Короткий рассказ
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EL MIEDO A VOLAR

A Mónica siempre le decían que los miedos había que superarlos enfrentándose a ellos; en su caso, lo que más le aterrorizaba era tener que despegarse más de dos metros del nivel del suelo. No sabía de dónde le venía esta fobia, pues realmente no tenía vértigo, y ni ella ni nadie que conociera había tenido nunca un accidente aéreo. "¿Cuántos países me estoy perdiendo conocer por culpa de mi miedo a volar?", se repetía a sí misma con frecuencia.

Un día, mientras iba en dirección a su casa tras salir del trabajo, se fijó en un cartel que decía:


EXPOSICIÓN: GLOBOS AEROSTÁTICOS

NO PIERDA LA OPORTUNIDAD DE VOLAR A BORDO DE UN GLOBO
JUNTO A UN ESPECIALISTA




"Vaya, creo que es el momento de probar la terapia de choque".

Dicho y hecho. Al día siguiente, y aprovechando que era sábado, Mónica se levantó temprano para evitar las más que posibles aglomeraciones de gente a la entrada de la exposición. Una vez compró su tiquet, vio que allí se reunían personas de todas las edades, y todos ellos estaban ansiosos de probar a montar en uno de aquellos gigantes globos aéreos. A Mónica le recorría un sudor frío por el cuepo solo de pensar en ser una pasajera más... ¿Y si se pinchaba el globo? ¿Y si la fuerza centrífuga hacía que se cayera fuera del cesto? Esa clase de ideas que todos pensamos cuando no queremos hacer algo que nos aterra, y buscamos las situaciones más catastróficas e inverosímiles posibles para acabar de convencernos.

Finalmente, tras armarse de mucho valor, Mónica se acercó a la fila que había tras un bonito globo de color amarillo. Los niños a los que se veía subir y bajar del globo parecían estar disfrutando como nunca, y lo mismo se podía decir de los adultos, pero Mónica solo rezaba por no echarse atrás en el último momento, cosa que era complicada porque la fila avanzaba demasiado rápido y casi no le daba tiempo a pensar. Finalmente, llegó su temido turno.

- ¡Hola! ¿Qué tal estás? - le preguntó el especialista, un chico joven y de aspecto fornido.

- ¡Hola! Pues... estoy temblando. No he viajado en globo en mi vida, y además le tengo pánico a volar... Tú también piensas que debería irme a casa ahora mismo, ¿verdad? - decía ella con risa nerviosa, esperando que el especialista le diera la razón.

- Ja ja ja, nada de eso. Has venido al lugar idóneo para perder el miedo ¡Vente conmigo! Por cierto, me llamo Antonio.

Y con una mezcla de emoción y pánico, Mónica se subió al cesto, y en cuestión de unos pocos minutos, ambos empezaban a elevarse uno, dos, tres metros del nivel del suelo. El cosquilleo y el temblor de piernas que Mónica sentía en ese momento no le hacía disfrutar al 100% de las vistas desde el globo, pero al menos se sentía orgullosa de haber dado el paso para superar sus miedos.

La mañana estaba despejada, ni una nube en el cielo, pero algo inesperado sucedió. Antonio empezó a tambalearse; se le había puesto la cara blanca.

- Antonio, ¿qué pasa? ¿Te encuentras bien?

- Sí, sí, tranquila... Es que creo que estoy teniendo una bajada de tensión. Voy a hacer que baje el globo y...

El pobre Antonio no acertó a acabar la frase. Perdió el conocimiento de una forma tan repentina que no se desplomó en el mismo cesto, sino que debido al peso de su cuerpo, cayó fuera de él, cuando ya estaban a una altura de algo más de cuatro metros. Los gritos de la gente no se hicieron esperar, y como si un coro de plañideras se tratase, lloraban y miraban con horror como el globo en el que viajaba Mónica ascendía sin parar a gran velocidad. Si aquellos que vieron tan dramático acontecimiento estaban austados como nunca, nos podemos hacer una idea de lo que se le pasaba a Mónica en ese momento por la cabeza. Seguramente, de todas las catástrofes que pensó que le podían suceder, ni por un segundo imaginó que su situación iba a ser mucho peor que un pinchazo en el globo. Por ejemplo, ¿qué sentirías tú en su misma situación? ¿Qué harías si te encuentras en un globo aerostático similar al de Mónica, sin nadie a tu lado que te diga lo que hay que hacer, mientras te das cuenta de que el hecho de saltar del cesto es una muerte segura, pero quedarse en él supone que tu organismo explote una vez abandones la atmósfera terrestre? Afortunadamente, esto es ficción, y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Y ahora, ¿te atreverías a subir a un globo aerostático?



17 февраля 2021 г. 15:54 0 Отчет Добавить Подписаться
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