azale Sara García

En la era de las nuevas tecnologías se busca el amor a través de aplicaciones: conoce la experiencia de Clara, una joven enamoradiza que no se rinde a la hora de encontrar a su «alma gemela». [Parodia para el reto: "El Humorista" de #TheAuthorsCup].


Юмор сатира Всех возростов.

#theauthorscup #TheOtherSideOfThings
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¡Tienes un match!

Nos adaptamos a las nuevas tecnologías, cambiamos nuestra forma de actuar y de pensar gracias a ellas: para bien o para mal. Coquetear con alguien en una discoteca había quedado obsoleto con la llegada de las aplicaciones, ahora se ligaba a través de una pantalla, y aunque años atrás pudiera parecer ridículo, en la actualidad nos habíamos acostumbrado a ello. Quedar con un desconocido era bastante frecuente, y sin duda alguna podría ser la trama perfecta para un nuevo capítulo de Black Mirror ¹.

La mayor adicción de Clara era el amor, y sumado a las nuevas tecnologías, el problema había empeorado. Quería creer que «el amor de su vida» se encontraba en algún lugar, un lugar remoto, porque después de veintiséis años todavía no había aparecido: quizás se encontraba perdido, o simplemente huía de su terrorífico destino. Clara era una persona difícil de querer, con ella no existían las medias tintas: o le cogías cariño o la odiabas. Su personalidad en sí misma era bastante complicada, parecía que la habían creado con una pizca de todo: podía ser extrovertida, pero también tímida; un día podía ser pesimista, y el siguiente convertirse en una agenda de Mr. Wonderful²; podía no hacer gracia, o decir una frase con la que conseguía sacarte carcajadas; podía odiar el calor mientras adquiría en la playa una «tonalidad crustáceo». Haría falta un pergamino kilométrico para poder escribir todas sus contradicciones, pero si algo tenía claro siempre, era que algún día conocería a su «alma gemela». Desgraciadamente, era un desperdicio que el único pensamiento que había conseguido estabilidad fuera realmente ridículo; sin embargo, lo importante era que aquella idea tan poco realista conseguía mantenerla ilusionada.

Otra de sus peculiaridades era que conservaba un recuerdo de cada una de aquellas personas que habían sido su pareja, algo que podría parecer siniestro, o incluso sádico, pero para Clara guardaba un significado realmente importante: indicaba el camino que había recorrido y seguiría recorriendo hasta llegar a su meta final.


—¿Estás nerviosa? —le preguntó Violeta, su mejor amiga—, ya sabes, por la cita de mañana —aclaró al apreciar su silencio.


Se encontraban en la habitación de Clara, un cuarto que indudablemente tenía una decoración peculiar: sobretodo destacaba el juego de cama de Frozen³, algo que podría suponer un problema si quería tener relaciones sexuales allí —no era demasiado excitante, al contrario, podría reducir la libido de cualquier persona medianamente normal—.


—Se llama Jaime —le dijo Clara, entregándole su teléfono móvil a Violeta, que lo agarró con intriga—. No le des «me gusta» a sus fotos, por favor, no quiero que piense que estoy colada por él, al menos todavía.


—Parece guapo —comentó alzando las cejas con sorpresa—, espero que no pierda belleza en persona.


Clara recuperó su teléfono móvil y abrió la aplicación donde lo había conocido para poder acceder a su perfil.


—Dice: «me gustan las aventuras y me encantaría poder tener a una acompañante, ¿te animas?» —Violeta arrugó la frente con incredulidad al escuchar a Clara—. ¿Qué te parece su biografía?


—Me parece que es un gilipollas —declaró con sinceridad—. ¿Quién en su sano juicio pondría algo así?, quiero decir, ¿qué quiere decir con «aventuras»?


—¿Escalada? —respondió Clara, pensativa—. ¿Puenting?, ¿viajar al extranjero?


—O robar a una anciana indefensa —alzó la voz—. No lo sabemos porque ahí —señaló la pantalla del teléfono—, no lo especifica en su mierda de descripción.


—Tienes razón —murmuró Clara, dejando el teléfono sobre el colchón de la cama—. ¿Cómo no se me ocurrió preguntárselo?


—Mañana se lo preguntas, y que te diga qué diablos entiende en su retorcida mente por «aventuras» —Clara asintió convencida, como si aquello tuviera algo de sentido—. Quizás le guste el tema de las esposas, las cuerdas y los antifaces —pensó en voz alta—. Espero que no sea policía.


—Me dijo que era monitor de escalada en roca —aclaró Clara.


—Entonces le gustará usar cuerdas —Violeta dejó salir un ruidoso suspiro—. Otro Christian Grey, lo que nos faltaba —lamentó.


—Deja de ser mal pensada, Violeta —la reprendió—. Puede que Jaime sea el definitivo: parece amable, divertido y gracioso, y además, es atractivo.


—Esos son precisamente de los que menos tienes que fiarte —sentenció con dureza—. Al principio todos mostramos nuestra mejor parte.


—Pues yo le adelanté el primer día que tenía unas sábanas de Frozen —confesó Clara con vergüenza—, aunque me dijo que podría ser una experiencia interesante.


—«¿Experiencia interesante?», ¿qué mierda me estás contando? —preguntó sorprendida—. ¿No será un pedófilo? —cuestionó con preocupación— Mira Clara, si te pide que te depiles sal corriendo, por favor.


—Dramática —bufó—. No pienso acostarme con él el primer día, con la experiencia aprendes, y si algo me quedó claro es que los hay que se corren y al día siguiente no vuelven a hablarte.


—Que te demuestre que le interesas para algo más que un polvo —la apoyó mientras asentía con la cabeza—. Alucinaría si viera tu colección de objetos de ex-novios.


Las dos deslizaron la mirada hacia un corcho que colgaba de la pared, estaba decorado con una infinidad de papeles y fotografías, entre otros objetos.


—¿De quién era el envoltorio del preservativo? —preguntó con intriga Violeta—. A veces lo pienso y digo: «podría ser peor si conservara su semen».


—No llegaría a cruzar esa fina línea —contestó ofendida—. Era de Mateo.


—Clara, la cruzaste en el momento en el que decidiste comprar ese corcho para coleccionar recuerdos de tus anteriores parejas —le aclaró mientras se levantaba de la cama y se acercaba a aquella especie de «vitrina de trofeos»—. Caducó hace tres años.


—Podría ser peor —susurró con cansancio.


—¿Esta tarjeta de transporte es de Gabriel? —preguntó mientras la agarraba entre sus dedos—. Gabriel, tu cita desastrosa de la semana pasada —aclaró, deslizando la mirada hacia los ojos azules de Clara.


—Sí —afirmó con timidez, escondiéndose detrás de un cojín—, se la cogí.


—Joder, Clara, eres una cleptómana —dijo convencida—. Con un poco de esfuerzo puedo llegar a entender lo de el envoltorio caducado, pero una tarjeta de transporte..., qué fuerte.


—También le robé un caramelo de fresa que tenía en el bolsillo de la chaqueta —admitió.


—Bueno, era un gilipollas, podemos excusarnos en que se lo tenía merecido —trató de consolarse Violeta—. ¿Entonces ahora coleccionas también objetos de tus citas?


—Sí, nunca se sabe cuál será el definitivo —murmuró Clara—. Esa pulsera de oro era de Daniel, creo que la heredó de su difunta abuela.


—¡Madre mía, Clara! —gritó Violeta, y buscó aquel accesorio entre el cúmulo de objetos, hasta que la divisó colgada de una chincheta—. Si lo vendemos podemos pagarnos una buena cena.


—Prefiero conservarlo como recuerdo —admitió.


—¿Cómo mierda se la quitaste? —preguntó Violeta con intriga.


—Con práctica todo se consigue, Violeta —empezó a decir Clara, sentándose sobre el borde del colchón—. No pienso revelarte mis secretos, en serio.


—Intenta no robarle a nadie su cartera, no quiero que acabes entre rejas —le advirtió, volviendo a sentarse a su lado—. Ojalá encuentres al adecuado, pero es muy difícil.


—Tengo esperanzas, creo que Jaime puede ser mi alma gemela —dijo con un sonrojo en sus mejillas—. Es difícil encontrar a alguien al que no le importe que tenga un conjunto de cama de Frozen, y en general fui bastante sincera, y no huyó en ningún momento —Violeta le dedicó una sonrisa—. Quiero que me acepten tal y como soy.


—Me gusta que seas tan sincera —la halagó—. Hay muchas personas que fingen ser algo que realmente no son, y lo que más me gusta de ti es que no tienes miedo a lo que puedan pensar de ti.


—Ojalá pudieras ser la cura en mi boda —fantaseó, y Violeta no pudo evitar soltar una carcajada.


—Eres imbécil —le dijo mientras la empujaba, haciendo que Clara cayera de espaldas sobre el colchón—. Si crees que Jaime puede ser el definitivo es mejor que te vayas mentalizando para mañana, elige un conjunto bonito y prepárate unos temas interesantes.


—Normalmente suelo hablar del tiempo para romper el hielo —recordó con la mirada fija en la lámpara del techo de su habitación—, es algo que nunca falla, en momentos incómodos se agradece, hablas de las precipitaciones como si hubieras estudiado meteorología.


—Actualízate, Clara, ahora puedes hablar del cambio climático —se le ocurrió a Violeta—. En redes sociales también se debate mucho sobre si la pansexualidad realmente es una orientación sexual.


—Con Gabriel salió el tema del feminismo y no acabó muy bien —comentó pensativa—. Al menos no se puede debatir sobre si está lloviendo o no, es algo bastante objetivo.


—«Ni machismo ni feminismo» —Violeta imitó una voz masculina, poniendo los brazos en forma de jarra—. Me pregunto si realmente entienden el significado de cada uno de los conceptos.


—No quiero meterme en berenjenales en la primera cita, es agotador —se sinceró, y Violeta asintió comprensiva.


—Bueno, mañana creo que hay tormenta, si tiráis del tema aún os dará para un buen rato, pienso yo.


—Sí, al menos hasta que nos sintamos más cómodos, aunque Jaime me dijo que no era vergonzoso —sonrió satisfecha—. Será una buena tarde.


1. Serie de televisión británica y estadounidense que gira en torno a cómo la tecnología afecta nuestras vidas.

2. Marca de productos caracterizados por sus ilustraciones y mensajes positivos.

3. Película de animación inspirada en la historia «La reina de las nieves» de Hans Christian Andersen.

12 июля 2019 г. 19:09 3 Отчет Добавить Подписаться
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Прочтите следующую главу Brillando con highlighter

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Erick Valverde Erick Valverde
me gusta tu obra, y me sacó unas risas. 💖
Ana Isabel Andrés Velasco Ana Isabel Andrés Velasco
Te acompaño en la nueva historia

~

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