Te veo, te veo,
dulce diosa mía;
te veo, te veo
allá en la lejanía,
donde te conocí
envuelta en seda
machacando verbena.
Te veo, te veo
a distancia, tan lejos;
te veo, te veo,
negra de mis sueños.
¡Cuánta belleza,
cuánto arrojo,
cuánta bondad
grabada en tu bello rostro!
Un acróstico de su nombre
hice en mi mente,
pues no pude evitar
marcar el momento para siempre:
Miel eran sus ojos,
anchas sus caderas que tanto amé.
Rayo de luz color caramelo
y cabello tan suave igual al de un bebé.
Ah, mi reina hermosa,
negra y preciosa.
No me arrojé a tu piel
en aquel entonces, no puedo estar más decepcionado.
Mary Anne
mi negra perfecta.
Спасибо за чтение!
Мы можем поддерживать Inkspired бесплатно, показывая рекламу нашим посетителям.. Пожалуйста, поддержите нас, добавив в белый список или отключив AdBlocker.
После этого перезагрузите веб-сайт, чтобы продолжить использовать Inkspired в обычном режиме.