Verte andar con ese vestido ligero que te llega más allá de tus tobillos haciendo como si fuera una segunda piel y visualizar como tu silueta es elegante, sensual, excitante, provocativa y atrayente.
Ver como contoneas al compás de tu cuerpo haciendo como el baile de movimientos sincronizados hace que te vea al caminar hacia tu destino diario y tengas mi mente ardiendo de pensar solo en lo que oculta dicho vestido.
Al ser negro el color que cubre tu piel blanca no deja ver el interior, aunque solo unos pocos instantes se puede visualizar tu excitante y erótica silueta para desear que te quites dicha prenda.
Sabes que para ti es una tarea habitual como en otras mujeres el tener una prenda como es está y que la luzcas con esa picardía original, sobre todo cuando sabes cómo hipnotizar a quien te mire por la calle caminando.
Y aunque sé que no lo haces a propósito, te recreas en mi visión que sabes que siempre quiero ver el interior de tus prendas, a través de ellas y recordar cómo te he besado, acariciado, tocado, olido, devorado y embriagado a unos límites extremos de tu juego de provocación para mi deleite que me tienes acostumbrado en los pocos minutos al día que tengo el placer de verte y estar contigo.
¿Quién fuera dicho vestido negro largo de verano para rozar todo el día tu piel y sentir tu aroma, fragancia y desnudez? Solo el hombre que tú deseas que lo haga y que será el más envidiado del planeta.
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