Hubo un tiempo en el que los elfos vivían tranquilos en sus bosques sin ningún miedo, podían salir de sus bosques sin ningún temor e ir a visitar a otras razas amigas. Todos los seres de Aradia se respetaban y convivían tranquilamente.
En noches de luna llena, desde las cumbres nevadas de las montañas Allassïa, se podía admirar el bello y estrellado firmamento. Con suerte se podían vislumbrar estrellas fugaces y con ellas pedir un deseo.
En días soleados los más aventureros se acercaban a la playa a observar el maravilloso y temido océano. Imaginaban las criaturas que se escondían en las profundidades y temían el día que el enemigo llegara por mar.
Hace una década que Aradia respira tranquilidad, desde que los elfos grises, los elfos verdes y los minotauros, erradicaron a los elfos negros. Aun habiendo armonía, hay dos pesares en toda la isla, la partida del rey Litsë y la desaparición de la princesa Yurëna.
Los elfos más sabios que aún viven y las criaturas mágicas, saben que esta paz durará poco tiempo. Según los elfos grises, “mucha tranquilidad conlleva un sentimiento de desconfianza.”
Aun así, todas las criaturas y todos los seres de este pequeño gran mundo, están dispuestos a luchar por defender sus vidas y el lugar en el que viven desde tiempos imperecederos………
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