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El primer golpe

Todo comienza siempre igual y termina igual, comienza cuando naces termina cuando mueres, ¿o acaso no termina? Fue fácil para Miranda pensar en convertirse en monja, muy sencillo, era huérfana y estaba en un convento al cuidado de Sor Soledad, Sor Concepción, y otras monjitas agradables y claro la madre superiora Constancia. Miranda desde niña fue amable, era la niña más noble de todas, mientras fue creciendo se fue convirtiendo cada ves más en la preferida de todas, hasta del padre José quién le tomó particular aprecio. Pese al hecho de que él era la figura más respetada y temida del lugar la niña se le acercaba con ternura y confianza. Era un pedacito de ángel, la habían dejado abandonada en la puerta de la iglesia en una cestita con un rosario en el diminuto cuellito. Tenía los ojos azul cielo y el pelo rubio como el Sol, era blanca, menuda y tan noble que debieron llamarle Ángel pero en la cestita venia escrito Miranda y así se quedó. Mientras iba creciendo fue aprendiendo a cuidar de los niños más pequeño, a tender las camitas, a limpiar lo suelos, a cocinar y luego aprendió sobre plantas medicinales. También cantaba como los ruiseñores y tenia una paciencia admirable para los niños. Ya cumplía los 18 y debía enfrentarse al mundo pero pese a que no eran las normas le permitieron quedarse y ella pidió convertirse en novicia. El padre José no le permitía tomar completamente los hábitos porque el decía que ella tenia un lugar en el mundo y que no era su verdadera vocación sino era lo único que conocía, pero tampoco podía echarla de la casa donde había crecido, no sin conseguirle donde vivir. Ese refugio del mundo pronto se vio sacudido por la guerra y para apoyar al país se permitió que los heridos fueran hospedados ahí, lejos de los niños claro.

Miranda como es claro no quiso dejar de participar en esa aventura ya que era muy valiente, además de saber bastante de plantas medicinales sabia vendar heridas y se destacó entre los soldados por ayudarlos a pasar las horas de aburrimiento leyéndoles novelas e historias interesantes. Corría el siglo XX y la guerra era muy común entre varios países, de echo Miranda creía que su padre era un soldado y que su madre la había dejado en ese convento para ir con él a la guerra y servirle de enfermera, secretamente esa historia se convirtió en un pasión y luego de haberse marchado la mayoría de los heridos ella pidió hablar con el padre José a solas.

_ Padre ya me he dado cuenta de lo que quiero hacer en la vida

_Si mi hija y que_ dijo el padre José, hacia años que espiaba a la jovencita novicia, esta levantaba en él sentimientos obscenos, no era un buen hombre y más que nada las reprochables condiciones del convento se debían a que él gastaba todo ese dinero por las noches en los peores barrios de la ciudad.

_Seré enfermera en el ejército

_ Te quieres ir de nuestro seno_dijo el padre acercándose a la inocente joven que estaba sentada, no llevaba la ropa de novicia ya que como se iría del convento no era necesario, llevaba un vestido desgastado por el tiempo que usaba para ponerse los domingos que iba al pueblo con los niños, le llegaba por las rodillas y no tenia un escote muy llamativo pero sus senos se marcaban ya que era bastante voluminosa pese a que ella se lo negara.

_No me vea como una malagradecida padre pero usted siempre dijo que tenía otro lugar en el mundo_ dijo ella poniéndose de pie y acercándose al padre inocente a lo que él pensaba.

_No si eres bien agradecida y por eso me lo demostrarás hija_ dijo él, se le acercó y la besó a la fuerza rasgándole el vestido en los pechos ella gritaba y le rogaba que se detuviese, pero gritaba por gusto ya que esa habitación estaba lejos de las demás y a esas horas el bullicio de los niños no dejarían que la oyeran ni aunque estuviese alguien cerca.

El cura la tiró en el suelo y se quitó su ropa, la golpeo y le destrozó el vestido haciéndolo añicos, así como también destrozó las braguitas y el sostén. El padre ere mayor, viejo y asqueroso, pero era fuerte. Ella no paraba de gritar y de aruñarlo pero era por gusto eso solo lo excitó más. La destrozó no solo físicamente sino espiritualmente, los gritos se ahogaron en lagrimas y cuando José había terminado con ella estaba en el suelo llorando y con sangre en la boca, el vestido estaba en el suelo lleno de su sangre también. Miranda trató de taparse con los destrozos de su vestido ya que él le había dado la espalda para fumarse un cigarrillo.

_No te molestes_ dijo el padre José al ver que ella planeaba huir_ toma tapate con esto_ dijo dándole una sabana que saco de una gaveta

_Usted es un ser depravado

_Valla que si eres inocente_ dijo el riendo_ el lugar que te tiene deparado el mundo es mi cama Miranda

_Se lo diré a la policía

_Y no te creerán

_Les diré que te metiste en mi cama y que como no quise buscaste quien te hiciera mujer para culparme_ dijo irónicamente_ nadie le creerá a una huérfana, ahora tienes otra solución, vete a tu ejército, hazte enfermera y no vuelvas más, o quédate como mi amante.

_Nunca_ dijo Miranda llorando, se secó las lagrimas y salio de ese lugar, en el camino a su celda de novicia no vio a nadie, por suerte, se vistió con lo poco que tenía y dejó una carta despidiéndose de las monjitas.

Así desaparecía Miranda del convento. La nota decía:

Les agradezco de corazón por ser mi familia, me retiro y no crean que no las extraño, díganle a los niños que tengan fe y a ustedes me las llevo en un pedacito de mi corazón, aquí dejo más de lo que imaginan.

Se despide de ustedes Miranda.

Así llegó Miranda al hospital general donde se brindó como voluntaria para formar las filas de enfermeras que iban a marchar a la guerra. Pasó unas semanas de pruebas y después se unió junto con un grupo de 4 muchachas a un batallón que partiría al día siguiente en la noche. Las 4 muchas eran: Roxy, una muchacha de unos 26 años que tenía varios años como enfermera en un pequeño hospital de pueblo, era soltera; Laura una mujer madura, la más madura de todas, tenia 45 años y había perdido a su hijo en la guerra, por eso se había dedicado desde hacia 5 años a ser enfermera; Maria Sol, tenia 22 años, había sido prostituta y esta era la mejor opción que tenia para no volver a esa vida; Tatiana, tenia 25 años era divorciada y su esposo era un hombre muy poderoso, la había dejado en la ruina y eso era lo único que sabía hacer. Desde el principio todas fueron como hermanas, Tatiana estaba algo decepcionada de los hombres, se la pasaba diciendo que nunca más iba a casarse, Roxy era la más experta en todos los temas, venia de una familia numerosa y pobre aunque escogía la enfermería como profesión, Maria Sol era de buen hablar aunque a veces se ponía a hacer bromas picantes y la vieja Laura era como la madre siempre regañándolas. Desde el inicio todas sintieron que Miranda tenía algo oculto, un dolor clavado que descubrieron, sin que ella se los contase, un día en las semanas de entrenamiento en el hospital. Eran las 2 de la madrugada y estaban en la sala de urgencias las 5 aburridas haciendo cuentos, de pronto llegó una ambulancia y traía a un hombre muy grave, el hombre murió de un infarto sin que las chicas pudiesen hacer nada así que llamaron a un cura para que le diera el adiós a ese pobre diablo que no tenia familia. Al entrar por casualidad el padre José, borracho, Maria Sol lo reconoció como un cliente y lo llamó

_Padre José_ dijo ella en tono solemne_ podría cerrarle los ojos a este pobre hombre

_Eso es el mejor cura que puedes conseguir_ dijo Roxy al ver al viejo que parecía todo menos un cura.

_Es un viejo cliente no cobrará mucho_ dijo Maria Sol.

_Maria_ dijo Tatiana que a Maria Sol, era como le llamaban todas_ eso no es un cura.

_Que te pasa Mirandita_ dijo Laura al verla pálida, allí frente a Miranda estaba el padre tan borracho que ni se acordaba de quien era ella, tenia ganas de matarlo.

_O por Dios bendito_ dijo Maria Sol ya que sabia de la afición del viejo por las jovencitas y de sus pocos escrúpulos.

_Valla si es nuestra novicia enfermera_ dijo José reconociendo a Miranda y acercándosele_ déjame saludarte querida.

_No se me acerque_ dijo Miranda tomando instintivamente un par de tijeras de una bandeja que tenia cerca.

_Viejo cochino_ dijo Maria Sol la cual comenzó a golpearlo_ mira que violar a una jovencita_ lo golpeaba y el viejo se defendía como podía, las demás muchachas lo golpearon también y Laura terminó por sacarlo de urgencias para que no lo mataran, Tatiana se le acercó a Miranda quien estaba aun con las tijeras como en Shock, le quitó las tijeras y la abrazo justo a tiempo porque la muchacha se desplomó. Cuando volvió en si le dijo_ prométenos que nunca más nos ocultarás nada, somos tu nueva familia Miranda

_Te aseguro que ese viejo no se te acerca más_ dijo Laura_ mi niña cuando te sientas preparada cuéntanos que nosotros te ayudaremos a superarlo.

_Debería castrarlo_ dijo Maria Sol indignada_ mira que hacerle eso a una niña tan buena.

_No te preocupes Miranda_ dijo Roxy_ yo te enseñaré a defenderte para que nunca más ningún hombre pueda hacerte daño. Crecí con hermanos mayores así que algo se de peleas.

_No quiero ser mas la niña nerviosa y temerosa de la que todos se aprovechan_ dijo Miranda_ desde ahora seré una mujer.

_Así se habla mi niña_ dijo Laura_ tu eres fuerte, tienes carácter, así que da por seguro que nunca más te harán daño.

Desde entonces a Miranda le enseñaban muchas cosas entre todas, la hacían reír y hasta la admiraban porque era más fuerte de carácter y físicamente cada día. Lloró cuando les contó todo pero se sintió mejor y pudo aunque no olvidar cerrar esa página y prepararse para lo que iba a comenzar.

11 января 2022 г. 18:35 2 Отчет Добавить Подписаться
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