u16015102151601510215 Julián Juan Lacasa

La motorista Helena muere al caer con su moto por un barranco. La Inspectora Mireia Camprubí de los Mossos d'Esquadra sospecha que fue un asesinato al verse webcams de un coche empujando la moto. Mientras, la Camprubí quiere meter en la cárcel a un cura pederasta que abusó sexualmente de muchos niños, entre ellos su sobrino Marçal. Mientras, Lluïsa, una chica gótica lesbiana, reconocerá al hombre que la violó tiempo atrás.


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#cuandominoviaaunvivia #inspectoracamprubí
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CAPÍTULO PRIMERO

CAPÍTULO PRIMERO

Al amanecer, en el Norte de Catalunya, en un día veraniego.

Los equipos de rescate trataban de que los cables de la grúa que colgaban desde la carretera Manresa-Túnel del Cadí llegaran hasta el fondo del barranco, en donde había una motocicleta y el cadáver de su mujer motorista, que había caído saliéndose de la carretera, y su muerte fue instantánea.

Las enfermeras y los enfermeros que llegaron al fondo, al lado del cadáver, antes que nada, quisieron certificar la muerte, o por lo menos si todavía había la posibilidad de un milagro, aunque hoy en día poca gente está dispuesta a creer en los milagros.

Una de ellas cogió la mano de la chica para sentir su pulso, con cara impasible, pero nada, notó que aquella mano estaba fría y sin ninguna posibilidad de resurrección.

–Nada que hacer. Podéis subirla.

Su respuesta fue igualmente impasible.

El cuerpo fue tapado por aquella especie de manta amarilla para tapar cuerpos. Inmediatamente fue asegurado con cuerdas y cadenas para subirlo hacía la carretera. Cuando vieron que estaba bien sujeto, gritaron que ya se podía alzar.

–¡Ya está perfectamente atada! ¡Subidla!

La ambulancia, los coches de los Mossos d’Esquadra y alguien más habían cortado la mitad de la carretera, para dejar paso a los coches de los dos sentidos.

Un día y medio más tarde, ahora somo en la sede principal de los Mossos d’Esquadra, la Policía catalana.

La Inspectora Mireia Camprubí, de los Mossos d’Esquadra, recibe el encargo de investigar la muerte de la chica, por que cuando la Policía de Tráfico examinó las cámaras de la webcam de la carretera, vieron que, pese a que era de noche en el momento del accidente y había poca luz, ésta gracias a las farolas, se vio algo extraño: la moto de la chica fue empujada violentamente por un coche, que a una velocidad de vértigo se puso al lado de ella, a su izquierda, y la hizo caer por el barranco. La chica levantó los brazos como sintiendo miedo, soltándose de la moto antes de caer, perdiendo totalmente el control.

Parecía una escena de una película de acción americana, pero viendo las imágenes una y otra vez, la evidencia de que no había sido ningún accidente, sino un acto premeditado e incluso un asesinato, parece muy claro.

La Camprubí vio la escena cinco veces, y era evidente con una sola que el coche empujó a la moto de la chica para hacerla caer, y esto la mató en el acto. Ella pensó que si el conductor del coche quería matar a la chica, quería decir que la conocía, que quería matarla sí o sí.

–Creo que el conductor conocía a la chica, y la empujó con el coche para hacerla caer. No parece ningún imprudente. Fíjense en cómo la empuja, con demasiada velocidad para adelantarla, en una carretera que no es ninguna autopista, y encima de noche, en estas carreteras catalanas con curvas por doquier.

–Sí, es cierto –dijo uno de sus colaboradores, el Inspector Carles Solsona.

–¿Podemos identificar la matrícula del coche? –quiso saber la Camprubí.

–Muy difícil será –dijo una técnica de los Mossos d’Esquadra— por que era de noche, y las farolas de la carretera no son suficientes para dar una iluminación óptima. Podemos acercar la imagen, pero queda demasiado pixelada para dar una buena identificación.

–¿Cuál es la marca del coche?

–Un Rénault 5.

–Anda –exclamó la Camprubí–. Mi abuelo tuvo uno parecido.

–Sí –continuó Solsona–. Es uno de los últimos modelos, ya que el Rénault 5 dejó de fabricarse a mediados de la década de 1980.

Ella misma aumentó la imagen, y era verdad, la matrícula era casi imposible de identificar, quedaba totalmente pixelada o borrosa.

Ya conocíamos a la Inspectora Camprubí por que en otra novela, Librarse de ella pero con cuidado, ella investigó la muerte de una chica lesbiana, que fue asesinada por su amante, un crimen pasional. No detuvieron a la asesina, pero la Camprubí intuyó, con la ayuda de una colega de los Mossos que escribe Poesía, que un poema amoroso y a la vez explícito, que parecía dirigido a la chica, sólo podía haberlo escrito una mujer, debido a unos matices empleados entre sus palabras.

También investigó la misteriosa muerte de un chico, envenenado con una naranjada plena de veneno, tampoco no encontraron a quien le envenenó, y la muerte de un matrimonio, carbonizados en un edificio en ruinas que se incendió. Tampoco encontraron nada, pero nosotros sí sabíamos todo lo que pasó de verdad y que los Mossos d’Esquadra no pudieron averiguar.

La Camprubí es fan del Comisario Maigret, creado por el escritor Georges Simenon. Ojos azules, cuarenta años, sin novio fijo, tiene varios follamigos, a los cuales adora.

& & & & &

Mientras tanto, la chica muerta, que se llamaba Helena Coll, tenía un novio, al cual amaba mucho, y él también la amaba a ella, Carles Prullans. Él había telefoneado a la chica a su teléfono móvil, pero ninguna respuesta. El teléfono daba señal de llamada, pero nadie lo cogía. Después del tercer intento sin respuestas, tuvo un terrible presentimiento. Una idea de la Muerte acercándose implacablemente para llevarse a su chica, el amor de su vida. Sobre todo por que ella fuera con la moto de noche, en una carretera peligrosa como la Manresa-Túnel del Cadí.

No pudo dormir nada aquella noche. Hasta que recibió una llamada de los Mossos d’Esquadra. Habían identificado a la chica, encontraron el teléfono de su novio y le telefonearon para darle la terrible noticia.

–¿Carles Prullans? –la voz fue algo fría, aunque trataba de parecer familiar.

–Sí.

–¿Es el novio de Helena Coll?

–Sí.

–Pues lo siento, pero tenemos una noticia muy triste para usted.

Preludio de la tragedia, esto arecía su expresión inicial. Si no había dormido nada, el puñetazo que llegaba sería aún peor.

–Su novia Helena Coll ha muerto por un accidente de moto. Su moto se despeñó por un barranco, en la carretera Manresa-Túnel del Cadí, y murió en el acto.

La cara de Carles fue de horror absoluto. Pánico sin freno. E inmediatamente, cuando acabó la llamada telefónica, llorar sin parar, sin fin.

Carles Prullans tenía unos 25 años, moreno, aspecto sensible, muy guapo. Era pareja de Helena desde hacía tres años. Muy felices, maravillosos. Fue la mujer de su vida.

Se dejó caer sobre su cama, y quería ahogarse literalmente sobre el cojín. Lloraba mucho. Un golpe duro, repentino. Una muestra de que el amor, que lo había vivido como el Edén, se había acabado de golpe, y ahora llegaba el infierno. Casi como la Divina Comedia de Dante.

8 января 2023 г. 0:00 0 Отчет Добавить Подписаться
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