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Mi nombre es Paulina, acaba de pasar mi decimo cumpleaños, fue un día como cualquier otro para mi ya que mis padres se la pasaron trabajando y tuve que quedarme sola en mi casa a cuidar a mi hermana menor. Para la noche llegaron mis padres y me desearon un feliz cumpleaños además de que me ofrecieron miles de disculpas por no haber estado ese día conmigo

-Para que no se repita hemos pensado seriamente tu madre y yo en mandarte de vacaciones a casa de tu abuela- dijo mi padre

-¿A casa de mi abuela?- pregunte extrañada

-Si, a casa de tu abuela Luisa- contesto mi madre

- ¿Hasta allá? ¿Enserio me mandaron a aquel rancho?- dije algo molesta

-No hables así de ese lugar que fue donde yo crecí!- dijo mi padre alzando la voz- Pensamos que seria lo mejor para ti, estar al aire fresco del campo te ayudara, además de que no has visto a tu abuela en mucho tiempo de seguro te extraña mucho, cada que hablo por teléfono con ella pregunta por ti y dice que esta ansiosa por verte de nuevo, creo que lo mas justo es que pases aunque sea un mes con ella ¿no crees?

-Si hija, además ¿para que quieres quedarte aquí encerrada cuando puedes estar allá disfrutando con tus primos?

-Pues si, tienen razón- digo algo convencida

-Decidido iras de vacaciones a Parras durante un mes- dice mi padre

-Pero... ¿Quién cuidara a Sara cuando se vayan a trabajar?- digo angustiada

-La llevaremos a casa de tu tía Erika, ya sabes que ella las adora tanto

-De acuerdo, ¿Cuándo me iré?

-Nosotros te llevaremos pasado mañana por la mañana- dice mi padre

-Esta bien

-Ahora debes irte a la cama, tu padre y yo debemos hablar ciertas cosas aun respecto a esas vacaciones- dice mi madre

-Si, me iré adormir, que descansen buenas noches- digo

-Buenas noches princesa- contesta mi padre

Durante esa noche no podía dejar de pensar en como seria ese mes de vacaciones lejos de mi casa con familiares a los que no trataba desde hace años como dos o tres mas o menos, resultaba algo cuestionable el porque ya no íbamos a la casa de mi abuela si padre habla tan bien de ese lugar, de repente mi mente se lleno de dudas y tenia tantas ganas de hacerlas pero ya sabia lo que padre me diría "hay cosas que los niños no deben saber, cuando seas mas grande entenderás" así que me ahorre el realizar aquellas preguntas. Al día siguiente entusiasmada prepare la ropa que me llevaría para las vacaciones, madre dijo que para los días sábados y domingos debo llevar ropa bonita pero no exagerada ya que salen mas personas a la plaza así que tome mi vestido azul rey que tanto me gustaba, planeaba usarlo para el ultimo domingo que estuviera allá así que eche a la maleta mas ropa aunque padre dijo que llevaba muchas cosas yo no quería dar a entender que tenia poca ropa así que prácticamente llevaba casi todo mi guardarropa.

Se había llegado el día de ir a Parras aquel rancho en el que mi padre había crecido y en el que yo estaría un mes, estaba algo ansiosa y nerviosa al mismo tiempo, nos fuimos en el coche y me pude percatar de que algo le pasaba a padre, en todo el camino no hablo mucho y tenia su mirada fija al frente. El viaje duro cuatro horas, al parecer aquel rancho estaba algo lejos de casa como 248 km de distancia, al llegar padre saludo a unos señores que estaban arriando a unas vacas, pasamos por algunas calles empedradas <<alguien debería pavimentar estas calles>> pensé, llegamos a una pequeña casa color verde pastel, bajamos y padre entro como Pedro por su casa, pareció algo descortés pero nadie nos llamo la atención tal vez así se acostumbraba allá. La primera impresión que tuve de aquella casa era lo triste y apagada que se veía, era como si alguien se hubiera llevado la alegría de ese lugar, inspeccione la casa a simple vista, note que en el librero estaba la foto de mi abuelo difunto con un moño negro a un lado, padre al ver la foto pude ver que se le rozaron los ojos estaba segura de que lloraría pero no lo hizo ya que se paso la mano por la cara para limpiarse las lagrimas, seguimos caminando por la casa hasta llegar al patio el cual era enorme y ahí fue cuando vi a mi abuela

-Mijo viniste al fin- dijo la abuela mientras abrazaba a padre

-Si madre, después de tanto volvemos a vernos- dijo padre con una sonrisa

-Me alegra tanto que hayas vuelto- dijo la abuela

-Hola señora Luisa un gusto de verla de nuevo- dijo madre saludandola

-Ohh Barbara que bueno es volver a verte- contesto la abuela

-Lo mismo digo- dijo madre

- Ellas son Paulina y Sara ¿verdad?- dijo la abuela

- Hola abuela yo soy Paulina- dije algo nerviosa

-Cariño pero que grande estas, la ultima vez que te vi tenias como 7 años, ¿ahora cuantos tienes?

-Tengo 10, los acabo de cumplir anteayer- dije

-Ohh que bueno, ¿Y tu Sara cuantos tienes?

- Yo tengo 4- dijo mi hermana

-También estas muy grande ya jaja

-Oye madre y donde están Oswaldo, Estela y los niños?- pregunto padre

-Oswaldo esta trabajando y Estela y los niños están en casa de la madre de Estela ya no deben tardar en llegar- contesto la abuela

-Ah bueno, es que sentí la casa muy sola

-Así es desde que murió tu padre, esta algo sin vida esta casa- dijo triste

- Ay ama no hablemos de eso ahora mejor dígame como a estado

Me percate que la conversación seria tema de adultos así que empecé a caminar por el patio y observe las flores que eran realmente hermosas y escuché mucho ruido al parecer ya había llegado mi demás familia, fui a saludar a todos y me dijeron que me veía mas grande que la ultima vez que me habían visto y cosas así, me alegre de saber que tenia una prima un año menor que yo como no era mucha la diferencia de ellas sabia que nos llevaríamos bien, o eso esperaba, al parecer serian unas muy buenas vacaciones.

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