amiga_palo Deborah Núñez

Con 17 años conozco a alguien que quiebra más mi mente, con quien me siento en peligro. Decido tomar yo las riendas ya que la iglesia no hace nada.


Короткий рассказ 13+.

#acoso #abuso #iglesia #machismo
Короткий рассказ
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Esta es la historia de como fui violentada en una iglesia (la cual jamás me defendió) por un lobo vestido de oveja y les contaré como lo maté consternada por la situación.

Tenía 17 años y era verano. Todos los sábados iba a los jóvenes y reía junto con mis respectivos amigos, comíamos, etc. Todo era normal hasta ese día donde sin saberlo mi vida daría un giro rotundo. Tamaño promedio, calvo, nariz respingada, labios carnosos, piel de tono “normal” y una voz un tanto “afeminada”. Recuerdo perfectamente su maldito nombre: Reynaldo. ¿Cómo yo iba a saber que era semejante enfermo?

Me lo presentaron y en el primer momento que yo lo había visto me dio miedo. Era su mirada, me sentía en una situación de peligro por sus ojos. Cuando me besó la mejilla ese día me dio una repulsión, porque me la había dejado mojada. Recuerdo con mucha rabia que él no se despegaba de mí y me pasaba abrazando, me incomodaba bastante ¿acaso era alguien conocido? No. Jamás en mi desgraciada vida yo, Anette, lo había visto. Es así como comenzó un infierno para mí.

El miedo que sentía por Reynaldo me hizo alejarme de mis amigos, de los jóvenes en general. Ya no iba porque me causaba pavor que él estuviera en el mismo espacio que yo y me pillara sola y yo llegase a sufrir una situación de abuso. Puse excusas tontas como que estaba tan cansada que me pasaba durmiendo, que tenía que estudiar, etc. Pensé que él no notaría mis ausencias, pero si lo hizo, dejándome asustada.

Un domingo, jamás se dio vuelta cuando llegué al culto y a penas terminó… Él se giró bruscamente atravesando las sillas, dejando desordenado a su paso. Yo me quedé en shock, no sabía que hacer porque su cara me daba miedo y me agarró. Me besó la mejilla otra vez dejándola mojada y en su conversación se notaba sus intenciones: me quería llevar a un lugar más privado. Me excusé que debía ir al baño y me marché lo antes posible a mi casa.

A la siguiente semana se sentó a mi lado sabiendo que estaba ocupado. Su mismo asqueroso saludo. Respiré profundo y me puse los auriculares, no quería estar a su lado. Mi interior clamaba por ayuda, porque él se fuera y me dejara en paz, pero no fue así hasta la mitad del culto, donde me llamaron por teléfono y en un par de minutos estaba sentada con mi maestro de escuela dominical, su esposa y un amigo mío. Pero de igual forma este ser se daba vuelta para observar que hacía yo.

Mi miedo por él no me dejaba dormir, mi miedo por él me hacía llorar todos los sábados por la noche hasta la madrugada del domingo porque si él me hacía algo quizás no me creerían. Porque si yo era abusada me echarían la culpa y estaría más herida que antes. La angustia en mi ser aumentaría.

Reclamé, llegó a los oídos del pastor y me dijeron que no lo podían echar, pero que me apegara a la gente y ellos verían… Una solución estúpida porque yo tenía que sentirme segura en ese lugar y lo que más tenía que hacer ahí era cuidarme.

“El hábito se vuelve instinto” dijo una ocasión George Orwell. Y así se cumplió conmigo. Yo sin ver algún indicio de él sabía que vendría en cualquier instante. Era mi alma que me decía cuando vendría, cuanto asco me llegaba a darme solo verle la cara. Solo quería estar en paz, pero incluso a distancia él estaba pendiente de donde yo me sentaba. Muchas veces lloré, cansada de que nadie hiciera nada y le permitieran saludarme. Me sentía mal al punto de con solo verle me llegó a dar una crisis de pánico. ¿Cómo puedes justificar el colapso que tenía? ¿En serio decían que estaba exagerando porque aún no me hacía nada? ¿Qué esperaban, que me violara y yo quedara con un bebé que jamás querría en mi puta vida?

Nadie me entendía, nadie sabía cuan mal me estaba haciendo. Como me daba inseguridad su mirada porque me comía con esos ojos que tanto odio. Quería gritarle, pero por alguna razón yo no tenía la capacidad de hacerlo. No podía enfrentarlo y decirle basta, porque él me estaba consumiendo en cierta forma. Me estaba demostrando con acciones que parecía exagerada y que todos lo creían así ¿por qué?

Lo evité todo un culto y lo vi subir a un auto, tan solo me distraje un momento y ahí estaba él, acechándome y saludándome, mojándome la jodida mejilla. Pero yo lo empujé para que se me alejara y lo que él hizo fue agarrarme de la cintura ¡me sentí asqueada, quise vomitar encima suyo! Inventó una estúpida excusa para permanecer cerca de mí, le dije 2 veces que la persona que buscaba había pasado frente a sus ojos y él se hacía el desentendido. Hasta que una mujer mayor se acercó y le dijo pacientemente que esa persona estaba dentro del templo.

Pensé que aquellas dos mujeres me comprenderían, pero no fue así. Una me dijo que exageraba, yo solo quería irme y la otra… la otra me dijo que él es así. Fui al baño a lavarme la mejilla fuertemente al igual que la cintura. Al llegar a casa lloré, grité, estaba enojada, me sentía ultrajada. ¿Por qué nadie comprendía mi maldito dolor? Había alzado la voz y nadie hacía nada al respecto. ¡Llegué a hacerme daño a mí, me empecé a odiar más a mí!

Quise denunciarlo, pero no tenía el apoyo y cuando fui estaba cerrada la fiscalía. Las ganas de ir a hacer algo disminuyeron y otra vez me quedé callada.

Era verlo día a día, aguantar como normalizaban cosas imbéciles, como me juzgaban a mí por no querer saludarlo… Hasta que sucedió.

Otro descuido mío y me violó. Me golpeó, me escupió, me insultó. Me decía que yo le provocaba con mis jeans, que me merecía esto. Yo lloraba a mares y solo trataba de pensar en otra cosa, no en lo que estaba sucediendo, pero no podía… Fue ahí cuando recordé que tenía un cortaplumas que había hurtado. Esperé que terminara y cuando se dio la vuelta cogí aquella arma y cuando menos lo esperó… Le corté la garganta.

Me sentí bien, le arranqué los ojos que tanto odiaba y le rompí la cabeza. Me vestí, adolorida, no me importaba si me veían, ya estaba hecho… Pero como si de un milagro se tratase no me vieron, es un secreto que me llevaré a la tumba.

30 мая 2019 г. 2:57 0 Отчет Добавить Подписаться
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Deborah Núñez Me inspiro en el dolor para escribir.

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