wereyes W. E. Reyes

Ciertas verdades y sentimientos se encuentran enterrados tan profundo en uno mismo, que necesitamos ser otro... a veces.


Короткий рассказ Всех возростов.

#witchtober #challengeroctubre #doppelgänger
Короткий рассказ
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I

Sentado en el baño, al lado de la puerta, bajo el lavamanos. Sostenía entre mis manos los ojos de mi querido amigo Dave.

Hace unas horas estábamos como siempre pasando el tiempo, el día se había puesto bastante aburrido desde que sucedió aquella falla en el sistema de refrigeración automática. Nosotros no sabíamos muy bien lo que se tejía al interior de este monstruo de tecnología llamado Centro de Investigación Especial Por Un Futuro Mejor(CIEPUFM). Nuestro hábitat normal era este, el piso sesenta y siete, todos pensábamos que alguien del laboratorio subterráneo del edificio la había cagado. Tal vez el doctor Nikola.

—¡He Liam te apuesto a que los locos de allá abajo nos jodieron el aire —dijo Becca, moviendo sus sensuales cabellos ondulados, mirándome con los ojos entornados mordiendo una de las terminales de sus gafas— Que sean cien, ¿qué dices, tú? —agregó juntando sus carnosos labios al terminar la frase.

—Sabes bien que no hago apuestas y que hay un sin fin de hechos que pueden afectar la posibilidad de ganar.

—Siempre tan lógico, debieras relajarte un poco —dijo, y se incorporó abruptamente, sus firmes pechos cimbraron bajo la blanca blusa de raso — ¿No crees? —me dio una mirada lascivia y se alejó bamboleando sus caderas.

¿Lo hará a propósito?, como es la secretaria ejecutiva siempre quiere ser el centro de atención y al parecer sabe que me gusta.

—No la tomes en cuenta —susurró Samantha— es una cabeza de algodón. Ni siquiera tiene claro que hacemos nosotros, pero yo sé lo que ella hace —hizo el gesto de pasar un dedo por el círculo de los otros dedos de su mano—. Además está molesta porque no le resultó el viaje con el jefe a Bahamas que tenía planificado para el fin de semana.

—¿Cómo sabes…? No me digas qué…

—Sí, “Romeo”, leí su correo. Jiji.

—Se supone que tus aptitudes son para protegernos de ataques externos…

—Ajá, pero ella me cae mal. Además te hace bien saber.

Me sonrojé, pero traté de ocultar mi decepción yendo por una taza de café a la máquina expendedora. Me llegó la punta de un cohete de papel justo en la oreja derecha, introduciéndose y picando mi oído. Esa puntería no la podía tener, ¿quién otro, sino…?

—¡El mío que sea un capuchino doble y lo quiero con dos de azúcar! —exclamó Dave.

Frotando mi oreja, arrugué el cohete y lo guardé en mi bolsillo.

—Supongo que me lo pagarás más tarde, me debes como cien ya. Y no no me digas que no tienes dinero. Eres uno de nuestros programadores estrella…

Sentí, de reojo, la mirada inquisitiva de Jack.

—Junto con Jack —la mirada se apartó de mí—, y sé que ganas bien.

—He vale muchacho, pero tú eres el Analista en jefe estamos a tu cargo y debes tener un poco más de pasta ¿no? Claro que no te alcanza para impresionar al bombón de Becca —soltó una carcajada con ronquido nasal.

Abrí la tapa del café de Dave, arrugué y mojé el papel en el.

—Vamos hablador a ver a que te sabe —y le metí la bola de papel en la boca—. Que te parece me atacaste con un cohete y te devuelvo una bomba de café.

—¡Vale, vale! —gritaba agitando las manos—. Ya entendí —masculló.

Era día sábado, debíamos haber estado en nuestras casas. Dave y yo teníamos boletos para el espectáculo de lucha. Uno de los principales de la liga. Así que cuál de todos sentía más tedio, por perder los planes de este día o algunos con resaca como Jack, que querían reponerse.

—¡Ah, no, esto no se quedará así! —Dave tomó una silla plegable y la dobló— ¡Haz despertado al Enterrador!

—¡Y tú haz despertado a Bautista! —He hice, con otra silla, lo mismo que él.

Comenzábamos a realizar nuestro espectáculo, preferido en los días de aburrimiento, de golpes y caídas falsas. Como buenos fanáticos del género sabíamos como hacer nuestro show.

—¡Y ahora el Enterrador, dará su golpe final!

—Para, para Dave no me siento bien.

Sentí de repente un zumbido en mis oídos.

—¿Qué pasa, Liam. Amigo te duele algo…?

Una de las ventanas del piso estalló.

—Estoy viendo algo raro en los monitores de seguridad, hay alarmas por todos lados y el laboratorio “Aparejos Blindados Biosintéticos Urbanos Futuros”(1) pasó a estado rojo —dijo Sam.

Los cerrojos de las ventanas cayeron, uno por uno, pesadas láminas de metal las sellaron por completo. Se encendieron tenues luces de emergencia junto con balizas ámbar que destellaban de manera continua.

Sentimos pasos que subían por las escaleras del piso anterior. La figura de Joe, el conserje, se iluminaba por las luces de emergencia a saltos. Tenía la mirada perdida y los ojos desorbitados. Apenas se le escuchaba un murmurar ininteligible. Comenzó a balbucear y con la escoba trataba de golpear algo detrás de él.

Maldito dolor de cabeza. Traté de razonar con aquella monstruosidad, pero no pude y cuando me atacó me tuve que defender.

La boca de Joe de manera paulatina se estiró hasta el piso derritiéndose junto a un limo negro que comenzó a brotar de sus cuencas oculares. Pesados pasos hacían retumbar el piso... entonces, con el horror en los ojos, lo vimos: una figura oleosa y oscura. El movimiento de la luz, revelaba en tétricas pausas los detalles de su forma.

Primero el cuerpo una especie de amalgama líquida, cónica y oscura. Sin ojos, sin boca. Cientos de apéndices, parecidos a tentáculos salían de aquel cuerpo. Tenía clavado en la cabeza la escoba con la que se defendió Joe.

Con el miedo en mi cuerpo decidí subir, no podía detectarlos bien, al parecer eran varios.

Empezó a consumir el cuerpo del conserje con una especie de ácido, veíamos todo el proceso de absorción, el líquido verde derretía el cadáver: destruyéndolo, consumiéndolo y digiriendo sus carnes para ser parte de aquella aberración.

Ya tenía varios de los sensores de luz, pero no en todas partes, decidí usar estos otros.

Los globos oculares ingeridos continuaron por sus translucientes formas, en dirección a sus apéndices. Entonces levantó aquellos como tentáculos y donde debieran ir las ventosas aparecieron ojos que nos observaban. Dave en un intento por alejar a la bestia le arrojó ropas encendidas. Pero el sistema de incendios se activó.

Sentí el fuego que era como la muerte para mí, entonces la lluvia me salvó, por fortuna tenía mi tripulación conmigo.

No podíamos creerlo, detrás del primer ente venían otros cinco, y nos alejamos. Pero no teníamos salida. No había sistema y Sam no podía hacer nada. Fue la segunda en caer, trató de usar su teléfono móvil, tropezó en la penumbra y uno de ellos le cayó encima.

En mi desesperación corrí, fui por el hacha y el extintor de emergencias. Llamé a Dave y con un gesto le indiqué que cegara a los bichos con el extintor mientras yo trataría de destrozarlos.

Otra de ellas vino a mí, ¿trató de comunicarse conmigo?

Vimos a Becca cómo de manera estúpida se acercó a una de esas cosas ¿tratando de hablarle? Con los tentáculos le arrancó los pechos, los labios y la cara, para luego consumirla y apropiarse de sus ojos.

Pensé que sería fácil, pero empezaron a cegarnos y eliminarnos uno a uno, el miedo me paralizaba, nunca había visto unos animales más feos y asquerosos. Me alejé a una esquina.

Dave cegó a tres y caí sobre ellos, les corté los tentáculos y empezaron a desinflarse como globos. Tuve cuidado de alejarme del líquido corrosivo. Jack trató de ayudar diciendo que hacía lo que vio en una peli vieja: desenroscó el tubo metálico de un perchero y se lo enterró uno. No calculó bien y el líquido corrosivo que salía chorreó sobre él.

Su manera de matar era terrible, desangraron a mi colega los malditos bastardos. Sólo quería que esa pesadilla terminara...

Dave tomo otro tubo y con su increíble puntería le dio directo en la cabeza a la quinta alimaña. Hoyo en uno gritó.

Con las pocas fuerzas que me quedaban atrapé al asesino y lo atraje hacia mí.

No pudimos cantar victoria, la bestia final: la que traía la escoba en la cabeza atrapó a Dave. Lo absorbió violentamente, para proceder a reventarlo dentro, la criatura de pesadilla se tiñó de sangre y comenzó a avanzar frenéticamente hacia mí, dejando un rastro carmesí. Jadeando corrí hacia el baño estaba cansado y la jaqueca no me dejaba pensar, uno de sus apéndices agarró mi pie por el tobillo. Grité que no, y di un portazo que le cercenó la extremidad. Escuché la voz automática por los altavoces: “amenaza terminada”. Los cerrojos y ventanas se destrabaron.

Me levanté para mirarme al espejo. No podía creer lo que veía, la horrenda bestia era mi reflejo. En sus balbuceos escuché: doppelgängerdoppelgänger.

Caí al piso con los ojos de Dave entre mis apéndices prensiles.

(1) FUBAR, Future Urban Biosinthetycs Armored Rigs, por sus siglas en inglés.

4 октября 2021 г. 3:23 0 Отчет Добавить Подписаться
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Об авторе

W. E. Reyes Cuentacuentos compulsivo y escritor lavario. Destilando sueños para luego condensarlos en historias que valgan la pena ser escritas y así dar vida a los personajes que pueblan sus páginas al ser leídas. Fanático de la ciencia ficción - el chocolate, las aceitunas y el queso-, el Universo y sus secretos. Curioso por temas de: fantasía, humor, horror, romance sufrido... y admirador de los buenos cuentos. Con extraños desvaríos poéticos.

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