hgpasternak Hernán Gabriel Pasternak
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Dos Ópalos de Fuego capaces de liberar al Vacío que devora a todas las almas. Dos piedras que son buscadas por hombres, elfos, brujas y sombras dentro de un universo creado por la Gran Mantarraya y en donde los dioses han quedado prendados con la historia del orbe planeta tierra y los titanes luchan por mantener el equilibrio.


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Las raíces del mundo

Se cuenta, tanto entre elfos oscuros como elfos verdes, entre humanos y lotófagos, entre sirenas y volafugaces. Se cuenta, incluso, entre las estrellas, que, más allá de los dioses que cada uno tenga, la creación comenzó con la gran mantarraya, cuyos nombres son infinitos, que dormía en la oscuridad absoluta. Despertó y sus ojos llenaron de luz cada rincón, por un tiempo breve, pues ésta se escapaba y se perdía y no volvía. Entonces pensó en sus sueños, intentó recordarlos. En la mente perenne de la mantarraya brotó la imagen de unas perlas. No sabía lo que era una perla. Bastó con imaginársela para que aparecieran por doquier llenando a su universo. Se contentó con la compañía, las llenó de la luz de sus ojos para que brillasen aún más, pero no había nada que iluminar más que a ellas mismas. Notó que todas eran idénticas y que no tenían ningún parecido con el cuerpo que una mantarraya ostentaba.



“Han de ser heterogéneas, distantes en volumen y en función, han de tener cuerpos que, si bien a la distancia parezcan iguales, mirando más de cerca serán completamente desemejantes. La desemejanza brindará lo que alguna vez soñé y no recuerdo. Su multiplicidad será la clave de aquello que germinará en un parpadeo mío que significará la destrucción de mundos y la creación de otros. He de observar toda forma, por minúscula que sea, por mayúscula que acabe, y he de estudiar, medir, esperar y seguir imaginando. La combinación de lo no vivo y lo que vivirá, de lo imperecedero y lo que perecerá, de lo magnífico y lo fútil. La razón es: mirar al perlado espacio y sentir el agobio del tiempo. Contemplar las mismas luces sembradas que se aplastarán sus existencias. Estrellándose. He de yo hacer a las estrellas como el reloj de arena que alguna vez, en un parpadeo mío, crearán los millones de formas orgánicas, porque será quien les indique lo efímero y gracias a tal cosa harán grandes hazañas. cumpliré, entonces, con derramar mis visiones en este plano para hacerlo esférico y como no puedo detener pensamiento alguno se extenderá por siempre terminando con la oscuridad. Cuando todo sea luz, cuando todo esté poblado, he de cerrar mis ojos y terminar con todo. Dormir de nuevo tal como he hecho incontables veces, y tal como seguiré haciendo incontables más. Sé todo lo que hubo, sé todo lo que habrá, más no sé qué es una perla o una vida. Ambas parecen idénticas a la distancia. Sus intereses me son vanos. Es mi necesidad de diseminar dinamismo, alcanzar cada rincón, lo que me impulsa. Mis hilos serán los pilares, los pilares serán las puertas que vuelvan a traer la vida a mí y así yo poder devolverlas con más fuerza hasta que los mismos pilares se derrumben por su propio peso. Es mi necesidad de dormir nuevamente.”


Extracto de El libro que susurra a la Creación, por Tékne.



La mantarraya pensó en que las estrellas podían reunirse y a ellas les gustó porque no estaban solas. Pensó, también, en que sus vidas terminaran con un gran evento, y que algunas devorarían a sus hermanas. Si concebía un planeta ese planeta se construía con rapidez. Y así como algunos pensamientos se concretan, otras ideas quedaban dando vueltas. No eran ni estrellas, ni planetas, ni luz. Las llamó hilos y éstos surcaban el espacio hasta encontrarse con otros. Cuando una multitud de ellos formaba una bola de estambre, adquirían consciencia y se convertían en dioses. La mayor parte se dedicaba a dormir y soñar pequeñas cosas, otros eran más osados e intentaban arrebatar el poder de la mantarraya siendo destruidos in situ. Otros gustaban ver a las diferentes formas de vida, sobre todo en la tierra. Entre ellos están Dada (dios de los humanos), Zuz (dios de los elfos negros), Toru (diosa condenada), Gazzol (diosa de los volafugaces), Terror (dios de los interrumpidos), y la lista sigue, pero resulta interminable y agotadora.



Toru podía construir arroyos, montañas y bosques, también era dueña del viento. Encandilada por los seres de la tierra quiso desafiar a la mantarraya y crear su propia vida. Algo que a otros dioses les hubiese valido la muerte. Como no disponía del poder requerido extinguió a la raza más malvada que poblaba a la tierra: los Drohm, bestias de cien ojos y cien cuernos que doblegaron a los elfos verdes. Con su visión pudo dar con los ópalos de fuego y desató la masacre. Y deseó atrapar sus esencias vitales transformándolas en árboles, agua y viento. Hizo a las dríadas. Toru intuía que cambiar la naturaleza de algo por otra totalmente distinta iba a despertar una alerta en Aquella Que Sueña Mundos. Por supuesto la mantarraya sintió que algo no correspondía y en lugar de terminar con Toru la condenó a ser la que siente al mundo y la hizo vivir entre sus creaciones. Convirtiéndola en el árbol más alto de la tierra cuyas raíces atravesaban todo el globo. Cada muerte, cada sufrimiento, se canalizaba por ella, aunque también la felicidad y el amor. Los humanos eran quienes más angustia despertaban en ella. Había dejado de llorar hace eones, transformando la pena en odio y el odio infectó a su bosque cambiando nuevamente la naturaleza de las dríadas a una maligna. Una nueva clase de Drohm que esta vez no podía doblegar a nadie porque se les era imposible escapar muy lejos de Toru. Lo que esta diosa nunca tuvo en cuenta, y se los digo yo, es que no todos tienen la culpa de los pecados que llevan a cabo sus pares y entre los Drohm sí hubo seres buenos, que se levantaron contra el rey Astado y tuvieron destinos peores que la muerte, siendo liberados de ellos por Toru en el exterminio. Una de esas almas se trataba de Lael, la dríada del primer árbol que creció en el bosque de Toru.



El pueblo de Lael vivía en las montañas de Calx, conocidas como montañas calcinantes, sus pieles gruesas los protegían del calor que emanaba de las rocas. Los cuernos también atrapaban la irradiación y se los cortaban, no todos, para hacer sus armas: las cornaespadas, los cornaflama, arietes astados. Su comercio era bastante rico y trataban mucho con practicantes de magia y navegantes entre los que era furor el famoso espato de calxino que los Drohm jamás usaron sabiamente. Para los hombres del mar, los cuernos de un Drohm eran bastante útiles para hacer mástiles y confeccionar los cascos, entre muchas otras cosas.



Como no existía criatura que aguantase tales temperaturas, los Drohmianos creyeron que su raza era superior y avanzaron en tecnología tan rápido como los elfos oscuros gracias al poder del fuego. Elevaron construcciones conoidales hechas de la misma roca derretida, eran tan altas que desde la ciudad Brújula se lograban ver las puntas asomarse detrás de los picos montañosos. Dentro de sus torres mantenían cautivos a los elfos verdes, quiénes alguna vez convocaron al Vacío y el Vacío llenó de llamas lo que otrora era una cordillera de blanca nieve. La leyenda dice que los ojos del monstruo cayeron en su propio fuego, y se destrozaron, más no se destruyeron. De estos nacieron cien ojos más y el primer Drohm caminó por las montañas calcinantes. Lo que no es cierto, pues, los elfos verdes nunca convocaron al Vacío, sino los volafugaces, para hacerle frente a Gazzol que no escuchaba sus plegarias al ser un dios durmiente. Solo la mantarraya puede asesinar a un dios, fue por ello que el Vacío, la Serpiente, castigó a los volafugaces condenándolos a un eterno inferno sin memoria de sus antiguas costumbres. Los que lograron sobrevivir a la hecatombe migraron al reino humano porque sus anatomías eran idénticas y se han mantenido a salvo escondiendo sus terribles poderes.



Lael fue la guerrera que desafió al rey Astado:



—No hay raza superior, Astado. Ni nosotros, ni los del cielo, ni los del mar, ni los de la tierra.



—Tú, canalla, ¿después de todo lo que hemos hecho por ti? No ¿después de todo lo que has hecho por nosotros? Hiciste las mejores armas, nos diste las mejores torres, lideraste la batalla contra los grifos que quisieron hacerse con estas montañas. ¿Ahora das la espalda?



—Y mi cornaespada.



—No. Los elfos verdes nos maldijeron.



—Mira…



Ninguno miró nada, una espada atravesó al rey Astado y el Vacío tomó su forma y cumplió el deseo de Toru. Serpenteó con todos sus colores las montañas, y en zigzag devoró las almas. Las torres conoidales cayeron, las armas cornamentadas quedaron en un cementerio con espatos brillantes en lugar de lápidas que luego recogieron los aventureros. Vacío subió muy alto y entregó las vidas a Toru. Allá, en donde no hay oxígeno, su cuerpo se deshizo y los ojos cayeron, perdiéndose.



El último recuerdo de Lael es haber visto como los ojos de Astado se tornaban blancos mientras un ser incorpóreo lo atravesaba. El primer recuerdo de su nueva vida es haber estado asfixiándose en una prisión oscura. Estuvo allí varios días, no sentía hambre o sed, sí mucha desesperación. Oía lo que parecía una voz, pero no lograba entender lo que decía. Era Toru, que estaba debilitada por su calvario. Por más y más que intentaba liberar a sus dríadas, el dolor se lo impedía. Las raíces del mundo se contorsionaban en las entrañas de la tierra como manos que intentan excavar para salir de una tumba. Los Drohm que aparecieron en los arroyos saltaban de felicidad, se sentían libres de todo rencor. Toru no estaba en la misma página. Todo el sufrimiento la convirtió en oscuridad. Sin poder hablar todavía, las ramas de todos los árboles se alargaron al cielo y de ellas nacieron tantas hojas que la luz solar era incapaz de penetrar a la superficie. Los animales que vivían ahí se largaron al poco tiempo, las plantas pequeñas murieron en la oscuridad. El bosque de Toru, antes llamado Bosque alma, fue poco a poco tomando una reputación horrible.



Algunos hombres solían entrar a cazar conejos, como ahora no había ninguno se extrañaban. Uno, es bien sabido, le lanzó unas boleadoras a un árbol. Toru se ramificó y le quitó los ojos con su madera. Después solían encontrarse cuerpos ahorcados y un silencio absoluto. Cuando Toru recuperó las fuerzas, habló con sus dríadas y comenzaron a salir de los árboles a cuidar con sumo recelo el territorio, incluso de las aves.



Lael salía a dar paseos. Conversaba con sus compañeras dríadas y notó que ninguna recordaba su nombre ni nada. Eran como niñas, malcriadas, enojadas, violentas.



—Si una criatura que no es dríada pisa mi bosque, asústala, si persiste, mátala. ¿Sí, hija mía?



Lael hacía oídos sordos a pesar de que ya nadie anduviese por esos lares. Fuera del bosque estaba lleno de carteles que advertían a cualquier viajero sobre las desgracias que carían sobre él de osar entrar. Con los años prefería estar dentro de su árbol, con el que hablaba cosas que me es imposible reproducir porque sus palabras no tienen traducción o interpretación. De hecho, ni siquiera son palabras, son emociones cargadas de historias. Sonidos que el viento canta, registros que están en los rayos solares, la música que la lluvia compone antes de caer.



El silencio era tan ruidoso que Lael podía contar todas las hojas que caían desde dentro de su árbol. Es entendible, entonces, que oyera el sonido raro, como ese que producen las tormentas antes de lanzar un rayo, cuando un humano arribó junto a un fuego fatuo.



Su árbol abrió el vientre y la dejó salir atada con sus raíces. Caminó, desnuda, pisando piedras y lodo. En penumbras era imposible saber qué pasaba. Solo era testigo de una luz verde que pasaba entre las hojas que sellaban al bosque marcando los límites. Siguió caminando, abriéndose paso entre la yerba. La raíz tiro de su talón.



—¡Shht! Creo que hay alguien. Qué idiota, ¿por qué te hago callar? ¡Shht, apaga esa luz!



La luz se volvió muy tenue.



—Que la apagues.



—Viajero, te aconsejo que des la vuelta.



Un espeso muro de yerba le impedía a Nadir saber quién le hablaba. Lo único que tenía claro, es que la voz de la criatura era tan dulce y bella como la de las sirenas. Miró a Geo y le pidió que iluminase. El corcel irradió una potente luz que de verde cambió a blanca y el umbral del que habían salido soltó un velo. Como Nadir no entendía nada de lo que sucedía, prefirió callar.



—¿Me has oído, viajero?



Nadir posó un ojo entre los espacios que Geo había descubierto. Una joven sin ropas de cabello blanco hasta el suelo estaba parada del otro lado. Sin cubrirse, sin vergüenza.



—Eres una ninfa.



—Toru dice que somos dríadas.



—Depende del contexto. ¿No está Toru pidiéndote que me mates?



—No, ha estado callada. ¿Qué buscas? Sea lo que sea acá no lo hallarás.



Nadir dio un paso adelante, pero se mantuvo a raya del límite.



—Mira, venimos del Lugar entre Lugares.



—Desconozco aquello.



—Yo también, pero nos ha traído hasta acá, él, míralo, es mi corcel.



Lael creyó que el humano había enloquecido. Peor aún, que se burlaba de ella.



—Eso es un fuego fatuo, no me trates de tonta, humano.



—No lo hago, es… no tiene sentido explicarlo. ¿Todas tus hermanas son como tú?



—¿Cómo yo?



—Amables. Me has advertido antes de caer en las entrañas del bosque. De todas formas, no iba a caer.



—¿Y por qué no?



Lael tenía mucha curiosidad de lo que otras razas pensaban del Bosque de Toru. Más curiosidad le causó que aparecieran de la nada, de haber venido a pie los hubiese escuchado, por lo menos al humano. Todavía más, ¿que hacía un funesto fuego fatuo con él?



—Qué es mi corcel, te lo he dicho. Y no has respondido.



—No, mis hermanas no son como yo, no recuerdan quiénes fueron, el odio de Toru las devoró.



Toru escuchaba atentamente lo que decía Lael, mas no podía oír al Nadir, solo sentir su presencia.



—Entiendo… esto puede ser un error, pero entiendo que no puedes avanzar más, así como yo tampoco. Estoy buscando el ópalo de fuego.



Lael se echó hacia atrás. Las ramas de su árbol salieron disparadas como flechas y atravesaron el límite, tomando a Nadir por las piernas. Lo arrastraron. Lael lo seguía con la rapidez que el bosque le otorgaba. Llegaron hasta el gran árbol y luego fue levantado boca abajo. Cayeron un astrolabio, monedas de lúpiter y del cuello le colgó una cadena con una piedra que Lael desconocía. Geo entro al bosque y las ramas no pudieron hacerle daño.



—¿El ópalo, dices?



—¡Oye, oye! Calma. Lo quiero destruir.



Toru abrió los ojos cuencos y negros de su árbol, se dibujó una boca.



—¿Para qué quieres los ópalos? ¿Acaso deseas destruir más de lo que ha sido destruido?



Habló Toru. A Nadir le dio algo de miedo aquella boca mal hecha.



—Les digo que lo voy a destruir, no sé cómo.



—¿Y por qué destruirías tan poderosa arma? ¡Lael! ¿habías visto a este humano?



—No, Toru.



—Lael, qué bello nombre. Oigan, nunca había hablado con un árbol, o con un corcel fatuo, o, no, no eso sí.



—¡Insolente! ¿Por qué habría de creerte Lael o yo de que harás tamaña tarea?



—Mi padre tiene el otro ópalo, Terror lo quiere y está esperando a que Bruma baje de su isla con el ejército aerostático. Vamos a perder, nuestras armas no son tan avanzadas. Incluso con Terror de nuestro lado, nada asegura que él no se quede con ambas partes. Creo, Toru, Lael, que esas piedras ya han hecho bastante daño.



—¿Y quién eres tú, hijo de Dada, para hacer algo así?



—Soy Nadir de Salamandra, hijo de Lafred de Salamandra, y todas esas cosas.



—Toru, es el hijo del rey humano.



—Sí, he oído historias de ti, Nadir de Salamandra. Los hombres que entran en mi bosque tienen la lengua suelta. Y, así con ellos dentro de mí, los he escuchado decir que no eres como tu padre, más bien como un elfo gris. Aunque no han usado tales palabras.



—¿Un elfo gris? Desgraciados, ¿cuántos elfos hay?



—No te burles, Nadir de Salamandra, que yo, como sintiente de todo, puedo saber si tus intenciones son buenas.



—Si puedes adivinarlo, ¿por qué me lo preguntas?



—Porque soy justa.



Las ramas que ataban a Nadir se iluminaron y lo soltaron.



—¿Y?



—¿Y qué, Lael?



—¿Es bueno?, ¿malo?



—Difícil saberlo, incluso para mí, pero siento que dice la verdad. Nadir, por culpa de esos ópalos he sido castigada y, aunque mi castigo durara hasta que Aquella Que Sueña Mundos vuelva a dormir, creo que puedo ayudarte.



Nadir se limpiaba la ropa, recogió sus artilugios, miró a Lael a los ojos y le pidió Geo que se acercara.



—Toru, mi corcel fatuo nos ha traído hasta acá.



—Los he sentido, a ti y a tu corcel, aparecieron, ¿acaso usaron transalma?



—No, de hecho, lo único que hice fue tocar a Geo y nos llevó al Lugar entre Lugares, ahí tuvimos que…



—¡¿Al Lugar entre Lugares?!



—Mmm, sí. Es un puente largo y ancho…



—Lo conozco bien, los dioses lo usamos para pasar entre universos, pero tú, mortal, has entrado a él. De ser así, has usado un umbral. De ser así, humano, no eres muy humano o tu corcel no es muy corcel.



—Mi corcel ha dejado de ser corcel.



—Lo he notado. Nadir de Salamandra, El Lugar entre Lugares es un espacio peligroso que solo lleva a otros mundos, o a lo que deseas. Por lo tanto, tu deseo se ha cumplido, mi estadía en este bosque que se enmaraña en las entrañas del globo me ha dado bastante en qué pensar y también creo que el Vacío debe ser exterminado. Pues, no es de este mundo.



Las demás dríadas estaban detrás de los árboles, expectantes a cómo se desarrollaba la situación, con muchas ganas de que Toru les pidiera asesinar a Nadir.



—Debo ser honesto; en primer lugar, no entiendo tu ayuda, diosa de los bosques que ahora eres la diosa de la venganza. En segundo lugar, estoy solo con mi corcel fatuo y no puedo volver a ciudad Brújula porque, a pesar de mi destreza, terminaría muerto. En tercer lugar, nadie tiene idea de cómo llegar a las islas flotantes.



—Y yo, Nadir de Salamandra, seré honesta. Es cierto que odié por mucho tiempo, pero aquel sentimiento se vuelve inerte y te quita energía. Mira este bosque, no anda una sola hormiga, solo mis preciosas dríadas que aún son carcomidas por el odio, y es que son de la tierra. No es que los dioses seamos más sensatos, pasa que sus emociones, si bien, nos empapan, también se deslizan y las dejamos de lado. Acepto mi castigo porque obré mal y tengo que hacer justicia por su mundo, pues Zuz, en su infinita locura, confeccionó los ópalos con las más antiguas perlas que la gran mantarraya, Aquella Que Sueña Mundos, creó. No fue castigado, porque es sumamente inteligente, y le pidió a Gazzol, el mejor de los dioses herreros, que lo hiciera, lo ha condenado a dormir la eternidad porque era el más interesado en la tierra de todos nosotros. Yo he sabido esto en mi castigo, gracias a un elfo negro llamado Bruma que terminó con muchas de mis dríadas porque uno de sus centinelas se enamoró de Valar, la más bella, y le dijo que irían a su isla, y le contó todo sobre ella. No tardaron en venir y descuartizar y quemar a mis niñas. Perdí tantas hojas aquel día. Te lo digo, Nadir, puedes llegar a Bruma, no sé dónde está el ópalo, mi visión ha sido limitada, pero está en la isla. Veo que portas al crucero.



—¿Crucero?



—El mineral que es una ventana a los pilares, aquel que conocen como espato de islandia, creado en las minas durmientes, forjado por los elfos verdes. A diferencia del espato de Calx, que solo usan para destruir y adivinar, esta piedra te permite viajar entre los umbrales que son tan añosos como la tierra misma. Esos que alguna vez se usaron para la paz y que toda inteligencia ha olvidado cómo usar. Ayudan a que las almas pasen de este mundo al siguiente.



—¿Esto? mi madre me lo dio, siempre lo traía con ella y en su muerte lanzó un haz de luz.



—Puede ser de mucha utilidad, Nadir de Salamandra, si lo usas con la cabeza. Yo te enseñaré.



Lael, que había estado encerrada tanto tiempo, se impresionó con la sensibilidad de Toru y con el razonamiento del humano. Pensó en lo mal que estaba en tantas cosas y quiso ayudar.



—Lael, no puedes alejarte del bosque. Las islas están muy lejos. En su lugar, quédate acá y planeemos la derrota de Bruma, el elfo maligno.



Por primera vez en cientos de años, los rayos de la luna tocaron la seca tierra del Bosque de Toru. Los límites se abrieron y el césped creció hasta llegar al arroyo que lleva a las minas de gravedad invertida.

3 сентября 2023 г. 18:24 19 Отчет Добавить Подписаться
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ERpc Edrapecor ERpc Edrapecor
excelente leer a un magnifico escritor

  • Hernán Gabriel Pasternak Hernán Gabriel Pasternak
    Muchísimas gracias por leerme! Espero estar a la altura con los capítulos siguientes. September 04, 2023, 03:41
N. Cousin. M. N. Cousin. M.
Buen capítulo, a espera de la continuación! 😄
Marta Ferreira Marta Ferreira
Bueno, este es el último capítulo que me quedaba por revisar como lectora beta. Puedo decir que me ha extrañado que conectases la historia de tu mundo con una situación del presente en la novela, pero es una forma personal y que no cambiaría a pesar de que no sea lo que yo hubiera hecho. Además, creo que ha sido muy fácil de convencer a Toru para que no matase a Nadir y siento que debería haber sido más complicado tratándose de una diosa cuyo bosque está muerto prácticamente. Entiendo que se arrepentía de sus acciones y por eso lo ayuda después, pero me gustaría ver una transición más real en esa conversación entre ambos y la dríada para llegar a la conclusión de ayudarlo, siendo el final el que describiste. Te pediría que revisaras por algunas faltas de ortografía y que tuvieras mucho cuidado con los diálogos porque generalmente no se sabe quién habla y eso dificulta leer la historia. Igualmente, pondría a menudo aclaraciones detrás de las oraciones que digan los personajes para saber qué gestos o qué acciones hacen mientras hablan para dar dinamismo al diálogo. Siento que tienes una narración espectacular y muy personal, pero que necesitas dar una ojeada a la forma de hacer diálogos. De igual modo, estos tres capítulos están muy conectados entre sí y se entiende el sentido de la trama.
Adora Devonne Adora Devonne
Definitivamente estos capítulos me han gustado bastante, lo único que me confunde al principio son los tiempo gramaticales. Pero solo en el primer párrafo. Me encanta. Lo que si es un poco confuso es la aparición de varios personajes, por lo que supongo en algún punto tendrán ciertos rasgos específicos que nos harán decir ya se quien es. Pero muy bien la verdad amo las historias que están bien redactadas.
Sebastián Pulido Sebastián Pulido
El universo fue creado por una mantarraya voladora, fuera de universo existe un vacío habitado por serpientes, toda la materia del universo está unida por hilos, los dioses son bolas de hilos, pero la gente también tiene hilos, ¡¿Eso significa que la gente se puede convertir en dioses 😱?! Creo que ya me mareé 😵‍💫

  • Sebastián Pulido Sebastián Pulido
    Me gusta como tú universo es tan completo y complejo. September 29, 2022, 15:48
  • Hernán Gabriel Pasternak Hernán Gabriel Pasternak
    O sea, todo el universo está compuesto de hilos y sólo si una canridad considerable se une se crean los dioses, peeeero, las almas de los seres vivos son "reutilizadas" al morir (a no ser que ocurra la interrupción) y no se unen, sino que vuelven a nacer o retornan al hilo universal. En el fondo, ellas están unidas a él, no así los dioses que son hebras sueltas que se acumulan. Y, sí, tiendo a lanzar mucha información, aunque también me gusta el desorden como caos para luego ordenarlo y crear otro caos. Muchas gracias!! September 29, 2022, 16:11
  • Hernán Gabriel Pasternak Hernán Gabriel Pasternak
    Y, acotar algo, los primeros 5 o 6 capítulos serán sobre el pasado y lo que ocurre en la acción. Así, piedo moverme con más facilidad, creo yo jajaja. Igual iré mezclando la acción y sus explicaciones. September 29, 2022, 16:14
  • Sebastián Pulido Sebastián Pulido
    Si te fijas, el concepto del "hilo que une" no es tan raro. Existe la Teoría de Cuerdas, el cerebro tiurno, las Líneas Ley, el Hilo de la Vida de la mitología griega, el Hilo del Destino en Japón, entre otros. September 29, 2022, 21:28
Erendi Demonai Erendi Demonai
Como ya dije,tu historia me gusta. Mundos, Dioses, el Héroe, el Villano. Son de esas historias tipo Señor de los Anillos que te transportan a mundos donde lo humano y fantasioso se une perfectamente. Ahora y esto es muy personal: al tratar de dar explicaciones detalladas del por que de todo (situación, transporte, objetos etc...) has introducido ya en 3 capítulos demasiados personajes que apenas si me estoy acostumbrando a uno, cuando ya hay la explicación de diez más (es un decir) esto a mi se me está haciendo algo confuso, por que tengo que ponerme al día en nanosegundos y luego volver con el personaje principal. De ahí en fuera, todo bien. Es raro encontrar historias como esta en plataformas de este tipo ¡Felicidades!

  • Hernán Gabriel Pasternak Hernán Gabriel Pasternak
    Creo que es un estilo caótico, de muchas capas, que se me puede ir o no de las manos jajajaa. Aquel caos tenderá a uno más armónico, cuando las bases estén bien asentadas. Lanzo mucha información, esperando que los supuestos detalles que voy dejando sean recolectados. Graciiias por leerme!!! September 29, 2022, 16:21
  • Erendi Demonai Erendi Demonai
    Si, si es algo caótico XD. En el primer capítulo nos hablas del conflicto de padre e hijo por el ojo. En el segundo capítulo sobre el mago Tru y los portales. Y El capítulo tres sobre Dioses y apenas vas empezando la historia por lo que creo que al final de la historia vamos a tener un mundo One Piece en pocos capítulos y si no te acuerdas de los primeros personajes pues... ya te fragante. Deberías ponerle una advertencia "Amigo lector, toma apuntes por que me faltan mil personajes por mencionar y al final hablo de los primeros" jajajjaja no es cierto, es broma. September 29, 2022, 17:02
T Herzig T Herzig
Hola de nuevo Hernán, el capítulo está perfectamente en tono con los dos primeros. Buen trabajo :)
Borja Freire Borja Freire
Buenos días. En primer lugar, no sé si te parecerá halagüeño o no, pero tu creación de mundo me recuerda a Tolkien en el sillmarillion, y los ópalos al sillmarins. En ese sentido, por mi parte es un cumplido. Tienes un estilo narrativo que rebosa fluidez y ritmo, sin embargo, dada la extensión de tu mundo veo que falta por ubicar ciertos elementos en un eje temporal. .No creo que tengas muchos fallos, yo al menos no los he visto. Quiero recalcar que hay potencial en esta historia y eres muy buen escritor.

  • Hernán Gabriel Pasternak Hernán Gabriel Pasternak
    Muchas gracias! Justamente estoy ordenando su posición temporal en el cusrto capítulo, espero que sea de utilidad como lo ha sido tu comentario. Saludos! September 29, 2022, 11:36
  • Borja Freire Borja Freire
    Seguramente. Estaré pendiente de esta historia, me ha atrapado. Tiene tintes que me gustan mucho. September 29, 2022, 11:38
  • Hernán Gabriel Pasternak Hernán Gabriel Pasternak
    Disculpa, sabes cómo recisar los comentarios privados? Ajajajaja September 29, 2022, 12:25
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