mariecolmenares_05 Mafer Colmenares

Se dice que hay solo una forma de ser feliz, esa forma solo existe en la mente de Carla. Su día está determinado por simples acciones. Despertar, ir al baño, cepillarse, darse una ducha, vestirse, tomarse una taza de café, salir a trabajar y practicar danza para luego salir a las cinco de la tarde y volver a su casa para la misma absurda rutina, al menos para alguien que esté observando su vida desde el exterior. Esa es su forma de ser feliz, hasta que un día, con un simple accidente, su forma de vida feliz se esfuma. Su pequeña rutina sin problemas se ve afectada sin ella pensarlo y ahora le toca intentar reconstruir los pedazos restantes para salir adelante y seguir viviendo.


Романтика 13+.

#romance #Muerte #ballet #amor
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Prólogo

-Para Yeison-

PROLOGO 

31 de Diciembre-2015

Nueva York

-Pasado-

Christina Perri – SomethingAboutDecember

Luces de navidad se veían por doquier en el salón de fiestas de la familia Staunton; no será la primera ni la última que se celebraba la noche buena en este salón pero si la última vez en mucho tiempo que un lugar tan lujoso vería cruzar a Carla Staunton con un vestido tan costoso y perlas inimaginables de obtener para una persona de clase media.

Esa sería la última vez en la que mucha gente sabría de ella.

Sus ojos se cerraron involuntariamente al ver como todo en lo que alguna vez creyó se esfumaba como los copos de nieve al tocar el suelo.

Nunca sabemos cuando nuestro corazón se romperá pero cuando lo hace, este se desgarra como intentando huir del dolor al que está siendo sometido. Carla escuchó como el suyo se oprimía hasta volverse muy pequeño.

Tuvo que caminar en retroceso para no caer al piso por la tremenda decepción, sin embargo no pudo irse sin hacerse escuchar. Su espalda tropezó con uno de los árboles de navidad dorados que rondaban por todo el vestíbulo interior del salón de fiestas.

Giró hacia todos lados en busca de una salida y cuando la encontró ya era tarde.

—¡Carla, espera!—Exclamó su padre unos pasos por detrás de ella, quien estaba a nada de hacer contacto con el frío de Nueva York en una noche de navidad como aquella. —¡Hija detente por favor!

La nombrada, dudó unos segundos de si detenerse o seguir su camino lejos de víboras como su padre. Algo le decía que si lo escuchaba, se quedaría y si se iba, podría escapar de tan cruel mundo.

—¿Qué quieres? —Se giró con ímpetu y llena hasta la médula de odio.

Podía esperar muchas cosas de su progenitor, pero aquello que presenció esa noche no tenía moral, era por mucho algo que nunca esperó de su vida perfecta.

—Princesa, sabes que lo que viste fue solo un desliz… —empezó a balbucear, nervioso y consciente de que la persona a la que más consentía y amaba se le iba de entre las manos, pero ya Carla no podía ser manipulada por sus mentiras, así que lo interrumpió de tajo.

—No se te ocurra siquiera inventar algún cuento barato, eres un vulgar mentiroso. No solo le mentías a mamá si no que también a mi… ¡A mí!, que siempre confié en que eras la mejor persona del universo —gritó a todo pulmón esperando que alguien la escuchara y en efecto, tres personas muy conocidas para su padre y para ella aparecieron asombradas de tal escándalo.

—Oigan, ¿Se puede saber que sucede? —Preguntó confundido su hermano mayor, Jason Staunton.

Claramente, el desliz de su padre se estaba desbordando como un río sin cauce.

—Que te lo diga nuestro admirable padre, después de todo él siempre tiene la forma de voltear la situación a su favor —escupió Carla, destrozada por completo.

Su hermana mayor y su madre, a un costado de Jason se quedan un poco pasmadas por las envenenadas palabras de la menor de la familia pero por otra parte, su madre la comprende y solo se acerca para darle un abrazo.

—¿Te vas sin despedidas? —Preguntó, a sabiendas de que más nunca la vería posiblemente.

Carla, un poco más calmada no sabía si asentir o simplemente negar. Algo en el fondo le decía que si se iba definitivamente de sus vidas los extrañaría, pero es que había soportado tantas mentiras que se sentía usada y una tonta de lo último. Así que medio decidida, susurró un sencillo y quebradizo “si”.

Su madre, acongojada por perder a uno de sus pequeños, también asiente triste y le da otro abrazo, siendo este más prolongado. La abrazada, le da miradas llenas de palabras sin decir a sus dos hermanos y sin más que hacer, se va.

Sale de su vida lujosa y sus gustos costosos.

Aquí es donde terminó su antiguo yo.

Miró a su alrededor, conteniendo el aliento, como si de repente se diese cuenta de todo su entorno y las personas que transitaban el área libre, listos para recibir el año nuevo. Inspiró aire profundamente, llenando sus pulmones de algo nuevo que se llamaba libertad.

Nueva York era un hervidero de gente caminando directo hacia la torre del Time Square, a la espera de un año lleno de posibilidades y nuevos descubrimientos. A unos pasos de la acera cubierta por una alfombra roja, se hallaba la carroza de esta princesa que no tenía más que un futuro incierto por delante. Consideró el hecho de despedirse del chofer, que siempre la había cuidado desde pequeña pero a simple vista se notaba que no estaba por esos lares, así que sencillamente, siguió su camino calle abajo, sin desviarse de la quinta y sexta avenida en la que se encontraba el centro de Rockefeller y la fiesta de los Staunton.

Camino a paso lento, recordando que sus pies dentro de poco se cansarían por los altos tacones de aguja. De a poco pudo darse cuenta de cómo otros disfrutaban su noche vieja. Algunos en grupo, otros solos, en dúos o simplemente riendo, conversando y disfrutando. Es como si a través de ellos se viese a si misma y lo que se suponía debería estar haciendo en ese exacto momento.

No obstante ya no era así, ya nada podría lograr que ella volviese a ser feliz, no en su mundo lleno de mentiras y burdas apariencias.

Dos cuadras después, se dio cuenta de que había llegado sin pensarlo a una de las entradas del Central Park, donde alguna docena de parejas caminaban abrazados o de la mano. Un sendero de arboles iluminado por una hilera de postes acompañaba el ambiente navideño. Carla pensó que ese sería un lugar idóneo para pasar lo que quedaba del año, así que agotada de caminar y pensar, ingresó al lugar y caminó hasta uno de los puentes más cercanos con vía al lago que a ella más le gustaba.

The Lake se conformaba por una especie de mini océano al que los turistas llegaban para pasear en bote y en aquellas épocas en la que la nieve caía sin cesar, abrían sus puertas para los patinadores; pero Carla solo se sentó debajo de una especie de choza sofisticada con un sillón columpiable.

Los destellos de su vestido dorado se reflejaban por doquier. Retiró los tacones también dorados de sus delicados pies y con un suspiro, sintió el alivio en la planta de estos al tocar la madera fría.

—Soy una estúpida, estúpida, estúpida —murmuró mientras retiraba una de las pequeñas lágrimas que caían de sus ojos celestes, creyendo que nadie oiría como se insultaba a si misma.

—Dicen que mientras más lo dices, más se cumple —respondió alguien con burla a sus lamentos.

Carla se sobresaltó en su puesto y giró a todos lados en busca de la voz, que por cierto era masculina.

Un hombre de traje y converse negros, se pintaba ante ella como una especie de tabla de salvación, pero no se lo comentó de inmediato.

—Es de mala educación entrometerse en los problemas ajenos —fue lo primero que salió de sus labios, involuntariamente.

—Bueno, tampoco es que puedas decir mucho. Invadiste primero pero tranquila. Aquí entre nos creo que este es el lugar para los estúpidos.

En el mismo instante en que el hombre de traje pronunció tal cosa, la chica se enfureció más pero sin embargo no emitió ninguna palabra y empezó a bajar de la choza.

—¡Oye! —Exclamó el hombre —Tampoco es para enojarse, te puedes quedar…

Carla lo observó como si estuviera demente y sus cambios de humor fuesen anormales.

Ella no se definía por ser una chica maleducada o con tendencia a tratar a los demás con inferioridad solo por cuánto dinero había en su cuenta bancaria, por lo cual para no dar a entender eso, retrocedió a donde se hallaba sentada y le dio el beneficio de la duda al trajeado. Por alguna razón, ambos estaban ahí esa noche, a unos minutos de partir el año.

—Está bien —murmuró sin dejar de mirarlo. Le daba el beneficio de la duda pero tampoco confiaría tan precipitadamente en un extraño.

—Mucho gusto, Lucas —le ofreció un saludo y su mano izquierda, el hombre trajeado, que ahora tenía nombre.

La chica dudó en darle la mano pero al ver como él le sonreía amablemente, le devolvió el saludo.

—Me llamo Carla.

—Ese es un curioso nombre para una chica como tú —siguió Lucas, buscando una especie de plática informal con Carla.

—Es solo un nombre, ¿Cómo pensabas que me llamaba? —Preguntó, arrugando sus cejas pelirrojas.

—No sé, algo como Ginger —opinó, gesticulando con sus manos varoniles en el aire. El solo apodo le sacó una sonrisa a Carla, que tenía rato sin reír. —Ves, tan estúpida no eres.

—Gracias y disculpa por enfurecerme de la nada.

—Nah, tranquila, en estas épocas tiende a ser muy normal ver gente por ahí enojándose. Aunque por un momento pensé que con esas ondas rojas ibas a estallar en llamas —dijo a modo de broma, abriendo sus ojos exageradamente.

—Claramente no tendrás suerte, mi chica en llamas interior no sale hasta media noche —se dio la oportunidad de bromear al respecto, Carla.

—Bueno, mientras la esperamos podemos hacer una especie de pista de baile para celebrar los segundos restantes de este año.

Ella lo observó meditabunda por su propuesta, dándose cuenta de que en verdad le había salvado la noche, independientemente de que fuese un extraño, esto sería lo más parecido a un recuerdo feliz que tendría de su antiguo yo. Así que convencida de disfrutar, le tendió ella misma la mano y se dejó llevar.Lucas, agradecido con que Carla participase de su locura, sacó su celular y un par de auriculares para escuchar la melodía aleatoria.

Ambos comenzaron una especie de danza lenta, colocando sus manos en los respectivos lugares, como si ya se conocieran de otro lado y esta noche solo era una de las muchas que pasaban juntos bailando sin cesar.

Algo curioso de la felicidad es que no sabemos cuándo llegará ni como, solo cae encima de ti, dándote un alivio inesperado y encantador. Carla en verdad estaba disfrutando y olvidando todos sus malestares. Sin apartar la vista de su acompañante misterioso.

—Te das cuenta de que no sabemos de dónde venimos ni a donde vamos pero aún así estamos en el lugar correcto —susurró Lucas, sin interrumpir el cómodo silencio en su baile.

—Si estamos aquí esta noche es porque así debía pasar, solo queda disfrutar de nuestra pequeña felicidad.

Y eso fue suficiente para los dos, la música continuó en sus oídos y en sus corazones; para cuando marcaron las doce de la noche, sellaron el año viejo con un beso debajo del muérdago de la vida. Sin saber si se verían al día siguiente o al otro día después de ese día.

Terminó la canción y con ella la velada.

—Pues…—murmuró Lucas, cabizbajo y penoso por primera vez en la hora que llevaban conociéndose.

—¿Hasta luego? —Aceptó Carla, con un apretón de manos, como si ese beso no hubiese sucedido.

Lucas vió lo que intentaba hacer y por el momento, dejó pasar tan tremenda oportunidad de conocer a esa chica de tan espectacularmente misteriosa.

A veces la felicidad no es conveniente en momentos en los que sabes que no estás listo para estar listo. Ambos tenían demasiados problemas que resolver.

—Sí, hasta luego nena—pronunció con un deje de nostalgia, como si al soltar su mano estuviera soltando el chance de su vida.

Carla retrocedió esta vez sin más que decir, le dio la espalda a su verdadero destino y sin darse cuenta que al irse de ahí había dejado sus lindos tacones de aguja color dorado. Lucas se agachó para sostenerlo entre sus manos y sonrió al reconocer que su compañera era muy despistada como para no darse cuenta de lo que olvidaba.

—Hasta luego chica en llamas —murmuró y así como el año viejo, se retiró.

13 января 2018 г. 12:09 1 Отчет Добавить Подписаться
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Прочтите следующую главу Capítulo 1- Cambio de vida.

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Diego Zepeda Gil Diego Zepeda Gil
una historia simple pero bien redactada, excelente me gusto la seguiré!!
~

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