No es de día, ni de noche…
El tiempo se detuvo en el instante en que mi profundo terror se hizo realidad…
El buzón en un silencio ininterrumpido por el líquido que se escurre de su nariz me avisa con dolor, que no hay carta…
No hay carta…
El frio me cubre con su escarchada manta, mis huesos crujen por el entumecimiento…
¿No volverás?
¿Es verdad?
¡Nooooooooo! Puedo sentir la sangre gotear y de una a una apoderarse del espacio en mis pulmones.
¡Sí! Es descabellado, ¡Lo sé! Es loco… ¡Es irreal! Vuelvo a gritar en una agonía que atrapa mis cuerdas vocales.
¡No más! Clamo…
Sí. Lo que me rodea es más odio que amor… la oscuridad se había vuelto mi amiga…
Pero… llegaste… ¡Desbaratas todo lo que tocas!
¿Por qué yo?
¿Por qué tenía que ser yo?
¡Explícate! Exijo con dolor rasgando el precario sonido de mi voz.
Ya…
Por favor…
No te rindas…
¡Te necesito! Maldición… ¡Te necesito!
No puedes enseñarme algo y desaparecer…
Ya no oigo tu voz…
Soy un preso por voluntad…
Un condenado a permanecer en tus brazos.
Puede ser que los ancianos tengan razón… pero, vine al mundo a luchar y por fin existe un motivo por el que vale enfrentar quimeras.
Ese latido que despertaste en mí, te clama a gritos y no te dejara huir. Así que prepárate, porque la esposa que se enreda en mi piel como una nueva cicatriz también rodea la tuya.
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