alma-diaz-nadine Díaz Alma

Un agente retirado del FBI (Kennedy Rhyme), sigue recibiendo casos de asesinatos. Su pena e intriga lo llevará a descubrir quién está detrás de todo eso. Pero, no estará investigando solo, ya que, cuenta con su apoyo.


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#misterio #fbi #homicidio #policíal
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El informe

Kennedy Rhyme, un agente encubierto del FBI de Nueva York City, trabaja en su departamento ubicado en la ciudad de Brooklyn. Él es un hombre con una mirada intensa de ojos color miel y cabello castaño chocolate. Alto y corpulento. Afable, perspicaz, intelecto y de atuendo apuesto. Enamoraría a cualquier mujer con sus treinta y seis años, pero aparenta de menor edad.

Sin embargo, hace cinco años sufrió un accidente automovilístico, en donde, falleció su esposa, Olivia Heard. Apenado porque cree que fue su culpa, sin importar que, su carrera como policía lo mantuvo firme en todo aspecto.

Pudo superar el fallecimiento de su esposa, y, mientras tanto, trabaja con sus colegas privados del FBI, William Smith y Mark Holman.

William, un hombre de familia, con ojos verdes claros y cabello moreno. Además de ser cómico, sencillo, sensato y lleno de vehemencia, no es tal alto, de hecho, es diminuto. Mientras que Mark, tiene todo lo contrario con respecto a su personalidad; tiene unos ojos grises y cabello claro. Alto y delgado, pero no tan alto como Kennedy. Es solitario, ingenuo e incoherente. Pero tiene un corazón honesto.

La mañana del 26 de marzo:

Kennedy se encuentra en su departamento, sentado en su silla favorita en el living. Mientras se tomaba una taza de café humeante, veía el amanecer por su ventana. ¡No estaba solo!, su colega, William, estaba allí acompañándolo.

—¡William!—le habló gritándole con un eco de fondo—. ¿En qué momento llegará Mark?

—Me comunicó que a las 10am estará aquí.

—¿10am?—musitó—.Faltan 10 minutos. Más le vale que venga con alguna novedad.

Mark no es un hombre puntual, pero está dispuesto a cumplir con sus compromisos. Cuando llegó a la entrada del departamento, tocó la puerta bruscamente mientras trataba de sostener unos papeles. Kennedy y William dieron un respingo por el susto.

—¡YA VOY, YA VOY!—gritó William mientras se acercaba dócilmente.

Mark entró sin siquiera saludar y se dirigió directo a Kennedy.

—Buenos días, ¿no?—le dijo William.

—Hola, Mark, ¿cómo estás? ¿Qué trajiste el día de hoy?—le preguntó Kennedy mientras masticaba unas galletas de avena y observaba que Mark sostenía unas hojas.

—Otro informe desgarrador—le dijo mientras le hacía señas a William para que se acerque.

—Leenos que dice—le dijo Kennedy.

—Es largo, pero será útil.

«El lunes 25 de marzo, los oficiales hallaron un cadáver ubicado en la fábrica de zapatos Manners, en frente de la calle Flushing Ave, cerca del Río Este.

Análisis externo del cuerpo:

Dentro del bolsillo izquierdo del pantalón de la víctima, tenía una billetera, que contenía dos dólares y su identificación, nombre de la víctima: Kenny Roig de 17 años de edad.

Se ha señalado todo lo relativo a ella; como la estatura, 1,70 cms, peso 60 kg y número de talla 42.

Características principales:

Pelo de color pardo claro y ojos avellana.

Fecha de muerte:

Determinaron la hora aproximada de su muerte entre 7pm a 10pm.

Motivo de deceso:

Aspecto de asfixia mecánica, con rasguños en el cuello, que determina muerte por estrangulamiento. Presentó punzaduras en distintas zonas del cuerpo. Según los científicos forenses, habían sido causadas por arma blanca.

También se inspeccionaron heridas y golpes en el rostro con manchas de color rojo-violáceo en diversas partes del cuerpo.

Mediante las pruebas de sangre, pudieron descubrir que la víctima tenía cetoacidosis de alcohol en sangre, y restos de ADN debajo de las uñas.»

—Recapitulemos todo—dijo Kennedy al refregarse la frente con las manos—alguien o algo lo asesinó dentro de una fábrica. El lugar es importante. ¿Hay información sobre esa fábrica, Mark?

—Tengo puestos mis lentes, y no, aquí no lo dice.

—Por otra parte—dijo William—, sea como sea, tendremos que averiguar si la víctima tenía antecedentes penales, tal vez eso le dio al asesino algún motivo.

—Si, buen punto. ¡Tengo una idea!—dijo Mark cuando se acurrucó para mirar a William—.Will, ¿nos harías el favor de ir hasta la comisaría e investigar el resto?

—¿Y porque mejor no vas tú?

—Porque vine desde allí, y además, Kennedy no quiere saber nada, así que, nuestra única opción, eres tú.

—Será mejor que no se metan conmigo. Todos, absolutamente todos, son unos imbéciles, pero duros.

—No te preocupes—le dijo cuando se volteó para mirar a Kennedy, ya que, no le dio mucha importancia.

—Antes de que William vaya—dijo Kennedy—, insisto en que tú, Mark, viejo amigo, repitas algunas partes importantes de ese pedazo de papel viejo. Tengo una severa pérdida de memoria.

—Leelo tú—le dijo Mark mientras le refregaba el informe sobre su cara—, yo ya hice mi parte

—Maldito holgazán—le gritó este.

—Queridos colegas, permítanme decirles que pierden el maldito tiempo quejándose—les dijo William—. Yo por mi parte, no tengo pérdida de memoria, así que, lo que recuerdo es que la víctima tenía rasguños en su cuello.

—En efecto, sí—dijo Kennedy—. Pero aún no se cerraron la puertas, esa descripción detallada me hace pensar que la víctima luchó por su vida mientras algo o alguien lo estrangulaba.

—Eso tiene sentido—lo halagó William.

—Entonces, ¿qué haremos?—preguntó Mark.

—Investigar profunda y cautelosamente este homicidio—dijo Kennedy al dar un pequeño puño contra la mesilla.

—Y a pesar de que los rasguños en su cuello son un dato importante, también olvidaron otro dato interesante—dijo William.

—Dilo sin dudar—le dijo Mark.

—El alcohol en sangre.

El silencio se hizo cada vez más insondable y difuso, a menos a que uno de ellos, hable primero.

—Propongamos hipótesis—sugirió Kennedy—. Mi imaginación me muestra una escena en donde la víctima fue a un bar y se emborrachó.

—Y vaya que tomó—dijo Mark.

—Por mi parte—dijo William—, yo creo que anoche este joven estaba caminando medio borracho con una botella en la mano en las turbulentas calles de Brooklyn, hasta que, cayó en la trampa del secuestro.

—La pregunta del millón—dijo Mark—. ¿Qué hacía ese muchacho bebiendo alcohol siendo menor de edad?

—No lo sé—dijo Kennedy—. ¿Y qué hay de los restos de ADN debajo de las uñas?

Un silencio siniestro y extenso abarcó por todo el departamento. Hasta que uno de ellos tomó reacción.

—¡No perdamos más tiempo!—gritó Mark—. Ya tenemos mucho por investigar. William prepárate.

—Antes que nada, me quiero confesar—dijo este.

—No esperes ninguna respuesta a cambio, que no somos ningún cura—le advirtió Kennedy.

William sintió un nudo en la garganta al no poder expresar lo que iba a contarles, así que, lo esquivó.

—Me otorgaron licencia especial para estar más tiempo con mi familia—dijo este.

—¿Cuándo fue eso?—le preguntó Kennedy.

—El lunes 19 de este mes.

—Será mejor que actúes normal y tranquilo—le recomendó Mark.

—Si, claro, como cualquier otro día—le respondió este.

William se preparó lo más rápido posible; su teléfono a mano, su walkie talkie a mano, y su placa a mano. ¡Qué más podría faltar!

—Ese chaleco te hace ver más obeso—le dijo Mark.

—Hay que ver que piensa el chaleco de vos—se rió y agregó—. Estoy más que listo.

—Sé muy cauteloso, sabes que hay cámaras por todos lados, y no t olvides del viejo Anderson.

—A ese le arrancaré el bigote si se me acerca.

Antes de que Will palpara el picaporte de la puerta, una horrible y resonante voz llegaron a sus oídos.

—¡WILLIAM, CUANDO VUELVAS, TRÁENOS UN PAR DE CERVEZAS!—le gritó Mark.

—Te traeré, pero más te vale devolverme el dinero luego.

—¡TÚ SOLO TRÁELO!

Y después de eso, William simplemente se esfumó.

5 марта 2024 г. 19:50 0 Отчет Добавить Подписаться
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