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Recuerdos

Elizabeth estaba preocupada por el estado de su marido, hacia días que tenia una fiebre que lo debilitaba cada vez mas. Entre intentar bajarle la temperatura con paños húmedos e infusiones que Rosa la sirvienta le preparaba, su marido susurra un extraño pasaje de un cuento Irlandes.


Las noches pasaban y Elizabeth se encontraba dormida junto al escritorio que se encontraba al lado de la cama matrimonial, la luz de la lampara era tenue y amenazaba con apagarse ante la pequeña brisa que entraba por los huecos de ventana. Elizabeth despertó de imprevisto al escuchar que la puerta de la habitación se cerraba con fuerza, pensó que quizás Rosa había ido a dejar algo a su marido y que el viento había azotado la puerta.


Se levanto de aquel incomodo lugar y se mojo su rostro con una gran fuente de agua que estaba a su costado. Ya despierta se dio cuenta que la ventana estaba cerrada y que su marido ya no estaba. Algo confundida, pensó que ya se había mejorado lo suficiente para poder levantarse con sus propias fuerza, así que no le dio importancia y abrió las ventanas para que el lugar se renovara nuevamente con aire cálidos provenientes de la brisa del mar.


Llamo a Rosa, para que ordenara la habitación, mientras que ella se tomaba un baño con agua tibia.


Pasaron los días, y Elizabeth seguía su rutina diaria que para aquella época, era bastante común que sus quehaceres fuesen juntarse con sus amigas o ir a la iglesia o al mercado por aquellas extravagancias que traían extranjeros de todas partes del mundo. Claro cosas que solo la aristocracia podía hacer.


Un día cualquiera, volviendo desde la casa de Angie (una amiga de ella), se percato que afuera había un carruaje tirado por tres caballos, lo cual era bastante inusual. Sin darle mucha importancia, esquivo al cochero y entro a su propiedad.

En la entrada estaba Rosa, esperándola. Apresuradamente esta le tomo los paquetes que Elizabeth había comprado y le indico que la esperaban en el patio trasero, extrañada le pregunto de que se trataba, y la sirvienta le dijo que su marido le estaba esperando en aquel lugar.


Elizabeth, sin pensar mucho en la situación, paso por el pasillo que conectaba la cocina con el patio y al cruzar el umbral, vio que había dos hombres esperándola, sentados bebiendo te. Se acerco sigilosamente hacia ellos para no perturbar la conversación que ellos tenían; Tímidamente tomo una silla y se sentó entre medio de los dos hombres.

Estos la miraron, y le preguntaron como estaba su marido. Elizabeth confundida, rio y articulo un pequeño golpesito a uno de los hombres, diciéndole "vaya broma que me han jugado"; Los hombres confundidos le dijeron que no era para nada una broma, que ellos estaban allí para ser como testigos y llevarse el cadáver de su marido.


Elizabeth, confundida y algo enojada. Se levanto bruscamente de la mesa y apuntando a uno de los hombres, le dijo "Esto no es para nada gracioso, David". viendo la cara impresión de los hombres, Elizabeth cruzo el patio y posteriormente la cocina, donde Rosa estaba preparando la comida. Esta se dio cuenta de lo enojada que estaba su señora, por tanto le ofreció un vaso de agua y una extrañas yerbas que según ella, la calmarían.


Elizabeth ignorando aquella propuesta, se dirijo a la habitación matrimonial para probarse a si misma, que no se estaba volviéndose loca. Subio la escalera casi interminable, giro a la derecha y cruzo unas cuantas puertas hasta que se detuvo frente a su habitación. La puerta estaba cerrada pero una tenue luz salia por debajo. Elizabeth, temblorosa sin saber el porque, levanto su mano y giro la perilla, lentamente movió la puerta observando tímidamente cada zona que se revelaba ante ella; Hasta que llego frente a frente de su cama.


Y allí estaba, su marido casi moribundo. Observándola con unos ojos tristes pero calmados, como si aceptase que su muerte estaba cerca. Elizabeth sollozando, apenas mantiendose de pie, se tiro a las faldas de su amado esposo, y le dijo "Por que tardaste tanto".



Pasaron los días, y Rosa una aristócrata muy poderosa, de un antiguo linaje anglosajón. Abrió la puerta de la habitación.

Llevaba flores y las deposito en la cabecera de la cama matrimonial. A lo alto se distingia un cuadro muy antiguo en el que se retrataba a una pareja. Rosa, con lagrimas en los ojos, recito "Padres, ojala que nunca hubieran partido, los extraño".


Cerro las ventanas que tenían unos pequeños huecos por la antigüedad de aquella habitación, prendió la lampara de luz tenue, y cerro la puerta con fuerza.

14 Kasım 2020 18:44 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Son

Yazarla tanışın

David Blanco Cocinero profesional, amante del arte en todas sus expresiones, dibujante amateur, pintor principiante. ---> Mis obras de arte (oleo) https://www.smellslikeart.org/autor/eluneh-db

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