pelarse el diente los unos a los otros, pero yo no sentía nada. Solo vacío, los aretes eran muy baratos, pero también bonitos. El problema no es que fuesen baratos, el problema es que yo ni siquiera usaba aretes, lo que demostraba en primer lugar lo poco que esa persona se había molestado en conocerme, y lo otro que me molestaba era que no había ningún sentimiento en ese regalo, solo me los dieron y ya.
Debido a que nunca me dieron regalos, no suelo ser muy exigente con los regalos, porque en primer lugar rarísimas veces los recibo. Suelo apreciar más, las intenciones detrás de un regalo. De todas maneras en ese momento, no importó, suelo dejar rápidamente el enojo y el resentimiento atrás, pero eso no hace que deje de ser resentimiento. Todos solo siguen leyendo porque están esperando que nombre ese regalo importante que recibí. Pero si no te cuento, probablemente no entiendas, ni seas capaz de darle el mismo valor que yo le doy. Tengo un mejor amigo, uno que siempre suele estar conmigo.
Pero muchas veces un solo amigo, a algunos no les pareces suficiente, a mi en cambio me parecía suficiente, pero creía que mientras más mejor, cuando realmente lo que importa no es la cantidad si no la calidad de ellos. Actualmente él y yo somos como hermanos, con diferentes gustos, peleas seguidas y reconciliaciones un tanto estrechas, pero a fin de cuentas hermanos de distintas madres. La cena de "navidad" había transcurrido de manera normal, la comida, la música y todo lo demás. Pero la navidad del año 2017 para mi fue como cualquier otra que haya tenido, aparentemente sin ningún regalo especial.
Lo que no sabía es que estaba tan cerca de conocer a una persona especial. El año pasó corriendo, como un huracán derrumbando casas, puertas, paredes. Después de una cortísima navidad, el año nuevo llegó y nuestra graduación. Es bueno saber que el destino pone siempre las cosas en su lugar, probablemente aún seguían sin valorar mi amistad, muchas personas, pero el día de la graduación solo importaba yo. Nadie quería sentarse al lado de mi ex mejor amiga, nadie quería tomarse la fotos de graduación ni con ella ni con su novio tóxico.
Nadie tenia a nadie, todos parecían tristes y solos, inoportunos e inconscientes, nadie tenía una cara bonita para la graduación. No estaba feliz por la desgracia de otros, solo me dio satisfacción saber que las cosas estaban comenzando a tener orden y prioridad sobre muchas cosas. Salí en el periódico, si no mal recuerdo, "El Telégrafo". Solía creer que Dios existía, estaba yo sin ley, sabía que existía, pero siempre solía huir de Él, yo sabía que existía pero nunca me molesté en conocerlo. Mi regalo más preciado fue creciendo, mi regalo más preciado fue conocer a Dios. Él vino a mi, en forma de flor, Él vino a mi siendo un girasol.
Curioso, la verdad, aconteciendo que los girasoles son mis flores favoritas en el mundo, son amarillos, que representan alegría, y tienen una parta más oscura y fuerte que representa el sostenimiento de una fortificación, una fortificación sana. A pesar de que nunca había orado correctamente y siempre estuvo cuidándome de muchas maneras, yo sentí su presencia con más intensidad, cuando sin que yo le pidiese, me dio libertad. La que había estado añorando en silencio. Esperando que se cumpliese como por arte de magia, como si yo me mereciera todo en este mundo.
Los girasoles taparon a todas las personas de mi vida, algunas se veían nítidas como una televisión en alta definición y algunas fueron desapareciendo poco a poco. Y supe que nunca había sido el destino quien obró sobre mi, ni quien me rodeaba, siempre había sido Dios, que nunca había estado sola si no que, Él siempre había estado acompañándome fielmente aunque yo no a él. Aunque para ese entonces, yo ni si quiera me había dado cuenta de que todo era obra de Él. Él había reunido todos los regalos que no recibí durante los primero dieciocho años de mi vida.
Cuando llegó la navidad del año 2019 recién me di cuenta de las cosas que estaban empezando a moverse, moviéndose sin que me diera cuenta y arreglándose para estar al día. No fue una navidad fácil, cuando mis hermanas salían a trabajar, yo me quedaba en casa haciendo las tareas de la universidad y ayudando con el negocio familiar a mis padres. Mi padre es zapatero artesano, por lo general suele hacer muchos zapatos para dama, también hace zapatos de hombre, pero se especializó para hacer zapatos de dama. Ya es bien sabido para muchos de nosotros que no somos quienes para juzgar a nuestros padres.
Mi padre nunca fue un buen padre, ni esposo y probablemente fue muchas veces hombre antes que padre y esposo. Nunca hubieron vicios, no fuma y tampoco toma, pero su personalidad era asfixiante y machista, algunas veces no quería regresar del colegio y siempre todas mis navidades en casa eran tristes y no había nada de especial en ellas, probablemente por eso no es posible contarles alguna navidad divertida en mi vida, porque nunca hubo ninguna. Y, entonces es probable que esta historia de navidad se torne muy sentimental en el camino a su final.
Okuduğunuz için teşekkürler!
Ziyaretçilerimize Reklam göstererek Inkspired'ı ücretsiz tutabiliriz. Lütfen Reklam Engelleyici'yi beyaz listeye ekleyerek veya devre dışı bırakarak bize destek olun.
Bunu yaptıktan sonra, Inkspired'ı normal şekilde kullanmaya devam etmek için lütfen web sitesini yeniden yükleyin.