Melanie es la última humana que queda en la tierra, el señor Hicka siempre se lo ha repetido, y debía sobrevivir en una sociedad donde solo fantásticos habitaban.
Era pequeña, pensaba que era una mentira o una broma cuando la mantenían en esa cabaña en el bosque, pero la primera vez que vio a uno, supo que estaba muerta en el primer instante que alguien supiera que ella era humana.
Siempre bajo reglas tuvo que vivir, no podía acercarse a la ciudad si no hasta que cumpliera la mayoría de edad, comía lo mismo que los fantásticos para que su cuerpo se acostumbre, aprendió a comportarse y a modificar su apariencia con artefactos para que otros piensen que es una más de ellos e incluso tuvo que memorizar las diferentes lenguas de los demás continentes, todo en un solo paquete si es que quería sobrevivir.
Hicka y Caius la cuidaban, uno era elfo y el otro un hombre lobo, la criaron como suya desde el momento en que la aceptaron en su hogar.
- papá - llamó la pequeña - ¿debo cumplir 18 para salir al mundo?
Caius dejó el cuchillo de mesa a un lado y vio a su pequeña, Melanie aún no cumplía los 8 años pero parecía de más, su largo cabello chocolate estaba trenzado en forma de espiga hasta más abajo de su espalda, la chompa azulada de lana cubría su cuello y el pantalón de tela corto le llegaba hasta los tobillos.
- Melanie, hemos hablado de eso... - respondió triste.
- ¡sí, lo sé! - exclamó la niña mirándolo, los nervios la hicieron voltear y su carita sonrojada le causó ternura a Caius - pero, hasta cuando...
Caius la sacó de la ventana y cargó con ella, el olorcito de la niña era exquisito, en casa no necesitaba los supresores así que podía disfrutar de ella todo el tiempo.
- Meli, sabes que aún no es tiempo... es peligroso que salgas, los fantásticos son peligrosos, si en algún momento te ven... - el rostro dolido de su padre la hizo bajar la cabeza triste.
- de acuerdo papá, entiendo - murmuró rodeando su cuello con sus manos.
De repente, la puerta de abrió con fuerza, las ventanas retumbaron y el sonido de los pequeños cristales en el techo alertaron de la llegada de Hicka.
- queri... -
- Melanie, bebé, ¿podrías salir a jugar un momento?, tengo que hablar con papi unos segundos - Melanie quería abrazar a su segundo papá, pero sabía que cuando sus ojos brillaban en dorado tenía que darles su espacio.
La pequeña asintió y bajó de los brazos de Caius, en silencio cogió el peluche que siempre sacaba cuando quería dar una caminata y salió de la casa, los cristales pegados en el techo brillaron y luego silenciaron, indicando que la niña humana había salido.
En silencio camino con aquel vestidito que Caius amaba ponerle, la falda que llegaba hasta sus rodillas le quedaba bien, sumando que su cuerpo rechoncho era ideal para las figuras de ositos que la falda tenía.
- bien, ¿a dónde iré a jugar? - se preguntó caminando por el único sendero por donde debía ir, movía su peluche de dragón de un lado a otro, el felpa soltaba algunas motas de color blanco gracias al hechizo de guía que Hicka puso en el - un elefante, se balanceaba sobre la tela de una araña, como veía, que resistía fueron a llamar a otro elefante más... dos elefantes, se balanceaba, sobre una...
GRRRAAAAWWW¡¡¡
El grito que escapó de sus labios resonó solo alrededor de los árboles, cubrió su boca y miro a todos lados tras escuchar aquel rugido.
Hicka le dijo que cuando algún fantástico esté cerca, debía callar y respirar contra su mano, no moverse y esperar a que ellos sintieran su miedo, así ellos la salvarían.
GRRRRRR
Melanie volvió a cerrar sus ojos y llamó a sus padres en un susurro bajo.
- papá Hicka, papá Caius -
El silencio volvió a hacerla sentir con miedo, cuando su miedo intento ser más fuerte, un rugido más pequeño, como el de un animal de baja estatura, la hizo despertar y reaccionar, sabía que era un dragón, su cuerpo se lo decía, pero no era uno grande como usualmente aparecían para sentir miedo, quizás solo era un cachorro.
Melanie se levantó con cuidado y observó por donde venía el sonido, sus ojos captaron la esencia en el aire de dragón y sangre, algo en su pecho la hizo caminar en esa dirección, así que lentamente se acercó y apoyó su mano contra el árbol que estaba marcado con sangre de Caius. Esa era una de las habilidades que obtuvo por el artefacto en su cuello, sin eso había la finta de ser un elfo.
- ¿hola? - llamó en voz baja.
Miró las rocas lunares que reposaban en el sendero y las ignoró, soltó el peluche a un costado y comenzó a caminar en dirección de los humos de colores de los fantásticos.
Los árboles parecían decirle que se alejara, pero el color blanco con brillos no, los 5 minutos que ando no fueron en vano, apenas vio un claro iluminado y lleno de hojas caídas se dio cuenta que su destino terminaba en ese lugar.
GRRRRRR
Saltó del susto al ver como una cabecita de dragón cachorro se levantaba de entre las hojas, Melanie saltó al ver como un par de ojos verde oscuro se asomaban.
- dragón de trueno - mencionó acercándose.
Caius siempre le ha dicho que no se acercara a los dragones, especialmente a los de ese elemento, eran malos, peligrosos, groseros y formaron parte de la unión caza humanos... ella era la última humana que quedaba, por lo tanto su corría peligro
Su sentido de supervivencia reaccionó, debía irse antes de que Hicka la encontrara desobedeciendo una de sus reglas.
Intentó moverse pero sus piernas no responden, estaba tiesa. Volteando vio de nuevo la cabeza del dragón y se acercó a él, sin dudar o pensar siquiera.
- pequeño dragón, calma, no te lastimare - murmuró arrodillándose frente a el.
Melanie quedó maravillada al ver al pequeño fantástico entre las hojas, sus escamas blancas que parecían despellejar diamantes azules, sus alas pequeñas con diminutos diamantes eran hermosos de verdad, cuerpo pequeño con pedazos de hielo encima y los ojos más hermosos que ha podido ver en toda su vida.
- estás herido - murmuró acercándose, sus pequeña manos se posaron sobre la herida en su estómago, podía ver que era una flecha de color negro, no sabía de qué material pero si quien se la lanzó - esto te lo hizo un mago.
El dragón volvió a rugir de dolor cuando sintió las manos de la niña en su encima.
- espera, puedo ayudarte - murmuró en voz baja, Melanie dudo viendo su mano, pero su instinto amable le decía que debía ayudar al pobre dragón, así que con cuidado desató el pasador de su cabello que tenía puntita y se hincó la mano - auch.
Melanie no sabía en ese entonces las consecuencias de su sangre.
El rugido del dragón la hizo saltar de nuevo, más no la detuvo, con cuidado se acercó al dragón y formó un puño con su mano, la sangre comenzó a caer justo en la herida del fantástico, lentamente hasta que un ligero humo estrellado empezó a nacer de el.
- listo, curado amiguito - sonrió apretando su mano contra su pecho y viendo la herida del dragón curado.
El animal se movió un poco y batió sus alas en frenesí, viendo que ya no tenía herida alguna.
- eres hermoso de verdad - murmuró la pequeña sonriendo - ahora vuelve con tu familia.
El dragón bebé agitó su cabeza y se acercó a la niña, inocentemente lamió su mejilla como agradecimiento.
- ¡Melanie! -
Melanie sonrió y se levantó de las hojas secas para volver a regresar a su camino, si Hicka se enterara que salió del sendero, iba a estar en problemas graves.
- debo volver, cuídate hermoso dragón -
Y así como por arte de magia, la niña desapareció de su rango de visión.
Sellando el destino de una maldición.

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