El Desastre
“Aknu ilag bondif tser nagu, haclan dori, tugni ilun, Barsaf!!”
Olgok estaba furioso. La batalla no estaba saliendo como él quería. Sus tropas estaban siendo diezmadas. “Ni con los guantes, maldita sea, es imposible, Barsaf”. El general Barsaf no lo quería admitir, pero sabía que Olgok estaba en lo cierto. El enemigo andaba tras la tecnología que había sido creada por los Talanis para defender su planeta. Los guantes eran un avance espectacular si se los comparaba con las primitivas armas que utilizaba el enemigo, sin embargo las huestes enemigas eran tan terriblemente numerosas que estaban causando una estampida en el planeta.
“Barsaf, la tecnología no puede caer en manos de ellos. La batalla está perdida, y antes de que invadan el planeta ordena a tus tropas que destruyan todos los guantes excepto uno. Ese deberán ponerlo en un recipiente esférico de purlanium con la fuente de poder del ferlunium. En otro recipiente pongan la descripción técnica del guante y su proceso de construcción. En el tercer reciente pongan una muestra de ferlunium y la fórmula para crearlo. En un cuarto recipiente coloquen una espora Talanis para que se pueda mantener nuestra especie en caso de ocurrir lo peor. Láncenlos al espacio, cada uno de ellos con una sonda rastreable desde acá, pero asegúrate que a la sonda no le pueda hacer seguimiento nadie excepto por nosotros. Hazlo AHORA, corre!!”
“Pero señor, no por contradecirle, pero creo que hay otras opciones. Tenemos aún 30 legiones acá y 250 legiones al otro lado del planeta. Debemos desplegarlos inmediatamente para evitar la invasión”, dijo Barsaf, con gran intensidad, pero poca convicción.
“Buen Barsaf, es inútil. Basta mirar las pantallas estratégicas para ver que las huestes invasoras nos aventajan mil a uno. Las naves nodriza prácticamente son del tamaño de una de nuestras lunas, y de ellas salen enjambres de naves de ataque y transporte de tropas. Vamos a morir todos o por lo menos nos convertirán en esclavos. Realicen el lanzamiento de los cuatro recipientes desde el lado oscuro del planeta, el que aún no ha atacado el enemigo. Esos Mofendis no van a dejarnos en paz hasta terminar con todo y todos. Lo siento Barsaf, no hay nada que podamos hacer. “
Barsaf salió en precipitada carrera hacia el centro de mando, llamando, a través de su contactor, a los científicos asesores del regente para preparar todo. También se comunicó con el comando de su armada para dar las instrucciones del regente Olgok. En su cabeza había miedo, terror y horror por lo que pudiese pasar. Toda su vida había sido un oficial sin tacha en sus decisiones, sin embargo ahora no sabía qué estrategia usar. No sabía que hacer. Había ido donde Olgok para ver si había alguna salida. No la había. Endureció su rostro mientras corría. Pensó en su familia con el rostro sombrío.
- Esto va a ser nuestro fin. Los cuatro recipientes van al espacio y luego? Qué pasa si desaparecemos? Quién va a recuperarlos? Y si esos Mofendis los encuentran? Que desastre tan grande. Es el fin - pensó Barsaf mientras llegaba al centro de mando.
Los otros comandantes y los científicos ya se encontraban en la sala y todos hicieron silencio cuando Barsaf entró.
“Las noticias no podrían ser peores. Las huestes enemigas nos aventajan mil a uno y el regente me ha pedido que se destruya INMEDIATAMENTE todos los guantes excepto uno, y que se preparen cuatro recipientes que deberán ser lanzados al espacio lo antes posible. Repito textualmente lo que dijo el regente: Deberán poner el guante en un recipiente esférico de purlanium con la fuente de poder del ferlunium. En otro recipiente pongan la descripción técnica del guante y su proceso de construcción. En el tercer recipiente pongan una muestra de ferlunium y la fórmula para crearlo. El cuarto recipiente deberá contener una espora Talanis. Los quiero en recipientes separados por si ocurre alguna desgracia, que por lo menos uno de ellos se salve. Así que en estos momentos a trabajar porque no hay tiempo que perder. Envíen mensajes a todo el planeta para destruir los guantes que existan. Usen mi guante para enviarlo en el recipiente.”
Diciendo esto, Barsaf deprimió a la vez los dos botones al costado del guante que llevaba. Éste se abrió y él retiró su mano de tres dígitos, un pulgar, un índice y el tercero era lo que en un humano sería la unión entre el dedo medio, el anular y el meñique. Cada una de las puntas de este tercer dígito podía accionarlas independientemente. De esa manera podía activar las funciones del guante.
Barsaf miró el guante durante un buen rato, pensando que se sentía desnudo sin su protección. Finalmente lo entregó a los científicos, que salieron corriendo hacia el laboratorio para proceder con lo ordenado por el regente. Barsaf decidió ir con ellos y supervisar la destrucción de los guantes usando su contactor.
En el laboratorio los científicos procedieron con la fabricación de la esfera de purlanium. El proceso no era complicado, pero el purlanium era la substancia más dura y resistente que los Talanis conocían. El segundo recipiente era más pequeño y ovalado. En su interior iban las instrucciones técnicas del guante y en el tercero iba una muestra de ferlunium y la fórmula para su creación. El cuarto recipiente fue cuidadosamente preparado con la espora Talanis de tal manera que, apenas abierto el recipiente, procedería a crear una colonia Talanis completa. Éste recipiente era el más grande y pesado.
Los comandantes de las diferentes legiones iban llamando uno a uno informando de la destrucción de todos sus guantes.
Luego de dos períodos alrededor de del eje del planeta, terminó la construcción de los recipientes, que estaban embebidos en enormes bloques metálicos, para ser enviado al espacio en navegadores estelares. Barsaf personalmente se dirigió con los científicos al centro de lanzamiento al otro lado del planeta. Llegó luego de viajar medio período alrededor del eje del planeta.
Todo estaba preparado para el lanzamiento. Barsaf llamó al regente a través de su contactor para informarle que se podía proceder con el lanzamiento. El regente indicó que el lanzamiento debía ocurrir inmediatamente.
Barsaf miró al cielo, siguiendo con la mirada las cuatro estrellas fugaces que desaparecían de vista. Estaba hecho. El resto lo dictaría el destino. Barsaf se sentó a esperar.
El regente llamó a Barsaf por el contactor.
“Barsaf, las primeras naves enemigas están atravesando nuestro perímetro planetario. Es el fin. Ten cuidado, querido amigo. Has sido un excelente soldado y compañero. Ojalá…” Luego Barsaf sólo escuchó estática.
Había comenzado.
Спасибо за чтение!
Мы можем поддерживать Inkspired бесплатно, показывая рекламу нашим посетителям.. Пожалуйста, поддержите нас, добавив в белый список или отключив AdBlocker.
После этого перезагрузите веб-сайт, чтобы продолжить использовать Inkspired в обычном режиме.