Ritmo y pasión en armonía danzan, cuando el Jazz susurra sus notas al viento. El corazón se entrega a la melodía, y el amor florece en cada acorde lento.

El jazz lo impulsaba a abandonarse a la intuición y la inspiración. Esa música improvisada, al punto de parecer escrita por los dioses de la estética, guardaba en sí la receta que Marcos intentaba descifrar para darle cauce a sus más profundos anhelos.

Sí, recuerdo como si fuese ayer cuando caminaba de la mano de aquellos amigos músicos y surfistas por allá en los ochentas.. Que tiempos aquellos cuando nada importaba, cuando el tiempo se detenía para nosotros cada noche estrellada en que la brisa del atlántico acariciaba nuestros jóvenes rostros. Nada era imposible para nosotros, si queríamos una chica la teníamos, si queríamos escalar el monte pináculo más alto lo hacíamos. Si queríamos enloquecer a la audiencia con una buena pieza de jazz..

Miles Davis tocaba de espaldas al público. El reflejo de la ira interna por una infancia y juventud marcada por un racismo y racialismo infame, la expresión de un alma atormentada, ajada?. Poco importa. Miles tocaba de espaldas y su trompeta seguía sonando maravillosa. Las gafas ocultan los ojos y parte de la expresión interna. Es noche, madrugada, ahí está la magia del jazz. No intenten explicar a los artistas, deconstruirlos . Simplemente disfruten de su talento, de su Arte.

Comienza el acto bíblico del tiempo. Unas trompetas, un saxofón, un acorde que nunca para de sonar. Escribo en la mesa del bar mil poemas que nunca nadie va a leer.