alexielvidam Alexiel Vidam Ariza

K llega a Chinatown en busca de la tienda del chino Yin, un misterioso mercader de extravagantes reliquias. El cartel de la entrada dice "Todos tenemos un deseo oculto"; K lo interpreta como una invitación. *El dibujo de la portada es obra del diseñador Ichiro Tsuruta.


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#misterio #suspenso #sobrenatural #terror #inkspiredstory #fantasía
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Capítulo 1

Cuando el Señor K pisó Chinatown, aún se encontraba mareado. Llevaba consigo la bolsa de pasteles, tal cual había sido la indicación. Su vecino, el señor Barker fue quien le mencionó el lugar. Barker era un sujeto extravagante, al que su esposa había dejado por su adicción a las baratijas. Era ahí, en Chinatown, donde Barker conseguía sus rarezas.

K se encontraba perdido, y tras la desaparición del señor Barker, se le ocurrió que su respuesta podía encontrarse ahí, en aquella misteriosa tienda ubicada en el más recóndito rincón de ese laberinto de ideogramas, lámparas carmesí y olor a pescado. El cartel decía: “Todos tenemos un deseo oculto…”; el anuncio parecía invitación.

Tocó el timbre y desde adentro se hizo sentir el sonido de un gong. Le abrió un muchacho de ojos rasgados y larga cabellera. El rostro blanco, los labios tan rojos que parecían coloreados, y los rasgos tan finos que, de no ser por el pecho plano, le habría confundido con una fémina. Estaba ricamente ataviado con un traje tradicional chino, de seda negra con bordados de aves de distintas pigmentaciones.

─Me cuesta aún adaptarme a estas costumbres occidentales ─dijo estirando la mano con una alargada sonrisa─. De donde vengo sólo hacemos una venia. Pase usted; seguro que aquí encontrará lo que busca. ¡Ah!... Por cierto, mi nombre es Yin Shiao Long; a su servicio.

El lugar era abrumadoramente deslumbrante. Las paredes no dejaban un ápice de espacio blanco; estaban plagadas de pinturas y adornos de exóticos festines imperiales o imágenes de aguerridos combatientes con pelo azabache y frente color arroz. Los dorados dragones brillaban sobre cortinas escarlata. En el centro de la habitación, abriéndose paso entre columnas decoradas con tigres y serpientes, se hallaba una pequeña mesa de patas muy cortas. Sobre ella, una tetera con dos tazas de porcelana. Yin se sentó sobre la alfombra, de piernas cruzadas frente al mueble, y procedió a servir el contenido de la tetera sobre los delicados menajes.

─Le estaba esperando señor K, por favor tome asiento ─dijo.

─¿Cómo ha sabido mi nombre…? ─cuestionó K.

─El señor Barker me ha hablado mucho de usted ─mientras decía esto, Yin volvió a dibujar su enigmática sonrisa. K sintió que se le escarapelaba el cuerpo, y terminó de acomodarse frente a la mesa, intentando huir a la perturbadora mueca de su anfitrión.

─Barker… hace días que no lo veo ─dijo.

─Compró un cubo sagrado, una reliquia que llegó desde India. Quedó enamorado, y como era de esperarse, emprendió su destino. Ya sabe cómo era ese hombre… un sujeto, “peculiar”, por así decirlo… Vivía en un eterno viaje de placer… y vaya si le conocí –soltó una risilla─. Voy a echarle de menos, sin embargo… Era uno de mis mejores clientes.

─Veo que lo conocía usted de cerca.

─Mejor que usted, ya lo creo… ─contestó el chino burlonamente─. Pero no se preocupe, sé que le tenía mucha estima.

En realidad, Barker y él no habían interactuado tanto… Sobre todo, se habían observado de lejos, lo suficiente como para saber que ambos eran tipos extraños. No veía por qué habría de apreciarle, salvo, quizás, por alguna especie de complicidad entre mentes siniestras. De cualquier modo, este chino le producía una sensación incómoda… una mezcla entre intriga y tensión intimidante… como si le estuviesen tocando los pensamientos. Tuvo el impulso de ponerse en pie y marcharse, pero Yin le retuvo el brazo. Se paró mucho antes que él y lo arrastró hacia la habitación contigua.


***

En la vitrina se hallaba un horripilante bicho de cuerpo verdoso. Tenía el tórax alargado y seis patas delgadas que terminaban en pequeñas tenazas puntiagudas; cada una de ellas poseía pequeñísimos dientes. Sus diminutos y redondos ojos resplandecían en la sombra, y cuando lo miraba fijamente, emitía un delicioso canto discordante con un espécimen como él. Era un sonido que jamás había escuchado en otro animal. De no ser por la ausencia de palabra, podría decirse que se trataba de una voz casi humana. Era, pues, una bestia preciosa.

─Sirene es un bicho delicado, Señor K. Debe cuidarlo bien.

─¿Sirene…?

─Así se llama nuestro amigo… o, mejor dicho, amiga; es una hembra única en su especie. La trajo un viajero egipcio. ¿O era griego…?... Es que pasan tantos por aquí, que ya me cuesta recordar. Pero eso no es lo importante. Lo más importante, es cantar.

K lo miró extrañado.

─Disculpe, pero no le entiendo.

─Por las noches debe hacerla cantar. Ya ha descubierto cómo; sólo tiene que mirarla fijamente a los ojos. A ella le encanta cantar, y estoy seguro de que a usted le encantará que lo haga.

K pensó que aquel chino estaba loco, pero él también lo estaba, así que entregó la bolsa que había llevado y cargó al animal. El chino abrió la bolsa y saltó de emoción.


***

Junto con el bicho, Yin le dio a K un pequeño sarcófago… diminuto, con las medidas exactas para que duerma el animal durante el día. En la noche sólo debía darle un poco de agua. “No necesita comer” –le había dicho–. “Usted sólo preocúpese de hacerle cantar. Con eso, la vida de su mascota quedará asegurada. ¡Ah! Sólo una advertencia. No deje que otros la vean. Es una chica celosa.” A K no le preocupó el aviso. Después de todo, él no tenía amigos, y menos desde el incidente.

Aquella noche, K destapó a su adquisición. Dormía boca arriba y con las patas cruzadas. Vertió tres gotas de agua sobre su trompa y el animal despertó de inmediato. Las ventanas estaban tapadas. En medio de oscuridad, lo único que iluminaba eran los pequeños ojos dorados de Sirene. No hizo falta que hiciera esfuerzo para mirarla; al parecer el insecto tenía el poder de hipnotizarle.

Comenzó a cantar. Era una voz aguda y melodiosa. Mantuvo la mirada fija sobre Sirene durante varios minutos y sintió que sus latidos comenzaban a acelerarse. No se habían acelerado así desde aquella ocasión… Sintió el sudor frío cayéndole por la frente y, ante sus ojos, el pequeño bicho dejó de ser tal. Su cuerpo creció hasta alcanzar las proporciones de un humano promedio, sus patas se alargaron y lo rodearon cual presa. Las ropas de K se hicieron trizas a la vez que los dientes de las tenazas del animal se clavaban entre sus vértebras. Sirene se forró de carne.

“Selena… qué haces aquí” ─balbuceó él confundido. No hubo respuesta. Ella tenía el rostro, la mirada y la voz de sus recuerdos, mas no poseía capacidad de emitir palabra. Al margen de eso, y del ligero tono verdoso que la rodeaba, era una doble perfecta. Sirene tenía el verde por todos lados: oscuro en los cabellos, encendido en los ojos, y suave, casi pálido, en la piel.

La mujer siguió cantando. Él se desmayó.


***

Era evidente que había perdido sangre. El sol se colaba por las rendijas. Sentía el cuerpo flojo, pero a la vez extremadamente pesado como para levantarse. Se quedó durante varias horas mirando al techo, hasta que el hambre y la sed empezaron a angustiarle. Estaba ansioso, pero, más que su propia supervivencia, le aterrorizaba no encontrar a su bestia por ningún lado. Dio un hondo respiro e hizo un esfuerzo sobrehumano por ponerse en pie. No buscó bocado ni gota de agua hasta asegurarse de que Sirene estaba en el sarcófago. Había vuelto por su cuenta y se hallaba segura. Era un bicho inteligente.

Volvió a la tienda. Yin despachaba a un sujeto con una caja enorme.

─¡Que le vaya bien, Señor Sebastian! ¡Recuerde las advertencias!

El hombrecillo apretó la caja contra el pecho y casi se descalabra. Lo que sea que llevase dentro, medía mucho más que él.

─¡Usted! –le llamó K.

─¡Señor K, qué gusto!

Yin se acercó velozmente. De un brinco se hallaba a medio centímetro del rostro de K, presentando su enorme sonrisa. K se hizo hacia atrás.

─¡Pero qué hace! ─se ofuscó.

─¡Me alegro de verle! ¿Qué le ha parecido su compañera?

─¿¡Me puede decir qué es lo que lleva ese sujeto en esa caja enorme!? ¿¡Qué se supone que vende usted!?

─El Señor Sebastian es un poco torpe… ─suspiró─. Yo le he dicho que Gala es un prototipo; que vendrán muñecas perfeccionadas más adelante, pero él que no lo entiende.

─¿Le vendió una muñeca inflable?

─Por favor, no sea ordinario. Le vendí una muñeca animada; eso es mucho más simpático. Pero, pase, pase, que el té espera…

─¿Es que siempre está bebiendo el té?

─Siempre es buen momento para el té…

Al igual que en su visita anterior. Le apretó del brazo y le hizo entrar.


***

K se tragó el té de sopetón y se incendió las entrañas. Fue necesario que el chino le sirviera una jarra entera de agua fría.

─Cómo consiguió a Selena –preguntó consternado.

─Señor K, con todo respeto, no entiendo de qué me está hablando.

─Usted conocía a Selena. Ella era mi…

K se detuvo a pensar qué palabra definía mejor su relación con Selena: “¿amante?”, “¿mujer?”, “¿capricho?”

─¡Lo que sea! ─dijo perdiendo la paciencia─. Usted la conocía.

Yin se mostró inmutable y desvió la interrogante.

─Yo detecté un corazón ansioso y solitario, Señor K… y le ofrecí a la bella Sirene… la mascota perfecta, a precio de regalo por si fuese poco… ¿o me va a decir que una bolsa de pasteles fue un precio alto?

─¿Nunca cobra en efectivo? ─se intrigó K.

─Soy el heredero de una gran fortuna. ¿Para qué querría más dinero? Por cierto, los postres estaban deliciosos; adivinó mis favoritos ─guiñó el ojo.

K sintió que comenzaban a sacarlo de sus cabales.

─¡Da igual! ─exclamó! ─ ¿¡Me puede decir cómo es que…!? ─Lo dudó unos segundos─ ¡Nada! ─señaló finalmente.

Yin le miró de reojo.

─Se le ve nervioso, Señor K… Respire; no soy policía.

K se puso pálido como un papel. Sintió que sus dientes tiritaban y sus rodillas chocaban contra el suelo.

─Creo que debo irme ─respondió de golpe.

─Oh, sí. Es mejor que descanse.

K se levantó y el chino lo acompañó hasta la puerta. Cuando K ya apuraba el paso, escuchó la voz que le decía: “¡Vuelva pronto!”.

12 марта 2021 г. 1:15 1 Отчет Добавить Подписаться
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Laura  v Laura v
¡Me ha encantado! Seguiré leyendo 👏👏
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