El humo que corre dentro de mi no es solo tabaco, sino un amargo dolor de ese día frío en el que decidiste dejarme sin ningún palpitar. Recuerdo que en el momento en el que probaba mi cigarro tu deleitaste las palabras que terminarían con todo. Te mire con una gota a punto de derramarse y con el humo del cigarro aún dentro de mí recorriendo mis pulmones enteros, no me lo esperaba. Me diste la espalda mientras analizaba lo que acababa de ocurrir sin exhalar, hasta que mi cuerpo cayó rendido sobre el suelo dejando salir lo que quedaba de mi aliento. Y pensar que nuestro último recuerdo juntos es el sentimiento del humo atorado en mi garganta por culpa de esa frase final.
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