___talos___ Ismael Fernández

El señor Boris gusta de adquirir reliquias antiguas en forma de cuadros, los cuales luce orgulloso sobre los pasillos de su casa a las afueras de Sunbridge, y un día, un asesor de arte le convenció de comprarse el arcano retrato de la familia Morrison, de características únicas, que había estado pasando de familia en familia durante un siglo entero. Sin embargo, las pinturas que daban color al lienzo estaban más vivas de lo que parecía a primera vista, y pronto lo descubriría Boris... Y su familia.


Триллер 13+.

#terror #horror #suspense #misterio #relato #morrison #288 #maldición
0
3.7k ПРОСМОТРОВ
Завершено
reading time
AA Поделиться

Arte

Los exquisitos gustos del padre de la familia Walter, el señor Boris, fueron altamente inspirados por sus abuelos, los cuales fallecieron en extrañas condiciones cuando él solo tenía 10 años, aunque pudo adquirir una virtud de ellos muy extravagante… El coleccionismo de cuadros antiguos.

Durante años, el padre visitó multitud de galerías de arte en busca de obras de notoria antigüedad para decorar su casa en la plenitud de sus salones bajo el ojo cínico y crítico de Beth, su mujer. Aquel matrimonio había dado lugar a una maravillosa hija de nombre Dyana, una niña bastante reservada, de escasas amistades y que gustaba mucho de escribir notas de historias románticas en su libreta personal. La familia se mudó tiempo atrás a un hogar rural a un kilómetro del pueblo más cercano: Sunbridge. La vivienda era bastante grande y disponía de muchas habitaciones y pasillos que conectaban tanto la cocina, la sala de estar, el salón de espera, los dormitorios superiores, los tres baños del lugar y diferentes desvanes y salas menos frecuentadas del sitio. Todos los rellanos colgaban innumerables telas enmarcadas de preferencias arcaicas y fúnebres de tonos oscuros, dejando entrever el paladar refinado de los Walter a la hora de escoger el arte que más les cautivara e inspirara, aunque en verdad, todos los lienzos eran escogidos por el señor Boris. Fuera de la vivienda se construyó una pequeña caseta de herramientas que se empleaba a la vez para guardar balas de heno y la comida canina del perro, de nombre Axel, que dormía en la sala de estar del domicilio entre sábanas y cojines seleccionados para hacerle de camastro. Las labores del padre se basaban en la traducción de archivos extranjeros en la lengua propia del pueblo, pues él había viajado bastante por el mundo y entendía varias lenguas diferentes a su idioma maternal, pero a parte, el señor también trabajaba vendiendo piezas de animales que cazaba en el bosque a las carnicerías de la villa, pudiendo así sostener la economía familiar ante la pasividad de Beth, escritora de novelas sin ventas y redactora de artículos de temas contemporáneos que a penas conseguían darle dinero a las arcas de los Walter.

Subsistían bien al día a día, y a la hija Dyana nunca le faltó nada de los escasos caprichos que demandó a sus padres… Eran bastante corrientes.

Sin embargo, un día, el señor de la casa trajo una sorpresa para su querida parentela, un retrato extraño y chocante que adquirió en una exposición de arte del pueblo que un señor trajeado y muy formal le había vendido. El nombre era bastante simple y concreto: El retrato de la familia Morrison.

Durante aquella tarde, el padre les contó a su hija y mujer cómo llegó a decidirse por aquel cuadro, ya que había decenas y decenas de estos en la exposición: descripciones de las guerras más sanguinarias y frías, odas a los dioses que levantaron el mundo varios eones atrás, panoramas de ciudades olvidadas en las memorias del mundo… Y homenajes pictográficos a varios personajes públicos fallecidos.

“Entre tantas obras, el traductor se decantó por el asesoramiento personal de un tipo de traje negro y corbata ceñida de nombre Clark, un entendido sobre las artes de la pintura que fanfarroneaba de entregarle a sus clientes justo lo que querían y que captó su atención. El asesor le condujo por pasillos poco poblados a una sala donde todas las creaciones tenían fecha de salida de siglos pasados, detalle crucial que enamoró al fanático de lo antiguo, y en aquel momento el trajeado consejero le mostró dos lienzos específicos filtrados por la edad y el notable encanto que desprendían… Uno de ellos era el que decidió comprar.

El orientador de prenda oscura le describió con sumo detalle las características específicas de cada pintura, destacando sobre todo la historia detrás de cada uno, la precisión de cada pincelazo que les dio vida y la curiosidad dentro de los ojos de cada integrante de la lámina, que al moverse uno alrededor de este, parecía que te seguían con la mirada. Al padre le costó escoger uno debido a que consideraba ambas telas como reliquias de la vida, sin embargo, sabía que no podía presentarse en su domicilio con uno en cada mano por lo apretado que llegaban los bolsillos del padre en aquella temporada de escasa caza en Sunbridge, así que escogió inconscientemente el que le pareció más atractivo por su adorno interior.

El lienzo se pintó sobre óleo y gran parte del centro exponía una escalera de anchas dimensiones donde posaban de pie diferentes personas bien arregladas y de porte bien cuidado; los laterales mostraban rellanos que conducían a un compartimento tras la escalera que no se podía ver y el ala superior tenía una bifurcación a dos pasillos laterales que conducían probablemente a los aposentos de los allí presentes. Junto a los que se situaban solemnes en primera fila de la escalera, se alzaban detrás las figuras de los anteriores propietarios del cuadro que compraron este y tiempo después lo vendieron, contabilizándose así dos familias más.

Posteriormente a la compra, el asesor de feliz parecer al realizar bien su tarea de vendedor le aconsejó al afortunado adquirente que luego de unos meses, si era de su gusto, se incluyera entre los propietarios de la escalera ilustrada contratando a un pintor profesional para dejar su imprenta en aquella obra histórica, a lo que el comprador accedió contento”.

Cuando hubo acabado la explicación, se levantó de la mesa donde atendían Beth y Dyana para colgar la nueva adquisición en lo alto de la pared principal de la sala de espera delante de los rostros de indiferencia de las mujeres del hogar, que sujetaban con fuerza la escalera en la que se subió el hombre para ensalzar la obra por encima de todas las demás de aquella estancia.

Antes de disponerse a dormir, la pequeña del domicilio se quedó un rato observando el lienzo de diferentes ángulos de la sala para comprobar la historia de que le había contado su padre, y efectivamente tenía razón, los ojos de las personas del retrato le miraban a dónde sea que se encontrara.

29 апреля 2020 г. 16:10 0 Отчет Добавить Подписаться
0
Прочтите следующую главу Ojos

Прокомментируйте

Отправить!
Нет комментариев. Будьте первым!
~

Вы наслаждаетесь чтением?

У вас все ещё остались 5 главы в этой истории.
Чтобы продолжить, пожалуйста, зарегистрируйтесь или войдите. Бесплатно!

Войти через Facebook Войти через Twitter

или используйте обычную регистрационную форму