En una de esas tantas noches frías y solitarias, cuando no hay nada que te distraiga de ti mismo, ¿Alguna vez, no has extrañado a alguien?
Todas las noches al irme a dormir, la anhelaba, e imaginaba que volvía a abrazarme como antes; pero cada noche en 24 de diciembre, se acrecentaba, tanto que lloraba como un bebé. Ya que fue una noche así, fría y solitaria que me enamoré.
Hace tres años, mi madre descubrió que mi padre la había estado engañando con la secretaria. Fueron meses duros para mí y para mis hermanos, yo tratando de protegerlos, siendo objeto de odio de ambos; y de ellos, que no entendían nada.
Como era evidente, mis notas empezaron a bajar, me empezaba a dormir en clases y algunos de mis amigos se empezaron a distanciar de mí, “por ser demasiado aburrido”.
Pero mi mejor amiga, que conocía desde hace años, fue la única con la que pude desahogarme. Recuerdo bien ese día, después de clases fui a su casa. Ella me apoyó, me dio consejos, y un momento de descanso. Recuerdo bien la sensación de las lágrimas bajando por mis mejillas, y el tacto de ella abrazándome, como si el mundo se hubiera detenido.
Y aunque las peleas, los maltratos y las discusiones no cesaron, yo me sentía más fuerte, me sentía inamovible.
Con el tiempo mis padres acordaron, sin que supieran que yo los escuchaba, que aparentarían ser una pareja normal para la familia, al menos hasta que crecieramos. Como resultado de esto, en la casa se sentía una atmosfera pesada y tosca, y cada vez que interactuaban lo hacían con un claro odio, al menos para mí.
Pero en retrospectiva, creo que fue la mejor solución, al menos para mantener un aire de normalidad.
El tiempo voló como si fueran las hojas de un árbol, y cuando me di cuenta, era un 24 de diciembre, y yo estaba preparandome para otra navidad.
Ibamos a ir a la casa de mi abuela materna, muy lejos, en el sur. Todos conversaban, y reían, excepto yo, quedándome sentado en una esquina, leyendo un libro.
En esos meses, mi madre había cogido la costumbre de armar una pelea por cualquier cosa que hacía mi padre, y la mayoría de veces llegaba a los insultos y cachetadas, en frente de nosotros, claro está.
Bueno, todo iba normal, una velada agradable, hasta que mi padre tuvo la desgracia de hacer algo que no le gustaba a mi madre. No recuerdo que fue, pero quedo grabado en mi memoria el griterio y desastre que se armó, siendo que toda la familia de mi madre se unió contra mi padre.
Y es que su familia es numerosa, mi padre era un pequeño pez contra una bandada de más de veinte pájaros.
Como mi moral me indicó, me lancé a defenderlo, consciente de lo que significaría. Entre argumento y grito, entre raciocinio y puro instinto, mi madre me terminó gritando "¡Tú no eres mi hijo!", a lo que yo contesté con una grosería y después salí corriendo.
Pero la suerte me sonrió, casualmente ella estuvo ahí, hermosa y amable como siempre, pero a la vez, se veía extraordinaria, y por un momento, solo fuimos solo ella y yo. Y supe que me había enamorado.
Días después me enteré que ella también estaba enamorado de mi.
Y es por ello que las navidades me saben a ella, y todo lo que pudo ser; ya que semanas después me enteré que se había mudado a otro país, sin siquiera decirme adiós.
Спасибо за чтение!
Мы можем поддерживать Inkspired бесплатно, показывая рекламу нашим посетителям.. Пожалуйста, поддержите нас, добавив в белый список или отключив AdBlocker.
После этого перезагрузите веб-сайт, чтобы продолжить использовать Inkspired в обычном режиме.