Hola. Es raro saber que hace unos meses hablábamos casi todos los días, y ahora no hablamos casi nunca. Si un ente me dijera que podemos hablar más seguido sobre los temas esos tan profundos en los que nos zambullíamos esas noches, firmaría sin dudarlo. Me gusta mucho tu mente, y en parte es una pena el sólo poder saludarte cuando es tu cumpleaños.
Ojalá la hayas pasado bien. El año pasado ha sido un completo desastre, pero la ventaja es que empezaste a sumar primaveras cuando las peores cosas ya habían pasado, por lo menos para la mayoría. Eso sí, sé de una de tus penas, y me consternó todo el día. Quise preguntarte, pero sería un poco vulgar viniendo de alguien con quien casi no hablas nada.
Si estás bien, cosa que me alegra, te lo recuerdo:
Habíamos salido de hacer un trabajo. Ese en el que teníamos que recopilar información para un escrito, si no estoy mal. Aun puedo sentir el desazón en nuestro proceder, ustedes amando lo que hacen pero odiándolo al tiempo, mientas yo me tomaba unas cañitas emocionales. Se ven muy bonitos cuando le echan ganas a un proyecto: es de las cosas que más voy a extrañar de ustedes una vez que me vaya.
Cuando acabamos, nos quedamos en llamada, hablando sobre cosas un poco más personales. Tocamos temas fuertes, pero siempre con el respeto y la convicción por ayudar que nos caracterizaba. Lo particular era que tú, Andrea, chica tan callada respecto a sus penas, empezó tomando la palabra. Por obvias razones no te daré lujo de detalles: si veo que lo arreglaste, para qué recordarte las asperezas que tanto tuviste que repasar, menos en una fecha tan especial.
Problemas con la pareja. Los típicos, los de toda la vida. Para un perro viejo como yo, es un poco fácil decir lo que acabo de decir. Tengo el corazón partido en mil trozos distintos, de mil maneras distintas. Algunas me lo partieron con cortes de cirujano, de esos que no duelen hasta que se te pasa la anestesia y el sueño. Otras, no sé si por ignorancia o venganza, lo cogieron a martillazos hasta que no quedara un solo coágulo en la mesa. Alguna le metió dinamita y lo explotó. Ahora ando buscando esos trocitos en labios fugaces, sabiendo que voy a tardar mucho tiempo en sanar.
Pero sé que es diferente para ti. Los años pesan porque pasan, y si es al lado de otra persona, ni te cuento. Más incluso cuando pasaste los años en los que más se suele experimentar con todo, con él. De hecho, tal vez egoístamente, no entenderé cómo te puedes enamorar tanto de alguien como para quedarte tanto tiempo a su lado. Me parece hermoso, pero no lo entiendo.
El punto es que en esa llamada, nos contaste que no sabías que hacer. Y curiosamente, todos te dimos el mismo consejo, si mal no recuerdo.
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