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En medio de la noche, un hombre descubre una flor negra sobre su cama. Al abrirla, se ve transportado a una desconcertante realidad, en la que se le manifestarán algunos acontecimientos que lo harán reflexionar sobre sus propios sentimientos.


Korku Tüm halka açık.

#suspense
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La flor

En medio de la oscuridad, sentí que algo iba mal. Me senté sobre la cama, escrutando la habitación. No parecía haber nada extraño. Bebí un trago de agua del vaso sobre la mesilla de noche y me sequé el sudor de la frente. Supuse que me habría despertado abruptamente tras sufrir una pesadilla que ya ni siquiera recordaba. Hacía tiempo que les había perdido el miedo. Decidí aprovechar las últimas horas de sueño.

Al estirarme de nuevo sobre el colchón, mis pies tropezaron con un objeto al fondo de la cama. Extrañado, despejé la superficie de sábanas y mantas y lo descubrí. Se trataba de una especie de capullo de rosa, aparentemente negro, de mayor tamaño que el de un puño. Lo sujeté entre mis manos. Resultaba frío al tacto, como si hubiera pasado toda la noche fuera, a la intemperie. Lo giré con los dedos hasta que di con el orificio en que se juntaban todos los pétalos. Un parpadeante destello se filtraba por la diminuta ranura, iluminando cada vez con más fuerza mi rostro. Abrí los pétalos hacia los lados y me vi súbitamente absorbido por una fuerza desconocida hacia el interior de la flor.

Me sumergí en una densa niebla dorada. Una voz gutural retumbó en mis oídos; imposible descubrir de dónde procedía.

—Bienvenido a mi reino.

—¿Quién eres? —pregunté desconcertado.

—No temas. Pronto lo descubrirás.

Sin darme tiempo a reaccionar, de entre la niebla emergió la desbocada locomotora de un tren sin vagones que me arrolló, lanzándome por los aires. Mi cuerpo atravesó una puerta abierta flotante y aterrizó en una superficie arenosa.

—¿Qué quieres de mí? —exigí saber, con voz temblorosa.

—Paciencia. Pronto tendrás las respuestas que buscas.

La masa arenosa a mis pies comenzó a descender, filtrándose torrentes de gravilla hacia el interior. Traté de sujetarme a las paredes, cada vez más estrechas conforme descendía, pero eran de cristal, así que no dejé de resbalar, hasta que la arena se agotó y me precipité por el estrecho orificio inferior hacia el vacío. Cerré con fuerza los ojos, previendo un fuerte impacto, y cuando los abrí me encontré en otro lugar. Se trataba de un parque.

—Conozco este lugar. ¿Por qué me has traído aquí?

—Sabes por qué lo he hecho —me respondió la voz, inmutable ante mi insistencia—. Busca en tu interior la respuesta.

Un hombre, vestido con un abrigo, se dirigía hacia mí, con los ojos ardiendo en llamas furiosas. Extendió hacia mí un brazo. En su extremo, el brillante cañón de una pistola. Una sombra, de largos cabellos ondulados, se interpuso entre los dos. Se oyó una detonación y un punto rojo apareció en el centro de la sombra, a la altura de su pecho. La sangre brotó de la herida, a mares, inundándolo todo a mi alrededor. Estaba paralizado. Cuando el líquido pastoso alcanzó mi rostro, se filtró por mi boca, por mis fosas nasales, impidiéndome respirar.

Aparecí en una loma sembrada de lápidas. Un cementerio. El cementerio. Ante mí, una losa de granito con una inscripción: Ana Torres (17/04/1986-31/10/2016). Me sentí de pronto embargado por la tristeza. Una lágrima resbaló por mi mejilla y cayó sobre la tierra. Posé una mano sobre la tumba, recién cubierta.

—Te echo de menos —susurré, con la voz ahogada por la añoranza.

Sentí cómo la tierra se removía bajo mi mano y al instante una mano blanquecina emergió del interior del terreno. Sobresaltado, caí de espaldas sobre la hierba húmeda. Observé cómo a esa mano la seguía otra, y después dos brazos, un tronco y unas piernas. Ante mí se alzaba una mujer con un deshilachado vestido de flores y la melena mugrienta cubriendo su rostro.

—¿Ana?

Al oír su nombre, reaccionó. Levantó la vista hacia mí, revelando su rostro demacrado, con ojos amarillentos que parecían observar el vacío. Comenzó a avanzar hacia mí, espasmódica, tambaleándose sobre sus piernas retorcidas. Abrió la boca, como si la mandíbula se le desencajara tratando de hablar. Solo emitió un indescifrable gruñido.

Traté de alejarme de aquel ser que, desde luego, no era mi esposa. Cuando estaba a punto de ponerme en pie, ella tropezó y cayó sobre mis piernas. Se arrastró sobre ellas, extendiendo sus manos hacia mi rostro, intentando alcanzarme. Trataba de sacármela de encima, pero era incapaz de mover mis músculos. Su rostro se detuvo a la altura del mío. De su boca se descolgó una lágrima de saliva blanca que impregnó mi mentón. Cerré los ojos con fuerza cuando sus labios cuarteados se aproximaron a los míos.

—Abre los ojos —me dijo la voz, mucho más próxima que las veces anteriores.

Abrí los ojos y me encontré de pie, en el centro de una negrura de límites inabarcables. Miré hacia mis pies y no descubrí suelo alguno; era como si flotara en el aire. Ante mí se materializó otro ser, similar a un demonio, de piel cenicienta, rasgos afilados y ojos flamígeros. Sobre su cabeza destacaban un par de gruesos cuernos curvados hacia atrás.

—¿Lo has comprendido? —me preguntó, con la extraña voz que había estado escuchando hasta entonces.

—Eres… ¿mi miedo?

—Sí, pero, ¿tu miedo a qué?

Pensé mi respuesta un instante, sintiéndome intimidado por la mirada de aquel ser.

—A mí mismo. A que pueda ser tan mezquino que haya dejado que ella muriera por mí aquel día. No merezco seguir viviendo. No quiero vivir así. Por favor, déjame ir con ella.

El engendro rozó mi brazo y se alejó de mí, perdiéndose en la oscuridad. Cuando pronunció sus últimas palabras, ya había desaparecido de nuevo.

—Ahora que lo has comprendido, es hora de que dé comienzo tu condena.

Sentí como si una fuerza invisible me golpeara y perdí el conocimiento. Me desperté en mi cama, en medio de la oscuridad. ¿Había sido todo una pesadilla?

Me vi embargado por la angustia al encender la luz y descubrir la rosa negra marcada a fuego en mi brazo. Tenía los pétalos completamente abiertos hacia los lados. Mi condena había comenzado.

30 Eylül 2020 14:42 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Son

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