Cuenta la historia que un día una bella ave quedó atrapada entre las ramas de un enorme árbol mientras comía. Durante horas intentó liberarse pero le fue una tarea imposible por lo que decidió empezar a orar y pedir a su Dios que llegará pronto a desatarla de tan difícil situación.
Solo minutos después un pequeño escarabajo, que también se encontraba en el árbol, vio a la ave atrapada e intentó socorrerla. Pero la bella ave le dijo que no necesitaba de su ayuda y que su Dios vendría ayudarle, por lo que el diminuto animal se marchó.
Al anochecer, mientras el escarabajo regresaba a casa, vio a la bella ave todavía atrapada en la rama y le ofreció su ayuda nuevamente, pero esta la volvió a rechazar. Le dijo que sabía que su Dios llegaría a rescatarla tarde o temprano.
El escarabajo le advirtió que pronto las serpientes inundarian el bosque más entrada la noche y que podría estar en peligro de ser devorada por una de ellas. La bella ave le pidió que no le siguiera interrumpiendo mientras oraba por lo que el escarabajo se marchó.
No pasaron ni tres horas cuando una enorme serpientes se trepó en el árbol y de un solo bocado se comió a la bella ave.
Cuando el alma del animal llegó hasta los cielos y se encontraba justamente posada en la rama de un árbol en el paraíso, escuchó una voz que le dijo: ¿Qué haces aquí bella ave?
Al voltear, para su sorpresa, se encontró con el escarabajo que le habia intentado ayudar a liberarse aquel día y le respondió: Mi Dios me abandonó a la suerte, dejándome morir en aquella rama del árbol. No tuvo compasión de mí ni escuchó ninguna de mis oraciones, fue por eso que luego llegó la serpiente y me comió.
Y tu pequeño escarabajo: ¿Qué haces aquí?
Vivo aquí, soy tu Dios.
Por: César Pérez
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