Año 616, los tambores de guerra por parte de los demonios montados en sus temibles bestias infernales sonaban con toda su energía e ira hacia los humanos, sus caballos envueltos en fuego, sus dragones sedientos de sangre y carne, sus generales con una mirada enfurecida dirigían a las grandes legiones llameantes que buscaban sin descanso su anhelada venganza, y su dios, el señor "Kol'kagosh", en frente de todo su ejercito montando a su gran bestia cubierta de escamas, un fuego azul resplandeciente que calcinaría a cualquier individuo que osara enfrentarla, unos dientes y garras tan afilados y gigantes como las mejores espadas creadas por el hombre, y unos ojos, unos ojos rojos como la sangre que pronto brotaría de sus victimas, tenia por nombre "Oriu'kda".
El dios demonio Kol'kagosh junto a su espada conocida entre los mortales como "la espada negra", apuntaba de frente señalando a toda su legión ardiente la raza que pronto caería ante sus manos, aquella raza que se atrevió a pedirles ayuda cuando más los necesitaban, y les devolvieron el favor expulsándolos del mundo que por derecho les pertenecía.
Ya había pasado bastante tiempo de ese acontecimiento, aquel que separo las razas y los reinos que existían, el nacimiento de ese humano marcado, aquel hombre maldito que fue bendecido por la gracia de la Reina de la muerte antes de fallecer como último legado, aquel humano que se atrevió a revelarse en contra de los demonios, el dios Kol'kagosh ya había tenido suficiente, los humanos habían incumplido su trato y por si eso fuera poco, seguían a ese humano marcado en contra de su voluntad divina, y con un grito de guerra que se escucho por todos los rincones del campo de batalla, el dios demonio avanzaba en busca de justicia, los demonios inspirados ante este acto entraron en un estado abrumador dirigiéndose hacia las filas humanas con el propósito de destruir todo a su paso, la batalla final, ya había empezado.
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