L
Lucas como


Un pequeño relato que toma un humor repugnante y satírico para contar las pequeñas vivencias de una ciudad imaginaria


Юмор 18+. © L.C

#tales ##humor ##morbo
Короткий рассказ
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Pequeñas anécdotas de una ciudad imaginaria.

   Salí a comprar el pan como todas las mañanas y vi a mi vecino golpeando a su esposa sobre la acera. No me saludó el infeliz. Ya nadie saluda en esta ciudad. Como sea, eso no fue ni lo peor de la mañana. Cuando llegué a la panadería, había unos tipos armados llevándose todo. ¡Cómo le hacen perder el tiempo a uno! Después de asesinar al panadero de seis disparos, salieron y se subieron a una patrulla de policía. De mala gana me tuve que atender solo.

   Cuando salí, pasé frente a una heladería. Afuera estaban sentadas dos mujeres desnudas conversando con un par de tipos que tenían las manos metidas por dentro del pantalón, y, como siempre, las dos mirando el teléfono. En serio que la gente de hoy ya casi no tiene contacto.

   Me detuve en una esquina para cruzar la calle. Al lado mío había un tipo trajeado intentando prender su pipa, y más allá un hombre en silla de ruedas. El tipo de la silla quiso cruzar la calle y justo en la calzada un colectivo lo arrolló. Suerte que no me había bañado todavía. El tipo de la pipa se miraba el traje manchado de sangre con odio. ¡Qué asalto a la decencia!-gritaba. Dos cuadras adelante noté a dos hippies convulsionando en una plaza, y cerca de ellos un perro tapado con una bandera del Che. “Pobre animal” le escuché decir a una señora.

   Rodeé la plaza y vi que había una exposición de arte. La gente se paraba a ver a un hombre masturbándose sobre un bastidor. “¡Qué profundo!” “¡Un artista ciertamente loable!”! “Es una clara crítica hacia la veleidosidad de nuestra sociedad actual”-se explayaban en voz alta. A mí me aburre el arte contemporáneo, qué puedo decir. Apenas caminé por debajo de los edificios empezaron a lloverme escupitajos de la gente que allí vivía.

   Llegando a casa vi a la simpática prostituta que vivía a la vuelta. Estaba muerta, tendida sobre el cordón; con el vestido rasgado y ensangrentado. No sabía que estaba embarazada. Una pena, la verdad, era la única que tenía modales en esta ciudad. Quise verla de más cerca pero un tipo me amenazó con una navaja y me dijo que me fuera. Desde el frente de mi casa se podían ver a un par de evangelistas teniendo una orgía.

   Un indigente me paró en la entrada de mi casa. Me agarró por los hombros y empezó a gritarme mientras me sacudía. -¡Malditos locos! ¡Qué mierda les pasa! ¿¡Es que acaso no ven que están todos enfermos!? ¡No entiendo! ¡De verdad que no entiendo! ¡Todo en esta ciudad está podrido! ¡Todo está perdido! ¡Dios!-.El indigente lloraba. Finalmente un tipo coherente en esta ciudad, pensé. Luego contesté: ¿Ya ve que nadie saluda en esta ciudad? Me separé del indigente y este se echó a reír mientras golpeaba su cabeza contra el suelo.

   Cuando entré a mi casa vi a mi madre colgada en el living. Mi hermano se estaba tirando a mi hermana en la cocina y mi padre miraba la estática en la tele. Últimamente no hay nada bueno que ver.

11 февраля 2018 г. 8:10 5 Отчет Добавить Подписаться
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Alba Alonso Alba Alonso
Ha sido como leer una auténtica versión entre Woody Allen y Charles Bukowski... Me ha encantado. ☺️
Emmanuel Shinkai Emmanuel Shinkai
Estas anecdotas me recordaban un poco a Marqués de Sade en su manera de narrar. Me ha sacado una sonrisa.
Emmanuel Shinkai Emmanuel Shinkai
Estas anecdotas me recordaban u

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