El cielo está azul hoy.
Las blancas nubes cubren parte del sol, creando formas.
Recuerdo que de chiquita pasaba horas mirándolas.
Al pasar los días, cuando me doy el tiempo de ver el cielo, me sorprendo al verlas, dándome cuenta que las he olvidado.
Algo que me tranquilizaba tanto de pequeña fue borrado completamente de mi mente.
Usualmente son en estos momentos donde menos debería desconectarme, que precisamente lo hago.
Cuando no hay emoción aquí abajo busco el cielo por algo que me despeje la mente.
Hago una mueca de dolor cuando mi pezón es mordido bruscamente.
Mi quejido de dolor es malinterpretado por él, ya que sigue chupándolo fuertemente, uno de mis ojos se cierra con dolor.
Mi espalda se arquea por instinto cuando sus labios no hacen más que jalarlo.
La mano del chico viaja a su entrepierna, colocando su pene nuevamente en mi entrada, metiéndolo rápidamente.
Empieza a penetrarme sin parar, logrando que nuestros cuerpos se muevan sobre mis sábanas.
Su respiración se hace más rápida, sus gemidos más fuertes y yo ruedo los ojos.
Él está cerca y yo ni he comenzado a sentir nada.
Mi mente, nuevamente, al no encontrar nada divertido aquí abajo busca las nubes en el cielo pero mi puerta del cuarto, que juré haber dejado con seguro se abre de repente.
Los movimientos del chico paran inmediatamente, tratando de cubrir mi cuerpo por inercia, con el suyo.
Pero yo no me oculto, sea quien sea que haya entrado sabía bien qué es lo que podría encontrar al ver mi puerta cerrada.
Lo primero que veo es la mano, que sigue en la puerta que abrió sin pudor, sus venas están salidas logrando demostrar lo irritado que ha estado.
Sus negros ojos están fijos en nuestros cuerpos, su boca está un poco abierta y su respiración está irregular, como si corrió hasta el segundo piso.
Su camisa sin mangas muestra sus sudorosos brazos, su short deportivo y sus tenis muestra que estuvo haciendo ejercicio.
El chico encima de mi lo mira entre enojado por ser interrumpido, confundido ante una tercera persona en el cuarto y temeroso al ver la enojada mirada del chico pelinegro que acaba de entrar.
Este último entra al cuarto, toma al chico encima de mí y lo jala fuera de la cama.
Grito un poco cuando la parte inferior del rubio sale de mí bruscamente pero no parecen notarlo.
El pelinegro empuja al asustado y desnudo chico fuera de mi cuarto, recoge rápidamente su ropa y se la tira en la cara antes de cerrarle la puerta en las narices.
—¿Pero qué?—el grito de confusión del chico se escucha del otro lado de la puerta pero el pelinegro lo ignora.
Me voltea a ver, semidesnuda, con las bragas en las rodillas y aun con el brasier puesto pero un pecho fuera de una de las copas.
Me levanto un poco, apoyándome en mis codos para mirarlo mejor.
Pero antes de que él diga algo empieza a quitarse los zapatos con sus mismos pies mientras pasa su camisa por su cabeza.
Lo miro con una ceja alzada y niego con la cabeza con una media sonrisa cuando ya está frente a mí, quitándose los shorts y el bóxer, mostrándose completamente desnudo ante mí.
Gatea hacia mí sobre la cama y yo me dejo caer, nuevamente esperando que él esté a la altura de mi rostro.
Su mano va hacia atrás de mi cuello levantando mi rostro para chocar sus labios con los míos.
Antes de que pueda siquiera seguirle el beso me quedo sin aire por un segundo al sentirme completamente llena.
Él gruñe entre mis labios y yo me quedo quieta con un poco de dolor al sentir medio pene dentro.
—Estás muy apretada ¿acaso no estabas haciéndolo con otro hace dos segundos?—dice mirando hacia abajo, viendo como mis piernas empiezan a temblar aunque él no se ha movido más.
El chico empieza a reír un poco, imaginando que el otro chico no era muy dotado en longitud.
—Cállate.—le digo poniendo mis manos sobre su espalda exigiendo que empiece a moverse.
El pelinegro empieza a moverse y mis manos caen a mi costado, mis ojos se cierran, mi boca se abre dejando oír lo bien que me hace sentir.
Mi cara se va hacia atrás dándole todo el camino de mi cuello libre para besarlo y lamerlo.
Suspiro más fuertemente cuando empieza a ser más brusco, cuando empieza a penetrarme más profundo.
Una de sus manos sujeta una de mis piernas para que esta evite que se deje caer en la cama, sin fuerza. Quitando mi braga que estorbaba.
Declan acerca sus labios a mi oído, dejándome escuchar sus gruñidos de placer mientras sus caderas aumentan la velocidad.
—No pudo ni quitarte el sujetador. —se burla cuando su mano libre quería tocar mi pecho que aún sigue oculto en la tela.
Otro gemido sale de mis labios impidiendo responder a su burla.
Su mano libre va hacia atrás de mi espalda, destrabando el seguro del sujetador. La prenda de ropa sale volando, el chico deja de moverse un segundo, se levanta sin sacar su pene de mí, observando.
Mis pechos al aire, mi estómago lleno de marcas de besos y con una capa de sudor, con mis ojos más cerrados que abiertos y mi boca abierta, sin poder controlar mi respiración.
—Joder.—dice analizando cada parte, con los ojos oscuros y la cara roja por el ejercicio extra.
Estiro mi mano hacia él, Declan acerca su rostro y yo lo jalo para unir nuestros labios.
Sus movimientos comienzan de nuevo pero esta vez más lentamente, tratando de ganar un poco de tiempo antes de que los dos nos vengamos.
Mis ojos se quedan cerrados dejando que mi cuerpo tembloroso pare de moverse.
El cuerpo de Declan se queda encima de mí, más sudoroso y también con los ojos cerrados.
El chico lo saca con cuidado, dejándome vacía antes de acostarse a mi lado.
Abro mis ojos y miro su perfil, su boca esa un poco abierta y roja por la presión de sus labios con los míos.
Su pecho desnudo y su cabello todo desarreglado.
Niego con la cabeza bufando con gracia.
Me siento en la cama, mis pies colgando y mi espalda dándole la espalda.
Declan levanta la mano y pasa delicadamente su pulgar por toda mi columna enviando electricidad por su toque.
Cierro los ojos unos momentos, disfrutando el toque, y mentalizándome que tendré que pararme aun con mis temblorosas piernas.
Tomo mis bragas que están en el piso y me las pongo, abro mi gaveta y saco una centro con tirantes y me la pongo sin ponerme brasier.
—Necesito ir al baño.—digo más para mis piernas que para el chico detrás de mí. Declan gruñe cuando me levanto, exigiendo un poco más de toque de mi parte pero yo me giro enseñándole mi dedo del medio.
El pelinegro ríe tirándole una almohada que cae directo en mi trasero.
—¡Basta!—grito entrando a mi baño, sin cerrarlo por completo. —¿Y bien?—pregunto sentándome en el escusado, con una mueca de dolor al tropezarme con un tacón.
No escucho respuesta, lo que me hace rodar los ojos con fastidio.
Echo la cadena y lavo mis manos, aprovechando a mojarme la cara.
Miro mi espejo sin mucho animo, viendo mi negro cabello desarreglado, mis claros ojos un poco rojos, mis pecas por toda la cara y mis ojeras más negras de lo normal.
Suspiro, abro la puerta del baño nuevamente viendo como mi mejor amigo ha decidido ignorar mi pregunta por completo. Veo rápidamente el basurero cerca de mi escritorio notando un usado condón amarrado.
—¿Qué haces aquí?—pregunto caminando hacia mi cama, quitando la sábana y metiéndome debajo.
Declan se acerca más a mí, toma mi cadera y me da vuelta para que mi espalda quede pegada a la suya.
—¡Oye!—digo pero él solo se acurruca más poniendo su cabeza en mi cuello, respirando ahí, logrando que un escalofrío por las cosquillas me invada. —¡Basta! Me haces cosquillas. — me quejo pero el chico me agarra con un poco más de fuerza lo que me hace suspirar a modo de derrota.
Noto que se ha puesto su bóxer así que al menos no estoy tan expuesta a él.
Como si no hubieras dormido completamente desnudos antes de todos modos.
—¿No responderás?—pregunto ya un poco más impaciente.
Siento un suspiro en mi hombro seguido de un leve gruñido de su parte.
—Emma está engañándome. — dice finalmente.
No dice nada más, me quedo en silencio procesando la información, sin tener ganas de volver a esta plática realmente.
—¿Por qué lo dices?
—Ha estado rara últimamente, contesta mis mensajes menos que antes y se arregla más de la cuenta cuando sale con sus amigas. — explica y yo hago una mueca, sin entender de todo lo que ha dicho de dónde ha sacado una conclusión tan apresurada.
—¿Y qué dice ella?
—Claro que lo niega. Todas lo hacen, ¿Quién lo admitiría?—me río un poco dándole la razón.
Me giro con un poco de esfuerzo, poniendo mi rostro sobre la almohada frente a él.
Sus oscuros ojos me miran fijamente, con molestia.
—Ella no te está engañando, bueno, no lo creo al menos.—le digo pero claramente eso no lo reconforta.—Como sea, nunca lo sabrás a menos que ella te lo diga, alguien más lo haga o que, claro, la veas en el acto, hasta que alguna de esas tres cosas pasen ¿para que molestarse en pensar en eso? Aprovecha que la tienes al menos un poco antes que o ella o tu terminen las cosas. — digo dándome la vuelta otra vez, sabiendo que sea lo que sea que le diga no llevara a nada.
Declan vuelve a jalarme hacia él, sorprendiéndome esta vez al sentir algo duro pegado a mi trasero.
—¿Es en serio?
—Estoy muy enojado Willow. — lo dice como si fuera la mejor excusa del mundo.
Suspiro agotada.
Mis ojos estaban por cerrarse.
— Bien. — digo, me volteo, gateando un poco me pongo encima de él.
Declan sonríe grande y yo ruedo los ojos devolviéndole la sonrisa.
—Eres una molestia.
—Me amas demasiado. — dice y levanta su mano para ponerla detrás de mi cuello para jalarme hacia él y juntamos nuestros labios.
Declan intenta levantar mi camisa pero yo le detengo las manos.
El chico gruñe mientras yo le muerdo el labio inferior.
Me río ante sus manos inquietas. Empiezo a mover mis caderas, torturando al bulto dentro de su bóxer.
— Willow. — se queja, separo mis labios de los de él y empiezo a besar su cuello, mientras incremento la velocidad de mis caderas.
Declan pone sus manos sobre mis nalgas, buscando apartar mis bragas para poder tener vía libre pero lo detengo al comenzar a besar su pecho, bajando hasta el elástico de su bóxer.
Miro ansiosa como el bulto ha crecido más y como Declan ha levantado su rostro apoyando su torso en sus codos.
Su boca está un poco abierta, y sus ojos negros están más grandes mostrando lo ansioso que está.
Meto uno de mis dedos por el bóxer, deslizándose entre el elástico y su caliente piel.
Bajo el bóxer un poco liberándolo.
Declan muerde su labio impaciente.
Lamo mi labio viendo su erecto pene frente a mí, noto que una pequeña gota blanca rebalsa desde la punta y con mucha lentitud la lamo.
El chico suspira por el toque. Y yo me río un poco.
—Vamos Willow por favor. —gruñe el chico, presionando con su mano la parte de atrás de mi cuello, acercándome más a su dura parte.
Agarro su mano y la sujeto contra el colchón, para que no vuelva a apresurarme.
Declan gruñe cuando empiezo a lamerlo todo, sin meterlo a la boca aun.
Sus suspiros me calientan más pero lo hago sufrir un poco.
Con mi mano libre empiezo a rozarlo de arriba hacia abajo.
Hasta que luego de un rato meto lo más que puedo a mi boca.
Lamiendo y succionando lo más rápido que puedo.
Su mano se zafa de mi agarre y empieza a presionar mi cabeza logrando que unas pequeñas lágrimas salgan de mis ojos debido a la brusquedad, pero no me aparto, sigo impartiéndole placer al chico.
Sus suspiros llenan el cuarto mientras mi rostro se mueve de arriba a abajo guiados por el ritmo de su mano.
Declan gruñe un poco, y al último momento me aparta para venirse fuera de mi boca.
El chico se deja caer sobre el colchón y yo toso un poco por el repentino aire que entra a mi boca.
Gateo hacia él, dejándome caer sobre su pecho sudoroso.
Mi mano va hacia su cuello, jugando con su cabello mientras que mi otra mano sostiene mi rostro que lo mira fijamente.
Declan tarda unos minutos en recuperarse y luego me mira fijamente.
Una de sus manos va a mi espalda baja mientras la otra mueve los mechones de mi cara.
—¿Cuándo volverá tu mama?—pregunta ya con la respiración más tranquila.
—No lo sé, dijo que lo haría la próxima semana. — digo luego de perder un poco mi labio casi llegando al punto de hacerlo sangrar. — Eso dice siempre, ya sabes como es, desde la muerte de papá parece que lo único que quiere hacer es huir de aquí. No la culpo, yo también lo haría si pudiera. — digo y el chico hace una pequeña mueca.
—Ya van ¿que? ¿Dos meses? Debería volver por algo de ropa, dinero o no se...
—¿Su hija?—río sin gracia. — Bueno, cualquiera pensaría lo mismo. — digo y le sonrío de lado, sin querer hacerlo realmente.
El silencio reina en la habitación, el sol ya ha bajado casi completamente, sin luces en la habitación empieza a oscurecerse un poco.
Mis parpados empiezan a ser más pesados por el cansancio, más por los mimos que Declan está haciendo en mi pelo.
—¿Terminarás con ella?—pregunto adormilada.
El chico no responde de inmediato, se toma su tiempo.
Y cuando pienso que ya se ha quedado dormido, antes de que mis ojos se cierren completamente, escucho su respuesta.
—No.
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