bemonda Bianca Monroy

Una aldea se enfrenta a la desaparición de sus guerreros y cazadores más fuertes, mientras que una deidad canta para sus súbditos, quienes son seleccionados por ella para que cuiden al bosque de Waktha. "Cuidar a la ninfa es nuestra labor, así sobrevivimos mientras ella canta para nosotros". *** Cuento inspirado en la imagen que se muestra en la portada, la cual fue tomada desde Pinterest (Cargada por Diane Munoz-créditos a su autor).


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#343 #378 #bosque #aves #suspenso #341
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El bosque

El bosque Waktha siempre fue un lugar siniestro, los relatos que de ahí se contaban nos daban escalofríos a todos, desde que éramos niños hasta ahora que somos adultos. Cada uno de nosotros nos abrazábamos las rodillas mientras Tiwe, el anciano de la aldea, nos relataba las visiones que los guerreros tenían al encontrarse dentro del bosque, muchas de ellas hablaban de una criatura con plumaje negro y ojos brillantes.


Tiwe decía que aquella criatura les hablaba a los guerreros, mientras sus aves de caza volaban sobre unos árboles desnudos y ennegrecidos; al menos eso era lo que los pobres hombres, que no enloquecían por completo, le platicaban al anciano después de adentrarse al centro del bosque.


Con aquellos relatos de miedo nosotros mirábamos al bosque con un cierto recelo, así como con respeto por las presas que nos otorgaba para alimentarnos. Lamentablemente, cuando las presas escaseaban, algunos de nosotros teníamos que adentrarnos a la parte suroeste del bosque para tener un poco más de alimento. Pocas veces se perdían nuestros cazadores, pero hace más de diez lunas atrás, un grupo de nuestros mejores cazadores entraron más allá de lo permitido, encontrándose con aquellos árboles ennegrecidos de los relatos nocturnos.

Uno de ellos, Jaw, logró salir sin rasguños físicos, pero con la mente totalmente perturbada; él traía consigo a su hermano, quien presentaba unas terribles heridas de garras y picos. Cuando los encontramos nos dimos cuenta de que Paw, un joven de tez apiñonada, ya había perecido en los brazos de su hermano, el cual no dejaba de balbucear un conjunto de frases que para nosotros no tenían sentido alguno.

— Los árboles negros... su tez pálida... sus miles de ojos sin parpadear... enormes alas sobre nosotros... niebla blanca y tierra negra... anaranjados eran sus ojos... se abalanzaron sobre nosotros... no había salida, mas, la oscuridad nos cubría —. Esas fueron algunas de las palabras que aún recuerdo haber escuchado de sus temblorosos labios, mientras mi padre lo separaba de su hermano.


Tiwe se acercó al pobre hombre con una manta para cubrir su tembloroso cuerpo, mientras los demás cazadores mirábamos hacia el interior del bosque en espera de nuestros hermanos. Pasamos varias horas así, con la esperanza en el corazón, pero ninguno apareció. El anciano nos pidió regresar a la aldea antes de que las estrellas se posaran sobre el cielo.

A la mañana siguiente un grupo de guerreros se adentró para buscar a los otros cazadores; mas, al anochecer de aquel día, los guerreros sólo habían encontrado dos cuerpos en las cercanías del límite impuesto por nuestros ancestros, ambos estaban totalmente desechos y presentaban heridas similares a las del joven Paw.


Después de aquel día, Tiwe nos impuso no volver a adentrarnos en aquella zona del bosque. Así pasamos las siguientes lunas, hasta que se encontraron los tres cuerpos restantes de aquellos grandes cazadores; en conjunto decidimos hacerles un ritual para despedirlos a la hora en la que la luna se encontraba más alta . Tiwe y Reth, mi padre, dijeron unas palabras para que las acciones de aquellos guerreros no se olvidaran.

Después de esa noche, todos teníamos mayor miedo a adentrarnos en el bosque. Los ancianos dejaron de contar aquellos relatos nocturnos para intentar calmarnos, mas, esto era en vano. Todos mirábamos al bosque con ojos vidriosos, con las manos temblorosas y la piel corrugada de miedo, así nos sentíamos cada vez que intentábamos cazar algo cerca del lugar.

Todos sabíamos que entrar al bosque nos traería problemas, sin embargo, aquel día necesitábamos cazar algo para la aldea, ya que la escasez se había incrementado. Caminamos por la zona sur del bosque, donde logramos visualizar un claro en el que descansaba un trío de venados.


Con bastante cuidado nos acercamos, yo tensaba mi arco para tomar ventaja del más débil de los tres animales, mientras mis compañeros rodeaban los árboles para no perderlo, pero no esperábamos que aquellos criaturas corrieran antes de disparar y nos guiaran más allá de los límites impuestos. Juntos corrimos detrás del más débil, que a pesar de ser más lento que sus compañeros nos llevaba un par de metros de ventaja.

Corrimos varios metros dentro del bosque, los animales se separaron cuando la niebla comenzó a avanzar y nosotros nos paramos en seco. La niebla era clara y baja, nuestra presa se paró mientras miraba hacia nosotros. Todos nos miramos unos a otros, teníamos miedo, pero también hambre, así que continuamos, avanzando más rápido sobre los pasos de aquel animal. Él nos guiaba al interior del bosque.

Nos adentramos unos cuantos metros más y los árboles cambiaron drásticamente, al igual que el espesor de la niebla. Aquel animal que perseguíamos había desaparecido, nuestros pies estaban cansados y la niebla comenzaba a volverse fría; con el temor en nuestros miembros avanzamos unos pasos más. Así fue como nuestros ojos se encontraron con los árboles negros y desnudos.


Yo temblaba de miedo, mi mente estaba totalmente nublada y mis oídos escuchaban susurros a lo lejos. Mis pasos se volvían lentos mientras esas voces me guiaban y me alejaba de los demás. Cada paso me acercaba a los árboles y sus ramas desnudas, poco a poco el aletear de unas aves se incrementaba generando que un miedo feroz me invadiera.

Los troncos viejos y negros se unían unos a otros, mientras varias sombras aladas pasaban junto y sobre de ellos. Las alas de aquellas gruesas aves retumban en mis oídos, así como una suave pero aguda voz me cantaba una melodía. Al acercarme a esa voz, sentí como las aves chocaban sobre mi cabeza y sus plumas me golpeaban suavemente.


Mi mente comenzaba a dar vueltas y mis pasos a tropezar entre las ramas y rocas que rodeaban los troncos. Mis pies ya lastimados no me permitieron seguir y caí en un sendero de tierra, ahí fue donde vi a esa criatura.


Negras eran sus grandes alas, las cuales caían sobre una gran rama, sus pies y sus manos eran de un tono pálido, como si nunca la tocara el sol. Mientras ella me observaba posada en una rama, sus aves se colocaron a su lado y, su dulce voz me mostró que no era un espécimen masculino sino uno femenino.


Mis manos temblaban sobre aquella árida tierra y mis pensamientos se revolvían con aquella imagen, una criatura de ojos naranjas y brillantes me observaba con un poco de ira en ellos.

Al levantarme, escuché gritos y vi como las aves de aquella criatura erguían sus alas y afilaban sus garras, preparándose para atacar. Fue entonces cuando recordé a mis compañeros, ella sólo me observaba y tomaba un cuenco plateado entre sus dedos. Alzó su voz sólo para decirme " tú serás mi nuevo compañero de juegos... y, nunca te podrás ir de mi lado", su rostro mostraba una torcida sonrisa.

Ella descendió, colocando su cuenco plateado sobre una gruesa rama contigua y caminó hacia mí. Sus frías manos se posaron sobre mis hombros y sus ojos me miraban fijamente. Aquellos ojos naranjas me mostraron un nuevo mundo y me dejaron sorprendido; poco a poco perdí la conciencia.

No sé cuanto tiempo pasó, pero cuando desperté me encontré rodeado de una gran oscuridad, no sentía mis miembros y mi mente seguía dando vueltas. Al enderezarme me di cuenta de que mis piernas y brazos ya no estaban, en lugar de ellos ahora tenía un par de alas y unas patas que terminaban en garras.


Caminé despacio y tambaleante hasta que encontré una luz, la cual me mostró que yo me encontraba en un tronco hueco. Mis ojos se adaptaron rápidamente para observar un gran grupo de aves rodeando a una ninfa de viento, quien tenía unas hermosas alas negras y bailaba a la luz de la luna.

Mientras las lunas pasaban sobre cada uno de nosotros, más cazadores se adentraron al bosque y la hermosa ninfa nos pedía proteger su morada. Mis garras se alzaban sobre aquellos cuerpos humanos para ahuyentarlos, pero en lugar de alejarse, ellos luchaban lanzando flechas a nuestras alas.


Al ver aquella rebeldía por parte de los humanos, la ira de la ninfa se incrementaba y nuestro ataque se volvía feroz, desgarrando la suave piel de aquellos seres. Nuestras garras se manchaban de sangre y los cuerpos caían inertes alrededor de nuestros troncos. Antes de volver a casa la ninfa nos pedía recorrer sus cuerpos cerca de los árboles verdes como señal de que nadie puede entrar a su territorio.


Nosotros los búhos defendemos el territorio de la ninfa de viento para evitar que los humanos la encuentren, pero en algunas ocasiones ella desea tener un nuevo amigo y crea a otro búho con el cuerpo y alma de algún cazador o guerrero.

Estoy seguro que los humanos creyeron que sus hermanos que no habían regresado, morían dentro del bosque, mientras sus cuerpos alimentaban la tierra de aquel lugar. Mas, esto no es realmente cierto, puesto que varios de nosotros ahora somos búhos y cazamos roedores para sobrevivir. Así como cuidamos de aquella poderosa ninfa, quien nos da vida con su dulce voz y, a la vez, calma los cambios de clima y las estaciones, apaciguando a los temerosos animales.

21 Haziran 2020 05:16 0 Rapor Yerleştirmek Hikayeyi takip edin
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Son

Yazarla tanışın

Bianca Monroy Hola querido lector. Soy una joven mexicana a la cual le encanta leer historias de fantasía, suspenso y terror. Aunque amo la lectura, también me gusta crear historias de diversos temas, por el momento dejo a tu disposición siete cuentos, dos de ellos son sobre criaturas fantásticas relacionadas a la mitología de Nauru y de Egipto. Espero disfrutes sus aventuras. Gracias por pasarte a leerme. ***o*** Instagram/Facebook/Twitter:@bemonda12

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