athanatos Αθά νατος

¿Cómo es vivir bajo la luz de Dios cuando, en el pasado, uno vivió en las tinieblas? ¿Cómo se siente ser amado por aquel al que, una vez, uno trató de derrocar? ¿Cómo viven los descendientes de quienes fueron en contra de Dios la experiencia de estar bajo la luz del Altísimo? Todas esas preguntas serán respondidas en esta historia. Se recomienda leer Comunión entre luz y tinieblas antes de leer En su luz.


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Único episodio

Notas de autor: Esta historia será la última que estará ambientada en el universo H. Sé que alguien se habrá quedado con las ganas de ver a Shinael convertido en un ángel puro. Lo cierto es que tenía ganas de cerrar la trilogía de historias ambientadas en este cosmos con broche de diamante. Si alguien se pregunta por qué disfruto tanto usando gemelos en ciertos casos, y no me refiero a los gemelos White, sino a los otros gemelos creados por mí, la respuesta es la siguiente: Podría mostrar la simbiosis, la conexión emocional y la fuerza del amor de dos personas enamoradas que luchan como una sola por lo que desean sin necesidad de contar la historia de dos hermanos gemelos idénticos, pero cuento historias de ese tipo porque, dentro de lo norteño, los gemelos enamorados son lo más norteño que a mí se me podría llegar a ocurrir. Los gemelos son hermanos nacidos como resultado de la fecundación de un óvulo o de más de un óvulo en el interior del útero de su progenitora. Todos ellos están juntos desde antes de nacer. Desde el momento de su concepción, los hermanos gemelos están juntos. Por eso no se me ocurre una mejor combinación para una historia de hermanos norteños en unas determinadas circunstancias, las cuales no tienen por qué ser que dichos hermanos tengan sentimientos que consideren prohibidos debido a la consanguinidad, además de que eso del “amor prohibido” ya lo usé mucho con anterioridad, que la de unos hermanos gemelos de los que se parecen inmensamente y la presencia de sentimientos románticos entre hermanos consanguíneos. Todo el que me ha leído una vez al menos sabe que yo no tengo ningún problema con mostrar relaciones románticas entre personas emparentadas. Yo nunca usaría lo de que unos hermanos enamorados el uno del otro no fueran hermanos consanguíneos para solucionar de forma sencilla y rápida el conflicto moral de sus corazones y el conflicto generado a causa del rechazo de la relación de los dos hermanos por parte de los padres y progenitores de ambos. La sangre es sólo un líquido. Yo siempre digo que la sangre no es más que un fluido. El amor romántico entre parientes es un tema que nunca mostraré como algo reprochable en mis obras literarias. Ustedes me pueden dar todos los argumentos que deseen darme. Tengo argumentos para lo genético, argumentos para lo moral y argumentos para lo legal. No hay un impedimento que me prive de usar argumentos científicos para refutar todo lo relacionado con el tema de la genética en el caso de dos parientes norteños. El argumento de que la familia no debe implicarse románticamente y/o de forma sexual porque es algo que genera problemas y, por ende, caos tampoco servirá contra mí. Ustedes pueden tratar de refutarme con casos de abusos sexuales a menores de edad en hogares por parte de sus padres, de sus primos, de sus hermanos mayores o de sus tíos que es seguro y moralmente aceptable considerar buenas las relaciones de pareja entre miembros de la familia, ya sea emparentados o no emparentados, y las relaciones sexuales entre miembros de la familia, ya sea emparentados o no emparentados. Si asumiéramos que ese argumento es válido, tendríamos que asumir que cualquier relación sexual y/o cualquier relación romántica en cualquier ámbito privado tendría que ser prohibida moral y legalmente por haber un riesgo de abuso de poder para obtener alguna clase de trato romántico y/o sexual, pues las personas no son todas buenas y respetuosas y, si es válido el argumento de que el riesgo es demasiado grande como para aceptar algo debido a dicho riesgo, entonces, ese algo no debería ser aceptado en ningún caso. Díganme lo que quieran decirme, pero sepan que las mujeres de 45 años no deberían quedar embarazadas porque tienen más probabilidades de perder el embarazo debido a un aborto espontáneo. Además, la descendencia de una mujer de 45 años tiene muchas probabilidades de nacer con Síndrome de Down. No me crean si no desean creerme. Investiguen. Existen los libros físicos e internet. ¿Deberían las mujeres de 45 años tener permitido moral y/o legalmente tener relaciones sexuales con otras personas y/o quedar embarazadas? ¿Prohibiremos a dos personas con alguna clase de patología crónica muy peligrosa que no estén emparentadas reproducirse por lo que puedan llegar a crear si tienen relaciones sexuales? ¿Será ilegal para esas personas con patologías crónicas muy peligrosas tener relaciones sexuales con personas que padezcan las mismas patologías? ¿Si alguien lleva en su código genético dichas patologías y no las padece, se le prohibirá tener relaciones sexuales con alguien que también las lleve y no las padezca moral y legalmente? Ahí dejo las preguntas. Comenzaré a escribir esta historia que he estado deseando tanto escribir.

Único episodio

El cielo de aquel lugar era siempre un cielo despejado por el que pocas nubes tan blancas como la pureza misma pasaban volando calmadamente de forma continua y muy irregular. Aquel cielo azulado tenía un enorme y resplandeciente sol del mismo color que el sol terrestre e iluminaba con una luz mucho más resplandeciente, cien veces más resplandeciente, que la del sol de la Tierra bosques con hojas que nunca caían y que nunca perdían su color verdoso lleno de vida, lagunas y lagos cuyas aguas eran cristalinas y hermosas hasta el punto de superar cualquier masa de agua del mundo del ser humano, mares y océanos de proporciones considerables cuyas aguas cristalinas eran tan puras como las de los lagos, los arroyos y los ríos, montañas tan altas que ni el monte Everest podría alcanzar la mitad de la altura de las montañas de menor altura y frutas de gran belleza que no eran para comer y que sólo estaban ahí para dar más belleza a aquel maravilloso y puro lugar. Todo era iluminado por la luz del sol de aquel mundo cuyos árboles eran pinos, robles y otros árboles cuyas hojas jamás caían.

No existían los muertos en aquel lugar de belleza perfecta que era regido por el ser más maravilloso de todos. Dicho ser... era Dios. Las playas del reino celestial tenían un tipo de arena tan clara que casi era del color de la leche y la arena no era molesta ni irritaba la piel. Los animales eran pacíficos y amigables con todo lo que estaba alrededor de ellos y las temperaturas eran siempre agradables y nunca desagradables, aunque aquel lugar fuera una imagen de lo que sería el mundo físico si fuera lo más bello posible de acuerdo a los estándares divinos. No era un mundo físico el Cielo. Sólo los ángeles, los demonios y Dios podían percibir las sensaciones espirituales de todo lo que había allí como si se tratara de frescura, calor, humedad, dureza y muchas otras características físicas. Existían resplandecientes bosques compuestos por árboles robustos y altos que emitían una luz que cambiaba su color constantemente en sólo segundos mientras la gran intensidad imperturbable de dicha luz hacía mucho más bello el paisaje celestial. Aquel era el hogar de los ángeles, el mismísimo Cielo, el paraíso supremo, un lugar en el que la maldad no cabía. Por ello ningún ser con maldad en su corazón tenía permitido encontrarse en el reino celestial. Los ángeles corruptos, poseedores de virtudes y defectos, tenían la entrada al Cielo prohibida porque ningún defecto moral se aceptaba en el Cielo, pues era el reino perfecto de Dios. Sólo aquellos ángeles con defectos que eran inocentes tenían permitido pisar aquel lugar y hallarse en dicho lugar.

En la zona norte del Cielo, sentados a diez centímetros de uno de los bordes del Lago de la Pureza, estaban dos ángeles muy juntos, tanto que estaban con sus cuerpos físicos casi pegados y con sus manos agarradas de forma romántica. La mano derecha del varón y la mano izquierda de la mujer permanecían juntas y los dedos de ambas manos se enredaban con los dedos de las manos de la otra persona. Ambos miraban felizmente hacia el sol fijamente con sus ojos de diferentes colores mientras sonreían de diferente forma cada uno. El varón estaba levemente sonrojado y la mujer no se encontraba ni un poco ruborizada. Ambos tenían las piernas flexionadas, los pies apoyados en el suelo y las rodillas a la altura del pecho. Las piernas de él y las piernas de ella estaban separadas la una de la otra levemente y cada par de piernas estaba casi rozando el par de piernas del otro. La mujer sonreía con la palma de su mano derecha apoyada sin hacer ningún tipo de fuerza en el suelo y el varón tenía sobre su rodilla izquierda la palma de la mano izquierda sin hacer ningún tipo de fuerza. Eran sólo las 15:00 y ambos jóvenes estaban disfrutando la paz del Cielo por no haber tareas pendientes de ser llevadas a cabo.


Él mide 1 metro y 90 centímetros de altura. Podría ser considerado tan bello como el propio Adamael de acuerdo a los cánones de belleza mayoritarios de la Tierra. Él no es musculoso, pues no necesita serlo, ya que tiene fuerza sobrenatural escogida por él mismo desde los 10 años de edad, y está tan delgado como un varón sano puede llegar a estarlo. Nunca usa ropa muy holgada y tampoco ropa muy ajustada y/o reveladora. Él usa ropa poco holgada, su talla de cintura es la talla 80 y su talla de trasero es la talla 80. Carece de garras y no tiene colmillos de demonio. Al igual que en el caso de Satanás, Haraniel y Shinael, él tiene cejas perfectas. Si yo no digo nada al respecto en cualquier caso, las cejas de un personaje son las cejas perfectas por defecto. Tiene 21 años de edad, por cierto. Su único color favorito es el verde de sus marcas y su camiseta.


Salvo por lo celestial, es exactamente igual en lo físico y en lo que se refiere a la apariencia que Athena Lucy White. Tiene 30 años de edad y ya mide 1 metro y 90 centímetros de altura, por cierto.

—¿S-Sabes, Atenael? Esta vista es muy hermosa—Dijo con su voz masculina aguda y rasposa el varón de ojos siniestros y cabello rubio a la rubia de ojos verdes claros y angelicales mirándola fijamente a los ojos desde justo antes de hablar.

Él la miraba un poco más avergonzado fijamente a los ojos y ella se estaba sonrojando cada vez más debido al contacto visual y a la vista de ese rostro angelical masculino que tanto adoraba románticamente.

—Tú eres más hermoso que la vista del cielo celestial, Ymiriel—Respondió inmensamente feliz y con mucho estremecimiento en su interior contenido Atenael estando tan ruborizada como era posible estarlo mientras una sonrisa llena de ternura y calidez infinitas estaba dibujada en su rostro, ese rostro idéntico al de su madre y su padre—Yo más hermosa que la vista de ese cielo, ¿no?

—Ay, sí. Atenael, tú eres más hermosa que la luz del propio Dios. No hay luz que se compare con tu hermosura. Tu belleza me derrite más y más y me llena de vida cada vez más y más. Tú eres... mi rayo de esperanza. Eres mi fuerza, Atenael. Agradezco muchísimo a tu padre por haberme dado su bendición una semana atrás. Yo sabía que no sería fácil obtenerla, pues él es... muy celoso y muy posesivo cuando se trata de su hijita—Dijo sonriendo con ternura y dulzura inmensas en sus labios el ángel de ojos con franjas negras y esclerótica negra sin dejar de contemplar los labios y los ojos de su amada rubia alternamente de forma constante.

—¡Has dicho que mi belleza es superior a la luz divina! ¡Has dicho que mi belleza es superior a la luz divina!—Exclamó Atenael con un estremecimiento creciente que estaba a punto de desbordarse mientras se disponía a soltarle la mano a su amado rubio para poder echarse sobre su cuerpo.

Atenael hizo de inmediato lo que deseaba hacer estando completamente ruborizada y enloquecida en gran medida. Fue entonces cuando, estando sentada sobre las caderas de su amado novio, se dispuso veloz y salvajemente a besarlo en los labios mientras tomaba con sus dos manos las dos manos de su amado de forma romántica y tierna. Justo después, estando ambos en medio de un apasionado y tierno beso sin lengua en el que Atenael era la dominante, tanto los ojos verdes como los ojos púrpuras con franjas negras fueron cerrados al mismo tiempo. Ninguno de los dos ángeles se sentía excitado sexualmente.

A una distancia de veinte metros, en el centro de una pradera verdosa y llena de flores de muchas formas y muchos colores con un gran manzano cuyos frutos eran de belleza muy especial, belleza que era muy sorprendente, dos gemelos rubios de rostro idéntico se encontraban juntos observando lo que sucedía cerca del Lago de la Pureza.


—Ese ladrón de princesitas puras está... demostrando ser un buen novio. Para algo lo instruimos personalmente tú y yo en las artes del amor romántico. Estoy muy complacido debido a los resultados—Dijo Adamael cruzado de brazos y muy calmado.

Sentía celos, pero la hostilidad no estaba presente ya en su corazón cuando se trataba de aquel joven.


—Por fin entiendes que ese chico es digno de nuestra pequeña hija. De todas formas, lo vimos crecer, lo cuidamos por horas y horas durante algunos días sin tener un solo momento de pausa. Ese chico es digno de nuestra hija. Prácticamente, creció con ella como su mejor amigo, un amigo con el que jugar, dormir y reír—Dijo Eviel con una sonrisa de alegría y despreocupación en los labios estando tan pegada a su amado como podía estarlo por la espalda y con los brazos alrededor de su cintura masculina y resplandeciente.

—Shinael y Haraniel hicieron un gran trabajo con su hijo en muchos otros aspectos. Él es todo un príncipe, y por ello es digno de nuestra pequeña. Yo... veo que él me la “robó” para hacerla feliz. Si ella es feliz a su lado, entonces, yo soy feliz dejándola a su lado y dejando que él esté al lado de ella—Contestó Adamael no reaccionando con deseo sexual al contacto tan íntimo con los pechos de Eviel que tenían sus alas en aquel preciso instante con una sonrisa igual de alegre e igual de despreocupada que la de su gemela.

Que Eviel tuviera contacto físico tan íntimo con Adamael sin intenciones sexuales era algo muy habitual para los gemelos celestiales, pues ellos eran tan unidos que los abrazos en los que el espacio personal no existía por momentos eran muy típicos de ambos rubios.

—Todavía recuerdo los momentos en los que Atenael cuidaba al pequeño Ymiriel. Ella había aprendido de nosotros todo lo necesario para cuidar a un niño pequeño. Además, está loca. Mira cómo disfruta besándolo en los labios de forma salvaje y descontrolada. Ella es... el fruto de nuestro fogoso y dulce amor sin duda alguna. Dios nos amó y ama a nuestra pura e inocente hija. Ella tuvo que enfrentar sus deseos carnales, deseos que no tuvo por transformarse en un ser en parte físico, sino debido a su biología innata. Es una campeona del Cielo, un ángel puro y sin tacha—Dijo muy feliz y muy orgulloso de Atenael el querubín femenino de la castidad y la vida mirando todavía al frente.

—Chico, cuídala bien. De lo contrario, conocerás el miedo que causa este lobo ardiente—Dijo para sí Adamael con ese tono serio y calmado que mostraba lo celoso que era el querubín masculino de la castidad y la vida.

—La cuidará perfectamente. Ahora... deberíamos centrarnos en nosotros. Papá se ocupará de mantenerlos vigilados—Le dijo Eviel a Adamael sonriendo despreocupada y alegremente todavía.

—Estoy de acuerdo, Eviel. ¿Qué deseas hacer justo ahora? Hoy tenemos el día libre al parecer—Contestó Adamael sonriendo de la misma manera que su amada esposa mientras se disponía a girarse velozmente hacia su propia izquierda para quedar frente a su amada rubia de ojos y rostro idénticos a los suyos.

Adamael se giró velozmente y rodeó la cintura de Eviel de forma muy gentil con sus brazos musculosos y angelicales repentinamente.

—Yo deseo que tú y yo nos mimemos como dos buenos hermanos. ¿Qué me dices, amado mío?—Contestó Eviel sonriendo cálida y tiernamente a su amado.

—¿Hace falta responder con palabras cuando mi corazón usa mi cuerpo y mis gestos para expresar lo que siento y deseo, my... fair... lady?—Preguntó Adamael sonriendo cálida y tiernamente a su amada esposa gemela.

Acto seguido, el querubín masculino de la vida se dispuso a chasquear los dedos con su mano derecha repentinamente.

—Sólo deja que tu cuerpo hable por ti, amado mío. Te pertenezco sólo a ti y te complaceré en absolutamente todo, pues es el deber de una hermanita menor enamorada para con su hermano mayor enamorado satisfacer todos y cada uno de los deseos románticos y sexuales de este—Dijo Eviel disponiéndose a chasquear los dedos al mismo tiempo que su amado, pues sería más hermoso para ambos desnudarse a la vez, con su estremecimiento creciente y femenino contenido.

Justo después, un chasquido dejó sin ropa exterior e interior a los ángeles de la castidad y la vida y ambos ángeles se pegaron el uno al otro tanto como era posible hacerlo de inmediato mientras sus brazos rodeaban la cintura del otro. Ambos se miraban con amor romántico, pasión y ternura en la mirada de forma fija y se estaban perdiendo en la mirada del otro de una forma que les impediría salir de ese cosmos en el que ellos existían sin que existiera nadie más. Un beso apasionado, salvaje y dulce con lengua fue iniciado por ambos al mismo tiempo y, justo después, cerraron los ojos velozmente al mismo tiempo para dejarse llevar, lo cual hicieron de inmediato, pues quedarían atrapados en ese cosmos que era sólo para ellos y sólo de ellos, uno en donde ni siquiera Dios estaba presente.

En aquel preciso instante, el fuego del amor y la pasión de ambos querubines comenzó a salir de sus cuerpos sin que pudieran controlar el estremecimiento, la ternura y el deseo de devorarse los labios y saborearse la boca con todo el amor de sus corazones celestiales enamorados. Si su fuego interno fuera fuego celestial, habría quemado ya una pequeña parte del Cielo en sólo segundos. Las caricias a la espalda, la cintura y las caderas eran mutuas y no se detenían por nada ni por nadie del cosmos entero. Adamael soltó a su amada Eviel por iniciativa propia y se dejó caer rápidamente sobre el suelo mirándola fijamente a los ojos con calidez y ternura infinitas mientras su pasión sexual y su estremecimiento masculino no dejaban de incrementarse más y más a cada nanosegundo que transcurría. Eviel se abalanzó sobre Adamael en un instante y este sólo le continuó besando los labios salvaje y tiernamente con los ojos abiertos. Justo después, ambos volvieron a cerrar los ojos con la rubia de ojos verdes mayor estando sentada sobre las caderas de su cariñoso y dulce esposo y gemelo al tiempo que ambos se comenzaban a acariciar nuevamente como lo hacían cuando estaban en aquella postura. Las manos de Adamael, lejos de estar en las nalgas de Eviel, recorrían su espalda, su cintura y sus caderas incesantemente de forma alterna y con intensidad creciente. Eviel hacía lo mismo con las caderas y la cintura de su amado Adamael, quien sólo dejaba que ella estuviera encima, pues le encantaba inmensamente tenerla encima de su cuerpo en los momentos de intimidad sexual.

En una cueva que estaba lejos del Lago de la Pureza, dos ángeles puros miraban desde la entrada del oscuro y casi vacío lugar la escena del lago ya mencionado. A la derecha del ángel rubio, había un ángel pelinegro que observaba todo sin dejar escapar un solo detalle, como si cada detalle fuera relevante. Sus puños estaban cerrados sin que él hiciera fuerza con ellos y su persona se encontraba de pie justo debajo del umbral de la entrada de la cueva oscura y silenciosa. A su izquierda, un ángel rubio le tomaba la muñeca izquierda gentilmente con la mano derecha.


Salvo por las características angelicales, es igual en todo lo demás que está relacionado con su apariencia y su cuerpo. Al igual que los gemelos celestiales, los cuales no son los únicos gemelos del Cielo, pero sí los gemelos más poderosos de dicho lugar, puesto que hay otras funciones que deben cumplirse de a dos y que deben ser cumplidas por la representación espiritual de lo masculino y lo femenino de la unidad de algún aspecto de la vida de los seres vivos, Shinael y Haraniel pasaron a ser seres permanentemente poseedores de una naturaleza parcialmente física desde la noche en la que el segundo ángel había perdido su virginidad con el primer ángel.

—Esa jovencita sólo me lo quiso robar, pero yo... fui paciente. Ahora... todo irá bien—Dijo Shinael, el arcángel de la sabiduría y la piedad, con una sonrisa alegre en los labios mientras no estaba ni un poco ruborizado mirando hacia el frente en todo momento.

—Ella no buscaba robarnos nada, mi amado Shinael. Si llamas robarte a que quieran tener parte del afecto de tu hijo, ella te robó a nuestro pequeño—Dijo Haraniel con una sonrisa más tierna y más dulce que la de Shinael en sus labios femeninos sonriendo a este mientras lo miraba fijamente a los ojos.

—Me robó a nuestro hijo y ya. Ella hizo que se juntara más con otra mujer que con su padre y su madre—Dijo celoso Shinael mirando fijamente a los ojos a su amada esposa rubia sin tener una sonrisa en sus labios masculinos.

—Está enamorado de ella. Tú lo estás de mí. Adamael y Eviel están enamorados el uno del otro. Es normal que desee pasar tanto tiempo con Atenael, pues ella es el amor de su vida—Dijo sonriendo tierna y dulcemente Haraniel mientras trataba de calmar a su amado esposo sin soltar su muñeca izquierda con su mano derecha.

—Tienes razón—Dijo justo antes de suspirar resignado y sonreír Shinael tierna y dulcemente a su amada esposa. La estaba mirando fijamente a los ojos con un amor puro y tan ardiente como el Infierno mismo—Ahora... sólo quiero pasar tiempo con mi esposa, quien es mi amado ángel puro, además de ser mi amada Haraniel y mi amada princesa de incorruptible pureza.

—¿Y cómo deseas pasarlo, mi amado príncipe luminoso?—Preguntó con una sonrisa tierna y dulce Haraniel sin ningún sonrojo en su rostro, pues la Haraniel llena de vergüenza causada por tantas situaciones había desaparecido hacía años ya.

Shinael sonrió de forma tierna, dulce y seductora mirando fijamente el seno que su esposa estaba usando para aprisionar por la izquierda su brazo izquierdo.

—Lo cierto es que no es buena combinación que estés usando el vestido que llevabas cuando nos conocimos y que, de repente, uses uno de tus senos para apresar uno de mis brazos, mi dulce princesa de incorruptible... pureza—Dijo Shinael seductor, dulce y tierno mirando tras la tercera palabra y hasta el final fijamente los ojos de su amada, y no el resto de su cuerpo.

Haraniel había puesto repentinamente hacía diez segundos el brazo izquierdo de su amado pelinegro de resplandor celestial entre su brazo derecho femenino y su seno derecho, haciendo que el brazo de Shinael estuviera tan pegado al brazo derecho de Haraniel y al seno derecho del arcángel ya nombrado que era imposible no sentir el contacto con esa parte del cuerpo de la fémina celestial que tanto enloquecía durante las noches de pasión en el Cielo al ángel pelinegro de ojos púrpuras y que era una de las partes del cuerpo de la rubia que más enloquecía a dicho ángel.

—Adelante, mi amado príncipe luminoso. Sólo hay un detalle que no cuadra en toda esta situación tan tierna y tan erótica—Dijo Haraniel sonriendo a su amado pelinegro de ojos púrpuras y resplandor celestial mientras mantenía su mirada tierna y amorosa, la cual estaba llena de pasión romántica y sexual, clavada en la mirada de él.

—¿Y cuál es ese detalle?—Preguntó Shinael aún más seductor y con mucha más ternura y mucha más dulzura aún en su voz y en su mirada pura y llena de amor romántico.

—Tenías cola aquella noche. Ahora... no la tienes. No será lo mismo que cuando tenías esa larga y juguetona cola que se alargaba si tú así lo deseabas—Respondió con su tierna y dulce sonrisa Haraniel teniendo una voz dulce y tierna y una mirada igual de dulce e igual de tierna.

Shinael hizo surgir su cola de antaño en su cuerpo y la alargó hasta que, en tan sólo unos pocos segundos, alcanzó los dos metros y medio de largo.

—¿La situación está mejor ahora, amada princesa mía de incorruptible pureza?—Preguntó Shinael seductora, tierna y dulcemente con una mirada y una sonrisa que tenían lo mismo que su voz.

—Mucho mejor. Ahora... yo... llevo ropa. Tú la llevas también. Algo está mal nuevamente—Contestó Haraniel sonriendo de la misma manera en la que lo estaba haciendo todavía.

—La ropa estorba, ¿no?—Respondió Shinael chasqueando los dedos de su mano derecha justo al final.

Justo después, la ropa exterior e interior de ambos desapareció como por arte de magia en cuestión de sólo dos nanosegundos, como había sucedido en el caso de los querubines gemelos, y fue ahí cuando Haraniel se quedó por un instante mirando el miembro erecto de su esposo, ese miembro que estaba erecto desde que él había dicho lo relacionado con pasar tiempo con su esposa. Él sentía la prisión que era formada por el brazo y el seno de Haraniel y eso sólo hacía que su erección se mantuviera completamente dura y completamente ardiente.

—Ahora todo está bien, mi amado Shinael. Mi amado príncipe luminoso, yo... quiero ser tu esclava sexual hoy, pues tenemos el día libre. Haz lo que quieras... con esta esclava que sólo te concederá todos tus deseos, amado mío—Dijo muy tierna y muy dulcemente con una mirada apasionada, tierna y dulce la rubia de ojos azules mirando fijamente a su amado a los ojos mientras le permitía seguir sintiendo esa prisión que tan loco lo estaba volviendo, al igual que los otros elementos eróticos de la situación actual.

—Al parecer, mi dulce esclava sexual es mucho más atrevida de lo que creía—Dijo fingiendo sorpresa y con un tono tierno, dulce y apasionado el ángel de ojos púrpuras mientras le hacía una seña con la mano derecha a su amada que significaba que debía dejar de apresar su brazo izquierdo.

—Castígame si lo consideras necesario, mi amado Shinael. Yo... sólo obedezco. ¿Cuándo no he cumplido la voluntad de mi amado en un momento de intimidad mezclada con lujuria y con pasión?—Dijo Haraniel con esa ternura y esa dulzura que mostraban una pasión romántica y sexual implícita.

—Te muestras seductora sin tonos y expresiones propios de alguien seductor—Dijo Shinael rodeando la cintura de Haraniel velozmente con mucha gentileza y comenzando a devorarle apasionada y tiernamente los labios de forma salvaje sin contenerse ni un poco con lengua incluida.

Ella correspondió al beso abrazando su cintura al mismo tiempo y de la misma manera y las caricias que ambos se daban en la espalda comenzaron a intensificarse más y más sin detenerse en ningún momento. Justo después, Shinael interrumpió el beso, dejando a una Haraniel que había tenido los ojos abiertos todo el tiempo, al igual que su amado, con un hilo de saliva que no duraría mucho tiempo uniendo las lenguas de ambos. Acto seguido, Shinael llevó sus labios al oído derecho de Haraniel y se dispuso a susurrarle algo con ese tono tierno y seductor que lo había caracterizado siempre, incluso sin ser un demonio.

—Esa forma tuya de mostrarte seductora ante mí es algo que... me enloquece hasta lo inimaginable para mí incluso, mi amada princesa de incorruptible pureza—Contestó Shinael en susurro todo aquello mientras sentía que no podría aguantar mucho más.

Ella se había pegado a su cuerpo masculino tanto como era posible hacerlo nada más estar él a punto de comenzar a susurrarle aquellas palabras y el momento del estallido de pasión y ternura era... inevitable.

—¿Vas a... castigarme, mi amado... Shinael? Aceptaré cualquier castigo que quiera darme... mi amo—Dijo Haraniel en susurro al oído derecho de su esposo de ojos púrpuras con ese tono dulce y tierno que la caracterizaba tanto y que tan rico en matices podía llegar a ser.

Shinael tenía a Haraniel rodeada por la cintura y su erección presionaba de forma despiadada la entrada de la vagina del arcángel femenino, así como el clítoris de dicho arcángel, lo cual hacía que la erección del arcángel de la sabiduría y la piedad fuera algo que este ya casi no podía contener, pues su enloquecida esposa lo provocaba cada vez más, y lo provocaba tanto de forma voluntaria como de forma involuntaria. Shinael se echó al suelo con su amada velozmente de forma gentil y delicada para no lastimarla ni lo más mínimo. Una vez en el suelo rocoso y duro los dos, Shinael permanecía sobre su amada de cabellos rubios y alas tan blancas como la pureza.

Ella sólo lo besó en los labios salvajemente con lengua sin importarle nada más que desatar el amor y la pasión sexual que residían en el interior de su esposo. Él correspondió de inmediato a aquel beso salvaje y tierno con lengua y una batalla a muerte entre lenguas había comenzado ya. Shinael fue el primero en cerrar los ojos para no salir de ese cosmos en el que sólo ambos arcángeles existían y le siguió de inmediato Haraniel a la misma velocidad que él. Las caricias a la espalda de Shinael eran cada vez más intensas y las caricias que este daba con sus manos a la cintura y a las caderas de la rubia al tiempo que otras caricias eran dadas al muslo derecho con la cola de forma incesante sólo hacían que el ángel femenino se preparara para dejar salir un fuego tan ardiente que, aunque no pudiera compararse con el fuego de su homóloga de cabello rubio y ojos verdes claros, sería increíblemente destructivo de llegar a volverse fuego celestial. A pesar del deseo sexual acumulado, lo más importante para Shinael no era liberar ese deseo, sino llenar de ternura y cariño a su amada de forma no lujuriosa, de forma completamente apropiada. Haraniel se sentía plena, pues él era todo lo que siempre había considerado maravilloso en un ángel varón.

Él no iba a pasar directamente a la penetración, sino que iba a deleitarse con el cuerpo de su amada y la iba a deleitar a ella con su cuerpo masculino. Ambos arcángeles eran uno solo en corazón y mente por el amor que sentían.

El Cielo iba a arder en dos zonas diferentes con gran intensidad y nada se podía hacer para evitar que eso sucediera. Debido a las zonas espacio-temporales que hacían parecer que nadie estaba allí y que impedían los cambios de estado de lo que allí hubiera con la zona espacio-temporal alterna activada, las cuales se activaban automáticamente en sólo dos nanosegundos cuando era necesario que sucediera la activación, no había ningún problema con desnudarse en medio de una multitud de ángeles o en una cueva que estuviera a la vista de todos los demás habitantes del Cielo.

Por otro lado, la joven rubia de 30 años acababa de dejar de besar a su amado rubio de 21 años en los labios. Un hilo de saliva unía sus lenguas calientes y húmedas. Sus miradas estaban conectadas con un amor imposible de destruir y que ningún mal podría matar jamás. Los sonrojados jóvenes se miraban fijamente a los ojos de una forma tan intensa que parecía que las llamas internas de ambos ángeles se iban a combinar para arrasar con toda el agua del lago mediante la evaporación de dicho fluido fresco.

—No sabía que eras tan ardiente para besar—Dijo el joven rubio de ojos inusuales en un ángel puro con una sonrisa muy dulce y muy tierna en sus labios rosados y finos—Eres... puro fuego.

—Ese fuego... lo heredé de mis padres. Deberías de conocer perfectamente ese fuego, pues ellos te cuidaron en ocasiones—Dijo Atenael sonriendo cálida y tiernamente a su amado mientras lo miraba fijamente a los ojos con un amor más ardiente que el Infierno mismo en ellos—También yo te cuidé, amado mío, mi amado Ymiriel.

—Sí. Tenía siete años y tú ya tenías dieciséis. Mira cómo cambian las cosas—Dijo algo avergonzado y muy nostálgico el ángel de cabello rubio y ojos púrpuras—Cuando yo era un bebé, tú tenías nueve años, mi amor.

—A-Ahora... s-Si... quisieras... podrías... hacerme un bebé. Y-Yo... te cuidaría... m-Mucho... de u-Una muy c-Cariñosa y muy a-Ardiente m-Manera, m-Mi a-Amado Y-Ymiriel—Contestó completamente sonrojada todavía con mucha más vergüenza que antes la rubia de ojos verdes claros y marcas amarillas intensas mirando fijamente los ojos de su amado con los suyos.

—Y-Yo... te haría un... h-Hijo... e-Encantado justo ahora, pero... no... es... el... m-Momento adecuado para... h-Hacer un bebé—Respondió sonriente y muy avergonzado, bastante más que su padre pero menos que su madre, el arcángel de la salud y las cosechas mirando fijamente los ojos de su amada con los propios mientras no podía evitar imaginar todo lo que deseaba hacerle a aquella rubia que tan loco lo volvía con una sola mirada suya.

—Y-Ya... sé que... d-Deben ser... s-Seis años como mínimo. Digo que... cuando haya pasado ese tiempo... ya tendrás desde hacía seis años... la m-Madurez física adecuada para... tocarme y h-Hacerme gemir, gritar y chillar de... p-Placer, como tanto... te gustaría hacerlo. N-No sé lo que imaginas, pero... a-Aunque sea muy... ardiente eso... q-Que imaginas que h-Haces c-Conmigo, yo... haré todo eso de todas formas—Respondió Atenael a Ymiriel mucho más avergonzada todavía y con un sonrojo insuperable en todo su rostro mientras que el joven rubio la miraba con las mejillas inmensamente ruborizadas.

Ambos se sonreían a su característica manera mientras permanecían así de sonrojados y nerviosos con la rubia estando todavía sentada sobre las caderas de su amado con una erección ardiente y dura por parte de este y con ella muy mojada por la situación que ambos estaban viviendo en aquel preciso instante.

—D-Deberíamos pensar en algo diferente y, en tu caso, d-Deberías... l-Limpiarte la... ropa—Dijo menos avergonzado e igual de sonrojado Ymiriel mientras desviaba la mirada para tratar de controlar perfectamente la situación—(Si sigo mirándola a los ojos fijamente, yo... desearé aún más que esos ojos llenos de deseo sexual y de amor que sólo a mí me miran de esa manera ardan en medio de una danza de pasión y cariño muy placentera).

—P-Por supuesto, a-Amado m-Mío. S-Sólo dime algo. ¿M-Me... prefieres... e-Encima o... debajo?—Dijo sonriente Atenael mostrándose aún más avergonzada y aún más nerviosa que antes.

—Y-Yo... ¡deseo tenerte encima de mí, siempre encima de mí! ¡Deseo que tengamos relaciones sexuales por la vagina mientras tú estás encima de mi persona! ¡Esa es mi fantasía número uno!—Respondió con un gran valor para decir aquello y con una gran determinación para lo mismo Ymiriel mirándola fijamente a los ojos bastante menos ruborizado que ella.

Atenael miraba a su amado novio con gran sorpresa y todavía estando tan ruborizada como era posible estarlo. Ella lo miraba fijamente a los ojos, mas no había en su mirada verdosa más que una gran alegría naciente y una gran sorpresa.

—¡¿E-En serio?! ¡Y-Yo anhelo que me desees de forma m-Muy linda y m-Muy intensa! ¡Quiero que... desees h-Hacer l-Locuras propias de... u-Una b-Bestia salvaje c-Conmigo en una c-Cama de matrimonio y me acabes... embarazando sólo porque te excita aparearte conmigo y... t-Tener un... bebé conmigo como resultado!—Respondió Atenael tan llena de estremecimiento, de ternura y de alegría que con su fuego podría arrasar todo a su alrededor en tres metros a la redonda, siendo la misma reacción que había mostrado su madre hacía más de mil años a su padre, dato que la rubia de marcas amarillas desconocía completamente.

—B-Bueno. Calmémonos y... no me hagas excitarme más, amada mía. M-Mi princesa del... r-Rayo, debemos calmarnos y planear algo para disfrutar el resto de nuestro... día libre—Respondió sonriendo nerviosamente Ymiriel mientras miraba fijamente los ojos de su amada novia, la cual trataba de calmarse también, aunque su fuego fuera un poco más caliente y un poco más abundante, pues debía controlarlo.

—S-Sí—Dijo Atenael sonriendo con calidez y ternura infinitas a su amado novio y mirándolo fijamente a los ojos sabiendo perfectamente que él la podía ver por el rabillo del ojo con su ojo izquierdo.

La rubia de ojos verdes comenzó por quitarse de encima de su amado con una pequeña mancha en el pantalón, pues la mancha que había calado el tejido había sido la gran mancha de fluidos vaginales de sus braguitas amarillas intensas.

—(Me encantaría que él penetrara mi vagina aquí y ahora, pero no es el momento adecuado para que la explore con su miembro a base de embestidas. Desearía complacer sus deseos sexuales y románticos justo aquí y justo ahora, pero sería un pecado hacerlo en este preciso momento. Quiero tener bebés con él, pero... necesito... esperar para tenerlos)—Pensó en aquel preciso instante Atenael arrodillada y a dos milímetros de las suelas de las deportivas de su amado, quien tenía las piernas completamente estiradas y estaba sentado frente a su novia.

Recuerda, Atenael. La lujuria es muy difícil de superar cuando se ha caído en ella. Nunca caigas en ella. Tu madre y yo somos los ángeles de la castidad y la vida, y te daremos una vida de castidad y plenitud.

Aquellas palabras habían acudido a la mente de Atenael como algo que surgía en momentos como aquellos. No era que ella no pudiera controlarse si no recordaba aquellas palabras, pero esas palabras habían aparecido simplemente de improviso.

Atenael miraba a su amado fijamente a los ojos y podía ver en ellos un fuego que deseaba salir y consumirlo todo de ella.

—(Ella es... tan hermosa. Es muy sumisa cuando quiero algo como acostarme con la cabeza apoyada en sus pechos. Es muy amable y muy generosa. Ella es inteligente, graciosa y tierna. Es inocente y pura. Yo... deseo tanto ser su macho en celo, pero no es el momento adecuado para pensar en esas cosas. Ella podrá ser muy linda y muy dulce, y podrá ser de carácter indomable, a menos que de mí se trate, pero... no deja de ser un ángel puro, un ser que no debe tener pecado alguno en su interior. Lo mismo va para mí. Yo soy un ángel puro. No debe haber pecado en mi corazón y en mi mente)—Pensó Ymiriel en aquel preciso instante logrando calmarse poco a poco, al igual que su amada.

Unas palabras dichas por su padre llegaron a su mente en aquel preciso instante: “Hijo mío, la lujuria es un mal difícil de vencer cuando se ha caído en este. Es un mal que te destruirá lentamente a nivel espiritual, aunque no creas que ese mal pueda destruirte”.

Acto seguido, unas palabras de su madre llegaron a su mente: “Hijito, tu padre sabe lo que dice por experiencia propia. Él y yo tenemos una gran historia detrás de toda la felicidad que ves. No siempre estuvimos juntos y no siempre estuvimos enamorados. Yo lo ayudé a enfrentarse a la lujuria para poder finalmente derrotarla con su fuerza de voluntad alimentada por el amor de ambos juntos”.

No era que él necesitara aquellas palabras para calmarse, pero habían acudido a su mente dichas palabras, como lo hacían cada vez que se encontraba en una situación de ese tipo.

Ymiriel miraba fijamente a los ojos a su amada y podía ver en su mirada que un fuego más ardiente que el fuego infernal buscaba consumir todo de su persona masculina.

Ambos se lograron calmar un par de segundos después y Atenael chasqueó los dedos de su mano derecha para dejar limpia la ropa interior y la parte de su pantalón que se había manchado con los fluidos vaginales, así como sus propios muslos y su clítoris, los cuales se habían mojado debido a la presencia de sus fluidos vaginales. Acto seguido, ambos se pusieron de pie al mismo tiempo y se miraron fijamente a los ojos con más calma y mostrándose avergonzados, pero no por ello dejando de leer las expresiones y los actos de la otra persona. Ymiriel sonrió de nuevo a Atenael con gran ternura y gran dulzura en los ojos y en la mirada. Atenael ya estaba sonrojándose casi del todo y sonreía con calidez y ternura infinitas a su amado novio de ojos púrpuras y cabello rubio desde que su persona femenina se había decidido poner de pie.

Ymiriel miraba levemente sonrojado a su amada fijamente a los ojos y ella le devolvía la mirada tan sonrojada como era posible estarlo.

—Dime, amado mío. ¿A dónde te gustaría ir en nuestra cita de hoy?—Dijo Atenael sonriente y feliz.

—Pues... lo cierto es que tus padres nos contaban muchas veces cuando nos quedábamos solos con ellos debido a la ausencia de mis padres por una misión encomendada por Dios sobre sus aventuras pasadas como gemelos demoníacos. El parque en el que habían tenido su cita número cien es el parque más visitado por las parejas enamoradas de la ciudad de New York. Podríamos viajar allí y tener una cita maravillosa—Dijo Ymiriel sonriendo muy dulce y muy tiernamente con ese sonrojo leve típico de su padre.

Justo después, Ymiriel le ofreció a Atenael la mano derecha para que la tomara y así pudieran irse a la Tierra juntos.

—¿Me concedería el inmenso e inmerecido honor inimaginable de acompañarme a una cita, milady?—Preguntó Ymiriel con una mirada cargada de amor infinito, amor que era tan ardiente como el Infierno mismo.

—Yo... yo... ¡Yo acepto. Acepto! (¡Me ha pedido tener una cita. Me ha pedido una cita con mi persona! ¡Él es maravilloso y perfecto hasta más no poder, hasta más no poder!)—Dijo Atenael al mismo tiempo que pensaba aquello estremeciéndose y enterneciéndose más y más a medida que los nanosegundos avanzaban.

—¡Sí, ella ha aceptado!—Exclamó muy emocionado Ymiriel dando un pequeño salto de alegría con sus brazos extendidos hacia arriba mientras golpeaba el aire con sus puños cerrados sin hacer fuerza con ellos.

—¡Vamos, amado mío!—Dijo Atenael corriendo hacia su derecha con un increíble entusiasmo a toda velocidad para tomar su mano derecha con la izquierda, lo cual hizo de inmediato.

Atenael comenzó a correr a toda velocidad con Ymiriel a su izquierda y sonriendo llena de alegría y de paz interior. Ella estaba muy entusiasmada y nada ni nadie la iba a detener. A Ymiriel no le quedó más remedio que comenzar a correr a toda velocidad para casi igualar la velocidad de su novia y así no acabar cayéndose al suelo del Cielo debido a la velocidad a la que iba el serafín de la ira y la luz divinas, el serafín encargado de ajusticiar a los culpables en la actualidad y, sobre todo, en el día de la Segunda Venida de Cristo.

—(¡Ella está loca, muy loca! Sin embargo, yo me enamoré de su locura también, y no sólo de su ternura, su inteligencia, su generosidad, su sentido del humor y su sumisión. Me enamoré de lo indomable que se vuelve cuando no quiere algo, pues ella... no será sumisa si se intenta abusar de su amor y de su generosidad. La amo y la adoro. Ella es tan única)—Pensó Ymiriel yendo corriendo con ella lleno de alegría y de calma.

—(¡Vamos a una cita. Pienso invitarlo a comer helado, su helado favorito para él y mi helado favorito para mí! ¡Pienso disfrutar con él un beso en el parque que dure una hora y media o más tiempo. Pienso disfrutar con él una gran conversación sobre nuestros gustos literarios o sobre nuestros gustos cinematográficos!)—Pensaba al mismo tiempo Atenael corriendo a toda velocidad sin mirar hacia atrás y sin detenerse ni por un segundo con una gran alegría y con un inmenso entusiasmo en su ser.

Ambos estaban cerca de las puertas del Cielo, las cuales eran dos grandes puertas metálicas con forma redondeada por arriba y muy elevadas hechas de hierro negro. Esas puertas se abrieron automáticamente en menos de un nanosegundo al estar el arcángel de la salud y las cosechas y el serafín de la ira divina y la luz divina a sólo un metro de las grandes puertas sobrenaturales, las cuales se abrían y cerraban solas cuando era apropiado que alguien saliera o entrara sin necesidad de que Dios o alguien más accionara el mecanismo de dichas puertas. Nunca se abrían cuando alguien que no era bienvenido intentaba pasar y no había una forma de destruirlas que estuviera al alcance de algún ángel o de algún demonio.

Ambos ángeles cruzaron las puertas y estas se cerraron justo después en menos de un nanosegundo. Justo después, ambos ángeles llegaron hasta el límite del terreno espiritual que era el reino celestial. En medio del cosmos, ambos ángeles se lanzaron a volar hacia el vacío del espacio con Atenael habiendo tomado la iniciativa. Luego comenzaron a volar a toda velocidad juntos hacia la Tierra, la cual estaba muy lejos, tan lejos que haría falta poder recorrer diez mil kilómetros en sólo diez segundos para estar pronto en el planeta azul, casa de la humanidad.

Atenael estaba ardiendo en imponentes llamas de color amarillo intenso y electricidad de color amarillo intenso fluía constantemente de forma leve alrededor del fuego y de su propio cuerpo angelical. Las llamas estaban a una temperatura de cien mil grados Celsius y la electricidad contaba con una intensidad de trescientos mil amperios. A pesar de tratarse de fuego y electricidad, estos no podían lastimar a nadie, pues así lo había decidido justo antes de crearlos la rubia de ojos verdes y alas tan blancas como la pureza misma.

Ymiriel tenía hojas de árbol pequeñas y resplandecientes hechas de energía alrededor de su cuerpo que cumplían la misma función que las llamas y la electricidad de Atenael. Aquellas hojas tampoco podrían llegar a lastimar a alguien, lo cual también había sido decidido justo antes de la creación de dichas hojas verdosas.

Ambos ángeles lograron llegar al parque más grande de la ciudad de New York, a la zona en la que los padres de la rubia de ojos verdes habían tenido uno de sus muchos momentos románticos como demonios, la zona en la que Shinael y Haraniel habían combatido contra Abatrón juntos, y eran imperceptibles para todo lo que no fuera celestial, divino o demoníaco. Ambos estaban con los dedos de la mano entrelazados y fue en aquel preciso instante, estando Atenael con su costado derecho a sólo cinco centímetros del banco en el que Haraniel y su marido se habían sentado una vez en el pasado para confesarse sus sentimientos, cuando decidieron hacer uso de sus poderes celestiales al mismo tiempo.


Ella carece de brillo angelical en este preciso instante. Sólo los rasgos angélicos han desaparecido de su apariencia.


Él carece de brillo angelical en este preciso instante. Sólo los rasgos angélicos han desaparecido de su apariencia. Si nos ponemos técnicos e ignoramos el hecho de que un ángel no se diferencia de un demonio por su apariencia, Ymiriel sería un mestizo, pues tiene rasgos físicos en su forma verdadera que son propios de un demonio y rasgos propios de un ángel. Cuando fue engendrado en aquella noche de luna, la noche en la que Haraniel perdió la virginidad con su amado Shinael, este era un demonio, por lo que tenía código genético de demonio por tener un cuerpo físico. Los ángeles y los demonios son de la misma especie, pues los demonios son ángeles caídos. Técnicamente hablando, Ymiriel no sería un híbrido, sino un mestizo. Al igual que hay personas con la piel oscura y personas con la piel clara, hay ángeles que parecen humanos alados y ángeles que parecen humanos alados y cornudos. Hay ángeles que parecen monstruos sacados de un grimorio. Eso no quita que los ángeles y los demonios sigan siendo de la misma especie.

—Lo cierto es que te ves... muy humano, amado mío—Dijo sonriendo con calidez y ternura infinitas en los labios y con calidez y ternura en la voz y en la mirada Atenael con un sonrojo creciente en su rostro caucásico.

Ella lo acababa de contemplar de pies a cabeza y de cabeza a pies y miraba fijamente sus ojos púrpuras con sus ojos verdes claros. Ymiriel había hecho lo mismo que ella y la miraba fijamente a los ojos levemente ruborizado con una sonrisa dulce y tierna en los labios.

—Tú luces como una humana encantadora, mi amada Athena, mi amada princesa del rayo—Dijo Ymiriel sonriendo todavía y aún con un leve sonrojo en sus mejillas caucásicas.

—Es cierto que no deberíamos usar nuestros nombres verdaderos. Mis padres y mi abuelo entenderán que haya tenido que mentir—Dijo seria Atenael y luego sonrió cálida y tiernamente a su amado mientras lo miraba fijamente a los ojos mientras contenía su estremecimiento creciente—Vamos, Dorian. Tenemos una cita, mi príncipe hermoso.

—Por supuesto que sí, mi amada Athena—Dijo muy entusiasmado y bastante tranquilo Ymiriel sonriéndole con ternura y con dulzura inmensas a su amada novia rubia de ojos verdes claros.

—¡Vamos! ¡Quiero un helado, helado!—Exclamó “Athena” comenzando a correr a toda velocidad hacia el puesto de helados de cucurucho de aquel parque.

—Bien. Vamos, vamos—Dijo risueño y lleno de alegría y energía “Dorian”.

Ambos se detuvieron frente al puesto del heladero y la rubia se puso seria. El único que seguía sonriendo, aunque lo hiciera de forma diferente, pues no había tanta intensidad en su sonrisa, era Ymiriel.

Sin duda alguna, aquella cita iba a ser una cita única y muy especial para el arcángel de la salud y las cosechas y el serafín femenino de la ira divina y la luz divina.

FIN

Notas de autor: Como no pienso continuar usando este universo, haré algunas aclaraciones. La primera de ellas es que los ángeles creados por Dios no tuvieron que ascender en la jerarquía celestial para llegar hasta los puestos en los que estarían antes de la expulsión del Cielo de los ángeles caídos. Dios creaba un ángel con un nivel de poder determinado y lo ponía en un puesto determinado y en un nivel de la jerarquía celestial determinado. Lo que sucede con los ángeles creados mediante reproducción sexual es que empiezan en lo más bajo y pueden ir ascendiendo en la jerarquía hasta llegar a lo más alto en algunos casos. Sus ámbitos asignados no cambiarán, aunque pasen de ser arcángeles a ser querubines. El nivel de poder innato de un ángel creado mediante reproducción sexual aumenta cuando se convierte en un ángel al servicio de Dios. Cuando su nivel en la jerarquía es aumentado, su poder innato adquiere un nivel superior de forma instantánea. Dios es quien nombra a los ángeles arcángeles, serafines o querubines, por lo que es él quien les da el aumento de poder que reciben. Ese aumento de poder no tiene nada que ver con el aumento masivo de poder dado por el espíritu de Dios a los ángeles que le sirven. Cuando un ángel no creado por Dios alcanza el nivel máximo que alcanzará en la jerarquía celestial, Dios mismo, Dios padre en este caso, es quien se le aparece y le otorga en persona un fragmento del Espíritu Santo, fragmento que le dará el aumento de poder definitivo, puesto que no recibirá más aumentos de poder después de recibir el Espíritu Santo. Si un ángel de Dios de los que tienen el Espíritu Santo cae de la gracia de Dios y se convierte en un demonio, este pierde automáticamente su gracia y el fragmento del Espíritu Santo que le fue otorgado por el Altísimo en su día. Dicho fragmento le será devuelto si decide redimirse volviendo a realizar acciones buenas y la gracia le será devuelta a dicho ángel también si decide redimirse realizando buenas acciones de nuevo. No necesariamente deben ser realizadas habiendo aceptado al Creador el pecador en su corazón. Lo que el ángel pecador debe hacer es desechar toda la maldad de su interior y comenzar a hacer algo bueno por los demás de forma desinteresada. Atenael, como ya fue dicho, es el ángel de la ira divina y la luz divina y es un serafín. Ella tiene un nivel de poder que es inferior al de Adamael y Eviel por separado. Ella es un veinte por ciento menos poderosa que cualquiera de sus padres por separado y un cuarenta por ciento menos poderosa que ambos gemelos juntos. Cuando ella sea un querubín femenino, ya que llegará a serlo algún día, su nivel de poder sin el Espíritu Santo será inferior por un quince por ciento al de cualquiera de sus padres contando sólo a uno de ellos. El aumento de poder dado por el Espíritu Santo sólo le permitirá a Atenael alcanzar un noventa y cinco por ciento del nivel de poder de cualquiera de sus padres contando sólo a uno de ellos. Atenael es un cincuenta por ciento más poderosa que Ymiriel. Ella posee la gracia llamada Ira Divina. Su energía se vuelve especialmente destructiva, pues dicha energía se enfoca hasta alcanzar un noventa y nueve coma nueve por ciento de probabilidades de destruir todo lo que haya alrededor de su poseedor con un solo ataque. Ira Divina potencia cualquier técnica que utilice el usuario para poderla volver una técnica de destrucción masiva en área que podría acabar con un continente entero de un solo ataque si su poseedor se lo propusiera y el ataque diera de lleno a su objetivo. ¿No es la ira un pecado? Sí, pero Dios desató su ira contra Sodoma y contra Gomorra, dos ciudades que debían ser destruidas. La ira de Dios no dejó con vida a ninguna persona que mereciera morir de acuerdo al criterio del Altísimo. La ira de Dios está siempre justificada y es una ira santa. Por eso es una ira diferente de la ira de los demonios y los humanos. Sólo hay una gracia capaz de superar por mucho el poder destructivo de Ira Divina, y esa gracia es Fuego de la Unidad, la cual podría destruir tres continentes de un solo ataque potenciado por esta si sus poseedores desearan poner fin a dichos continentes y Dios no estuviera para detenerlos. En cuanto a Ymiriel, su función como arcángel de la salud y las cosechas es garantizar que las personas no se lleguen a enfermar en casos muy especiales en los que Dios permita que ninguna enfermedad los toque, aunque no pueda ser así de forma natural el asunto, y garantizar que las cosechas sobrevivan en situaciones muy excepcionales sin sufrir ninguna clase de daño, garantizando así la supervivencia de quien cosechó siempre y cuando Dios haya permitido que dichas cosechas se salven de forma excepcional y por una muy buena razón. La gracia de Ymiriel se llama Brisa de Esperanza y Tiempo. Dicha gracia funciona mediante la introducción de la energía del arcángel Ymiriel en el cuerpo de su objetivo o de sus objetivos. Cuando esa energía ha sido enviada por Ymiriel y ha invadido completamente al objetivo del arcángel ya nombrado, el cual debe tener permiso expreso de Dios para usar su gracia en cualquier situación cuando de los humanos se trata, dicho objetivo es inmune a cualquier enfermedad causada por consumir un alimento, por respirar una sustancia nociva o incluso por cometer un exceso que podría salvarle la vida a costa de arruinar su salud con alguna clase de enfermedad. La gracia Brisa de Esperanza y Tiempo también permite hacer infinito el tiempo de vida de los seres vivos mientras estos estén siendo afectados por la energía introducida dentro de ellos del arcángel Ymiriel, quien hace que las cosechas no puedan morir por tener un tiempo de vida infinito, lo cual hace obligatoriamente que sean temporalmente incapaces de morir por alguna causa terrenal por tener un tiempo infinito celestial, el cual es inquebrantable y no puede ser vencido por la muerte, la cual asola a los seres vivos del mundo terrenal. El nivel de poder actual de Ymiriel es inferior por un ochenta por ciento al nivel de poder de cualquiera de los gemelos celestiales sin contar al otro. Si Ymiriel se volviera un querubín, lo cual nunca sucederá, pues él llegará sólo a ser un trono, el nivel jerárquico que yo puse por debajo del de los serafines, el cual está por debajo del de los querubines, su poder sólo llegaría a alcanzar un cincuenta por ciento del poder de Adamael, por ejemplo. Como sólo llegará a ser un trono, sólo alcanzará un cuarenta por ciento del poder de cualquiera de los dos gemelos celestiales contando sólo a uno de ellos, y ese porcentaje sólo será incrementado un cinco por ciento después de haber recibido el Espíritu Santo Ymiriel. Eso significa que Ymiriel jamás llegará a ser uno de los ángeles más poderosos del reino celestial. Dios decide a quién le da más poder y a quién le da menos poder, y lo decide sabiamente, y no por capricho. En sólo nueve años, Atenael se convirtió en el serafín más poderoso de todos. También debo aclarar que la manzana de Dios, aquella manzana milagrosa, era una manzana de uno de los árboles del Cielo tomada por Dios y modificada para que una bendición de fertilidad pasara a quien la mordiera nada más morder dicha fruta. Las manzanas del Cielo no se pudren y, nada más arrancar una de una rama, otra en estado de plena madurez sale en menos de un nanosegundo de inmediato. La manzana de Dios fue dada a Eviel nada más ser bendecida y esta la metió de inmediato en una dimensión de bolsillo. Cuando Adamael la llevó de vuelta, Dios la desintegró en cuestión de sólo segundos con un solo pensamiento divino. En cuanto a los apodos de Shinael, Atenael e Ymiriel, debo decir que sólo Shinael tiene un apodo en la actualidad. Su apodo actual es León de la Esperanza. El hijo del León de la Esperanza tendrá en el futuro el apodo siguiente: León de la Vida Milagrosa. Atenael será conocida como la Princesa del Rayo y la Destrucción en un futuro. Haraniel será conocida como el Cordero del Amor y la Purificación. En el caso de Eviel, ella es conocida por sí sola como la Loba Ardiente. En cuanto a la relación entre Shinael y Haraniel y Adamael y Eviel, así como en cuanto a la relación entre Ymiriel y los querubines gemelos y entre Atenael y los padres de Ymiriel, debo aclarar que Adamael y Eviel consideran grandes amigos a los arcángeles resplandecientes ya nombrados. La relación que tienen los querubines gemelos con los padres de Ymiriel es la misma que tenían en el universo A los gemelos White con Damian y Selene cuando ambos rubios tenían 44 años de edad. Lo mismo se aplica en el caso de la relación vista desde el punto de vista del arcángel masculino pelinegro y el arcángel femenino rubio. Atenael considera a Shinael y Haraniel sus tíos postizos. Ymiriel considera a Adamael y Eviel dos grandes amigos que están en cuanto a la importancia un escalón por debajo de sus propios padres. En lo referente a cómo ven los Lobos Ardientes a Ymiriel, aparte de verlo como si fuera su yerno, debo decir que ellos lo consideran casi un hijo, puesto que lo cuidaron en muchas ocasiones y llegaron a tenerle un amor casi igual al que sentían por su amada hija. Shinael y Haraniel sólo consideran a Atenael una conocida a la que le tienen mucho aprecio, aunque no tanto como para llegar a considerarla una amiga o casi una hija, y su nuera. Explicado todo eso, no hay nada más que haya que explicar.

19 июня 2022 г. 11:23 0 Отчет Добавить Подписаться
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