mazzaro José Mazzaro karyan2 Nicolas ferrer

En su necesidad de sobrevivir, los últimos seres humanos de la tierra intentarán escapar hacia el cosmos y sus misterios. Llevándose consigo la desgracia misma que los ha condenado desde el principio. Novela realizada junto a Nicolás ferrer (https://getinkspired.com/es/u/karyan2/).


Найучная фантастика Футуристический 18+.

#theauthorscup #novela #TheCoAuthors
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Capítulo I. Año 0.

* Tripulantes activos: veinte (Manuel Arquímedes, Cars Marx, Tertulio Heráclito, Julia Tayllor Mill, David Ockham, Patricio Demócrito, Presentado Sócrates, Mariana Arendt, Juan Aristóteles, Riquelme Averroes, Esther Laner, Franco Descartes, Érika Hipatia, Enrique Tales, Brandom Kant, Nicolás Comte, Tulio Dharmakiri, Mirna Beauvoir, Néstor Nietzsche, Julia Wollstonecraft).


* Tripulantes en estado de hibernación: no aplica.


* Tripulantes fallecidos: no aplica.


***


Era el año 3025 d.C., a lo lejos, devorado por la inmensidad del mar galáctico, se perdía entre otras tantas luces su planeta.

Habían abandonado la Tierra hacía unas cuatro semanas, eran unas de las pocas colonias sobrevivientes al último cataclismo. Las guerras entre civilizaciones, el enfriamiento del núcleo planetario y la necesidad imperiosa de sobrevivir, llevaban a muchos a buscar un destino en los recónditos agujeros del espacio.

Para aquel entonces, los seres humanos habían evolucionado sus conocimientos al punto tal de casi dominar la materia. Sin embargo, la muerte seguía existiendo y con ella el deseo de sobrevivir a cualquier costo.

La nave era una ECO Volkswagen Modelo 89 de veinte plazas. No era un medio de transporte moderno, pero era sumamente funcional. Contaba con cuádruple turbina fusionada en base de helio y un condensador de flujos militar que permitía el desplazamiento mediante los canales Einstein - Rosen. Su núcleo energético principal era nuclear, con potenciadores secundarios de paneles solares y una pequeña celda receptora de materia oscura -en caso de fallar todos los demás sistemas de propulsión o mantenimiento vital.

Las veinte plazas se encontraban ocupadas, todos los pasajeros conformaban la totalidad de la tripulación. No había en la nave civiles, ni androides, ni robots, ni mucho menos cyborgs.

El equipo se dividía en grupos de cinco personas cada uno. Un equipo técnico, uno de soporte vital, otro de abastecimiento, otro de defensa y un último grupo de navegación. No obstante, si bien cada uno poseía conocimientos específicos de su área, estos podían intercambiarse entre sí por tareas determinadas.

Llevaban provisiones para soportar unos cincuenta años de viaje en estado vital normal y unos trescientos años en estado de hibernación. Para ese entonces, el oxígeno ya no era un inconveniente siempre y cuando la persona se encontrase mejorada con los implantes pulmonares correspondientes.

A las seis semanas, y a varios kilómetros de distancia, todos los miembros de la flota tuvieron su primera reunión de bitácora. La palabra bitácora, cuya raíz etimológica más confiable es "habitacle", derivado del latín imperial "habitaculum", que significa casa pequeña, era utilizada en la jerga de los viajeros como aquel documento físico o digital donde quedaba registrado todo cuanto acontecía en el recorrido. Era extraño, y acertado a la vez, considerar el origen de las cosas, puesto que donde fuera a llegar una palabra, la sombra del pasado siempre estaba con ella. Al igual que sucedería con los seres humanos, sin importar que tan lejos llegasen.

Durante las reuniones -las cuales se realizaban en la Cubierta Principal-, se desarrollaban temas específicos que la tripulación había decidido discutir durante el tiempo previo al agrupamiento.

El sistema era bastante sencillo y tenía como objetivo evitar la representatividad en cada equipo de trabajo. No habían delegados, ni líderes, ni capitanes. Todos los actuantes estaban en igualdad de condiciones. Para lograr el consenso sobre qué temas tratar, cada persona indicaba a un registro electrónico aquello que le parecía más importante para resolver y le designaba una puntuación subjetiva del uno al diez en consideración a su urgencia -siendo uno "poco urgente", y diez "absolutamente urgente"-. Los paneles de votación se encontraban dispersas por toda la nave, y podían ser usados en cualquier momento. Luego de las participaciones, una computadora de núcleo cuántico realizaba, mediante complejos algoritmos, el procesamiento de la información, determinando las categorías a tratar en cada reunión. Las categorías, poseían a su vez opciones lógicas, las cuales debían ser analizadas y optadas por una de ellas, ya que -para evitar la confusión y la probabilidad de no reaccionar ante una dilema- eran excluyentes entre sí.

Los seres humanos habían avanzado mucho desde la desaparición de la democracia hacia un tipo de organización sociocultural más para representativa, justa y equilibrada. No obstante, ni ese ni muchos otros cambios, fueron suficiente para evitar Las Guerras del 3000 d.C. Una serie de conflictos bélicos interminables que atacaron principalmente las economías de los pequeños y medianas países. Y así, como suele suceder con todas las desgracias, una trajo a la otra, hasta que fueron demasiadas y la gente de todo el mundo no tenía un lugar a donde ir. El infierno había salido de los libros y del imaginario social para instaurarse en cada gramo de tierra que existiese, sin importar la lengua o las convicciones de quien sintiese su calor.

Durante la primera reunión, una de las categorías principales era el punto de dirección.

Sentados alrededor de la extensa mesa de la Cubierta Principal, se encontraban los veinte tripulantes, catorce hombres y seis mujeres, todos aproximadamente de la misma edad, salvo el mayor de ellos, Arquímedes, que contaba casi ochenta años. Era parte del equipo del Departamento de Servicio Técnico.

—Considero —dijo Hipatia, del Departamento de Defensa—, que debemos optar por otras opciones además de las dictadas por el computador. A veces es bueno volver a las viejas costumbres.

—Hipatia —señaló uno de los jóvenes de su misma sección—, comparto con vos muchas opiniones, pero creo que esa forma de ver las cosas fue lo que nos llevó precisamente a donde estamos ahora.

—¿Y ese lugar sería? —preguntó alguien del equipo, sin poder ser identificado.

En la sala eran más de los que solían recomendarse para el desarrollo de las reuniones, pero era la primera y necesitaban estar todos reunidos. Luego, cada equipo, si así lo quisiese, podía con total libertad mantener en su habitad. La nave tenía prácticamente, cuatro mil metros cuadrados de superficie libre para el desplazamiento. Lo que más lugar ocupaba, eran sin dudas las provisiones tanto alimenticias como médicas.

—No sé quién fue el que habló recién —respondió, arrojando una mirada rápida que bordeó a cada rostro en la sala—, pero ese lugar sería precisamente este. El barco del escape. Allá en la tierra, el que queda se sabe condenado. Y nos vamos por cómo hemos resuelto las cosas hasta ahora.

—En eso concuerdo con el chico —agregó Arquímedes—, dejemos a la máquina hacer cosas que son de las máquinas.

La mayoría asintió. Algunos no estaban allí para escuchar, y aún menos para participar. Lo hacían solo con el objetivo de un merecido descanso. La planificación, preparación y ejecución del lanzamiento había llevado meses. Por otro lado, la Tierra ya no era un territorio ameno y transigente. Si no se aventuraban hacia el espacio exterior, corrían el riesgo de cientos de penurias propias del rezago de las guerras.

—Entonces, Aristóteles, ¿qué piensas que debemos hacer? —preguntó Dharmakirti, quien se encontraba frente a él, al otro lado del puente.

—Vamos a ver las opciones lógicas —contestó.

De pie, Aristóteles realizó unos gestos con las manos y la información visual que tenía en su pantalla táctil se extendió hacia el centro de la habitación, como una especie de nube densa y definida. La imagen podía verse con extremo detalle, sin importar desde qué lugar se estuviese prestando atención.

Aristóteles realizó otros gestos y la lista de datos que se figuraban con extensión, se redujeron a lo siguiente:


1. Titán. 85,87% de probabilidad de supervivencia a más de cinco años.

2. Luna terrestre. 35,01% de probabilidad de supervivencia a más de cinco años.

3. Marte. 14,25% de probabilidad de supervivencia a más de cinco años.

4. A la deriva. 05,07% de probabilidad de supervivencia a más de cinco años.


—Ya está decidido entonces, — expresó Beauvoir, colocándose también de pie.

—¿Titán? —preguntó Hipatia.

—Titán, —respondió Aristóteles, mientras los demás escuchaban con rostros adormilados, un ochenta y cinco de posibilidad de supervivencia era más que tranquilizador—. Es el satélite más grande de Saturno. Tenemos información suficiente -gracias a las distintas sondas enviadas en los últimos doscientos años- de que su atmósfera es relativamente conveniente para nuestra especie.

—¿Relativamente conveniente? —indagó Beauvoir.

—Sí, —respondió Ockham del Departamento de Soporte Vital—. Con un par de ajustes podremos, en poco tiempo, reacondicionar una parte del planeta para que sea útil a nuestras necesidades.

—¿Y luego?

—Y luego vamos viendo —expresó Ockham, retirándose de la Cubierta Principal.

A los pocos segundos, Hipatia le siguió.

—Muy bien, —dijo, mientras se retiraba—, sin no hay oposiciones, entonces prepararemos todo para la hibernación.

Beauvoir también se levantó de su silla y dirigiéndose hacia el resto del público, expresó:

—Titán se encuentra a unos tres mil millones de kilómetros, tardaremos un poco en llegar. Así que vamos a utilizar las cámaras de hibernación. Si nadie se encuentra en desacuerdo, nos retiramos.

Casi al mismo tiempo, se levantaron todos de sus asientos y fueron desapareciendo uno a unos por los recovecos de la Sala Principal. Las luces se apagaron automáticamente y la luz de los cuerpos celestes sobre los tableros de comando, impregnaban de un aroma fantasmal a la cubierta.

Apoyando su frente sobre el cristal de alta densidad, se encontraba Aristóteles jugando con su respiración y observando a lo lejos.

«Titán» pensaba, «¿cómo mierda vamos a vivir allá?»

Aristóteles era joven, sus cabellos, de color negro azabache, rozaban el cuello de la camisa. Conocía al resto de la tripulación por compartir con ellos su anterior puesto de trabajo. Era jefe de alimentos en una cadena mediana de distribución de glucosa en vapor. Su trabajo, en la Tierra, consistía en asegurarse que el producto estuviese listo para ser despachado a los distintos sectores del planeta. Tenía conocimientos militares, de hecho, todos lo tenían. No había ni una sola empresa en la tierra que no tuviese una orientación militar. A lo largo de los años, las guerras terminaron definiendo a la especie humana. El vivir y el morir era parte de una transición más que debía experimentarse. Se logró extender el tiempo de vida, se consiguieron erradicar enfermedades que eran terribles, pero nada pudo hacerse con la muerte. De tal forma, las últimas generaciones le quitaron toda su importancia simbólica. Si alguien fallecía, simplemente era desechado. La raza humana estaba cansada de morir, y quizás de nacer también.

Aristóteles suspiró. No le gustaba la hibernación, su cuerpo tardaba semanas en reponerse y unas ampollas debajo de las axilas no le eran extrañas luego de los descansos prolongados. Sin embargo, sabía que no existía otra forma de llegar. Miró sus palmas, las abrió y cerró en la penumbra.

«¿Cómo mierda vamos a vivir allá?» volvió a preguntarse.

Cuando se retiró, Beauvoir ingresó al puente por una escotilla lateral. Estaba esperando que el joven se retirase. No quería que la descubriese llorando.

Beauvoir estaba angustiada, toda su familia había quedado atrás, sus amistades, sus conocidos, sus sueños y planes. Suspiró un par de veces y se secó las lágrimas con las mangas de su camisa de trabajo. Creyó estúpido pensar en ellos. Fueron tontos y descuidados, tuvieron la oportunidad de acompañarla, pero se negaron. Aún le resultaba difícil comprender las emociones y cuando las percibía, prefería que nadie la viese experimentarlas.

Finalmente, sus ojos se mantuvieron cristalinos, sin mojar las mejillas con la frustración de verse anhelante. Era una mujer delgada y alta, una de las más altas de la nave. Sus ojos, de un color opalino, eran propios de las últimas generaciones de jóvenes. Parte de la radiación solar había alterado el ADN de todos los seres en la Tierra generando mutaciones como aquellas. Sus labios, rozados hasta lo absurdo, se lastimaban de a momentos al apretarse uno contra otro. Era una mujer nerviosa, de aquellas que nunca podían relajarse completamente. Sin importar que estuviese haciendo, Beauvoir no conseguía concentrarse por completo, excepto cuando navegaba. Era una experimentada mapista de campo y una excelente incursionadora planetaria. Cuando se hallaba a sí misma transitando por las rutas galácticas, percibía como todo su cuerpo se fundía con el horizonte estelar. Era una navegante de raíz y en el viajar estaba lo único que le brindaba paz.

Antes de retirarse de la sala, volvió a pensar en su familia. Recordaba los brazos de su padre tomándola por la cintura, mientras bailaban en la fiesta de promoción. Nunca más lo vería. Jamás volvería a saber de él. Una de las reglas que establecieron en el grupo, fue el perder todo contacto con las personas de la Tierra. De otra manera, no podrían concentrarse en el viaje y estaría expuestos a cometer cualquier tipo de acción imprudente. Finalmente, dejó caer una sola lágrima peregrina que se zambulló imperturbable entre ambos senos.

En Titán, el destino acordado, un día duraba más de quince días en comparación con uno terrestre. Por otro lado, cada estación se extendía por casi tres mil días, pudiendo su temperatura atmosférica promedio llegar a los -180°C debido a su distancia con el sol. Era considerado un ambiente semi – habitable gracias a los progresos realizados en terraformación. Como la ECO era una nave militar de incursión rápida, cargaba consigo maquinaria suficiente para crear una atmósfera acorde a la existencia humana, al menos por un par de años.

La colonización de Titán nunca se había terminado de concretar. Los primeros vuelos con tripulación humana fueron cancelados a comienzos de la guerra. Mientras que la Luna y Marte, al igual que la Tierra, estaban al borde de la sobrepoblación. La mayoría de los estudios realizados indicaban que existía vida en el planeta, pero nada era concluyente al trata de definir con exactitud las características de esos seres. Según se sabía, eran seres no vegetales de movilidad reducida, de pequeño tamaño y que no mantenían una relación estrecha y dinámica con su medio ambiente, o al menos no trataban de modificarlo. En otras palabras, esas formas de vida desconocidas, no eran un riesgo. No obstante, para cuando la ECO alcanzase Titán, habría pasado el tiempo suficiente como para que las criaturas pudiesen evolucionar un tanto más.

La ECO contaba con cinco cañones de plasma, tumberas de anillos gravitatorios y expansores nucleares de cinco puntas. Había sido fabricada, junto con otras doscientas más, para uno de los enfrentamientos que tuvieron lugar en la atmósfera de Marte. Esa fue la primera de las batallas del 3000, las cuales abarcaron casi treinta años humanos de conflictos bélicos seguidos unos de otros. Si se hubiesen graficado las estadísticas de las confrontaciones, hubieran parecido fuegos artificiales perdidos en la noche, convulsionando y debatiéndose entre sí cual de todas las explosiones era la más vistosa. La gente de la Tierra, de la Luna, de Marte y de otros lugares, estaba demasiado ocupada peleándose entre sí como para considerar que los sitios que habitaban, estaban a punto de colapsar.

David Ockham se posicionó frente al tablero de comandos de la cámara criogénica y observó el comportamiento de los parámetros. Todo se encontraba en orden. De igual forma, comenzó a repasar uno a uno los índices de masas corporales, las constituciones psicológicas -tanto estructurales como dinámicas- de cada tripulante, e inicio una serie de ensayos virtuales para determinar todos los escenarios que fuesen posibles. En ambiente de trabajo, lo conocían como “el heladero”, ya que destacada en sus labores como no podía hacerlo ningún otro técnico. Al igual que Aristóteles, conocía al resto de los pasajeros de la empresa de glucosa. Fue durante los descansos en la fábrica -mientras el mundo se caía literalmente a pedazos- que fue tomando forma la idea de apropiarse de una de las viejas naves de las incursiones marcianas y fugarse al espacio exterior. Una idea que poco a poco se convirtió en un elaborado plan para finalmente convertirse en un hecho, uno que aun lo seguía sorprendiendo.

David no solo era un experto en las máquinas de criogenización, si no que también tenia un vasto conocimiento médico, obviamente debido a la situación en la que se encontraba la tierra, este nunca pudo conseguir la preparación suficiente como para ser asignado a alguna área relacionada con la salud. David siempre había amado el experimentar el cuerpo humano, la forma en la que el metabolismo funciona, como el sistema nervioso es tan complejo, el mecanismo de funcionamiento de los sentidos, como un ojo puede funcionar de manera tan similar a un dedo y por sobre todo, la forma en la que el ser humano a ido evolucionando al pasar los siglos es realmente algo que aun a día de hoy lo seguía sorprendiendo. Interesante era poco para describir como las compañías y organizaciones mundiales lograron con una simple alteración genética en los alimentos que consumían y la manera en la que lo hacían, habían logrado cambiar tanto el metabolismo de los humanos, desde cosas tan simples como evitar el desperdicio de colesterol de los transportadores de lípidos para ser reutilizados en las membranas de las células, hasta la forma en la que se transluce la glucosa en las células digestivas eliminando el transportador de glucose – sodio, haciendo que la glucosa pudiera entrar por su propia cuenta y la perfección de transportadores de glucosa, convirtiéndolos en transportadores de diversas moléculas especificas, para permitir que el cerebro fuera incluso capaz de alimentarse de lípidos, permitiendo que estos traspasen la barrera hematoencefálica.

Si bien es cierto que David no era un técnico certificado en el estudio humano -nombre con el que se designa a los médicos en las tripulaciones de naves inclusionistas- y nadie realmente lo considerara como uno, el sabia que no había persona que supiera mas sobre el cuerpo humano que el mismo y que tenía todo lo necesario para ser uno, después de todo, era el mejor dentro del departamento de soporte vital.

David se aseguraba siempre de revisar los parámetros mas de una vez, aquellas máquinas podían ser lo mejor de lo mejor, pero la ECO no era la nave mas puntera tecnológicamente hablando y su mantenimiento era bastante extenuante y complicado comparado con otras naves de incursiones para planetas mas recónditos, por lo que no era extraño que algún sistema fallara, como la semana pasada, cuando uno de los dispensadores de nutrientes, una de esas maquinas de extraño aspecto con un tubo que producía un compuesto químico en forma de tubos de pasta sin sabor con los nutrientes básicos, glucosa, proteínas, lípidos y la gran mayoría de vitaminas necesarias. Una de estas maquinas se había descalibrado, dando raciones mas grandes de las que debería o mas pequeñas, además de que a veces se atoraba y no producía nada.

Los parámetros parecían estar todos correctamente, Aristóteles tenia un muy buen nivel de glucosa, Lenin de navegación tenia una frecuencia cardíaca un tanto elevada y si lo que el panel decía estaba bien, se debía de encontrar en el mando de navegación, lo cual explicaría su frecuencia, lo mas seguro es que se encontrara junto a los demás alterando el curso de de dirección, algo que David supuso debía ser estresante. Hipatia tenia una frecuencia y respiración baja, probablemente estuviera descansando, el viejo Arquímedes se encontraba tan sano como siempre, probablemente mucho mas que cualquiera de los demás, Beauvoir tenía bajos niveles de triglicéridos, por lo que tendría que reportarle antes de que se convirtiera en un problema en su salud, por suerte enfermedades como trastornos del metabolismo de lípidos fueron completamente erradicadas por la humanidad, creando una resistencia genética mayor a la de sus ancestros, por lo que esta falta de lípidos solo debería causarle una disminución en su mantenimiento de energía y tal vez tendría problemas para dormir...

Pero entonces, David pudo observar algo extraño en el panel, en este se podían ver unas luces que parpadeaban en verde con el nombre del tripulante en ellas, avisando de que este no se encontraba en peligro y estaba sano, todo se veía bastante bien, todo exceptuando que en el panel se veía una luz demás, una sin ningún tipo de nombre.

«Son veinte, se supone que somos veinte» se decía a sí mismo al observar el panel, donde aparecían veintiún luces en vez de veinte, una última luz que parpadeaba igual que las demás. Eso no debería ser posible lo que este mostraba, puede que se hubiera dañado, pero si ese fuera el caso, una luz debería desaparecer, no crear una nueva.

La ECO contaba con analizadores corporales integrados en cada una de las salas. Cada uno de estos analizadores podían percibir el calor, el ritmo cardíaco, la velocidad de respiración, la cantidad de oxigeno aspirados y de dióxido de carbono expulsado, lo que permitía analizar en todo momento, las constantes vitales de los tripulantes si accedías a un terminal, por lo que saltara una nueva constante vital era muy extraño, a David le constaba que esos analizadores eran lo mejor de lo mejor, conocía la historia de estos y de como los mejores científicos del mundo se reunieron para crear sistemas eficientes que les permitieran analizar el estado corporal de una persona fácil y rápidamente, todo esto por las numerosas pandemias ocurridas en la tierra y la luna, las cuales debido a la estupidez humana, no dejaban de propagarse y muchas de estas habían causado la muerte de varios millones de humanos durante varios siglos...

«¿Cómo es posible», David trató de hacer un análisis al sistema, tal vez reiniciando ese panel este desaparecería, pero después de unos minutos de espera, el terminal seguía saltando lo mismo, de alguna forma que David no podía comprender, en aquel momento existían veintiún humanos en la nave y no veinte...

Esto hizo que David comenzara a ponerse nervioso, comenzó a pensar en todo tipo de cosas, tal vez la nave tenia a un polizón, tal vez alguien además de ellos había logrado entrar a la nave, tal ves esa persona estuviera ahora, observándolos mientras Vivian sus vidas en la nave... Muchos tal veces, David se sentía tal vez demasiado paranoico, por lo que decidió calmarse, hizo ejercicios de respiración, regulo sus niveles de transpiración, su ritmo cardíaco, la dilatación de sus pupilas y trato de pensar lógicamente, no quería terminar sufriendo "locura espacial" solo por lo que podía ser un fallo de sistema...

Pero antes de que David pudiera siquiera confirmar o reportar el error, un fuerte golpe retumbo justo a su lado que hizo que se sobresaltara. David volteo la cabeza encontrándose a Cars Marx, el joven chico del departamento de servicio técnico el cual había tirado por accidente al suelo lo que parecía ser una especie de motor o maquinaria de la nave. Este se veía realmente nervioso por alguna razón, su sudoración era aumentada, sus pupilas se movían de manera convulsionante, sus manos no paraban de temblar y su postura denotaba un dolor en la parte baja de la cintura, tal vez de algún golpe.

—Yo... Lo siento... —Se disculpó Cars Marx, al darse cuenta de que David lo observaba—. Disculpa el ruido...

—¿Que... Estas haciendo? —pregunto David al ver a Carl allí... Pero este simplemente lo miro como si estuviera terriblemente asustado—. Carl, ¿Estas bien...?

David trato de acercarse a Cars para ayudarlo a levantar esa maquina que se veía muy pesada... Pero antes de poder hacer esto, Carl agarro la maquina y salió del cuarto.

Cars se fue rápidamente de la sala sin decir nada más, incluso antes de que David pudiera decir cualquier cosa y no fue hasta que desapareció por la puerta, que se dio cuenta de que llevaba otras cosas en un contenedor de suministros el cual se había encontrado en una esquina de la habitación. David supuso que estaba llevando repuestos para la Sala de Motores de Fusión o tal vez algún otro aparato en la nave se había dañado... Lo extraño y lo que realmente dejó pensando a David, es por que Cars estaría buscando repuestos en aquel lugar.

David volvió a revisar el panel, ahora ya no aparecía una veintiunava luz, esta había desaparecido y volvía a mostrar los veinte tripulantes con su estado normal de salud. David suspiro, tendría que dejar de darse extrañas ideas, todo estaba saliendo perfectamente, no existía una razón para que de repente comenzara a entrar en pánico, era bastante obvio que lo que le pasaba al panel era un simple error de configuración del sistema de reconocimiento, por lo que este decidió calmarse y hacer ejercicios de respiración por unos minutos.

David pensó que no podía esperar para entrar en criogenización, no sabia si podría aguantar tantas semanas en el espacio sin volverse loco por cualquier cosa. Su mejor opción era definitivamente meterse en tan increíbles maquinas y dormir por unos buenos años, puede que a los demás no les agradara la idea por los calambres, el entumecimiento, la desorientación y el mal estado que muchos años en hibernación podían dejar en un humano, pero David realmente no le importaba nada de eso, es mas, si fuera por el, todos los viajes espaciales se harían en criogenización.

Cars Marx corrió rápidamente por los fríos pasillos de la nave, este estaba bastante nervioso de que David lo hubiera visto y eso no era extraño, lo que Cars estaba haciendo iba en contra de cualquier regla o norma que pudiera existir, estaba infringiendo una de las reglas mas básicas de su incursión hacia el vasto espacio... Pero a Cars no le importaba. Su proyecto personal era demasiado importante como para que cualquier estúpida regla pudiera detenerlo.

Cars llevaba en el contenedor varios de los componentes básicos pero muy importantes necesarios para su proyecto, materiales de los que nadie debería darse cuenta de su desaparición, componentes casi inútiles para la nave, por lo que Cars los tomaba para si mismo, de todas formas, nadie los extrañaría.

Cars Marx ya no aguantaba más y su proyecto era lo único que lo mantenía cuerdo... Si es que alguna vez realmente lo estuvo.

Brandom observaba al extraño Cars Marx correr por los pasillos de la nave, este se veía bastante asustado y nervioso, casi como si estuviera escapando de algún horrible monstruo...

"Un horrible monstruo... Que gracioso", pensó Brandom al hacer tal símil, algo que lo sorprendió de sobre manera, ya que llevaba tiempo practicando sus comparaciones.

Brandom no era muy bueno cuando se trataba de retorica, no entendía muy bien el por que los humanos insistían tanto en sobre exagerar las cosas, comparando dos objeto o seres que obviamente no tienen relacion alguna, Brandom prefería hablar de una manera mas simple, directa y sin sincera, sin ningún tipo de rodeos o exageraciones, siempre fiel a la verdad, nunca tomando el universo como algo que no es y si en ese momento existía una verdad bastante obvia, es que nada en esa nave era normal.

"Normal, que palabra tan estúpida", pensaba Brandom, este detesta la palabra con la que los humanos se refieren para hablar de una sucesión de eventos con un patrón esperado y predecible, algo que a la hora de hablar en términos reales, no tiene sentido alguno dentro del vasto y caótico universo en el que todos viven, un universo siempre en un inconstante cambio, desequilibrio y alteración, incluso referirse al universo con un adverbio de tiempo como "siempre", es simplemente estúpido, el tiempo es un gran y absurdo concepto creado y utilizado por los humanos, para poder establecer un orden de sucesos claros y precisos, tomando como referencia un punto de partida en algún momento en la creación, un punto que es considerado como los sucesos que ocurren al momento y un punto utilizado para referirse a los posibles eventos que tal vez pudieran llegar a existir.

Al final, tanto el tiempo como lo normal son dos cosas que no tienen cabida en la existencia misma, el universo nunca a tenido un punto de partida, el universo siempre ha existido, ya que el universo es la existencia misma. Nada en la existencia debería ser considerado como algo normal, ya que la presencia de parámetros que traten de analizar, estudiar y normalizar el universo no tienen razón de ser.

No, Brandom no entendía la gran mayoría que los humanos hacen, ni siquiera con una humanidad que hubiera evolucionado mil años, dos mil o tres mil años, estos tratan de conseguirle sentido a las cosas, incluso a aquellas que no deberían tener significados, cosas como la muerte o la existencia. Pero de las cosas que Brandom menos entendía sobre la humanidad, era esa muy misteriosa y molesta manera en la que con tanta insistencia trataban de mantenerse vivos, Brandom lo veía como hipocresía, una especie con unas creencias que se basan tanto en el hecho de que sean seres superiores era la única forma para explicar el deseo tan fuerte por sobrevivir a catástrofes, después de todo, el universo es demasiado infinito como para que a alguien le importara si estos morían o no.

Este tema era algo que realmente molestaba a Brandom, muchas otras especies que han vivido en el universo han sido extinguidas por horribles sucesos y los cuales han aceptado su muerte como el curso natural de la existencia, no tenia ningún sentido que trataras de ir en contra de lo que el universo crea para sus habitantes, hacer eso era algo irrespetuoso y repugnante, si se supone que alguien debe de morir y sin importar que a alguien le moleste o fastidie, es como debería ocurrir.

Aun así, Brandom encontraba especialmente graciosos a los humanos, la inutilidad es algo que en la totalidad de su vida le ha echo gracia, razón por la cual Brandom trataba de obtener sus costumbres y ser mas como ellos, así este podría vivir una vida mas divertida y emocionante, ya que siempre tendría algo de que reírse, algo que a este realmente le hacia falta.

—Una banana es como un teléfono... —Brandom se rio al pronunciar esas palabras, lo hizo a carcajadas, aprovechando que nadie se encontrara cerca de su presencia.

Brandom fue entonces hacia una de las ventanas de la nave, una bastante grande, por la cual este pudo ver la inmensidad de lo que una minúscula fracción de una pequeña parte del universo entero era, simplemente algo demasiado fascinante como para que un mortal como el pudiera comprender o siquiera conocer. Brandom se sintió como en casa, observando el vacío del espacio, tan oscuro, tan frio, tan mortal, tan sublime. Brandom deseo poder estar otra vez en casa... Pero no tenia sentido pensar en eso, su casa ya no existía mas, al igual que todos los demás en esa nave, que ya no podrían volver con sus familias, ya no podrían ver los paisajes de su mundo, ya no podrían escuchar u oler sus hogares...

No, ahora aquel era su hogar y al menos, ese sentimiento de nostalgia y tristeza que todos allí sentían era algo con lo que Brandom realmente podía identificarse, algo que lo hacia sentirse menos solo y más tranquilo al saber que el no era el único sufriendo. Brandom pensó que todos sus pensamientos eran irónicos y estúpidos, lo que hizo que se riera aun mas, el mismo era un gran estúpido por todo lo que pensaba.

Porque al final, Brandom también era un humano como ellos y eso era lo más divertido de todo.

1 ноября 2020 г. 23:57 7 Отчет Добавить Подписаться
6
Прочтите следующую главу Capítulo II. Año 1. Parte 1.

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Pablo Nemo Pablo Nemo
Excellent story! He made my morning

ASHLEYCOLT 777 ASHLEYCOLT 777
Hola, Gabriel, Gran comienzo de esta historia, ya está en mi lista de lectura. Gracias por publicarlo.

  • José Mazzaro José Mazzaro
    Gracias a vos por lerrlo Ashleycolt! la estamos haciendo en conjunto con Nicolás Ferrer. Toda una aventura escribir de a dos te digo. December 09, 2020, 23:40
  • José Mazzaro José Mazzaro
    Gracias AshleyColt777, te invito a leer entonces "El Algoritmo de Aurora", ciencia ficción pura y dura. Al principio es un poco engorroso, pero superado los 2 primeros capítulos, comienza la acción. Saludos! December 13, 2020, 13:15
Embajadores Inkspired Embajadores Inkspired
Hola, muy interesante esta historia, ya me dio curiosidad.

  • José Mazzaro José Mazzaro
    Muchas gracias! En breve la actualizamos November 04, 2020, 21:59
~

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