«No puedo detener esta atracción»
—EXO
Existió en un tiempo diferente a este una amistad inquebrantable, un amor desesperado y un recuerdo tangente. En un tiempo lejano donde existimos entre sonrisas y abrazos, donde éramos los dos y el mundo. Existió en algún lugar de mi memoria un momento donde hicimos promesas, donde el juramento de estar juntos significan algo, un lugar donde nuestros yo más jóvenes se juraban promesas de «Siempre juntos y te quiero». Un lugar ya distante y perdido entre las sobras de un bosque nostálgico, un lugar donde podía refugiarme cuando no estaba a tu lado, un lugar que carcomido por el paso del tiempo espera nuestro regreso. Existió en el pasado una historia sobre nosotros, escrita en tinta de promesas y dibujos de creencias, un cuento donde los caminos que seguimos van paralelos, incapaces de tocarse ni cruzarse jamás. Existió en ese lugar tan alejado del ahora, un niño que se enamoró de la persona equivocada, un joven inocente que creía ser correspondido, un adulto que cegado creía estar destinado a amarte.
Existió en un tiempo.
Existió un tiempo lejano a este, donde tu sonrisa era solo mía, donde tus ojos cafés brillaban al conectarse con los míos, donde solo existíamos los dos, abrazados uno contra el otro. Un tiempo lejano y hermoso, donde me mirabas con cariño, donde podíamos mirarnos en silencio durante horas y entender lo que pensábamos, solo con una sonrisa y un movimiento. Existió un tiempo, antes de su llegada, en el que yo significaba todo para ti, donde solo me necesitabas a mí para ser feliz. Existió en un tiempo alejado del ahora, uno donde tú sostenías mis manos y mi piel se erizaba ante tu calor, donde pasábamos horas hablando de las cosas sin sentido y era el único honrado en escuchar tu magnífica voz al cantar.
Existió un tiempo.
Existió un tiempo en el que me creía el dueño de tus pensamientos, de tus risas y besos, uno donde pasaba horas entre tus brazos, sintiendo tu calor y escuchando tu respiración, creyendo ilusamente que éramos algo más profundo que lo que nunca dijimos. Existió un tiempo donde podía sonreír con sinceridad, con la confianza de tu respaldo, con el corazón alborotado y las mejillas sonrojadas, uno donde creía pertenecer a tu corazón y me mofaba de quienes no creían que eras mío. Existió un tiempo donde secabas mis lágrimas con dulces besos y acariciabas mis cabellos con armonía, donde ilusionadas mi corazón con tus palabras y yo tontamente te creía.
Existió un tiempo.
Existió un tiempo donde creía que eras consciente de lo mucho que te amaba, donde creía estar siendo correspondido, donde mi corazón bailaba de dicha y alegría. Existió, en lo más lejano de este tiempo, un lugar donde el mundo desaparecía, dejándonos a solas, disfrutando. Existió en ese tiempo, un corazón desesperado por más que sólo abrazados, ansioso de pasión y deseo, una tenue esperanza de que al despertar al día siguiente escucharía lo que deseaba. Existió un corazón enamorado, incapaz de aceptar la realidad y solo cegado por los momentos.
Pero fue solo un tiempo, fue solo un instante muy largo, uno donde no era capaz de diferenciar entre el amor que me dabas a mí y el amor con el que lo mirabas a él. Uno donde mi inocencia me hizo creer que en tus ojos existía el mismo reflejo que en los míos.
En ese tiempo lejano, solía creer que estabas enamorado de mí.
Lo más triste de despertar de aquel letargo fue percatarme que solo existió en mis sueños, que todo lo que creía existía no fue más que otra mala jugada de mi amor desesperado, de las ganas que tenía de que te des cuenta de cuánto te amaba. Si hubiera sido un poco más inteligente, si no me hubiera cegado por tu actitud, tal vez me hubiese percatado, pero estaba ciego, tonto y enamorado.
El día que dejó de existir nuestro falso nosotros mis ojos se llenaron de lágrimas cargadas de vergüenza, me habías llevado a aquel lugar, no ha decirme que me amabas ni a besarme; me llevaste a conocer a la persona que amabas. Aquella tarde lejana me empapé en un llanto vergonzoso y sonreíste al creer que era alegría. Me fui sin que lo notarás y lloré en casa hasta quedarme sin lágrimas.
—Él es mi novio, quería que fueras el primero en saberlo.
Desperté un día después, con el cuerpo adolorido, sin recordar por qué lloré tanto. Creí que fue solo un mal sueño, que la cena me había jugado una mala pasada. Pero la realidad me abofeteó duramente, cuando al llegar al trabajo te vi sentado junto a él, a la suficiente distancia para ver tu mano entrelazado con la suya, para ver el beso que le diste.
En ese instante sentí como los recuerdos del día anterior golpearon mi ser, fue doloroso, pero no lo viste.
Al llegar nuevamente a casa intenté encontrar entre mis recuerdos alguna prueba contundente de que no me amabas, y las encontré. Me percaté de tu mirada, nada similar a la mía, de tus abrazos desinteresados, de tus besos sin segundas intenciones. Fue duro percatarme de que no era para ti más que sólo tu amigo.
Me obligué a aceptar que no me amabas, me obligué a despertar y maquillar una sonrisa cada vez que me saludas, me obligué a aceptar que él te merecía más que yo, que era el indicado. Me obligué a tomar tu mano y no pensar más en lo cálidas que eran, a pensar menos en ti y abandonar toda esperanza. Me obligué a enterrar nuestro pasado, en un ataúd lleno de promesas que no cumplirlas; a anestesiar mi dolor con falsas salidas. Me obligué a intentar dejar de amarte y me fui destruyendo de a pocos, armando y desarmando mi corazón todos los días, quitando piezas innecesarias con dolor, sin percatarme que poco a poco dejaba de funcionar, que estaba dañado, roto e inútil. Pero aún con las piezas escondidas en una caja fuerte seguía doliendo, a pesar de haber quitado las piezas punzantes podía sentir como atravesaban la piel y los músculos cuando sonreías, cuando decías que lo amabas y yo estaba presente, escondido detrás de una máscara.
En un tiempo lejano al actual no dolía respirar, tampoco dolía despertar ni seguir viviendo, en un tiempo lejano a este instante amarte era sinónimo de felicidad, amarte no dolía, amarte no me destruía. En un tiempo lejano tus abrazos eran cálidos, ahora sofocantes; tus caricias me llenaban de dicha, ahora me queman sin piedad.
En un tiempo diferente.
En ese tiempo lejano, jamás me hubieras abandonado, ni me hubieras dejado llorar. En ese tiempo lejano e inexistente nunca hubieras soltado mi mano ni hubieras permitido que durmiera solo. Pero era un tiempo pasado, algo que jamás se repetiría, algo que tú presente te hizo olvidar por completo. En ese tiempo lejano no te hubieras dejado engañar por mi fachada alegre, no pasarías desapercibido el dolor con el que te miro.
En ese tiempo lejano sabrías que algo anda mal.
Pero ya no es ese tiempo, ya no es el pasado y duele. Quema como brasas directas en mi corazón, por qué ya no me miras más, ya no me quieres... Y lo entiendo. Entiendo que tu corazón no fue ni será mío, que está atado al suyo y no puedo cortarlo, entiendo por qué lo amas y por qué no me amaste a mí. Entiendo que a pesar del daño no puedo odiarlo ni odiarte, entiendo muchas cosas, entiendo que no me quieres.
¿Pero por qué el dolor no disminuye?
Спасибо за чтение!
Мы можем поддерживать Inkspired бесплатно, показывая рекламу нашим посетителям.. Пожалуйста, поддержите нас, добавив в белый список или отключив AdBlocker.
После этого перезагрузите веб-сайт, чтобы продолжить использовать Inkspired в обычном режиме.