srablablabla ces yeux

Para demostrar el amor hay distintos tipos de besos, pero aquí todos lo hacen de la manera más genuina posible. En todas las situaciones viscerales, este pequeño gesto expresa los sentimientos más crudos y profundos de los amantes, y más en estos fragmentos de recuerdos ficticios, que son historias más dulcemente tranquilizadoras que realistas, y a veces, devastadoras. Porque quien vive sin amar no puede saber lo que es morir de amor o aflicción.


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Cumpleaños

—¿Sabes qué día es hoy?

La voz que oyó de su celular pasó casi desapercibida mientras se concentraba en el panorama frente a él de una vereda atestada de carros, señales vehiculares, paneles de velocidad y transeúntes.

—Claro que sí, ¿por quién me tomas? —respondió con aspereza mientras miraba la pantalla inteligente de su auto para ver la fecha— Hoy es martes catorce de julio, ¿por qué?

Las palabras resbalaron tan fácilmente de su boca y fueron oídas por su amigo que pensó que la pregunta era tonta, y aún así se le escapaba el verdadero significado de lo que acababa de decir. Esperó la respuesta con impaciencia y la persona con la que estaba hablando guardó silencio y antes de responder suspiró pesadamente.

—¿Qué día es hoy? —preguntó de nuevo Zenitsu, esta vez exasperado y preguntándose por qué siquiera estaba intentando recordarle a Inosuke eso.

—¿Qué? ¡Pero si te acabo de-! —Había comenzado a alzar la voz, casi gritar, y frunció el ceño con enojo. Creyó por un momento que le estaba tomando el pelo, pero le interrumpió el rubio rápidamente.

—¡Por Dios! —exclamó Zenitsu al otro lado de la línea alargando ambas palabras para expresar su indignación— ¡De verdad eres un idiota! ¡Inosuke! —dijo su nombre con fastidio y pareció sollozar falsamente.

—¿Cómo pudiste olvidar el cumpleaños de Tanjiro? ¿Es que no puedes recordar siquiera el cumpleaños de tu novio?

El darse cuenta de lo que había estado insinuando su amigo le cayó encima como una bofetada y le hizo perder el control del automóvil y, después de un instante donde casi chocaba con otro vehículo, recuperó la compostura y su mente quedó en blanco.

Mierda.

—Sí, mierda, Inosuke —respondió Zenitsu con cansancio y una preocupación que no le pertenecía, quien lo había olvidado no era él—. ¿Sabes? En serio, para algo existe una aplicación en tu celular llamado "calendario".

Inosuke continuó conduciendo de camino a la universidad de Tanjiro literalmente en piloto automático, pues su mente comenzó a pensar sin parar en lo que significaba haber olvidado su cumpleaños.

No tenía un regalo que dar y no estaba seguro de poder tener tiempo para comprar uno. No, más bien, no tenía regalo y no podría comprar uno sin ser un cínico descarado que compra algo frente a la persona a quien se lo dará; lo que significaba que tendría las manos vacías cuando fuera el momento de felicitar a Tanjiro.

Eso significaba también decepcionarlo, y decepcionar era entristecer. Quizás sería la única persona que no le diera nada. Eso demostraría que era idiota... y que no tenía neuronas suficientes para recordar una simple fecha.

—¡Mierda! Voy de camino a recoger a Tanjiro, ¡no podré comprarle nada! ¡Aghhh! —vociferó y descargó su frustración en el volante con un golpe seco. Si hubiera podido hubiera golpeado más cosas, pero no podía, y toda la rabia que se acumuló dentro de él se convirtió rápidamente en culpa.

Zenitsu volvió a suspirar. Inosuke sintió sus manos sudar de preocupación de no saber qué hacer y no pudo evitar soltar otro gruñido de impotencia por saber que era tonto y probablemente una mala persona por no recordar esa fecha tan importante.

—Quizás debí haberte dicho antes... —Zenitsu se sorprendió un poco por la intranquilidad que denotaba la voz de Inosuke, pero pronto se dio cuenta de que era normal. Inosuke realmente apreciaba a Tanjiro a pesar de que por su personalidad fueran pocas las veces que lo demostrara.

—¡Claro que sí? ¡¿Por qué no lo hiciste?! ¡Carajo! —Maldecir era la única manera en que podía deshacerse de la culpa que se removía dentro de él y su ira y ansiedad se volvió demasiado que soportar— ¡No sé qué hacer! ¡Zenitsu!

—¡¿Qué?! ¡No es mi culpa!

—¡¿Ahora qué hago?! —preguntó con indignación y más preocupación. Ambos hablaban más fuerte de lo normal y se estresaban el uno al otro.

—Ehh —Zenitsu se tomó un momento para pensar e Inosuke lamentó ser inepto con la tecnología.

—No sé, invítalo a cenar a algún lugar, o algo así, ¡y no me grites! —exclamó con una ansiedad contagiada el rubio y exhaló con fuerza— Por Dios, Inosuke, tú soluciónalo, lo siento-

—Ughh —gruñó —. Olvídalo, ¡solo...! ¡Aahh! Ya pensaré en algo —respondió con hartazgo de tanto grito y respuestas inútiles y colgó.

Ahora solo tenía una mente borrascosa, llena de pensamientos desmotivadores y con todas las posibilidades de lo que podría pasar después haciéndole sentir horriblemente. No era su culpa, siempre olvidaba las fechas importantes, y no era como si le importaran de verdad a él, pero ese día... ese día sí la había cagado.

Abrió por fin la ventana por completo y recargó su brazo en la puerta, pasando sus dedos entre su cabello con fuerza. El viento le devolvió a la realidad y esperó con resignación a que el tráfico le dejara llegar a su destino.

Eran las siete de la tarde, el viento se había vuelto fresco y como era verano todavía había luz natural, estaba entre el azul celeste y naranja del atardecer. Las luces de la ciudad se encenderían en al menos una hora y en ese momento no tenía ideas de qué regalar o hacer.

Sintiéndose inútil, desgastado por sus propios pensamientos y con peor humor de lo normal condujo sin prestar completa atención, más bien buscando alguna manera de solucionar la fosa que él mismo había cavado.

¿A Tanjiro le importaría tanto que le regalara algo? No estaba seguro, aunque a la mayoría de las personas sí, no por algo era un día muy especial que solo se celebraba una vez al año. Si alguien olvidara su cumpleaños se sentiría... en realidad a él no le importaría mucho, pero se esforzó en indagar en la respuesta.

Supuso que alguien más podría pensar que no era importante para quien no le había regalado nada, o que no eran amigos, o que le caían mal, o que eran olvidadizos. En cualquier caso, daba mala impresión y lo más probable era que pensara que no tenía compromiso como amigo ni como novio, y eso lastimaba su orgullo. ¡Cuando quería tomaba algo en serio lo hacía!, solo que las fechas no eran su fuerte.

Entre tanto pensar el tráfico se había despejado y recorría con tranquilidad la calle hasta vislumbrar a Tanjiro. Al verlo algo tomó forma en su cerebro y deseó desesperadamente encontrar una manera de que Tanjiro no se enfadara con él. Su corazón hizo cortocircuito y sin fijarse aparcó su auto cerca de donde lo había visto, en la entrada del campus.

Apagó el motor, sacó sus llaves y salió sin prisa alguna. En realidad, hubiera querido evitar a Tanjiro, pero eso sería muy cruel. ¿No ver al cumpleañero en su día e ignorarlo? No, no pasaría, aunque el estar sin ningún detalle qué dar tampoco era muy bueno.

Caminó por unos minutos ya que el lugar donde había aparcado estaba un poco lejos de la entrada y al estar lo suficientemente cerca saludó a su pareja.

—H-Hola Tanjiro —saludó con una incomodidad mal disimulada Inosuke al estar frente a frente con él. Había decidido que intentaría cumplir con las expectativas, o más bien, ser decente al menos en cuanto a lo que se refería con todo eso del romance y eso...

—Hola Inosuke —respondió con alegría genuina el contrario, acercándosele para darle un abrazo fuerte. Se notaba la felicidad en ese simple gesto, tanta que Inosuke temió interrumpirla con una palabra mal dicha, un ademán inadecuado, la ausencia de un regalo.

—¿Inosuke? ¿Qué pasa? —preguntó con preocupación Tanjiro mirándolo fijamente, perforando su alma sin querer con sus ojos rojizos y expresión gentil. Gentilmente dolorosa al saber que le decepcionaría, y apartó la mirada para caminar en dirección a su auto.

—¡No! ¡N-Nada! Vámonos de una vez —respondió exaltado y su tono de voz reverberó en la calle porque sin querer había hablado más fuerte de lo normal. Le dio la espalda a Tanjiro para no responder y por los nervios caminó rápido, dejándolo atrás.

La vereda ya estaba despejada, no había muchas personas a esa hora en esa parte de la ciudad y el silencio podría haber sido agradable si el azabache no se comportara de esa manera evasiva, como con la agitada respuesta que había dado antes.

—Pero Inosuke, ¿dónde está tu...? —preguntó de nuevo Tanjiro mirando alrededor y pronto vio dónde lo había estacionado con una expresión de confusión al principio y realización de lo que estaba pasando después— Ah.

—¿Qué? —preguntó el azabache distraído, dedicándole una mirada que parecía de molestia, y sin ganas buscó la razón de su sorpresa cansada e impasible.

Siguió la mirada de Tanjiro y vio una grúa que estaba avanzando hacia el final de la calle con un auto detrás que parecía el suyo, eran las mismas luces, el mismo color azul eléctrico, el mismo modelo Audi A3... No, espera, ¡era el suyo!

Su estómago se hundió y la grúa se alejó dando vuelta en la esquina para desaparecer por completo y dejarlo boquiabierto de impotencia, vergüenza y ganas de golpearse.

—¿Te estacionaste en...? —comenzó Tanjiro, mirándolo de manera inquisitiva como preguntando «¿por qué?», pues no había otra manera de hacerlo sin que se lo tomara a mal su compañero.

—Ay, Inosuke.

Se quedó viendo el horizonte al mismo tiempo que procesaba todo. No tenía regalo, no tenía dignidad, y ahora no tenía auto, lo que era tener que caminar de regreso y por lo tanto no cenar en ningún lugar que valiera la pena. Simplemente genial.

—¡Aaaghhh! —vociferó de forma gutural el mencionado y sin poder controlarlo más tomó su cuerpo cabelludo para sacudirlo con fuerza. ¡Mierda! No podía ser más tarugo, idiota, pendejo, imbécil, estúpido, todo lo que se le ocurriera.

—¡Eh! Inosuke, no pasa nada, cálmate —se apresuró a tomar los hombros de Inosuke para hacer que lo viera y se calmara—: ¡Está bien! No te preocupes, podemos ir con la policía después para recuperar tu carro.

—¡No! ¡Ahhh! ¡Mierda! —No pudo manifestar su ira de otro modo y el gritar era la única forma que conocía. Bramó cosas incoherentes, más que nada odio a sí mismo, y se rindió, pero no pudo parar de desahogar su rabia en gritos y después susurros ininteligibles.

Muerto por dentro de lo inútil que creía ser y frío por los nervios cedió cuando Tanjiro tomó sus brazos para evitar que se lastimara y lo miró, indiferente, en blanco de nuevo, sin saber qué sentir o hacer o qué. Tanjiro trató de confortarlo una vez más y dio un suspiro cansado.

—Podemos ir a la avenida y tomar un taxi desde ahí —sugirió. Inosuke accedió automáticamente, sin más opciones.

Caminaron uno al lado del otro sin decir una palabra en un silencio más desconcertado que incómodo. Tanjiro no mencionó el incidente de nuevo e Inosuke anheló con pesadumbre de que ese día terminara de una buena vez, ya por favor. Tenía tanta energía acumulada en forma de ansiedad que podría dar varias vueltas a la ciudad, seguidas.

Dejó de pensar, apagó su cerebro, se dijo que no debía ser un maldito cobarde y decidió decirle a Tanjiro su horroroso pecado.

—Oye, Tanjiro.

—¿Sí? —Cuando Tanjiro lo observó de esa manera, esa en la que sabía que tenía toda su atención y que lo estaba escuchando con toda disposición hizo que su estómago diera un vuelco y comenzara a dudar de su propio orgullo.

—¿Inosuke? —le llamó confundido el castaño y buscó una señal que le dijera qué estaba pensando, qué estaba pasando por su mente y por qué estaba tan callado si normalmente estaría alardeando sobre cualquier cosa que le hubiera pasado y hablando sin parar.

No tenía idea de lo que había querido hacer, no sabía si lo estaba haciendo bien o decente o si cumplía las expectativas de lo que alguien esperaba de su pareja en su cumpleaños, no sabía si podía arreglarlo, no quería saber, y para no martirizarse aún más decidió que lo mejor sería solo confesar, escupir la sopa de una vez por todas.

—Espera, y-yo- no, no- —tartamudeó inconscientemente, miró al piso, supo que lo decepcionaría, pero trató de sacar eso que tanto le hacía sentirse así, y lo odiaba.

Odiaba sentirse como un inútil, como si fuera su culpa, por haber olvidado su cumpleaños, pero si tan solo no tuviera que recordarlo, qué molestia, pero el no hacerlo era imperdonable, era inaceptable, ¿cómo podría decir a los demás de que le gustaba Tanjiro si no podía siquiera recordar eso?

—L-Lo si-siento —escupió con casi timidez, la sangre de haberlo admitido y haberse disculpado subiéndole a la cara en menos de dos segundos, antes de haber incluso terminado la frase.

—¿Por qué?

—Olvidé... olvidé que hoy... —El pensarlo era muy diferente a decirlo y se dio cuenta de lo difícil que era pronunciar esa oración frente a esa persona especial que no le gustaría enfadar, o entristecer, o cualquier cosa negativa que implicara no hacer feliz a alguien. La sonrisa de Tanjiro era demasiado linda como para no verla todo el tiempo.

—¿Eh? —Hiló con sagacidad lo que quería decir, lo que había pasado hasta ese momento y supo con certeza lo que quería decir y por qué había reaccionado tan agresivamente hacía unos minutos.

En vez de responder con palabras tomó las manos de Inosuke entre las suyas con calidez y las sostuvo así hasta que hubo captado sus ojos y atención.

—Inosuke, no es necesario que me des algo —dijo con tal suavidad que su corazón casi paró en seco de solo oírlo—. Con un «Feliz cumpleaños» es suficiente.

Se acercó a él para quedar a unos centímetros de su cara y dio un beso corto y cariñoso en los labios, ligero como el viento de verano.

—Estabas muy preocupado por eso, ¿no? —preguntó con tanta gentileza que derritió sus sentidos con oír su voz— Tanto que estacionaste tu auto... pff —Ahogó una pequeña risa en el dorso de su mano e Inosuke se sonrojó, y junto a eso acudieron unas diminutas ganas de replicar con algo hiriente que eran más un reflejo que un impulso real, pero con solo ver a Tanjiro sonreír con inocencia le hizo sentirse aliviado a más no poder.

Las ganas de replicar se esfumaron y las reemplazó una sensación de serenidad y alegría, pero una alegría sencilla que le hizo reírse junto a él y olvidar su pánico momentáneo de antes, pensando que de verdad tendría que aprender cómo usar el dichoso calendario para no volver a olvidar nada.

Entrelazó su mano con la de Tanjiro y le besó de nuevo, pero con más necesidad de ese perdón que tanto necesitaba.

—Feliz cumpleaños —murmuró en tono medio burlesco con una pequeña pausa que hizo para recuperar el aliento y continuó el beso.

Pronto tuvo suficiente (por el momento) y continuaron caminando, y ya cuando hubo recuperado toda su energía normal del único e inigualable Inosuke Hashibira, habló como si nunca se hubiera sentido tan ansioso y con tanta pesadumbre en su vida.

—Agh, pero no puedo creerlo... mi auto... ¿quién puso esa señal de "no estacionarse"? Lo mataré si alguna vez me lo encuentro —bufó y volvió a su personalidad normal, sin preocupaciones o dudas sobre si Tanjiro lo perdonaría.

La alegría sencilla pero plena hizo dar un apretón de manos a Tanjiro, ésta desbordándose y queriendo compartirla, o tal vez quien la estaba compartiendo era el cumpleañero... realmente no importaba.

Inosuke hizo una señal al vehículo que se acercaba, paró frente a ellos, le robó un beso a Tanjiro y subieron al taxi.

17 Eylül 2020 14:18 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Yazarla tanışın

ces yeux hola, a veces escribo fanfics y dibujo. también soy fan de Julio Cortázar y Neil Gaiman. amo Danganronpa y Dandelion; el romance y las cosas viscerales. ces yeux ne t'appartiennent pas, où les as-tu pris? esos ojos no te pertenecen, ¿dónde los conseguiste?

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